Capítulo 07.

Helena Hallman.

En cuanto veo que la puerta se abre y Samuel entra, enciendo la luz de la lámpara que se encuentra sobre la mesita de noche. Casi río cuando lo veo sobresaltarse y llevarse la mano al pecho en señal de haberse asustado. Casi.

De no ser por el hecho de que siento que hemos estado un poco distanciados últimamente, y que, este distanciamiento es por culpa mía, me hubiese reído o burlado de él.

—Cariño, te adoro, pero no vuelvas a hacer eso.

El administra y lleva todas las cuentas de la empresa de su propio padre, quien se niega a soltar el poder por muy viejo que esté, y la verdad es que Samuel está más que bien con eso, dice que será mucha responsabilidad, y que, aunque sabe que deberá tomar el mando en algún momento, no se siente preparado todavía para ello.

—Lo siento. Sé que me avisaste que hoy llegarías tarde, pero quise esperarte despierta porque…

—Sé que me extrañas. Yo también te extraño a ti, pero papá insiste en que me haga cargo de este otro departamento que te comenté, debido a la renuncia de otro trabajador, y es un desastre, he tenido mucho trabajo, y a duras penas me da tiempo de venir y dormir. Prometo que te lo recompensaré ¿sí?

—Emm…

¿Eso significa que no ha notado que yo también he buscado mantenerme un poco alejada de él? Pues, está perfecto…

No. Un momento, Helena, tú no eres así.

La sinceridad es algo que me caracteriza y que siempre lo hará. Debo ser sincera desde el principio antes de que haya futuros mal entendidos.

—En realidad, estaba esperando a que llegaras porque hay algo de lo que tengo que conversarte…

—¿Es importante? ¿Algo grave? ¿Tu familia está bien?

—Sí. No tiene que ver con ellos. Aunque sí que nos han invitado a almorzar este sábado y creo que deberíamos ir porque…

—Es imposible, nena. Lo siento mucho —se acerca, pone todas las cosas en el mueble a un costado de la habitación y se acerca a dejar un pequeño beso en mis labios —. Viajaré este viernes en la noche. Justo estaba planeado poner la alarma para levantarme antes de que te fueses al trabajo, ya que sales antes que yo, para así poder comentarte esto. Hay una reunión súper importante en chile y solo yo puedo ir.

Bueno, ya no me siento tan culpable por estar inmersa en mi trabajo…

Aunque mi culpa no se debe al hecho de tampoco tener tiempo para nosotros, sino por las personas con las que estaré trabajando por prácticamente dos meses. Si solo ver a Xavier me hizo sentir así, no imagino cómo será pasar muchas horas con él, trabajando, hablándonos, invadiendo el espacio del otro. Dios, ya estoy enloqueciendo.

Veo como Samuel toma su toalla y se voltea hacia mí.

—¿Puedo ducharme antes? Es que, en serio, estoy muy cansado.

—Vale…

Me guiña un ojo y se adentra al pequeño cuarto de baño dentro de la habitación. Suspiro.

No entiendo por qué me siento tan asustada. Samuel es una persona comprensiva, buena, no se deja llevar por los celos y trata de ser objetiva. Creo que, en realidad, más que tener miedo de cómo vaya a reaccionar él, temo con cómo voy a estar reaccionando yo y el hecho de tener que convivir con mi ex todos estos meses.

Tomo una gran bocanada de aire y me pongo a revisar mi celular.

Voy al chat grupal familiar y les comento que sí que iré al almuerzo familiar, pero iré sola, puesto que mi prometido tiene que viajar por negocios. La primera en responder es Ivy, ella tan solo pone una carita de esas que están bocabajo, de manera irónica. La segunda en responder es mi madre, quien me dice que no hay problema alguno, que ya quiere verme porque me extraña, que espera que me esté hidratando y comiendo bien, y sobretodo, que me esté cuidando, porque no quiere nietos aún. Se siente joven. Jeimar, mi hermana menor, coloca caritas riéndose, burlándose de las cosas que mamá me pone. Y, por último, escribe mi padre, pidiéndome que igual venga bien vestida y nos pide también, en general, que nos comportemos ese día, porque hubo un cambio de planes e invitó a algunos socios y amigos al almuerzo.

Ya sé por dónde va eso.

Así fue que me presentó a quien hoy en día es mi prometido. Ya sé por dónde vienen los tiros. Pobre de Ivy, de quien, por cierto, Jeimar se comienza a burlar diciéndole que comience a buscar su traje de novia, y yo, por defender a mi otra hermana, le respondo a Jeimar recordándole que ella está a nada de cumplir la mayoría de edad, así que debería dejar la burla porque dentro de poco le va a tocar. No respondió.

—Parece que no somos los únicos despiertos tan tarde ¿eh? —Me dice Samuel, adentrándose a la habitación, estando ya duchado y vestido, y con la toalla moviéndose en su cabeza de lado a lado mientras seca su pelo. Enseguida el ambiente comienza a oler a jabón de afeitar y canela.

