Santos
El celular me despertó con la alarma, la puse a las cuatro de la mañana antes de acostarme, para levantarme a las nueve, no podía olvidar el almuerzo en casa de Vladímir. Amaba dormir, pero este fin de semana no podré hacerlo como era de mi agrado, y en el avión no era cómodo descansar. Me levanté cuál sonámbulo con la erección matutina.
Después de hacer mis necesidades humanas y regresar a la vida por medio del baño y verme al espejo despierto, ya preparado para un nuevo día. Arreglé la habitación, recogí mis pertenencias y salí con la maleta, ya no regresaba por el resto del día, en la noche me regresaba a Canadá y quién sabe hasta cuando vuelva a la casa de Maju. Espero despedirme de todos.
La casa estaba siendo arreglada por varias personas, el evento se prolongó hasta las cuatro, la parranda vallenata a la que nos tienen acostumbrado Alejandro es infaltable. Ahora eran las diez. La señora Carmen supervisaba el trabajo.
—Buenos días, joven, ¿ya quiere desayunar?
—Se lo agradecería Carmen. ¿Dónde está la familia?
—Los señores salieron a trotar y después de misa regresaban, los niños siguen durmiendo y mi niña ya se levantó, debe estarse arreglando, no demora en bajar para meter los pies en agua tibia, amaneció con ampollas en sus talones, y deditos. —recordé que ayer después de sacarle el dedo del medio a la víbora se quitó los zapatos.
—¡Buenos días, Nana! —La miré, sus pies en verdad se encontraban muy hinchados, los traía descalzos. En ese momento llegó César y Maju.
—Buenos días, familia.
La señora de la casa me dio un beso maternal en la frente, César me estrechó un abrazo fraternal de padre.
—Buenos días, hijo.
Siempre me había gustado verlos cómo se comportaban. Era cierto que César fue el verdugo y el salvador de Maju. Pero como una vez dijo el padre Castro. Los amores son diferentes, lo importante es arrepentirse, perdonarse, comprometerse para no volver a cometer los mismos errores y continuar. Y ellos lo hicieron, para mí eran la pareja más sólida que conocía en el ámbito matrimonial.
—Veo que ya estás listo, ¿te vas con nosotros para el almuerzo en casa de los Kozlov? —afirmé, Maju besó a su hija—. Hola, mi amor, ¿cómo sigues con esos pies?
—¡No volveré a usar tocones en la vida!
—Eso dices ahora, apenas comiences a trabajar, los amarás.
—Voy a ser chef. No necesitaré tacones en mi cocina. —Una mujer que a esa edad le guste la cocina era una en un millón.
—Princesa, si quieres te llevamos al médico. —sonreí por respeto, si acepta, sí que era consentida.
—¿Por unas ampollas? No papi, ya mi Nana me consiente. —Era una consentida con cordura—. Ahora tengo mucha hambre. —La apoyo. No hablé porque estaba en casa ajena.
—¿Solo piensas en comer?
—Uno de los mejores placeres. —volví a apoyarla.
—Bien, nosotros nos vamos a arreglar y bajamos en un momento. Buen provecho.
—Gracias. —dije.
En ese momento Carmen venía con un recipiente de agua y lo puso en el piso, María Constanza estaba sentada en el comedor, a tres sillas de donde me había sentado.
—Debes dejarlos media hora ahí. El bicarbonato y la sal ayudará a desinflamarte. Ya les mando el desayuno.
—Gracias. —dijimos al tiempo. Puso su cabeza sobre la mesa.
—Gracias por sacar a la sabandija pezuña del diablo que quería sonsacar a mi hermano Julián. —solté una carcajada.
—Sí, es eso más o menos. —dije ante su manera de expresarse de esa mujer.
—No es más o menos, lo es. Y el tonto de mi hermano, si no se pellizca el trasero, va a perder al amor de su vida, como lo hizo Guillermo. —alcé la ceja.
—¿Adara?
—Sí. Lo mismo le pasará a Eros con Nadina. Ese par de amargados son tan inteligentes y tontos al mismo tiempo que dan ganas de lavarles el cerebro con detergente y cloro. —hizo las señas como si estuviera lavando un trapo en verdad, no pude dejar de reírme con sus expresiones—. Por cierto, muy lindo el collar que me regalaste. Prometo jamás quitármelo. —Se lo tocó.
—¿No te lo quitaste?, y no prometas lo que no cumplirás, regla importante en la vida.
—Fue un regalo.
Mostró su mano donde tenía el anillo entregado por su padre, la pulsera donde sus tíos le pusieron varios dijes y los aretes que le regalaron los Orjuela. Nos trajeron el desayuno, y se me olvidó que tenía compañía, solo me concentré en comer. En cuestión de pocos minutos me terminé la arepa, los huevo, el pan de bono, la ensalada de frutas, el café con leche y el jugo, cuando levanté mi rostro la señorita me observaba.
—¿Qué?
