Capítulo cinco: La función está a punto de comenzar
— ¡No, no y no! —exclama el profesor exasperado—. ¡Lo estáis haciendo mal otra vez! Bella Crystal, el Vals es un baile suave, delicado, espontáneo. Debes confiar en tu pareja, dejar que él os lleve a los dos. La sutileza domina vuestros movimientos y vuestra química le dará erotismo a la danza. Eres preciosa, sensual, una diosa, pero necesitas dejar la metodología a un lado y dejarte llevar.¿Quién lo hubiera pensado? A la diva de la moda Crystal Price le está costando seguir una simple coreografía de vals.— ¿Soy una mala persona si disfruto de esto? —pregunta Max a mi lado.— Entonces, seríamos dos, compañero —Brad no me da tiempo a responder—. Solo míralos; Crys parece regia como una tabla y Clinton fastidiado. — No sé en lo demás, pero en el baile queda claro que no tienen química —continúa el hermano del novio—. ¿Alguien más a parte de mí piensa que estos dos no pegan ni con cola?Por un momento me quedo estática al sentir cada músculo de mi cuerpo contraerse—. Se quieren, Max. Eso se ve a leguas. De hecho, no sé cómo no pude verlo antes.Veo a Clinton susurrar algo en el oído de mi hermana, desencadenando su risa de la misma forma en que yo…Niego con la cabeza en un intento de alejar ese tipo de pensamientos. — Cada cual ve solo lo que quiere ver, Blair —señala Max.— Sí. Debo darte la razón.— Bien —el profesor de baile interrumpe nuestra extraña conversación—. Vamos a dejarlo por un tiempo. Iniciamos el baile de los padrinos.— Vamos, Princess —me anima Brad—. Enseñemos a esos estirados cómo se baila.— Quiero odiarte, Brad —confieso. Aún recuerdo lo que sufrió mi mejor amiga con su ruptura—. De verdad quiero hacerlo… ¡pero tienes un morro…!— Soy un idiota —admite—, pero soy adorable.Me alejo negando sin perder la sonrisa hasta colocarme frente a Clinton.Él envuelve mi mano derecha con su izquierda; coloca su otro brazo en mi cintura y yo emito un largo suspiro antes de tocar su hombro. La habitual electricidad corre a través de mis terminaciones nerviosas. Me obligo a mojar mis labios con la lengua para combatir la repentina sed. La música comienza a sonar, haciéndome perder la noción de la realidad. No soy consciente de nada ni de nadie más; solo él, la suave melodía, el roce de nuestra piel y yo. Un paso, dos, giro, toque…Otro paso, uno más, mi pierna sobre la suya y cabeza hacia atrás…Nuestros cuerpos chocan, nuestras respiraciones se mezclan… y me alejo…Vuelvo, él me envuelve entre sus brazos, su aliento golpea mi oído y giro otra vez…Un paso, dos, tres, nos inclinamos y casi toco su pecho…Vuelvo a girar y la coreografía acaba.Puedo escuchar el sonido de nuestra agitada respiración. Lo miro, él me devuelve la mirada; es como estar atrapada dentro de una burbuja junto a él. Clinton me sonríe y estoy perdida.Su rostro se acerca a paso lento, volviendo la distancia entre nuestras bocas demasiado cerca. Me obligo a cerrar los ojos para sentir la calidez de sus labios en mi mejilla.— Siempre es un placer bailar contigo, princesa.Un temblor involuntario se apodera de mi cuerpo y fuerzo una sonrisa para disimularlo.— ¡Ha sido perfecto! ¡Magnific! —el profesor aplaude—. A eso le llamo yo bailar. Hacéis una pareja explosiva. Podríais inscribiros en un concurso de talento.— Ya sé que si mi negocio quiebra, tengo trabajo como bailarín —Clinton hace uso de su característico humor.<< Tengo que salir de aquí >>— ¿Ha estado bien? —pregunto al maestro.— Bien se queda corto, chére —responde con una pícara sonrisa.<< Oh no, amigo. Deja de confundirme >>— Genial. Entonces, puedo marcharme.— Pero… —mi hermana intenta protestar.