Helena Hallman:
Es cierto que me puse nerviosa. También que lo primero que hice fue buscar mi anillo de compromiso para poder tocarlo y recordar que estoy felizmente comprometida con un hombre maravilloso. Todo va bien en mi vida. Tengo lo que siempre he querido…
Aun así, cuando su mirada y la mía se cruzan, no puedo evitar aflojar la tensión en mi cuerpo. La sonrisa sale en automático, y mis ojos reflejan aquella calidez y probablemente el brillo que solían tener cada vez que me encontraba con él.
Me estremezco de solo saber que sigo teniendo ese tipo de reacción ante él. Pero es algo normal… ¿no? Es decir, fue una persona importante en mi vida, es por eso que no le soy indiferente. Claro. Solo es eso. Y es por ello que debo olvidar todo lo malo que ocurrió en el pasado.
En primer lugar, porque, como la misma palabra lo dice, es algo que ya pasó.
Y, en segundo lugar, porque no tengo nada que recriminarle. Él terminó conmigo. Rompió nuestro matrimonio y destrozó mi vida con ello, pero fue sincero. Siempre fue sincero. Prefirió que dejásemos lo nuestro antes que engañarme con otra mujer, porque él se conocía a sí mismo, y sabía que terminaría sucumbiendo ante los encantos de las piernas bronceadas y largas. Y yo lo acepté. Era aceptar el divorcio y así evitar ser cornuda, o que él me fuese infiel, y aceptarlo, solo por no querer dejarlo. Y tan estúpida así no soy.
Tengo amor propio. Y en ese momento la admiración por mí misma creció más de lo que ya lo hacía.
Por un momento pensé que no podría superarlo porque lo que vivimos, aunque fue muy corto, fue intenso. Un tipo de fuego que jamás he vivido con nadie. Un tipo de fuego que no necesito en mi vida. Porque no solo quema hasta que duele y te complace, no, este era un tipo de fuego en el que, al final del día, te dejaba vacía y con las secuelas de un amor no correspondido.
Quien ama no daña de esa manera.
Así que no tengo nada que reprocharle.
Él prefirió dejarme a ser un maldito infiel. Y eso está bien. Está superado. Tiene su vida y yo tengo la mía.
Aunque eso no quita que, luego de siete años, me siga haciendo sentir nerviosa. No es justo.
—Buen día, señorita Hallman. ¿O ya debería decirte señora? —Oh, recuerdo perfectamente al señor Lombardi. ¿Cómo olvidarlo?
Era un hombre que, a pesar de tener un nuevo amor y otro hijo con esa mujer, nunca pudo olvidar a la madre de Xavier. Ella fue el ser más importante en su vida, y, aunque metía la pata constantemente con Xavier, sé que también lo ama a su manera.
Lo veo enarcar una ceja, esperando por mi respuesta y yo parpadeo un par de veces, y carraspeo, antes de sonreírle y negar con mi cabeza. ¿Qué era lo que me había preguntado? Ah, sí. Lo dice por mi compromiso.
—Creo que podría estar casada, o incluso ser una anciana y no aceptaría que me llamasen señora. Por nada del mundo —mi respuesta hace reír a seis de las siete personas alrededor de la mesa que se encuentra en el centro del lugar. Solo no sonríe una, y eso es porque, muy probablemente, y por la manera en la que no puede dejar de mirarme, supongo que no ha salido de su trance.
Espero de todo corazón que no sea un problema para él trabajar conmigo porque a mí todo lo que me interesa es hacer mi trabajo de la mejor manera posible. Más cuando hay personas de por medio que se beneficiarían mucho con mi ayuda y la de la empresa para la que trabajo.
—Es bueno saberlo. Así como también es bueno el que hayas decidido trabajar con nosotros.
—Oh, esa decisión no fue mía. Lo ha aceptado mi jefe, a mi luego me dieron toda la información. La verdad es que me sorprendí mucho cuando supe de la empresa que patrocinaría este proyecto. Me alegra que sean ustedes. Sé del empeño que les ponen a las cosas que hacen.
Y no estoy mintiendo.
