Capítulo nueve: Preguntas sin respuestas
Me llevo una cucharada de helado de caramelo con chispas de chocolate a la boca, deleitándome en el sabor. Sigo prefiriendo la vainilla, pero me niego a probarla. Ni el té verde, ni nada que me recuerde a él.— ¿Quién es Mark Wellington? —pregunta mi amiga de buenas a primeras.— ¿Qué hay con él?— ¿Lo has visto bien? —exclama—. Madre mía, si parece sacado de un cuento erótico. ¿De dónde has sacado semejante morenazo? ¿De qué lo conoces?— Fuimos compañeros en la universidad —respondo escuetamente mientras me llevo otra cucharada a la boca.— Está muy bueno, pero se ve madurito —señala de forma perspicaz—. No veo cómo pudisteis ir juntos a clase, al no ser que comenzara a estudiar después de los veinticinco.— Mark tiene treinta y cinco —aclaro—, estaba haciendo postgrado mientras yo cursaba mis estudios. — Eso me parece más razonable. ¡Madre mía, pero como está el Markitos? —vuelve a jadear y yo río sin poder evCapítulo diez: Nada puede volver a ser como antes— ¿En qué momento dejamos de ser almas gemelas para convertirnos en dos extraños que se evitan en el corredor?<< En el momento en que te casaste con mi hermana >>— No digas eso —le advierto, incluso le apunto un dedo—. Crystal es tu alma gemela, no yo. No vuelvas a decir eso.— ¡Es diferente! —se levanta de su sitio—. Crys es mi esposa, mi mujer y tú eres…— ¿Qué? —le insto a continuar—. ¿Qué soy para ti, Clinton?— Tú… eres… tú; mi Blair, mi complemento, mi princesa. Es diferente… ¿Ese es el problema? —pregunta repentinamente—. ¿Piensas que te sustituiré por Crystal? Tú sigues siendo mi amiga, Blair; nada ni nadie podrá cambiar eso. Mi relación con tu hermana no hace diferencia.<< Oh, pero la hace, Clint, la hace >>— Lo sé, Clinton. Y tu matrimonio con Crys no tiene nada que ver —trago el nudo en mi garganta—. Te recuerdo que fui vuestra madrina de bodas, recité un emotivo
Capítulo once: La cena familiarMuestro cada local describiéndolo con detalle. Recorremos el pasillo mientras intento envolver a nuestra potencial socia.— Como puede ver, señorita Cooper; aunque solo somos dos abogados, hay más oficinas en el piso —señalo—. Aunque Clinton y yo fundamos este bufete sin muchas ambiciones, siempre pretendimos ampliarlo, buscar más personal, asociados, etcétera. Ambos hemos decidido que ha llegado el momento de ampliar nuestros horizontes —abro la puerta de mi oficina y la invito a pasar. Luego le ofrezco asiento—. Y creemos que usted es la persona indicada para el puesto.— Soy una abogada dedicada a los litigios de los divorcios y las separaciones de bienes —aclara algo que ya conozco con antelación—. ¿De verdad creéis que encajo con el perfil que buscáis? Sois un bufete de renombre y yo apenas tengo experiencia en…— ¿Cuántos años lleva ejerciendo, señorita Cooper? —mi pregunta interrumpe sus excusas. Es evidente que se enc
Capítulo doce: Lo hiceÉl se separa para depositar un tierno beso en mi frente mientras yo tengo que cerrar los ojos y soltar el aire contenido para recuperar el control de mi cuerpo.— No lo sé, Clinton. No lo sé —respondo finalmente—. Tal vez los dos hemos cambiado.— Puede ser —le noto sonreír conta mi frente—. O puede que ambos hayamos ignorado ciertos aspectos sobre nosotros mismos.Una nueva oleada de valor se apodera de mi cuerpo y me separo de él—. Yo nunca he ignorado nada, Clinton. Habla por ti mismo.— Tal vez tengas razón —una extraña sonrisa ensombrese su expresión—. Ahora mismo, comienzo a cuestionarme muchas cosas y a entender otras.— Pues, bien por ti —incluso le doy palmaditas de ánimo en el hombro—. Aunque puede que cuando termines de abrir los ojos, sea demasiado tarde.Mi instinto me grita que salga volando de allí, así que no tardo en hacerle caso. Observo alrededor en busca del pastel de fresas, pero ha desaparecido junto con
Capítulo trece: Tenemos que hablarCrystal parlotea sin parar mientras yo asiento a todo lo que dice, como si la entendiese a la perfección y estuviese de acuerdo con ella. Esta mañana me la encontré parada frente a mi puerta con los brazos cruzados y me arrastró hacia su coche para tomar un rumbo desconocido. Esta vez sí que no pude librarme. Así que ahora estoy aquí, en el lugar al que solía venir con Clinton, mordisqueando una galleta con chispas de chocolate para mantener la boca ocupada y no tener que hablar.— Te juro que a veces no entiendo a Clint —se lleva las manos a la cabeza de forma dramática. Mi hermana es la reina del drama y la tragedia. Esa es una de las razones por las cuales tiene cada aspecto de su vida fríamente calculado—. Está silencioso, pensativo…, raro. Su actitud me está descolocando completamente y no sé cómo manejarlo. Medito y medito y no encuentro una solución.— No puedes calcularlo todo, Crys —intercedo.— ¡Claro que sí! Solo míra