— Tengo algo que hacer —añado—. Nos vemos después.— ¡A las siete es el ensayo de la boda! —alcanzo a escuchar a mi hermana mientras me alejo.Giro sobre mis pies para observar a mi alrededor: mi hermana sonríe, Clinton luce contrariado, Brad me guiña un ojo picaresco y Max me escruta entrecerrando sus ojos. — Créeme, no lo olvidaré.Conduzco hasta mi casa a toda velocidad. Ni siquiera espero el ascensor; subo las escaleras hasta el octavo piso. Entro corriendo y me desnudo. Saco mis viejos leggins, la camiseta de I love rock and roll y tomo las llaves de la moto. Necesito un poco de sosiego y solo mi vieja Ducati puede dármelo. Mientras conduzco a través de Forth Street Corridor, un solo pensamiento se niega a abandonar mi mente.<< ¿Cómo puedo olvidarme de Clinton? >>***Me miro al espejo mientras llevo a cabo ejercicios de respiración—. Eres una mujer fuerte e independiente, Blair —le digo a mi reflejo—. Puedes con esto y más.— ¿Blair? —escucho detrás de la puerta—. Tienes que salir ya. Estamos retrasados.— Puedes hacerlo, Blair —repito una vez más antes de abrir la puerta.— Vamos, cariño —Johana me toma de las manos para guiarme hacia el jardín—. ¿Sabes? Siempre me hice la idea de que Clint y tú terminaríais juntos —mis músculos entran en tensión de repente. Esa declaración es algo que no me esperaba—. Sois muy unidos y tenéis algo especial. Me hice toda la película en mi cabeza. No puedes culparme; a fin de cuentas, soy actriz y mi marido es cineasta. Pero ahora he comprendido que lo que vosotros tenéis es una amistad muy bonita, difícil de encontrar y eso es un tesoro de cuantía incalculable, cariño. Me alegra que mi hijo tenga a dos mujeres tan maravillosas en su vida. Además, al fin los Bratter y los Price unimos lazos familiares. Nuestras sangres se mezclarán.— Eso sonó como el diálogo de una película de época —señalo.— ¿Qué puedo decir? Treinta y cinco años de matrimonio dejan huella. De todas formas, recuerda que aún me queda un hijo soltero; aunque sea un Casanova sin remedio, no pierdo la esperanza.— Dicen que la esperanza es lo último que se pierde —alego.— Exacto. ¿De casualidad mi hijo mayor mujeriego, pero excesivamente guapo, no te atrae? ¿Aunque sea un poco?— ¿Max? —finjo pensármelo—. Noooo.Ambas reímos ante mi efusiva respuesta y es algo que agradezco porque por unos segundos, he olvidado el día, la hora y el lugar en el cual me encuentro.— Blair, aquí estás —intercede mi madre—. Tu hermana y yo comenzábamos a enloquecer. ¿Por qué has tardado tanto? Ni que fueras la novia —bufa.— Sabes que no me gusta este tipo de… eventos —encuentro las palabras. El día está siendo más raro de lo que pensé y apenas comienza—. Pero aquí estoy, mi hermana y Clinton lo valen.Ella no dice nada, pero deja ver una sonrisa llena de orgullo.— Poneros en posición —nos interrumpe la organizadora de la boda—. La función está a punto de comenzar.Me dirijo hacia mi hermana y la abrazo. Luce espectacular y resplandeciente. Crystal está enamorada de Clinton, me he convencido de ello—. ¿Estás lista, Crystie?— Lista es mi segundo nombre.— Pensé que tu segundo nombre era Queen —señalo divertida.— Sabes a lo que me refiero —ambas sonreímos y me doy por satisfecha. Crys parece manejar la situación, pero a mí no puede engañarme; se encuentra nerviosa. Tal vez ni siquiera ella se dé cuenta, pues sería algo nuevo—. Crystal Price siempre tiene todo bajo control.<< No puedes controlarlo todo, Crys >>— Alguna vez deberías intentar dejarte llevar, Crystie —aludo. Es un consejo que le doy cada vez que se me presenta la oportunidad.