—Pues mi padre planea emparejar a una de mis hermanas en el almuerzo de este fin de semana… —le comento —, estamos hablando de eso.

—Supongo que a Ivy. Jeimar todavía es menor de edad…

—Supones bien —bloqueo mi celular y lo coloco sobre la mesita de noche mientras lo veo dejar la toalla en una esquina y acercarse a la cama. Trepa sobre el colchón y llega donde estoy yo. Se tira casi sobre mí con un suspiro de cansancio y me abraza el cuerpo, en lo que cierra sus ojos y me habla, sin dejar de acariciar mi abdomen —. Dime de qué querías hablarme antes de que me duerma. Esa ducha me ha dejado noqueado.

—Bueno, es que… —suspiro con fuerza. Aquí vamos —, he tomado un nuevo proyecto, mi jefe no me ordenó hacerlo, él me puso a escoger, a elegir si quería hacerlo y la verdad es que, se trata de eso que siempre te he hablado… ¿recuerdas?

—Ujumm… ¿lo de querer ir al lugar más vulnerable que haya en el mundo y ayudar lo más que puedas? Sí. Imposible olvidarlo. Entonces, es un hecho ¿te han asignado eso?

—Sí, y todo este mes estaré gestionando y organizando el viaje a ese país… pero luego tendré que irme todo el mes que viene… sé que nos hemos separado por tanto tiempo, pero…

—Cariño, estamos hablando de tus sueños. Yo quiero apoyarte en todo lo que te propongas, en todas las metas que tengas, y no seré una traba para eso, todo lo contrario, te impulsaré y querré que logres eso y más. Estoy aquí para apoyarte, no para trabar tu camino ¿estamos? Si tienes que viajar, hazlo. Un mes pasa rápido. No te hagas lío por eso…

—Y te adoro por eso —porque sí, lo hago. Siempre agradeceré al hecho de que, mi padre, siendo el hombre ambicioso que es, consiguió un heredero muy bien posicionado en la sociedad, para mí, tal cual como él quería, pero a su vez, este es muy bueno. Es una buena persona: comprensiva, caritativa, soñadora, que te apoya, te cuida y te da un amor muy lindo —. En serio, valoro mucho que me apoyes en todo.

—¿Eso era todo? Juro que ya estoy por quedarme dormido. No puedo mantenerme cuerdo un segundo más.

—No es todo. Viene lo que quizás no te guste, pero quiero decírtelo para que estés al tanto. No lo considero nada grave, ya que está en el pasado, pero no quiero malentendidos —le explico.

—Bien. Dime.

Se aferra más a mí.

—La principal empresa que está financiando este proyecto es una de las que pertenece a los Lombardi. Hoy tuvimos nuestra primera reunión y me he encontrado con Xoan y Xavier…

Siento su cuerpo tensarse y su agarre aflojarse. Mi corazón comienza a latir muy fuerte de un momento a otro.

—Xavier Lombardi… tu ex…

—El mismo…

—Mmmm…

—Sé que…

Me corta antes de que pueda seguir hablando.

—Te voy a ser sincero, cariño —Samuel se sienta en la cama, a mi lado. Ambos miramos al frente. Yo con el ceño fruncido, preocupada, y él con mucha seriedad. Su rostro está impasible, parece calmado, pero sé que no le gusta la idea de que trabaje con mi ex —. Jamás te pediría que dejes este proyecto, sabiendo que es lo que siempre has querido y lo importante que es para ti, más ahora que finalmente se te ha dado. Y no me molesta en lo absoluto que trabajes con tu ex, porque somos personas adultas y yo confío en ti. El tema está en que, yo te vi sufrir por él… Y no me aceptaste hasta muchos años después porque fue muy difícil para ti superarlo. No tengo problema en que quieras hacer tus sueños realidad, yo te apoyo, pero ¿y tú? ¿Crees que estás lo suficientemente preparada para trabajar a su lado, hombro a hombro, luego de todo el daño que te causó? ¿Está todo superado?

Cuando termina de hablar, ambos volteamos nuestros rostros y nos miramos con fijeza. Sus ojos marrones, tirando a un verde, me observan con vehemencia. Trago saliva con fuerza y me acerco, juntando nuestras frentes.

No aparo mi mirada mientras respondo a su pregunta.

—Está todo más que superado —le aseguro —. Tú mismo lo dijiste: somos adultos. Todo estará bien. Es tan solo un proyecto donde ayudaré a personas y deberé convivir con ellos para que todo salga bien. ¿Vale? —Acaricio su mejilla y él deja un pequeño beso en mis labios —. Descansa, cariño.

Nos acostamos y dormimos abrazados…

O, al menos, siento cuando su respiración se tranquiliza y él sí que logra quedarse dormido, porque lo que soy yo, no dejo de evocar la mirada gris de ese hombre sobre mí en toda la reunión que tuvimos esta mañana.

Sacudo mi cabeza y me digo a mí misma que yo puedo. Que todo estará y saldrá bien.

Porque lo estará…. ¿no?

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