Capítulo 06.

Xavier Lombardi:

Ha sido un golpe bajo.

Lo que mi padre acaba de hacer es imperdonable…

Pero también ha sido asombroso.

Volver a verla fue…

Los recuerdos me siguen golpeando uno tras otro.

No lo he podido evitar. Y ni siquiera hice el intento. Simplemente, no podía dejar de mirarla.

Va a suceder de nuevo.

No. Ya está sucediendo. Y podría huir nuevamente. De hecho, ahora es el momento perfecto para hacerlo porque recién la veo. Si me marcho ahora y me olvido de la empresa, de mi familia, de ella… mi corazón estará a salvo. Pero el solo sopesar irme una vez más no se siente correcto.

¿Para qué proteger un corazón que permanece en la oscuridad desde el día en que ella se marchó? O, mejor dicho, desde el día en que yo, como el mísero imbécil que siempre he sido, no la supe valorar y le dije que acabaría con lo nuestro.

No. Esta vez no será igual.

Me costó entenderlo, pero esa mujer es la única que realmente me ha hecho sentir algo alguna vez. No pienso alejarme, no esta vez.

Solo hay un problema.

—Va a casarse —mi padre entra a su oficina y enarca una ceja, sin gustarle lo que ve.

Me tomé el atrevimiento de venir y sentarme en su despacho, subiendo mis pies a su escritorio y bebiendo de su licor, mientras esperaba a que despidiera a todos en la reunión que acababa de terminar y viniera hacia acá.

—Sí. Yo también vi su anillo…

Mete sus manos en los bolsillos de su pantalón y yo bufo, viendo cómo se recuesta del marco de la puerta, sin adentrarse del todo. No deja de mirarme, y, aunque quiere regañarme cual niño chiquito, prefiere sucumbir ante la pequeña sonrisa ponzoñosa que aparece en sus labios. Está disfrutando verme así.

—¿Por qué me haces esto? —Soy directo.

—¿Yo? —Se hace el ofendido —. No tengo idea de qué estás hablando.

—Lo sabes perfectamente.

—Okey —se encoge de hombros —. Sí, lo hice a propósito.

—¿Por qué?

—Había sacado todas las opciones e ideas que tenía para hacerte entrar en razón. Esta, Xavier, es mi última carta por jugar. Admito que desde hace un año he estado pensando en la manera de hacer que ella vuelva a tu vida, pero no me había atrevido a intentarlo, por respeto a ella y por respeto a ti.

—¿Por respeto a mí? Llevo años diciéndote que esto no es lo que quiero. No quiero la empresa, no quiero jugar a la familia feliz con tu mujer y tu otro hijo, no quiero dejar mi círculo social, a mis amigos, los cuales nunca te han gustado aun cuando son más responsables que yo, y mucho menos quería dejar mi libertinaje atrás. Tú nunca respetaste eso. Lo único que quería era que me dijeras que estaba bien lo que yo quería y que podía largarme, pero nunca lo hice porque, a pesar de todo, te respeto un poco, y aunque no lo demuestre, lamentablemente, necesito de tu aprobación para poder vivir tranquilo.

Me sorprendo a mí mismo por dos cosas: he sido completamente sincero con él. Nunca había ocurrido antes. Lo segundo es que, se lo he dicho en un tono completamente calmado.

Llevo la bebida nuevamente a mis labios y mi garganta quema por el ardor del alcohol.

—Vaya… eso no me lo veía venir.

—Pues ya lo sabes —me encojo de hombros.

—Bien. Tú ganas. Tienes mi aprobación, Xavier. Puedes largarte. Edwin será mi heredero y…

La escandalosa risa que suelto corta su discurso y entrecierra sus ojos hacia mí.

—Ese es un buen chiste, padre…

—No es un chiste, puedes irte y…

Rio con más fuerza. Él toma una exagerada bocanada de aire. Está perdiendo la paciencia.

—No me río de eso… —admito. Limpio las lágrimas que salieron debido a lo exagerado que fui con la risa. Me dan ganas de volver a reír con solo ver su cara de incredulidad, pero decido calmarme porque planeo que lo siguiente que diré quede bien claro —. ¿Tú crees que luego de volver a verla voy a renunciar a ella? ¿Por qué crees que trataba de mantenerme alejado, padre? Quería no encontrarla o tener que llegar a verla porque entonces sabía que estaría perdido. Ahora simplemente no puedo dejar que se aleje, o no puedo alejarme. Peor aún: no puedo dejar que llegue al altar con quien sea el hombre con el que esté comprometida.

