Natalia
Seguía mirando a la nada a través de la ventana del apartamento, Pablo dormía, habíamos llegado a las dos de la mañana de los quince de Maco, quiso intimar, pero yo no quise. ¿Por qué me afectó tanto volver a ver a Guillermo?, trabajo con una de las mejores amigas de su madre y ya no sentía nada.
Él intentó por todos los medios salvar la relación, yo lo amaba, pero no podía retener a alguien que ya no sentía lo mismo porque en alguna parte de nuestra preciosa relación nos perdimos. No tenía remordimiento al respecto, se intentó, y aunque me dolió en el alma, lo dejé libré, mentí esa tarde, le dije lo que él deseaba decirme… que a los dos se nos había acabado el amor.
Volví a beber el chocolate que tenía en mi taza, ahora se veía diferente, aunque su esencia seguía igual; siempre tan caballero, tan respetuoso, una copia exacta de su tío en temperamento. Recuerdo lo mucho que me decía que el ser que más admiraba era a su tío, su padre, su amigo y mentor.
En fin, no debería de tener a Guillermo en la cabeza, Pablo… tenía muchos problemas con él, y ahora era mi esposo. Y Guille un lindo pasado… Dios, no tenía por qué sentir esto; pero no podía olvidar quien fue mi primer amor, mi primera vez. Volví a mirar la cadena con el anillo que tenía en mi mano. Mi mente viajó siete años atrás…
—¿Te gustó la cena?
Era tan lindo, no era el hombre más bello, físicamente hablando, como lo podía ser el loco de su mejor amigo, pero Guille era en extremo muy varonil y tierno cuando quería, por lo menos lo era conmigo.
—Me encantó, y el que tú cocinaras mejor todavía.
—Mi tío y yo sabemos cocinar, te lo había dicho.
Tomó mi mano y me levantó, sus manos acunaron mi rostro y después de esa mirada en la que no había duda de lo mucho que me amaba, nos besamos, sus manos se aferraron a mi cintura… sutilmente comenzó a subir por la espalda para soltar mi brasier.
—Puede regresar tu tío.
—Lo acabas de ver, se fue con una maleta, ellos no volverán y hoy estamos celebrando nuestro aniversario, —sus manos llegaron a mis pechos y de una manera tan demandante me apretó los pezones. No pude reprimir el gemido—. Antes de hacerte el amor, quiero entregarte mi regalo junto a una promesa.
—¿Cuál? —se alejó.
Caminó hacia su chaqueta, la cual estaba en el perchero y me mostró una cajita, de ella extrajo una cadena con un anillo.
—Estamos muy jóvenes para casarnos, apenas vamos a mitad de carrera, tú en psicología y yo de ingeniero mecánico, sabes que el año entrante comienzo con la de electrónica. Pero quiero hacerte una promesa, —mi corazón latía a mil, me puso la cadena—. Este es tu anillo de compromiso, estoy seguro de algo Naty, es que serás mi esposa en unos años. ¿Deseas casarte conmigo?
—Ya tengo el anillo en el cuello.
Como tonta salté y me tomó de los muslos para que pudiera enredar mis piernas en su cintura, comenzó a caminar hacia su habitación, la misma que fue testigo de nuestro amor… de mi primera vez, en todas las formas posibles. Esa habitación encapsuló nuestra pasión.
—¿Cuál es tu respuesta?
—Sí, seré tu esposa.
¿En qué parte de nuestra historia quedó olvidada esa promesa? No pude evitar que los ojos se me humedecieran.
—¡Tráeme el desayuno! —cerré mis ojos.
Detesto cuando Pablo actuaba de esta manera. Guardé la cadena debajo del buzo que tenía puesto.
—¡Se pide el favor! —le grité.
Al verlo en la sala me asusté, a los seis meses de habernos casado dejó de ser ese perfecto hombre del que supuestamente me había enamorado.
—¿Vas a volverme a gritar?
—Mira Pablo, si sigues con esa actitud, ya lo habíamos hablado, con esa agresividad, es mejor que te alejes, y si me llegas a poner una mano encima… te vas preso. —Ya no le tenía miedo. Le he dado oportunidades, cada vez nos ofendíamos más.
—¿Qué? ¿El volver a ver a tu ex te dio motivos para contestarme? Nunca te daré el divorcio.
—No metas a Guillermo en esto que solo tú y tu problema de alcohol han causado. Hazte el desayuno, tengo invitación en la casa de mis padres.
—Soy tu esposo, debo estar invitado.
—Estará mi hermano Alberto y su familia. ¿Quieres ir?
A mi hermano jamás le había caído bien, en cambio, adoraba a Guillermo. Debí de haberle hecho caso. Pero el año pasado en que Pablo se emborrachó y se pasó de listo con mi cuñada la tenía sentenciada, y para agravar el hecho, desde la Navidad pasada no había vuelto a estar con él de manera íntima… no desde esa vez.
—Y eres tan descarada de pedirme a mí el divorcio por infiel. Y tú te excusas con un almuerzo con tu familia para verte con él. —sin duda estaba loco. Por eso era lo mejor separarnos.
