Capítulo dos: Golpe de realidad
Llego a casa de mis padres media hora antes de lo estipulado. Me gusta ser puntual, prefiero llegar de primera a las citas o reuniones. — Hola, mamá —deposito un dulce beso en su mejilla—. Joe, me alegra verte. En los últimos tiempos no se os ve el pelo a ninguno de los Bratter.— Es que no paramos, hija —responde la aludida—. Estamos grabando dos películas al mismo tiempo y preparándonos para los Oscars.— Enhorabuena por vuestra nominación —la felicito. Tanto ella como Nickolas Bratter han sido nominados para los premios más importantes del mundo. << ¡Madre mía, flipo en colores! >>, aunque ya debería estar acostumbrada, sigo sorprendiéndome cuando ocurre algo como esto.— Gracias, cielito —deja el bol de la ensalada en la gran mesa del comedor y corre a abrazarme—. Aunque tengo mis dudas sobre el premio. No sé, hay mucho nuevo talento.— ¿Otra vez con el rollo de la vejez, mamá? —interviene su hijo mayor—. Ahora te ha dado por eso. ¡Si pareces de veinte!— Gracias, hijo —alega la mujer—. Siempre estáis vosotros para recordármelo. — ¡Max! —exclamo al verle acercase a mí—. ¿Cuándo has llegado?— Hace unas horas —no duda en abrazarme. El mayor de los hermanos Bratter es muy cariñoso y todo un Don Juan—. ¡Pero si estás cada día más guapa! — Tú no te quedas detrás —rebato—. Tu rostro aparece en todas partes. Tú y Crys osea habéis tomado en serio eso de competir por el foco de atención. — ¿Qué puedo decir? —se encoje de hombros—. Somos los príncipes de la moda y no estoy dispuesto a dejarme ganar por la reina del hielo. Pero volviendo a ti, debo decir que estás hecha un bombón, princesita. Tendré que pelearme con un centenar de tíos para pedirte una cita.— Mantén tus manos alejadas de mi hija, mil amores —mi padre aparece en escena acompañado por Nick, Clinton y mi hermana. Una vez se reúne toda la familia, nos disponemos a sentarnos.La cena transcurre entre bromas y risas. Las dos familias somos muy unidas, hacemos prácticamente todo juntos. Conocí a los Bratter el día en que cumplí cinco años. Johana fue la imagen de una campaña de Price’s Legacy y mi madre la invitó a mi fiesta de cumpleaños. Desde ese momento se unieron para no separarse jamás… y yo quedé prendada de Clinton. Él tenía trece años; me miró con sus ojos marrones y su tierna sonrisa, extendió los brazos y me regaló una pequeña caja de música —que aún guardo—; fue amor a primera vista.Yo apenas he probado bocado; me encuentro demasiado ansiosa. Si como algo seguro vomitaré.Cuando estamos ya por el postre, Clinton carraspea para llamar nuestra atención y se pone de pie—: Os he convocado a esta cena especial porque tengo algo muy importante que comunicaros.<< ¡Ay, madre, que me da! >>Acto seguido, mi hermana se para a su lado. << ¿Pero qué haces, Crystal Price? Vuelve a sentarte >>— En realidad, Crys y yo tenemos algo muy importante que contaros…
Creo que ya me he perdido. Me pregunto qué se traerán entre manos estos dos.— Nosotros… —Clinton tartamudea y eso me hace arrugar el entrecejo; jamás le he visto así de nervioso—, nosotros…— ¡Vamos a casarnos! —mi hermana termina la frase por él.La mesa permanece en silencio total.<< ¿Casarse? >><< ¿De qué hablan? >>Minutos después, los presentes comienzan a reaccionar. Unos sonríen, otros aplauden, las mujeres los atacan a preguntas como si estuviesen en un ring de boxeo; yo… simplemente me quedo en mi sitio, contemplando la escena como si de una mala película se tratase.Les observo darse un tierno beso en la boca y la realidad me golpea como un balde de agua fría con cubitos de hielo y todo.<< Están juntos… >><< Mi hermana y Clinton, Clinton y mi hermana… >><< Están juntos… van a casarse >>— ¿Blair? —el llamado me hace enfrentar la cruda realidad.