—¿Tanto así estás obsesionado con ella? —No puede creer en mis palabras.

—No sé qué es. No tengo la más remota idea. Lo único que sé es que, si ahora pretendes hacerme a un lado, luego de que me insististe hasta el cansancio para quedarme, te vas a joder, porque no pienso hacerlo. Ahora, padre, lo quiero todo. Quiero la oportunidad, quiero a la empresa y quiero a la chica. ¿Qué opinas de eso?

—Quisiera decirte que confío en ti y en que cuidarás el legado de tu madre, esta empresa, con tu vida, pero lamentablemente no puedo hacerlo. No luego de que te has negado tanto a trabajar en ella de manera genuina. Todo lo hacías por obligación y ahora de un momento a otro es algo que quieres.

—Agradécele a ella —es todo lo que se me ocurre decir.

—Lo peor es que cederé a ti ¿sabes? —admite —. No sé si nos llevarás a la bancarrota o nos harás grande. No sé qué nos depara el futuro. No sé si en algún momento podrás llegar a perdonarme. Y mucho menos sé si, una vez que la tengas, no huirás de nuevo. Solo sé que quiero verte feliz, porque desde que ella se fue, en tu vida no ha habido más que miseria.

No puedo sostenerle más la mirada, así que la coloco en el ventanal enorme que está a un costado nuestro. Miro la ciudad frente a nosotros.

>>Solo con ella te veía sonreír de verdad. Disfrutar de verdad. Vivir…

No lo contradigo.

Suspiro con fuerza y me levanto de su asiento. Doy un trago más a la bebida entre mis manos y dejo el vaso de vidrio vacío sobre su escritorio. Camino hacia él. Quedamos frente a frente. Misma altura. Mismo porte. Mismos rasgos. Soy su copia.

—No tengo nada que perdonarte. Tú no hiciste nada malo. Tan solo seguiste adelante, cosa que yo no pude.

—¿Entonces por qué eres tan duro conmigo?

—No lo sé, padre. No lo sé.

Lo rodeo y salgo del lugar. Escucho su puerta cerrarse y niego con mi cabeza. Creo que, en realidad, pienso que, si la mujer a la que yo amara llegara a pasarle algo, que por algún motivo ya no llegara a estar en este mundo, no podría estar con otra. Así pasen mil años, no podría amar a alguien más.

Soy muy egoísta en este aspecto. Y sé que esta manera de pensar está mal, porque, como le dije a él mismo, lo correcto es seguir adelante, pero no puedo evitar pensar en mamá y en cómo él ni siquiera esperó a que se cumpliera un año para estar con otra. Con su esposa actual. La madre de mi hermano.

—Eres un imbécil con suerte… —hablando del Rey de Roma… —. Pienso que la vida está desperdiciando las oportunidades que te está dando, pero espero que esta vez seas más inteligente y las sepas aprovechar.

—Si sabes que si aprovecho esas oportunidades tú quedarías en segundo plano… ¿no? Yo sería el jefe de todo.

No puedo evitar replicarle.

Me mira con el ceño fruncido, y, pasa algo que no imaginé: sus hombros se relajan y el hielo cae de su mirada.

—Al fin y al cabo, todo esto siempre ha sido tuyo.

Sigue de largo y desaparece a través del pasillo.

Okey, emmmm…

¿Qué demonios acaba de pasar?

Decido enviar un mensaje al grupo de W******p que tengo con mis cinco amigos de siempre. Solo tres responden a la emergencia. Quedamos en el mismo lugar de siempre para vernos y no me espero a que confirmen la hora, enseguida emprendo mi camino hacia allá.

—Supongo que es de vida o muerte… ¿no? —pregunta David, sentándose en la misma mesa donde lo esperábamos Ethan y yo desde hace cinco minutos. Por suerte, no tardó tanto. Ethan es un chismoso de primera y estaba que enloquecía por no saber para qué pedí esta reunión.

—Lo es.

—Bueno, dinos… —me anima Ethan.