—Dame el divorcio y dejamos de hacernos daño. Le mostramos al mundo algo que no somos.
Tomé mi bolso, las llaves del carro, la chaqueta y salí del apartamento. Al menos no cometí la estupidez de casarme por la iglesia. Y saber que cuando dura sin beber es un ser tan diferente. Pero ya existe mucho daño entre nosotros. Pasamos todos los límites, infidelidad de su parte, maltrato verbal de mi parte y él fue físico.
Ya no existe el respeto, pero nada que me quiere dar el divorcio. Además, mis padres desconocen esa parte de mi matrimonio. No quiero darles más problemas, con el fracaso con Guillermo caí en depresión y mis padres sufrieron mucho. No quiero darles otra tristeza, no con la batalla que tenemos con mi madre contra el cáncer.
Gracias a Eros, mi madre estaba ganando esa batalla, pero la parte emocional era importante y no podía darle una pena. Ellos ya tenían sus problemas y con lo de la borrachera de Pablo y esa propasada con mi cuñada, mis padres me dijeron que era mejor no tenerlos juntos.
Al subir al carro, volví a mirar la cadena. No sé por qué nunca me la había quitado, y le dije que era un regalo de mi abuela, por eso la usaba. Veo que mi matrimonio desde el inicio fue una suma de mentiras.
Tres años después.SantosSalí del baño después de hacer ejercicio, si algo le agradecía a David era que nos inculcó el estado físico, y la ira que a los veinte desarrollé generándome tantos problemas, hasta el punto de que todos ellos me obligaron a practicar el Boxeo y Taekwondo. El primero fue como castigo por parte de César después de sacarme de la cárcel por haber formado un tropel.Pude haber salido en veinticuatro horas, pero para darme una lección llamaron a mis hermanas y ellas los apoyaron, por eso pasé una semana tras las rejas de esa comisaria.Todas mis hermanas me visitaron en esos días, llevaban comida, Maju y Regina también me visitaron a diario; mientras una daba consejos la otra solo regañaba.Pero ninguna movió un dedo, y aunque no entendí en los primeros tres días, al cuarto cuando el padre Castro fue a visitarme, comprendí cuanto me amaban. Yo era el desadaptado, yo era quien debía de poner un alto a mis desenfrenos o terminaría mal y haciéndole daños a seres que
GuillermoLlegué al aeropuerto, quería llegar a la casa, saludar a mi familia, pero con el retraso que tuvimos no tenía tiempo más que para llegar al hotel donde hice la reservación por la multinacional. Más bien llamo a mamá más tarde, y en la noche o más bien mañana los visito antes de tomar el vuelo de regreso a Canadá, para terminar el empalme con el nuevo gerente de ingenieros.Llegué al hotel, me registré, subí a la habitación, me bañé de rapidez y vestí. Mientras bajaba al salón de la conferencia llamé a mamá.—Hola, cariño.—Hola, mamá. ¿Cómo están todos?—Bien, nada diferente de ayer a hoy.—Estoy en Colombia, no te dije ayer que hablamos, porque quería darles la sorpresa, pero el vuelo tuvo un retraso de cuatro horas. Voy a ingresar a la capacitación de la compañía y no sé a qué horas termina, mañana los visito desde temprano.—¡Qué alegría verte, hijo! Mañana te espero con un delicioso desayuno.—¿Y me haces el almuerzo también?No suelo pensar en que la mujer sea quien coc
NataliaMe tomaron la declaración después de curar mis heridas, según lo que dijeron los paramédicos, Pablo parece tener costillas rotas y varios traumas y contusiones en el rostro. Dicen que no se podía desear el mal a nadie, pero yo sí se lo deseaba a Pablo.Ahora Guillermo estará detenido, quién sabe hasta cuando, por mi culpa. Mi hermano me iba a regañar, no debía reunirme con él. Tapé mi rostro con las manos, ya no aguantaba más.—Naty, —Santos ingresó a la habitación donde me tenían en la jefatura—. Ya llegó David y Carlos. ¿Quieres hablar? —negué y luego afirmé.Él podía ser una mierda con las chicas, pero jamás les mentía, en nuestra juventud, siempre le decía que no entregaba cariño, solo placer por un par de horas. Jamás en toda la universidad tuvo una novia. Solo eran mujeres para tener sexo. Sin embargo, cuando pasas a ser alguien importante en él, cuando él te considera especial, era un ser humano excepcional.Conmigo siempre fue un gran amigo y jamás, jamás me insinuó o
