Stéfano Da Rossa, se encontraba reacio a asistir a esa fiesta que su socio Lucio Simeone lo había invitado, sin embargo, lo estaba haciendo a causa de las palabras de Aurora y los motivos para asistir a dicha fiesta.
—Debes ir, que nuestro alfa tenga muy buenas relaciones con los humanos, es importante no solo para ti, sino para toda la manada.—Puedo hacer lo que quiera, por eso soy el alfa.—Como alfa puedes hacer lo que quieras, siempre y cuanto no afecte a la manada, a no ser que quieras convertirte en tu padre — le recordó Aurora, su beta favorita y la de mayor rango en la jerarquía de la manada.Stéfano era el nuevo alfa de la manada de Italia, después de una gran pelea por el poder contra su padre era su deber ver por todos ellos.Todos en la manada le agradecían, ya que Horacio Da Rossa, no era ni la mitad del alfa que lo era su hijo Stéfano. Durante su mandato, la manada de los Da Rossa, había sufrido no solo por la crueldad de su alfa, también por ser temidos y cazados por los humanos.Lo que no ocurría ahora, ya que Stefáno, pese a odiar relacionarse con esos seres, había creado una fuerte alianza de negocios y se había hecho de un nombre en el mundo humano.Era a la vista de los humanos un respetable empresario dueño de varias compañías de renombre mundial. Nadie sabía de donde había salido, pero eso no importaba mientras activara la economía del país y siguiera siendo socio de las familias más antiguas y de renombre de Italia.Por lo cual, que asistiera a la fiesta de compromiso del único heredero de los Simeone, sería bien visto. No solo por los Simeone sino por toda la clase privilegiada del país.—Está bien, iré, pero no me pidas que esté de buen humor durante la m*****a fiesta.Aurora sonrió al escucharlo, terminando de acomodarle la pajarita de su esmoquin, dándole un par de golpecitos en el pecho alisándole la solapa.—Puedes estar del humor que desees, eres el CEO Da Rossa, el hombre más misterioso y excéntrico de toda Italia.Stéfano no dijo nada, simplemente le ofreció su brazo y se dirigió junto a ella hasta la casa de los Simeone, Fue llegar a los límites de la mansión que el olor de un alfa lo hizo ponerse rígido.—¿Qué ocurre?— le preguntó Aurora al notar la tensión en el cuerpo de su alfa de pronto.—No es nada, es solo que hay otro alfa cerca, es un errante, así que hay que tener cuidado con él.La joven beta sonrió sacando su celular, no podía dejar pasar esa clase de información y alertar a los demás betas de la manada.—Listo, ahora que les he informado no podrás tener pretexto para entrar.Lysander suspiró, no podía alargar más la llegada a la fiesta o pronto Lucio mandaría a alguien a buscarlo, o peor aún, iría él mismo con su inaguantable discurso sobre la responsabilidad que tenía como representante de los Simeone, ni que él hubiera elegido nacer en esa m*****a familia, él sería feliz llevando la vida que llevaba su jardinero y guardián del coto de caza perteneciente a la mansión, sin duda sería feliz sin rendirle cuentas a nadie, siendo el hombre solitario que realmente le gustaría ser y no teniendo que tomar partida en los negocios de su padre como llevaba haciendo desde que cumplió 20 años.Al menos cuando llegó al salón de fiestas, una despampanante y manejable rubia se lanzó a sus brazos para suavizar el mal rato.Lysander no dudó en tomarla entre sus brazos y dejar un discreto beso en sus labios, lo más que le permitía el protocolo, aunque no era más de lo que ninguno de los dos deseara, ya que su relación era realmente amistosa.— Te extrañé mucho Lysander.— Y yo a ti, Alessia— aseguró el joven dejando otro beso en su frente antes de soltarla — eres lo que hará un poco más soportable esta fiesta.De repente un intenso escalofrío recorrió a Lysander, uno que empezó en su nuca y se dispersó por todo su cuerpo, haciendo que sintiera algo extraño a su espalda, jamás había tenido una sensación como esa, pero no pudo evitar girarse a comprobar qué sucedía.De repente, sus ojos verdes se enfrentaron a unos penetrantes ojos azules.— Es guapo, pero disimula— le dijo Alessia en el oído dándole un codazo.Lysander jamás se había sentido atraído por una mujer, era cierto que admiraba la belleza femenina y que había salido con algunas chicas, más por aparentar que otra cosa.Pero desde una muy temprana edad supo que era Gay y Alessia siempre había sido su cómplice para todos sus encuentros y salidas con algunos chicos.