Luego de haber dado mi confirmación, mi jefe me llamó a su oficina. Primero quedé de piedra, paralizada, al saber que vería a mi ex suegro, con quien, por cierto, y como se puede notar ahora, me llevaba súper bien. De hecho, también le caía bien a Lorenzo, el segundo hijo suyo.
Lo que no sabía era que Xavier estaba involucrado en esto, pero me plantee el hecho de que podría llegar a pasar, así que estuve preparándome los dos días anteriores a esta reunión porque sabía que era una posibilidad muy grande el volver a verlo.
Y ha ocurrido.
Aunque, pensándolo bien, no estaba tan preparada como creía. Casi no le puedo aguantar la mirada.
—Y así será. Quiero que, por ahora todos conversemos de los puntos claves en los que debemos enfatizar y consolidar antes de realizar cualquier viaje e ir al grano. Quiero escuchar propuestas y plantear propuestas. ¿Está claro?
La mayoría respondió con un ‘’perfecto’’ o ‘’está bien’’
Nos sentamos alrededor de la mesa y lo primero que hago es tomar el vaso de vidrio con agua que está a un costado mío. Tomo bastante agua y luego lo dejo casi vacío en su mismo lugar.
—¿No te piensas sentar, Xavier? —Escucho a su padre hablar, y levanto mi mirada nuevamente.
Se queda parado por lo que parecen ser diez minutos más, pero tan solo pasa uno. Nunca deja de mirarme. Ni siquiera lo hace cuando se mueve con suma lentitud y hace hacia atrás el asiento en donde se termina dejando caer. Acomoda su saco. Sus ojos penetran mi alma. Me hace estremecer una vez más. ¿Qué demonios le pasa?
Las demás personas no dejan de mirarlo y murmurar. Y a él, nada le importa. Como siempre.
—Bien. Comenzaré por dejar en claro que el dinero está asegurado. Hay una cantidad más que suficiente destinado a esto, pero, como es obvio, no nos puede salir gratis. No queremos ganancias en cuanto a lo monetario se refiere, queremos que la mayoría de personas posibles que puedan ser salvadas se planteen vivir acá, trabajar para nosotros, darles un mejor futuro. Saldremos ganando todos.
—Creemos un programa entonces. Deberíamos tenerlo preparado para cuando lleguen las personas que se interesen en venir. Tenemos que dejar muy en claro cómo podemos ayudar a esta gente con su documentación, pasaje y estadía. Que sean unos dos o tres meses en los que le cubrimos todo y ya con esos dos primeros pagos tendrán dinero más que suficiente para comenzar a independizarse y cuidar de sí mismos.
Todos en la sala se ven sorprendidos cuando Xavier habla. Pareciera que no estuviesen familiarizados con la intervención de él. Supongo que es algo que hace mucho ¿no? Trabaja para la empresa. No entiendo por qué lo miran como si tuviese cinco ojos.
—¿Y qué propones? —Exclama Xoan, su padre. No pasa desapercibida la pequeña sonrisa en sus labios y cómo esa ceja enarcada irrita a su hijo, a quien, claramente, está retando a que diga más, a que opine y se integre más.
—Tenemos un mes… ¿No es así?
—Si queremos tener todo listo antes de que sea el viaje a Irak, sí.
—Entonces, propongo que los primeros diez días nos hagamos cargo de inmigraciones. Danna, ese será tu trabajo. —La mujer a mi lado asiente y anota en una libreta —. La segunda, buscar un hotel que esté en buenas condiciones, pero que nos haga una buena rebaja al necesitar no una sino varias de sus habitaciones. Leo, pide unas veinte o treinta. No creo que se lleguen a cubrir todas, no creo que venga tanta gente desde allá, la verdad. En caso de que sobren, las pagaremos igual, y en caso de que falten, trata de estar negociando en caso de tengan algunas más disponibles. En cuanto al pasaje, yo me encargo. Y, sobre los víveres, mi padre tiene un supermercado que fácilmente puede suministrarnos. Nosotros nos las arreglamos.
—Ni siquiera dijiste todo como una sugerencia. Tú lo estás ordenando —Xoan trata de que suene como reproche, pero se nota lo feliz que se encuentra porque su hijo está actuando como si él fuese el jefe.