— Tendré en cuenta tu consejo, pero no hoy. Hoy todo debe salir perfecto.— Señoritas —Brad aparece en escena—. Querida Crystal, luces espléndida. Menudo vestido de novia.— Y no has visto la ropa de noche —mi hermana le guiña un ojo. A estos dos les gusta picarse constantemente.— Vamos, vamos —la organizadora nos apura.— Princess —el padrino y mejor amigo de Clint me extiende un brazo—. Será todo un placer desfilar por la pasarela a tu lado.— Sabes que tu actitud zalamera no funciona conmigo —le apunto con un dedo índice—; pero no me queda más remedio.— Nos vemos en el altar, Crys.Instantes después, camino por la pasarela junto a Brad. El novio me sonríe con un brillo especial en los ojos y le devuelvo el gesto. He imaginado esta escena muchas veces, he soñado con ella. Sin embargo, en ninguna de las alternativas me imaginé en este lado de la ecuación.Max le extiende los anillos mientras Brad y yo envolvemos a la pareja con una especie de lazo.— Os declaro marido y mujer. Podéis besaros.Cuando sus labios se unen, mi instinto me ordena desviar la mirada. Curiosamente me encuentro con los ojos de Max.— Clinton es mi mejor amigo —el padrino comienza su discurso—, mi hermano. Cuando teníamos dieciséis, veíamos revistas guarras en su habitación —el público se echa a reír—. Él veía a las modelos y me decía <<algún día me casaré con una así de guapa>>. Bueno, aquí estamos. Crys es la mujer más caliente que he conocido, tiene una cuenta de banco con muchísima pasta —volvemos a reír. Incluso yo me he olvidado de mis nervios—. Y es una persona extraordinaria. ¡Lo tiene todo! Sí, Clinton es mi mejor amigo, mi hermano…>> y un hijo de p**a con suerte. Me siento muy feliz por ti, compañero y me alegra ver que dos personas tan maravillosas como vosotras os hayáis unido para compartir vuestras vidas. Creo que ha llegado el momento de dejar de hablar m****a; así que aquí os dejo con la madrina más guapa de la fiesta. Suerte —añade en un susurro.
— Gracias, Brad —digo frente al micrófono—. Aunque no sé cómo sentirme respecto a tu comentario debido a que soy la única madrina en la fiesta —el público ríe una vez más—. Llevo semanas con una agenda y una pluma encima, pensando muy bien lo que debía decir hoy. Sin embargo, por más que lo pienso, no puedo encontrar las palabras adecuadas.Por un momento siento cómo se me cierra la garganta.>> Crys, eres mi hermana mayor, mi roca, mi persona favorita; solo Dios sabe cuánto te quiero. Por tu felicidad estaría dispuesta a todo… —trago saliva para poder continuar—. Y Clint… no puedo explicar lo que siento por ti —la voz me tiembla, obligándome detenerme unos segundos—. Me has ayudado a crecer en todos los sentidos. Mis logros, mis éxitos hasta el día de hoy, en gran parte son gracias a ti. Te debo mucho; os debo a los dos mucho… —carraspeo—. Pero hoy no se trata sobre mí, sino sobre vosotros. No hay gran discurso, no hay palabras aduladoras. Crystal ama a Clinton y Clinton ama a Crystal, eso es todo lo que importa. Solo deseo que seáis muy felices porque vuestra felicidad es la mía también. Así que, pido un brindis por Crystal y Clinton Bratter —un camarero me extiende una copa y la alzo hacia el frente—. Enhorabuena.— ¡Salud! —exclaman todos a coros.Capítulo seis: Extraña— El discurso ha sido muy emotivo —comenta mientras bailamos. Aunque seguimos la misma coreografía, no es el mismo baile de hace unos días. Desde aquella escena, he mantenido las distancias, necesito hacerlo—. Las cosas que has dicho…— Solo la verdad, Clinton —le corto. Mi voluntad comienza a quebrarse—. Solo la verdad.— Te quiero, princesa.La pieza musical termina y nos detenemos.— Yo también, Clint. Te quiero más de lo que puedas imaginar —y lo he dicho demasiado tarde. O quizá nunca tuve una oportunidad; supongo que jamás lo sabré—. De verdad os deseo que seáis muy felices.— Ten por seguro que lo seremos —mi hermana aparece en escena.— Os dejo bailar. Un vez más felicidades, chicos.Una nueva canción comienza y las parejas retoman el baile: la novia con su recién estrenado esposo; mis padres bailan juntos y los del novio también. Incluso Megan baila con su ex; lo que me sorprende por unos instantes.<< Ha sucedid