<< ¡Dios, esto está sucediendo realmente! >>— Hermanita —Crystal hace uso de su habitual humor—, no me digas que el gato te ha comido la lengua. No puedo evitar observar a cada uno de los presentes, tomándome mi tiempo. Todos esperan por mi reacción. Me detengo varios minutos en Clinton y su expresión me mata. << ¿Qué se supone que debo decir? >><< ¿Cómo puedo enfrentar esto? >>— ¿Blair? —mi familia insiste en hacerme hablar.Trago saliva una y otra vez, pero por mucho que repito la acción, continúo hipersecretando—. Yo… —la voz me tiembla y debo carraspear para volver a empezar—. Yo…El abrupto sonido de Toxic de Britney Spears interrumpe mi tartamudeo. A la velocidad de la luz, busco en mi bolso el móvil. El nombre de mi mejor amiga parpadea en la pantalla.<< Salvada por la campana >>Sin pensarlo dos veces, descuelgo el celular ante la atenta mirada de los presentes.— Megan, ¿sucede algo?— Eso mismo pregunto yo —responde—. ¿Qué sucedió? ¿Ya le contaste? La ansiedad me está matando.— ¿Me estás hablando en serio? —cuestiono alarmada.— Por supuesto. Habla, Price— ¿Y es muy grave? —continúo con mi tono de preocupación.— ¿De qué me hablas?— ¿Estás en casa? —continúo con mi sarta de preguntas. Por supuesto, mi amiga no entiende una palabra de lo que digo.— ¿Me puedes explicar que está sucediendo? —replica mosqueada. No es para menos—. ¿O simplemente se te ha ido la olla?— Dime dónde estás, Megan —ordeno.— En mi casa, ¿dónde más? Ah… ya entiendo —reflexiona—. Me estás utilizando de comodín, ¿cierto? ¿Tan mal fue?— No te muevas de ahí, ¿vale? —pido como si mi amiga estuviera a punto de cortarse las venas. Tal vez no hubiera dado mucho como modelo, pero como actriz no tendría precio—. Voy directamente para allá.— Vale, aquí te espero. Tienes mucho que explicarme, Price.No digo nada más; cuelgo y me apresuro en recoger mi bolso para marcharme. Necesito salir de aquí. Creo que aún estoy en shock.— Lo siento —digo besando la mejilla de cada uno a modo de despedida, excepto a Clinton y Crystal, a ellos no puedo ni mirarles a la cara—. Urgencia domiciliaria. Debo irme.— ¿Es grave? —cuestiona mi madre.— Espero que no —contesto—. Al parecer, el edificio ha sido invadido por algún tipo de plaga, roedores, no sé. Megan no supo explicarme bien.Y el premio a la mejor inventora es para… Blair Price.En verdad no sé de dónde saco tanta imaginación. Quizá debería dedicarme a escribir novelas.— Te acompaño —sugiere Max.— ¡No! —le detengo abruptamente y todos se quedan paralizados ante mi repentina actitud—. No creo que sea necesario. Ya se están ocupando de ello.— Está bien —Max alza los brazos en señal de rendición.— Cualquier cosa nos avisas, cariño —alega mi madre, dándome un exagerado abrazo—. Si la situación se complica, puedes venir a dormir aquí con Megs.— Vale, mamá.— O podéis venir a mi departamento —sugiere el mayor de los hermanos Bratter con un gesto picaresco. Algo me dice que no ha comprado mi idea de la inundación de plagas—. Os puedo asegurar que hay espacio más que suficiente. — Lo tendré en cuenta —son mis últimas palabras. Con demasiada premura me dirijo hacia la salida. — ¡Blair! —la voz imperativa de mi hermana me detiene a medio camino—. ¿No piensas decir nada?Contemplo la nueva pareja —al menos para mí—: Crys se apoya en su pecho mientras Clinton la cubre desde atrás.<< ¿Cómo no lo vi antes? >>Siento mi lengua entumecida y comienzo a librar una batalla con el objetivo de dejar salir las palabras—. Enhorabuena —finalmente me sale una felicitación no muy convincente y demasiado escueta; pero no puedo hacer nada más, de verdad no puedo.Salgo corriendo del lugar que me vio crecer sin mirar hacia atrás como si mi vida dependiera de ello.Capítulo tres: Ahogando las penas en alcoholMi mejor amiga me recibe en el corredor. Supongo que no podía esperar dentro del departamento; es igual de impaciente que yo. Con una fuerza poco femenina me empuja hacia su salón y me obliga a sentarme en el mullido sofá. Luego, se coloca frente a mí expectante.