—Ella ha vuelto…

—¿La pelirroja? ¿Esa que siempre lleva lentes y un chicle en su boca? ¿Cuál es el problema? Está obsesionada contigo, sí, pero dijiste que te gustaba como tomaba la iniciativa… —dice David.

—Creo que habla de la pelinegra a la que folló hace dos días. Puedo asegurar que el problema está en que es casada… —lo contradice Ethan.

—¿Pueden dejar de suponer cosas y prestar atención a mis palabras? He dicho: ella ha vuelto…

Ambos me miran y luego se miran entre sí. Quiero golpearme la cara, hasta que Ethan, como el buen chismoso que es, lleva sus manos a su rostro, tapando su boca, haciendo una mueca y cara muy graciosa de sorpresa. Juro que sus ojos están por salirse.

—¡No puede ser! ¡¿Ella?! ¡¿Estamos hablando de ella?! —Grita, haciendo que la atención del bar entero recaiga en nosotros.

—La misma.

—Un momento… ¿Quién es ella? —David frunce el ceño.

—Es ¡Ella! David, ¡ELLA!

—Ay, no…

—Ay, sí.

—Es ella…

—Exactamente.

—No puede ser.

—¿Ahora entiendes el problema?

Ellos siguen hablando y yo respiro con fuerza, pidiéndome paciencia a mí mismo para no mandarlos a la…

—Pero… ¿Cómo pasó? Estabas tratando de evitar verla a toda costa desde que supiste hace un año que ella volvió de Canadá —Dice David.

—Mi flamante padre me tendió una emboscada.

—Lo veía venir. Es que ella le caía bien. A todos nos caía bien. Incluso nos caía mejor que tú —Dice esta vez Ethan.

Lo miro mal y él me sonríe con inocencia.

—Nuestra empresa financiará a la suya en un proyecto. Ella es la encargada de dar la cara por la empresa donde trabaja y yo daré la cara por la de mi padre. Incluso viajaremos juntos. Por un mes.

—Ya dijiste suficiente… no sé cómo vas a aguantar tus ganas.

—¿Ganas? Ganotas, querrás decir.

Ruedo mis ojos. Ahora que los escucho bien, creo que mi apdre tiene razón. Siguen siendo unos niños atrapados en cuerpos de hombres.

—¿Y qué piensas hacer? Supongo que querrás mantenerte alejado o distraído lo más que puedas…

—Sí… —secunda David a Ethan —. Tengo contactos en todo el mundo, yo podría recomendarte alguna nena en el país al que sea que vayas y así te distraes con ella y…

—No iré a follar con nadie —aclaro.

—Bueno, entonces parece que mejor te recomiendo a una para ahora… —continúa hablando Ethan —, se nota que estás estresado y lo necesitas. Esta noche hay unas bailarinas en…

—No quiero follar con ninguna chica, ni ahora, ni mientras esté ella presente, no es algo que deseo ni quiero hacer —les dejo en claro.

—Ay, no… —Dice Ethan.

—¿Qué ocurre? —Responde David.

—Va a ocurrir de nuevo.

—¿De qué hablas?

—¿Qué fue lo primero que dejó de hacer Xavier en cuanto conoció a Helena?

—Ya no quiso volver a follar con ninguna ot… —David se da cuenta de su respuesta y abre sus ojos y boca de par en par. Me mira incrédulo.

Sí, padre, confirmo, con unos imbéciles.

—Antes de que sigan hablando estupideces… —decido intervenir —, quiero que sepan algo y lo tengan muy en claro: ustedes conocen nuestra historia y fueron testigos de todo el daño que me hizo cometer el error que cometí. En ese momento, aunque fui detrás de ella, me di por vencido cuando supe que ya había tomado el avión. Fácilmente pude yo tomar otro e ir detrás de ella, y en cambio, dije: a lo mejor esto es lo que la vida quería que pasara. Ella y yo no estamos destinados a estar juntos. Y ahora que la he vuelto a ver, pienso completamente diferente: si la vida la ha puesto en mi camino una vez más, esto es algo que debo aprovechar. Y por si no entienden lo que les estoy queriendo decir, voy a ser lo más claro posible al decirles que sí, planeo quedarme con ella, reconquistarla y pelearme con quien tenga que pelear, para que vuelva a ser completamente mía.

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