Capítulo siete: ¿Por qué huyes de mí?Megan se baja de la caminadora y va por su botella de agua—. Te juro que no puedo más. ¿Cómo aguantas este ritmo, nena? Estoy agotada y mientras tú corres, yo camino.— Necesito sudar…, quemar calorías —digo sin dejar de correr.— Lo que necesitas es una buena follada —desacelero un poco, negando con la cabeza—. En serio, Blair. ¿Cuánto más esperarás para estrenar tu florecilla?— Megan… —la reprendo.— ¿Qué? Tienes veinticuatro años y aun eres virgen. Tu flor se marchitará.— Estoy esperando…— ¿Esperando qué? —pregunta—. Amiga, sé que suena cruel; pero debes asumir la realidad. Tu príncipe se ha casado con otra. Necesitas ocuparte de ti misma, mirar hacia adelante.— Lo sé, Megs —comienzo a caminar—. Lo estoy intentando, créeme.— Pues inténtalo mejor —insiste.— Tampoco tengo a nadie para estrenar mi florecilla —señalo.— Porque rechazas a todos los hombres como si tuviesen la peste —rebate. Suspir
Capítulo ocho: La echo de menos*Clinton Bratter*En silencio me observo en el espejo mientras anudo mi corbata. El día de mi boda pensé que un hombre no podía ser más feliz. Bueno, no estaba equivocado del todo. Desde entonces nada ha sido como imaginé.— Clinton —me llama mi esposa con su tono meloso. Yo no puedo hacer otra cosa sino emitir un gruñido y continuar con mi actitud indiferente—. ¡Clinton! ¿Vas a seguir molesto conmigo?— ¿Y qué esperabas, Crys? —me giro hacia ella, haciendo uso de mi autocontrol para no explotar—. ¡Seis semanas! Llevamos seis semanas de casados y apenas hemos convivido —voy hacia el armario en busca de mi saco mientras murmuro palabras incoherentes—. Una luna de miel fugaz de solo tres días, cenas de negocios, noches de amor ocasionales e incontables charlas por video chat —me ajusto el saco y me coloco los gemelos—. En eso ha consistido nuestro matrimonio. ¿Crees que tengo motivos para estar saltando de alegría
Capítulo nueve: Preguntas sin respuestasMe llevo una cucharada de helado de caramelo con chispas de chocolate a la boca, deleitándome en el sabor. Sigo prefiriendo la vainilla, pero me niego a probarla. Ni el té verde, ni nada que me recuerde a él.— ¿Quién es Mark Wellington? —pregunta mi amiga de buenas a primeras.— ¿Qué hay con él?— ¿Lo has visto bien? —exclama—. Madre mía, si parece sacado de un cuento erótico. ¿De dónde has sacado semejante morenazo? ¿De qué lo conoces?— Fuimos compañeros en la universidad —respondo escuetamente mientras me llevo otra cucharada a la boca.— Está muy bueno, pero se ve madurito —señala de forma perspicaz—. No veo cómo pudisteis ir juntos a clase, al no ser que comenzara a estudiar después de los veinticinco.— Mark tiene treinta y cinco —aclaro—, estaba haciendo postgrado mientras yo cursaba mis estudios.— Eso me parece más razonable. ¡Madre mía, pero como está el Markitos? —vuelve a jadear y yo río sin poder ev