— Ahora sí, Price; desembucha.— Se casa —suelto como si la información fuera un veneno mortal.— ¿Quién se casa?— ¿Quién va a ser? —cuestiono.— ¿Clinton? —asiento—. ¿Con quién? ¡No me digas que te propuso matrimonio así de sopetón!Niego de manera repetida aguantando el porte. No he derramado una lágrima, creo que deberían darme una recompensa por ello—. No es conmigo, Megs.— ¿Entonces…? ¡No me digas que con la odiosa de Gina! No la soporto con sus ínfulas de Miss Perfection y su inocencia fingida. Por muy modelo famosa que sea…Megan continúa parloteando. La modelo que trabaja para la empresa de mi familia nunca le ha caído bien. Supongo que
Capítulo cuatro: Sonrisas forzadas— ¡Enhorabuena! ¡¿En serio?! —cuestiona—. ¿Eso es todo lo que tienes para decirme?— No sé qué más quieres que diga, Clinton —observo mi manicura de manera distraída.— Se me ocurren un par de cosas, princesa.— Corta el rollo, Clinton —rebato—. No es el mejor momento para tus juegos.— ¡¿Mis juegos?! —su grito me sobresalta. Es bueno que las paredes sean insonorizadas; aunque por el cristal puede verse el exterior. Todo parece despejado y estoy casi segura de que Megan es la responsable. Mi amiga es la mejor secretaria del mundo—. ¿Estás molesta, Blair?— ¿Molesta? —río con efusividad—. Por supuesto que no. Mi socio y supuesto amigo mantenía una relación en secreto con mi hermana. Ahora, de la noche a la mañana, las dos personas más importantes de mi vida van a casarse. Y ninguno de los dos tuvo la cortesía de decirme nada. Me habéis mentido y traicionado delante de mis narices. Ahora dime, Clint: ¿por qué habría de
Capítulo cinco: La función está a punto de comenzar— ¡No, no y no! —exclama el profesor exasperado—. ¡Lo estáis haciendo mal otra vez! Bella Crystal, el Vals es un baile suave, delicado, espontáneo. Debes confiar en tu pareja, dejar que él os lleve a los dos. La sutileza domina vuestros movimientos y vuestra química le dará erotismo a la danza. Eres preciosa, sensual, una diosa, pero necesitas dejar la metodología a un lado y dejarte llevar.¿Quién lo hubiera pensado? A la diva de la moda Crystal Price le está costando seguir una simple coreografía de vals.— ¿Soy una mala persona si disfruto de esto? —pregunta Max a mi lado.— Entonces, seríamos dos, compañero —Brad no me da tiempo a responder—. Solo míralos; Crys parece regia como una tabla y Clinton fastidiado.— No sé en lo demás, pero en el baile queda claro que no tienen química —continúa el hermano del novio—. ¿Alguien más a parte de mí piensa que estos dos no pegan ni con cola?Por un momento
Capítulo seis: Extraña— El discurso ha sido muy emotivo —comenta mientras bailamos. Aunque seguimos la misma coreografía, no es el mismo baile de hace unos días. Desde aquella escena, he mantenido las distancias, necesito hacerlo—. Las cosas que has dicho…— Solo la verdad, Clinton —le corto. Mi voluntad comienza a quebrarse—. Solo la verdad.— Te quiero, princesa.La pieza musical termina y nos detenemos.— Yo también, Clint. Te quiero más de lo que puedas imaginar —y lo he dicho demasiado tarde. O quizá nunca tuve una oportunidad; supongo que jamás lo sabré—. De verdad os deseo que seáis muy felices.— Ten por seguro que lo seremos —mi hermana aparece en escena.— Os dejo bailar. Un vez más felicidades, chicos.Una nueva canción comienza y las parejas retoman el baile: la novia con su recién estrenado esposo; mis padres bailan juntos y los del novio también. Incluso Megan baila con su ex; lo que me sorprende por unos instantes.<< Ha sucedid