— Vamos a tomar una copa en lo que esto se llena— dijo Lysander tomando la mano de su prometida y caminando hasta una de las mesas de bebida sin terminar de quitarse esa sensación ni ser capaz de observar a ese hombre con curiosidad, había algo en él que lo hacía sentirse extraño de un modo que no lograba explicar.Stéfano gruño por lo bajo entrando a la dichosa recepción de fiesta de compromiso de los Simeone. La fiesta era igual de ostentosa que todas las fiestas de los humanos influyentes, pero había algo más que hacía que en esta ocasión en particular le resultará incómoda y molesta.Era un secreto que guardaba solo para él y era porque le resultaba imposible aceptar y reconocer su incomodidad.El hijo de Lucio, su socio. El joven tenía algo que hacía que Stefáno se pusiera, no solo de mal humor, sino también ansioso, no a causa de los nervios, sino de manera sexual. Un alfa como él, atraído por un humano. No era algo que aceptaría fácilmente.— Realmente no entiendo como los humanos pueden entregar su cuerpo a una sola pareja— mencionó Aurora sacando a Stéfano de sus pensamientos sobre el joven Simeone.—Son seres inferiores que podrían saber ellos— fue la única respuesta de su alfa a su beta.— Creí que te gustaban más delicados … — dijo Alessia en un susurro, cada vez que le había conocido un amante a su prometido, esos chicos solían ser bastante delicados y se veían algo más jóvenes que él, por eso siempre asumió que su futuro esposo era el que llevaba el rol activo, pero aquel hombre al que no le sacaba el ojo de encima, además de parecer heterosexual por la mujer que llevaba al lado, se veía bastante masculino.— No es eso… No me gusta, es otra cosa — Lysander era incapaz de explicar del todo lo que sucedía.— ¿Qué otra cosa?— dijo ella tras agradecer al camarero que le sirvió su copa de vino.— Se nota que has estado fuera mucho tiempo, que no sabes los cotilleos del tal Da Rossa — Lysander sonrió, estaba seguro de que a su futura esposa le fascinaría la historia, como siempre se divertían bastante contándose los cotilleos de los que se enteraban.— Pero espero que tú me los cuentes.Lysander también agarró su copa y se alejó un poco de la mesa de bebidas para estar e
—Realmente no creo que alguien de esta sala sepa lo que es estar enamorado. Mucho menos usted. Lo único que hacen es engañarse, para no estar solos.Lysander no sabía cómo reaccionar ante la cercanía de ese hombre, apenas lo escuchó hasta que habló de lo frágil y superficial que era el amor, Lysander no podía defenderlo, no sabía lo que era, nunca había estado enamorado, para él no estaba permitido enamorarse porque era obvio que no lo haría de una mujer y no podía permitirse hacerlo de un hombre o tendría graves problemas.— Supongo que el amor es algo incomprensible, en realidad ¿Cómo podría medirse?La mirada del hombre se endureció tras decir eso, volteando al ver al joven.—Ha sido un placer hablar con usted, será mejor que siga su camino y no se vuelva a cruzar conmigo— le amenazó, aunque era una advertencia para él mismo.La mirada de Lysander se oscureció ¿Lo había amenazado? Ciertamente, no entendía muy bien a ese hombre, lo que si le hubiera gustado preguntarle era que colon
Enrico era consciente de cuál era la manada que se había trasladado a las tierras vecinas.No obstante, esperaba no tener que coincidir con ellos, se encontraba feliz estando fuera de las leyes de los clanes. Esa era una de las razones por la que había decidido convertirse en un alfa solitario.El único problema era que pese a que era un alfa errante, conservaba un amor muy profundo por las tierras que lo vieron nacer, por lo que siempre se encontraba cerca, así tuviera que alejarse de todas las manadas que se encontrarán cerca de esas tierras.El aroma del nuevo alfa de la manada que había regresado al territorio se dejó sentir, indicándole que se encontraba demasiado cerca, tanto que su instinto territorial lo hizo acercarse a la casa grande en el instante mismo en el que lo vio aproximarse a esta.Sin embargo, Enrico negó y controló su instinto protector, escondiendo su olor y presencia entre las sombras. Sabía que de no hacerlo pondría en evidencia su presencia al alfa de esa mana
