20. Únicamente por usted
María Teresa se levanta con rapidez, jadeando, sudada, con el cabello adherido a su frente. Ha tenido una pesadilla. Busca la imagen de la virgen al lado de su mesa, y empieza a suspirar.

—Dios —suelta—. Sólo…protege a mi hijo.

Rosario la ve levantada cuando toca y abre la puerta de su cuarto y le pregunta qué cosa ocurre.

—No es nada —bebe el vaso de agua, sonriéndole—. No te preocupes. ¿Qué haces levantada tan temprano?

—Sabes que rezo hasta tarde, muchacha. Y observé que fuiste a buscar agua, eres tú quién está levantada tan temprano —le devuele Rosario la sonrisa—. ¿Y tu hijo? ¿Cómo está? ¿Quién lo cuida? Hace ya bastante que no vas al hospital.

—Ah —balbucea María Teresa, arreglándose el peinado de lado que observa cuando gira hacia el espejo de su pequeño cuarto—, le pago a una mujer para que me lo cuide.

—Se te irá todo el dinero…—Rosario la ve con pena, pero da una sonrisa suave y le sostiene la puerta—. Es hora de que descanses ahora sí. Hay que levantarse temprano.

M
andreyflor

¡Esto se está haciendo realidad...! ¡No dejes de leer! ¡Nos vemos en el próximo capítulo!

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