Capítulo catorce: Un besoClinton desabrocha su camisa y afloja su corbata mientras yo me remuevo inquieta en mi sitio, preguntándome sobre qué querrá hablar ahora. Estoy cansada de darle vueltas al asunto sin tocarlo realmente, de este tira y afloja entre los dos.— Mis ojos están abiertos ahora, Blair —me observa de pies a cabeza, tal vez esperando que yo diga o haga algo. Sin embargo, no soy capaz de moverme—. Llevo días, semanas…, no sé cuánto tiempo, haciéndome a la idea, pero por más que lo intente, no lo consigo. ¿Qué se supone que deba hacer ahora? ¿Cómo te miro a la cara, sabiendo lo que sé? ¿Cómo puedo dormir en la misma cama que Crystal todas las noches? —su última pregunta me descoloca completamente—. ¿Me explicas?— Yo… —siento cómo se me corta el aliento y titubeo—. Yo, no sé qué quieres que te diga, Clinton.— ¿No sabes? —bufa—. ¿O no quieres saber? Muy bien, empecemos por lo básico. ¿Cómo pudiste mirarme a los ojos y mentirme por tanto tiempo? ¿Po
Capítulo quince: Estoy perdidaCalor y frío… Dulzura y pasión… Amor y desprecio… Seguridad e incertidumbre… ¿Cómo es posible sentir tantas emociones con solo un beso? ¿Cómo se puede experimentas sentimientos tan contradictorios al mismo tiempo? No sé la respuesta, pero estoy completamente segura de que sí se puede; lo estoy sintiendo en este momento, con los labios de Clinton deborando los míos. Mi cerebro se encuentra paralizado, con la mente en blanco y mientras su corazón late a un ritmo desenfrenado, el mío se ha detenido. Realmente no entiendo cómo mi cuerpo ha cobrado vida propia y solo responde a las caricias del hombre que siempre ha anhelado.Él separa su boca de la mía apenas un centímetro y me siento como una niña de dos años a la que han quitado su chupete. Clinton abre los ojos y una inesperada humedad se encuentra cubriendo los mismos. Aprieta sus manos contra mi rostro y respira ruidosamente, como si hubiese corrido una maratón—. ¿Y ahora qué, prin
Capítulo dieciséis: Estamos en problemasTermino de recoger mis cosas para marcharme. Las últimas cuarenta y ocho horas han sido extenuentes y muero por llegar a casa, darme un baño relajante. Claro, primero quiero pasar a casa de los Bratter para ver a Jo.Estoy apagando las luces cuando mi secretaria entra de manera abrupta—. No puedes salir del edificio.— ¿Por qué? —inquiero.— La prensa se ha amontonado en la salida —informa y automáticamente maldigo—. Al parecer, la noticia sobre el ingreso de Johana Fallon se ha filtrado.— Genial —aprieto los dientes con fuerza—. Simplemente genial.Busco las redes sociales en mi móvil, logrando que automáticamente mis notificaciones se disparen. Miles de noticias, rumores o suposiciones aparecen en mi pantalla: sobredosis de drogas, cáncer y todo tipo de enfermedades terminales que me ponen los pelos de punta. Hasta un supuesto embarazo de mi hermana aparece en un hashtag.— ¡Joder! —suelta Megan al
Capítulo diecisiete: AcorraladaSello una caja con cinta adhesiva y me dispongo a llenar la otra. A pesar del cansancio, no he podido dormir bien en las últimas noches. Y creo que no podré hacerlo hasta que se solucione todo. Clinton me tiene harta y estoy cansada de esperar. Tengo que continuar con mi vida ahora que me siento más fuerte y lista para hacerlo. Si hubiese sabido que diciéndole todo me liberaría de esta forma, lo hubiese hecho hace rato. Tal vez él no sepa lo que quiere, pero yo sí. No pienso ser la tercera en discordia y no pienso engañar a las personas que quiero.— Ehh, ¿qué se supone que haces? —entra Megan con mi café de la mañana—. ¿Y a qué hora llegaste? Son apenas las ocho y esto parece un trabajo de horas.— Cerca de las seis de la mañana —contesto pasando la cinta sobre otra caja—. Deja el café sobre el escritorio y empaca. Nos mudamos.— ¿Y esto a qué viene? —indaga con los brazos cruzados—. ¿Tiene que ver contigo posponiendo la colada y