Capítulo 04.

Hace siete años…

Helena Hallman:

El alboroto proveniente de la entrada me hace rodar los ojos. Acaba de llegar el típico grupito de machos alfas que se sientan en un rincón, haciendo un circulo, mientras beben Martini o Chupitos, y no paran de alardear sobre cuántas conquista tuvieron en la semana.

Diría que es una buena motivación para irme, ya que no soporto a ese tipo de persona: la que tiene que hablar cobre su vida a los cuatro vientos para poder llamar la atención, así de miserables son.

Pero tengo un motivo mucho más grande para quedarme: mi maldito padre.

No importa cuánto intente hacer para alegrarlo o querer que se sienta orgulloso de mí. Él siempre quiere más. Quiere estar en lo más alto de la sociedad. Lo único que le importa es que yo sea su heredera, que traspase los límites de la sociedad, que imponga mi presencia en las grandes causas y mi nombre resuene donde sea que vaya. Él quiere que sea una Hallman en todo su esplendor, que siga estudiando Diseño y que sea la líder de su empresa.

Somos los portadores, realizadores, creadores, o como quieras decirlo, de una de las marcas más conocidas e inalcanzables del mercado: Scamuty. Si en las grandes reuniones, fiestas o eventos, tu vestido no es de esta marca, fallaste al estar a la moda.

Bueno, tampoco así, admito que estoy exagerando un poco, porque hay muchas otras marcas que nos superan por muy poquito, pero para el poco tiempo en el que mi padre ha levantado la empresa y nos hemos esparcidos mundialmente, la verdad es que nos va de maravilla, y nos caracterizamos por tener tela de calidad y ser muy buenos en lo que hacemos.

¿El problema? No soy buena en esto. Lo he intentado, y, justamente hoy, me he rendido.

Se lo he dicho.

Me ha gritado a la cara que debo esforzarme más. Que no se nace con el talento, que poco a poco lo iré adquiriendo, y sí, a lo mejor lo que dice es muy cierto, pero ser diseñadora no es algo que yo deseo. Mi pasión es ayudar a otros…

Solo sé que quiero ayudar, aunque no sé cómo. No sé qué carrera debería tomar o qué debería hacer. Solo quiero eso: ayudar.

Y obviamente, eso no es algo que mi padre acepta. Debo seguir con el legado familiar que él acaba de imponer. Mejor dicho: sus tres hijas debemos hacerlo.

Por primera vez en mi vida le he respondido.

He sido clara: no lo haré.

Me ha dado la espalda y ha tenido tres días sin hablarme.

Mi madre es un títere que hace todo lo que él le dice. Es una joya que mi padre lleva guindada a donde quiera que va, pero no da un paso o no realiza una acción, por más mínima que esta sea, sin que él antes no la apruebe.

Estuvo tres días sin hablarme. Según mis hermanas, al yo ya ser mayor de edad, mi padre está planeando echarme de casa. Dejarme sola. Que resuelva mi vida sin siquiera dejarme un solo centavo de su dinero. Sabe que yo no tengo ahorros, no tengo nada. Me he dedicado toda mi vida a estudiar y hacer todo lo que él quiere, le he dado el gusto. Si él hacía eso, ya me veía viviendo bajo un puente.

Trago otro trago del fuerte alcohol que ya ni siquiera sé qué es. Le pedí al mesero que me diera algo muy fuerte y él me dio el gusto, guiñándome un ojo. Al hacerlo le di una media sonrisa, que imagino que pudo asemejarse a una mueca, pero es que el chico tampoco colabora, pareciera que se le fuese a salir el parpado al hacerlo. No tuvo nada de sexy eso.

El punto aquí es que hoy, finalmente, y luego de tres largos días de tensión, todo se fue a la…

Bien, iré directo al grano: mi padre quiere que, o estudie para hacerme cargo de la empresa, o me busque un prometido que sea mundialmente reconocido. Quiere que sí o sí esté asociada a la vida de ricos, de millonarios, de gente con guita.

Todo lo que respondí fue: ¿De dónde carajos sacaré yo a alguien con dinero que esté dispuesto a casarse conmigo enseguida?

Mi padre comenzó a sacar la ropa de mi closet y a tirarla sobre mi cama. Di un tremendo grito al cielo y me puse histérica al notar como comenzaba a lanzar todo dentro de una maleta. Y me dijo que tendría la decencia de dejarme quedar con mi ropa, que la compró él, tal cual como lo había hecho con todas las cosas que había en la casa, pero que no contara con llevarme alguna otra cosa: ni computadora, ni televisor, ni mis libros, ni mis cuadros, retratos, etc.