Enrico sonrió al escuchar que el alfa se había molestado con él. Era normal ya que conocía a ese alfa y sabía lo orgulloso que era y jamás que aceptaría que le gustaba un ser inferior, como consideraba a los humanos.Aunque si supiera que realmente Lysander no era humano. ¿Se comportaría con él de esa manera?El guardabosques estaba sumido en sus propias divagaciones mientras escuchaba al chico cuando sintió el incremento del aroma de un Omega a punto de entrar en su celo.Lo que lo hizo ponerse en guardia y sobre todo levantarse rápidamente.—Creo que necesitas marcharte— mencionó de pronto. No quería asustar al joven, pero no era seguro que se encontrará con él en ese momento a solas. Tampoco podía darle más de la esencia de acólito sin ponerlo en peligro y por supuesto no podría controlar a su alfa si se veía afectado por el aroma del omega en el hijo de sus patrones, eso sería algo que Enrico jamás se perdonaría.—Necesito que te vayas ¡Ahora!Lysander se comió su tercer bollo mi
Esa noche había luna roja, no era la primera, pero tampoco era la última. Sin embargo, esta era especial, Stefano podía sentir una extraña fragancia embriagante que lo estaba haciendo perder el control de su lobo, algo que lo mantenía ansioso y expectante porque la Luna roja siempre traía sorpresas para sus hijos predilectos.Su luna, por fin, su luna se encontraba cerca. Tenía que ser ella su luna, su hermosa ámbar que perdió siglos atrás, porque de no ser ella no había explicación lógica para que un alfa como él, perdiera el control de su lobo, solo su pareja predestinada podía causar aquello que estaba experimentando.No era un alfa joven, sus más de seiscientos años lo hacían un alfa en completo control, no solo de su parte humana, sino también de su lado salvaje y animal.La fragancia en el aire se intensificó llamándolo del mismo modo que su transformación se iba haciendo cada vez más imposible de contener.El sonido de las campanas de cristal se hicieron presente, haciendo que
«¡No huyas! ¡No te permitiré huir! Ámbar»Exclamaba Ónix en cada gruñido que daba, en cada nuevo paso que daba hacia el Omega.En ese momento eran el depredador y su presa. El gran lobo negro no dudó en cerrarle el paso al Omega. En hacerlo retroceder justo en el momento en que iba a salir corriendo, haciendo que chocara contra su cuerpo y se cayera hacia atrás.El cuerpo gran Ónix, más grande por un par de pulgadas, atrapó el cuerpo del Omega, de su luna bajo su cuerpo, su gran hocico lo tomó de su cuello, enterrando sus colmillos en su piel, sometiéndolo.«¡Mío! Será mejor que no te muevas, no quiero hacerte más daño del necesario»Le gruñó aplastándolo frotándose contra él y así empezar a quitar de su cuerpo el olor de esos otros alfas, ese olor que hacía que deseara herirlo y lastimarlo por haber dejado que otro olor se impregnara en él.Lysander había intentado huir, pero algo en esa voz lo hizo detenerse, parecía un sueño, pero se sentía muy real, desde dentro le decía a aquella
Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.La luna en el cielo era testigo del enc
Lysander volvía a sentir aquel calor abrasador por todo el cuerpo y así despertó, en una confortable cama con olor a suavizante que impregnó rápidamente su olfato.¿Todo había sido un sueño? Abrió los ojos y miró a su alrededor descubriendo que aquella no era su habitación y su cuerpo emanaba un intenso aroma, uno que no le pertenecía y que lo tentaba a buscar a su alrededor para saber de dónde venía.— ¿Hola, hay alguien ahí?— preguntó todavía con cierto reparo mientras se levantaba de la cama y descubrió que estaba completamente desnudo.Las imágenes de su supuesto sueño lo golpearon con fuerza por el ardor en su trasero al moverse y la extraña humedad que sentía en ese lugar.No podía ser, aquello había sido solo un sueño ¿Pero qué hacía entonces allí desnudo? Se tapó con una sábana al no encontrar nada más en la habitación y caminó hasta la puerta para abrirla, pero esta no se abrió.— ¡Hay alguien ahí!— gritó, pero no encontró respuesta desde afuera — Suéltenme.Stéfano se encon