María ConstanzaNo había dejado de pensar en la razón por la cual le dije a mi padre que esta vez deseaba quedarme un año en Brasil. Mi madre volvió a mirarme de esa manera en la que decía: «no me trago ese cuento.» Ya se le había pasado su preocupación por mi interés descomunal por Santos. A tal punto que le averigüé toda la vida con mi mamá y Regina tres años atrás.Mientras pasaba el tiempo y llegaban mis padres me puse a mirar en internet escuelas para inscribirme y aprender sus platos típicos, también para justificar mi tiempo miré información en repostería. No era que me gustaran mucho hacer postres o tortas, pero esto era para un caso extremo.—Entonces pulguita, ¿te vas para Brasil y te quedarás donde Santos?Samuel se lanzó sobre mi cama, él trabajaba en una empresa petrolera en Barrancabermeja, el año pasado se graduó y hace unos seis meses consiguió trabajo; lo hacía de lunes a jueves, el fin de semana lo pasa aquí.—El chisme como corre. Salta aquí sapito.—No jodas, pulga
SantosCené en casa de los Guzmán, César fue por su hija y yo pasé por el hotel a buscar mi maleta y cancelar mi estadía como la de Guillermo. Con las dos maletas me dirigí al aeropuerto. Al llegar al área internacional vi a toda la familia Abdala L’Charme, ellos eran una familia perfecta, con todos los problemas que puedan o pudieron tener, pero se apoyaban.Desde lejos vi cómo César abrazaba a Maju que me pareció, estaba llorando y los dos hermanos abrazaban a una pequeña que… Madre de mi alma, ¿en qué momento se le desarrolló ese trasero a esa niña?, su cabellera castaña le caía hasta el finalizar de su espalda. «Ya no es una niña, ahora es una joven mayor de edad.»—Buenas noches.Los mayores me saludaron, luego le di la mano a Julián, trabaja desde que se graduó con su padre en la constructora.—Qué alegría verte Santos, sobra decirte, si vez algún zarrapastroso interesado en mi preciosa pigmea mandas una foto y su nombre ya sabes para qué. —soltamos una sonora carcajada.—La cui
María ConstanzaLlegamos a la sala de espera en un silencio un tanto incómodo. Cada vez que cruzábamos la mirada sonreía cordialmente, para luego seguir mirando su celular. No sé por qué mi corazón seguía acelerado, tanto que parece que tuviera una arritmia cardíaca.De reojo lo miraba, tenía el buzo a medio brazo y… los vellos en sus brazos me gustaron, me dieron ganas de tocárselos. «Contrólate, María Constanza, ya ha pasado una hora desde que nos sentamos en la sala de espera y no ha hablado, eres un cero a la izquierda.» —La ansiedad me ganó y cuando estaba así, necesitaba un chocolate. Tomé el morral y me levanté.—¿A dónde vas?Como una tonta me sonrojé, su voz era… «Deja la estupidez Maco, porque debes bajarte de esa extraña nube en la que te subiste tu solita, no eres mujer de su liga.»—A comprar unos chocolates. —Mi voz salió con timidez… «Estás jodida.»—¿Te dan nervios los aviones? —No.—Sí, un poco. —miró hacia el pasillo por el que ingresamos.—Sigue abierto, ¿te gusta
GuillermoNo sabía cómo acomodarme en este camastro, al menos Carlos logró que me dejaran en esta comisaria y me dieron una celda solo, esperaba salir esta semana. Un oficial tocó los barrotes.—Tienes visita.¿Serán mis padres? Al levantarme me quedé detenido a un paso de los barrotes, no pude dar un paso más. Natalia se encontraba frente a mí con todo su bello rostro magullado y en ese momento me sentí tan bien de haber mandado a ese hijo de puta a la clínica. Me acerqué despacio, pasé los brazos por los barrotes para alcanzarla.—Perdóname, por meterte en tal situación.Negué. Mi mano acarició su rostro con delicadeza, mis dedos pasaron la hinchazón de su rostro, y una descarga de energía recorrió todo mi cuerpo. ¿Otra vez?—Por mí no te preocupes, pronto me sacarán, —era muy temprano y hoy lunes debía de tener trabajo en su consultorio—. ¿Vas a seguir con ese imbécil?—No tengo nada con él desde hace casi cuatro años, —arrugué mi rostro—. Ya no teníamos vida íntima en el quinceañe
SantosMiraba a la joven completamente desconcertada por lo que había dicho.—Sí, señorita, habrá reglas. Pero las hablamos en la noche, a mi regreso.—Bien.Se quitó la chaqueta y vi que tenía la cadena que le había regalado en sus quince. No entendí por qué ese simple gesto me agradó.—¿La conservaste? —Pero algo muy en el fondo se regocijó al vérsela.—¿Qué cosa? —señalé y volvió a sonreír.—Lo había prometido, fue una ofrenda de paz. ¿Lo recuerdas?—La ofrenda fue el pan con el chocolate. —volvimos a sonreír.—No fue suficiente en ese momento. —Sus ojos eran lindos.—Eras una niña… bueno, sigues siéndolo, pero a ustedes les gustan todos esos accesorios que usan la juventud ahora. Yo lo vi como una promesa sin fundamento. La verdad… ¿Nunca te la has quitado? O ¿solo te lo pusiste porque te acordaste?—Jamás me la he quitado, eso lo puedes comprobar en todas las reuniones, videos y testimonio de la familia. Y no fue promesa sin fundamento. Puedo tener corta edad, pero cumplo siempre