Capítulo diez: Nada puede volver a ser como antes— ¿En qué momento dejamos de ser almas gemelas para convertirnos en dos extraños que se evitan en el corredor?<< En el momento en que te casaste con mi hermana >>— No digas eso —le advierto, incluso le apunto un dedo—. Crystal es tu alma gemela, no yo. No vuelvas a decir eso.— ¡Es diferente! —se levanta de su sitio—. Crys es mi esposa, mi mujer y tú eres…— ¿Qué? —le insto a continuar—. ¿Qué soy para ti, Clinton?— Tú… eres… tú; mi Blair, mi complemento, mi princesa. Es diferente… ¿Ese es el problema? —pregunta repentinamente—. ¿Piensas que te sustituiré por Crystal? Tú sigues siendo mi amiga, Blair; nada ni nadie podrá cambiar eso. Mi relación con tu hermana no hace diferencia.<< Oh, pero la hace, Clint, la hace >>— Lo sé, Clinton. Y tu matrimonio con Crys no tiene nada que ver —trago el nudo en mi garganta—. Te recuerdo que fui vuestra madrina de bodas, recité un emotivo
Capítulo once: La cena familiarMuestro cada local describiéndolo con detalle. Recorremos el pasillo mientras intento envolver a nuestra potencial socia.— Como puede ver, señorita Cooper; aunque solo somos dos abogados, hay más oficinas en el piso —señalo—. Aunque Clinton y yo fundamos este bufete sin muchas ambiciones, siempre pretendimos ampliarlo, buscar más personal, asociados, etcétera. Ambos hemos decidido que ha llegado el momento de ampliar nuestros horizontes —abro la puerta de mi oficina y la invito a pasar. Luego le ofrezco asiento—. Y creemos que usted es la persona indicada para el puesto.— Soy una abogada dedicada a los litigios de los divorcios y las separaciones de bienes —aclara algo que ya conozco con antelación—. ¿De verdad creéis que encajo con el perfil que buscáis? Sois un bufete de renombre y yo apenas tengo experiencia en…— ¿Cuántos años lleva ejerciendo, señorita Cooper? —mi pregunta interrumpe sus excusas. Es evidente que se enc
Capítulo doce: Lo hiceÉl se separa para depositar un tierno beso en mi frente mientras yo tengo que cerrar los ojos y soltar el aire contenido para recuperar el control de mi cuerpo.— No lo sé, Clinton. No lo sé —respondo finalmente—. Tal vez los dos hemos cambiado.— Puede ser —le noto sonreír conta mi frente—. O puede que ambos hayamos ignorado ciertos aspectos sobre nosotros mismos.Una nueva oleada de valor se apodera de mi cuerpo y me separo de él—. Yo nunca he ignorado nada, Clinton. Habla por ti mismo.— Tal vez tengas razón —una extraña sonrisa ensombrese su expresión—. Ahora mismo, comienzo a cuestionarme muchas cosas y a entender otras.— Pues, bien por ti —incluso le doy palmaditas de ánimo en el hombro—. Aunque puede que cuando termines de abrir los ojos, sea demasiado tarde.Mi instinto me grita que salga volando de allí, así que no tardo en hacerle caso. Observo alrededor en busca del pastel de fresas, pero ha desaparecido junto con
Capítulo trece: Tenemos que hablarCrystal parlotea sin parar mientras yo asiento a todo lo que dice, como si la entendiese a la perfección y estuviese de acuerdo con ella. Esta mañana me la encontré parada frente a mi puerta con los brazos cruzados y me arrastró hacia su coche para tomar un rumbo desconocido. Esta vez sí que no pude librarme. Así que ahora estoy aquí, en el lugar al que solía venir con Clinton, mordisqueando una galleta con chispas de chocolate para mantener la boca ocupada y no tener que hablar.— Te juro que a veces no entiendo a Clint —se lleva las manos a la cabeza de forma dramática. Mi hermana es la reina del drama y la tragedia. Esa es una de las razones por las cuales tiene cada aspecto de su vida fríamente calculado—. Está silencioso, pensativo…, raro. Su actitud me está descolocando completamente y no sé cómo manejarlo. Medito y medito y no encuentro una solución.— No puedes calcularlo todo, Crys —intercedo.— ¡Claro que sí! Solo míra