Miro entre ambos. Trato de no dejar mi mirada mucho tiempo sobre Xavier porque todavía no deja de mirarme.
¡¿Por qué demonios no deja de mirarme?!
—En cuanto a la seguridad: el propio gobierno, de la mano con el ejército, ha contactado a la empresa para la que trabajas. Ellos van a garantizar la seguridad de tú persona y la de quien sea enviada desde acá —otro de los hombres que están en la reunión comienza a hablar y se dirige directamente a mí. Trato de enfocarme únicamente en él aun cuando mi piel hormiguea a causa de esa penetrante mirada que no me deja en paz —, nosotros trataremos de mantenernos al margen de la guerra, pero al mismo tiempo, lo más cerca posible para cumplir con lo que nos corresponde.
—Ya tenemos algunas listas con suministros para enviar y que puedas hacer tu trabajo, señorita Hallman —una tercera mujer, Dionisse, según el nombre en el broche de su ropa, me sonríe mientras habla —. Antes de irte requiero que me dejes por escrito tu mail para poder enviártelas y que me digas que falta o sobra algo.
Asiento y enseguida anoto toda la información que requiere en la pequeña libreta delante de mí, para luego alargar mi brazo y entregárselo. Su sonrisa se amplía en agradecimiento.
—Bien. Ahora solo estaría faltando elegir a la o las personas que irán a Irak junto con nuestra querida señorita Helena Hallman… —comienza a decir Xoan.
Observo a Xavier levantarse de su asiento y abrochar los dos botones de su saco. Un suspiro de alivio escapa de mi cuando entiendo que se ha levantado para irse porque ya no le interesa poner los puntos sobre la mesa. Él ya ha dicho las cosas que le interesan. Se irá… yupiiiiii.
La sonrisa y tranquilidad se esfuman de mi rostro cuando veo que, antes de darse media vuelta, dice:
—No entiendo para qué preguntas lo obvio. Es mi idea lo de los programas, las becas y el trabajo. Iré yo.
Termina por salir, dejando a la sala sumida en silencio.
Xavier Lombardi:Ha sido un golpe bajo.Lo que mi padre acaba de hacer es imperdonable…Pero también ha sido asombroso.Volver a verla fue…Los recuerdos me siguen golpeando uno tras otro.No lo he podido evitar. Y ni siquiera hice el intento. Simplemente, no podía dejar de mirarla.Va a suceder de nuevo.No. Ya está sucediendo. Y podría huir nuevamente. De hecho, ahora es el momento perfecto para hacerlo porque recién la veo. Si me marcho ahora y me olvido de la empresa, de mi familia, de ella… mi corazón estará a salvo. Pero el solo sopesar irme una vez más no se siente correcto.¿Para qué proteger un corazón que permanece en la oscuridad desde el día en que ella se marchó? O, mejor dicho, desde el día en que yo, como el mísero imbécil que siempre he sido, no la supe valorar y le dije que acabaría con lo nuestro.No. Esta vez no será igual.Me costó entenderlo, pero esa mujer es la única que realmente me ha hecho sentir algo alguna vez. No pienso alejarme, no esta vez.Solo hay un p
—No entiendo lo que siento, Helena. Perdón, pero estoy confundido. No puedo…—Está bien, entiendo.A pesar de todo, aquel hombre no era malo. Tenía un serio problema para controlar su manera de vivir, pero sabía que, si quería seguir con su vida de promiscuo, debía alejarse de la mujer que comenzaba a gustarle. No quería, ni iba a perdonarse a sí mismo el llegar a lastimarla.Él dio media vuelta, dispuesto a marcharse, pero la voz de la chica que comenzaba a hacerle sentir miles de emociones, lo hizo detenerse.—Solo voy a aconsejarte una cosa: no dejes que tu inseguridad te haga perderte de los mejores años de tu vida. De vivir al máximo y disfrutar cada una de las cosas maravillosas que este mundo tiene para ofrecerte, porque las oportunidades no se presentan dos veces, y la cosa más maravillosa de todas ellas, es, sin duda alguna, enamorarse.El matrimonio de Helena y Xavier fue algo planeado por ellos, cuando, en una fría noche de abril, se dieron cuenta de lo mucho que se necesit