Horrorizada, lo dejé allí gritando y peleando solo. Corrí, me senté casi diez cuadras más adelante, mientras lloraba sin parar. Y cuando levanté mi vista, intentando recomponerme y pensando en regresar y estudiar lo que él quería… —porque tampoco planeaba casarme con cualquier desconocido que se me cruzara en medio, por muy millonario que fuese —, miré el bar que estaba frente a mí, justo en la cuadra que estaba tan solo cruzando la calle.

Y aquí estoy… limpiando una que otra lágrima que sale de mis ojitos de vez en cuando mientras no paro de bombardear a mi mejor amiga con mensajes desgarradores sobre mi fatídica vida. Sí, aquí donde me ven suelo ser un poco, bueno, muy, dramática.

Veo que Veronika, sí, con K, me pide la dirección del lugar donde estoy y yo, en vez de responderle, todo lo que hago es susúrrame a mí misma: me hago pis.

Creo que ya estoy borracha, porque ni siquiera tomo en cuenta que dejo el celular sobre la barra y me voy directo al baño. Entro como si nada. Tanto es así, que frunzo el ceño cuando, luego de hacer pis y comenzar a subir mis pantalones, escucho a dos hombres hablando….

Sí. He entrado al baño de hombres y para no avergonzarme más de lo que ya lo estoy haciendo, decido quedarme quieta y siquiera respirar…

Pero quiero reír.

Todos me conocen cuando comienza a pegarme el alcohol porque comienzo con pequeñas risas y termino carcajeándome por cualquier mínima cosa. Así que llevo mis manos a mis labios y los aprieto, con la intensión de que no me descubran.

Hasta que los escucho decir:

—No puedo creer que tu padre te haga esto. Eres joven. ¿Cómo va a querer que te comprometas a esta edad? ¿Se ha enloquecido? —La primera voz suena dulce, aniñada.

—La muerte de mamá lo ha enloquecido —esta vez, la segunda voz retumba y se mete en mis sentidos. Es un poco más enronquecida y varonil. Mi piel se eriza de solo escucharlo hablar —. Y no lo culpo, pero no voy a cumplir sus caprichos.

—Pues parece ser que no es el único que enloqueció al no tenerla. Cambiaste mucho, Xavier. No eras lo que eres ahora. Tú querías lo que ellos tenían…

—Sí, bueno, las cosas y deseos cambian. Ya ni siquiera recuerdo mucho lo que ellos eran. Todo lo que sé es porque mi nana me lo dice. Ella murió cuando yo tenía tres años, ni siquiera la recuerdo. Y ya no me importa nada. Solo quiero hacer con mi vida lo que me dé la gana, sin que mi padre me controle. Punto.

—¿Y eso que significa? ¿Dejarás que tu querido hermanito, quien está ansioso por crecer, se quede con todo lo que por derecho te corresponde?

—De todas maneras, mi padre no me dará nada de lo que por derecho me corresponde si no me caso pronto. De nada vale que sea un empresario tan prestigioso, y el más aclamado en el mercado sino puede controlar a su hijo mayor, o eso dicen las revistas populares… lo haré quedar mal ante el mundo.

—¿No has pensado en mejor quedarte tú con todo? Yo soy tan ambicioso que lo quisiera todo.

—Todo lo que quiero es que me dejen en paz.

—Creo que no es justo, pero bueno, tu reacción es entendible.

—¿No crees que debería vivir mi vida como quiero?

—Todo lo que digo es que, deberías buscar a cualquier chica, la que sea, casarte con ella, quedarte con todos los bienes de tus padres, y al cumplir el primer año te divorcias y listo. Ellos quedan sin nada y tú vives feliz, viajando por el mundo bañado en dinero. Se va a morir cuando note que no haces las cosas cómo él quiere, y ya no habrá nada que hacer porque serás el dueño de todo, no podrá recuperar su imperio y le dolerá ver que no tienes a nadie a tu lado, como te ha pedido que sea todo este tiempo.

—Pues, viéndolo desde tu perspectiva no suena tan mal…

Doy una enorme palmada y hago un mini bailecito de la felicidad, meneando mis caderas de lado a lado tres veces y abro la puerta de un manotazo. ¿Acaso eso no sonó como que Dios conspiró a mi favor?

—¡Les tengo la solución a su problema!

Les digo, apareciendo ante ellos, quienes se sobresaltan y me miran horrorizados al tiempo que retroceden.

Ups.

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