Capítulo siete: ¿Por qué huyes de mí?Megan se baja de la caminadora y va por su botella de agua—. Te juro que no puedo más. ¿Cómo aguantas este ritmo, nena? Estoy agotada y mientras tú corres, yo camino.— Necesito sudar…, quemar calorías —digo sin dejar de correr.— Lo que necesitas es una buena follada —desacelero un poco, negando con la cabeza—. En serio, Blair. ¿Cuánto más esperarás para estrenar tu florecilla?— Megan… —la reprendo.— ¿Qué? Tienes veinticuatro años y aun eres virgen. Tu flor se marchitará.— Estoy esperando…— ¿Esperando qué? —pregunta—. Amiga, sé que suena cruel; pero debes asumir la realidad. Tu príncipe se ha casado con otra. Necesitas ocuparte de ti misma, mirar hacia adelante.— Lo sé, Megs —comienzo a caminar—. Lo estoy intentando, créeme.— Pues inténtalo mejor —insiste.— Tampoco tengo a nadie para estrenar mi florecilla —señalo.— Porque rechazas a todos los hombres como si tuviesen la peste —rebate. Suspir
Capítulo ocho: La echo de menos*Clinton Bratter*En silencio me observo en el espejo mientras anudo mi corbata. El día de mi boda pensé que un hombre no podía ser más feliz. Bueno, no estaba equivocado del todo. Desde entonces nada ha sido como imaginé.— Clinton —me llama mi esposa con su tono meloso. Yo no puedo hacer otra cosa sino emitir un gruñido y continuar con mi actitud indiferente—. ¡Clinton! ¿Vas a seguir molesto conmigo?— ¿Y qué esperabas, Crys? —me giro hacia ella, haciendo uso de mi autocontrol para no explotar—. ¡Seis semanas! Llevamos seis semanas de casados y apenas hemos convivido —voy hacia el armario en busca de mi saco mientras murmuro palabras incoherentes—. Una luna de miel fugaz de solo tres días, cenas de negocios, noches de amor ocasionales e incontables charlas por video chat —me ajusto el saco y me coloco los gemelos—. En eso ha consistido nuestro matrimonio. ¿Crees que tengo motivos para estar saltando de alegría
Capítulo nueve: Preguntas sin respuestasMe llevo una cucharada de helado de caramelo con chispas de chocolate a la boca, deleitándome en el sabor. Sigo prefiriendo la vainilla, pero me niego a probarla. Ni el té verde, ni nada que me recuerde a él.— ¿Quién es Mark Wellington? —pregunta mi amiga de buenas a primeras.— ¿Qué hay con él?— ¿Lo has visto bien? —exclama—. Madre mía, si parece sacado de un cuento erótico. ¿De dónde has sacado semejante morenazo? ¿De qué lo conoces?— Fuimos compañeros en la universidad —respondo escuetamente mientras me llevo otra cucharada a la boca.— Está muy bueno, pero se ve madurito —señala de forma perspicaz—. No veo cómo pudisteis ir juntos a clase, al no ser que comenzara a estudiar después de los veinticinco.— Mark tiene treinta y cinco —aclaro—, estaba haciendo postgrado mientras yo cursaba mis estudios.— Eso me parece más razonable. ¡Madre mía, pero como está el Markitos? —vuelve a jadear y yo río sin poder ev
Capítulo diez: Nada puede volver a ser como antes— ¿En qué momento dejamos de ser almas gemelas para convertirnos en dos extraños que se evitan en el corredor?<< En el momento en que te casaste con mi hermana >>— No digas eso —le advierto, incluso le apunto un dedo—. Crystal es tu alma gemela, no yo. No vuelvas a decir eso.— ¡Es diferente! —se levanta de su sitio—. Crys es mi esposa, mi mujer y tú eres…— ¿Qué? —le insto a continuar—. ¿Qué soy para ti, Clinton?— Tú… eres… tú; mi Blair, mi complemento, mi princesa. Es diferente… ¿Ese es el problema? —pregunta repentinamente—. ¿Piensas que te sustituiré por Crystal? Tú sigues siendo mi amiga, Blair; nada ni nadie podrá cambiar eso. Mi relación con tu hermana no hace diferencia.<< Oh, pero la hace, Clint, la hace >>— Lo sé, Clinton. Y tu matrimonio con Crys no tiene nada que ver —trago el nudo en mi garganta—. Te recuerdo que fui vuestra madrina de bodas, recité un emotivo