Helena Hallman:Hubo un momento en el que llegué a pensar que la vida era un desperdicio. Mis reflexiones se basaban en preguntas estúpidas, que, aunque sabía que lo eran, no podía parar de hacérmelas.¿Por qué nacemos? ¿Para qué lo hacemos, si luego moriremos, se olvidarán de nosotros y será como si no hubiésemos existido? ¿Cuál es el sentido de pasar por la tierra, donde el sentimiento que más prevalece es la tristeza y su mayor causa casi siempre suele ser el desamor?Hoy en día, me parece tan estúpido haber pensado de esa forma. Hay tantos problemas, guerras, niños muriéndose de hambre, maldad en las calles, terrorismo, y yo pensando en el romance. Yo pensando en cómo no obtuve ese amor, que una vez tuve entre mis manos, y que, por ilusa y creer que podía cambiar, me dejó marcada.Ahora sé que hay cosas más importantes que el romance. Eso no lo es todo en la vida, pero sí que es bonito vivirlo y experimentarlo, mientras pasamos por ello.Desde que pasé por esa decepción amorosa, h
Xavier Lombardi:Un peso sobre mi cuerpo junto con ese sonido insistente son las dos cosas que me hacen parpadear varias veces antes de abrir mis ojos por completo.Al principio me cuesta entender dónde estoy. En el fondo lo sé, siempre lo sé.Veintinueve benditos años y no agarro escarmiento. Es como si adorara hacer rabiar a mi padre. No hay otra explicación.Mi mirada baja con más lentitud de la que desea y se topa con una maraña de pelos negros. Siempre son castañas, pelirrojas o tal y como la chica que descansa sobre mi pecho: pelinegras. Pero nunca rubia. Solo hubo una rubia en mi vida y me marcó lo suficiente como para no poder olvidarla fácilmente. Pero no voy a desviarme del tema.De hecho, cada vez que mis pensamientos quieren irse hacia el recuerdo de ella, enseguida busco la manera de distraerme porque ese es un pozo al que no quiero entrar. Ya lo hice una vez y lo lamenté mucho. No hay vuelta atrás. Yo puse mis intereses camisticos, como los llama mi padre, por sobre algo
Xavier Lombardi:Esa noche, y aunque suene extraño, no estuve metido entre las piernas de ninguna mujer.La conversación con mi padre me había dejado con un mal sabor, un mal augurio, o presentimiento. Como quieran llamarlo, la cuestión es que era algo malo. Muy malo. Podía sentirlo. Y a eso debía sumarle el hecho de la manera que me hizo sentir el escucharlo decir que sería libre al fin.Fue extraño.De repente, todo lo que había deseado desde el comienzo y que estoy a nada de lograr —porque sé que no me voy a quedar a controlar el capital destinado a esa aburrida ONG—, ya no me apetecía.A ver, les explico: no me interesa la empresa, no me interesa el dinero, no me interesan los lujos, pero, lamentablemente, el legado de mi madre es eso, y saber que al fin puedo dejar de responsabilizarme por eso, me hace sentir tristeza, porque sé que no es lo que ella hubiese querido. También me hace sentir un irrespetuoso, mal hijo, imbécil, desdichado, una total mierda de persona, para ser más e
Hace siete años…Helena Hallman:El alboroto proveniente de la entrada me hace rodar los ojos. Acaba de llegar el típico grupito de machos alfas que se sientan en un rincón, haciendo un circulo, mientras beben Martini o Chupitos, y no paran de alardear sobre cuántas conquista tuvieron en la semana.Diría que es una buena motivación para irme, ya que no soporto a ese tipo de persona: la que tiene que hablar cobre su vida a los cuatro vientos para poder llamar la atención, así de miserables son.Pero tengo un motivo mucho más grande para quedarme: mi maldito padre.No importa cuánto intente hacer para alegrarlo o querer que se sienta orgulloso de mí. Él siempre quiere más. Quiere estar en lo más alto de la sociedad. Lo único que le importa es que yo sea su heredera, que traspase los límites de la sociedad, que imponga mi presencia en las grandes causas y mi nombre resuene donde sea que vaya. Él quiere que sea una Hallman en todo su esplendor, que siga estudiando Diseño y que sea la líde