—¡Eres un tragón! —Ella apenas iba a mitad de la arepa con los huevos y yo sonreí—. ¿Siempre comes como si te fueran a quitar la comida? —La miré, me puse serio.
—Sí, sé lo que es pasar hambre, y jamás desprecio un plato de comida, así esté simple, desabrido o salado, —se sonrojó—. Eres muy niña y espero que jamás pases por una situación que te haga comprender ciertas situaciones. Las cuales pueden ser cotidianas, sin embargo, cuando te privan de ellas, son las más importantes. —No sé si entienda, tampoco sé por qué saqué tan fácilmente algo de lo que me costaba hablar.
—Lo siento, suelo, ser muy boca suelta. Mi mamá degusta mucho el tomar agua, para ella es como estar tomando el mejor refrescó del mundo después de un día caloroso y con mucho hielo. No hay nada mejor para ella que el líquido vital.
—Pasábamos días sin tomar agua, —mi mente viajó a esos malditos días en cautiverios, la imagen de todos en la peor situación que un ser humano pueda estar—. Aprendes a valorar lo que debes valorar.
—¿Cómo qué?, para cada ser humano es diferente la experiencia.
No tenía idea por qué estaba hablando con una niña, lo que no me gustaba hablar con nadie.
—La comida en mi caso, —sonreí—. El bañarte, el no vivir en una casa pequeña, creo que desarrollé algo de claustrofobia y los lugares para mí deben ser muy amplios. —La mirada de María Constanza cambió, tenía los mismos ojos de su madre—. A confiar poco en las personas.
En ese momento llegó Maju y me miraba extrañada. ¡Mierda! ¿Habrá escuchado lo que dije? Volví a mirar a la pequeña, ¿en qué momento comencé a hablar de mi pasado?
—Ya estamos listos. César nos espera en el carro. —afirmé sin dejar de mirar a quien considero una madre, hablé, porque ella me preguntaba lo mismo, por eso respondí.
—No tengo idea Maju.
Si algo teníamos los seis que estuvimos en cautiverios era que nos decíamos todo con la mirada y de todos nosotros quien menos hablaba de lo vivido en cautiverio había sido yo, ni en mis sesiones con Danilo lo hice. Solo con el padre a mis dieciséis años y ahora con esta jovencita lo hice como si nada.
» Fue un gusto estar en tus cumpleaños, hasta una próxima. Me saludas a los chicos.
—Claro.
—Y practica con los tacones, las mujeres se ven muy bien con ellos cuando seas adulta.
Tampoco sé por qué dije eso y menos mal ya le daba la espalda para que no vieran que me sonrojé, y eso era algo que tampoco me pasaba con facilidad.
NataliaSeguía mirando a la nada a través de la ventana del apartamento, Pablo dormía, habíamos llegado a las dos de la mañana de los quince de Maco, quiso intimar, pero yo no quise. ¿Por qué me afectó tanto volver a ver a Guillermo?, trabajo con una de las mejores amigas de su madre y ya no sentía nada.Él intentó por todos los medios salvar la relación, yo lo amaba, pero no podía retener a alguien que ya no sentía lo mismo porque en alguna parte de nuestra preciosa relación nos perdimos. No tenía remordimiento al respecto, se intentó, y aunque me dolió en el alma, lo dejé libré, mentí esa tarde, le dije lo que él deseaba decirme… que a los dos se nos había acabado el amor.Volví a beber el chocolate que tenía en mi taza, ahora se veía diferente, aunque su esencia seguía igual; siempre tan caballero, tan respetuoso, una copia exacta de su tío en temperamento. Recuerdo lo mucho que me decía que el ser que más admiraba era a su tío, su padre, su amigo y mentor.En fin, no debería de te
Tres años después.SantosSalí del baño después de hacer ejercicio, si algo le agradecía a David era que nos inculcó el estado físico, y la ira que a los veinte desarrollé generándome tantos problemas, hasta el punto de que todos ellos me obligaron a practicar el Boxeo y Taekwondo. El primero fue como castigo por parte de César después de sacarme de la cárcel por haber formado un tropel.Pude haber salido en veinticuatro horas, pero para darme una lección llamaron a mis hermanas y ellas los apoyaron, por eso pasé una semana tras las rejas de esa comisaria.Todas mis hermanas me visitaron en esos días, llevaban comida, Maju y Regina también me visitaron a diario; mientras una daba consejos la otra solo regañaba.Pero ninguna movió un dedo, y aunque no entendí en los primeros tres días, al cuarto cuando el padre Castro fue a visitarme, comprendí cuanto me amaban. Yo era el desadaptado, yo era quien debía de poner un alto a mis desenfrenos o terminaría mal y haciéndole daños a seres que
GuillermoLlegué al aeropuerto, quería llegar a la casa, saludar a mi familia, pero con el retraso que tuvimos no tenía tiempo más que para llegar al hotel donde hice la reservación por la multinacional. Más bien llamo a mamá más tarde, y en la noche o más bien mañana los visito antes de tomar el vuelo de regreso a Canadá, para terminar el empalme con el nuevo gerente de ingenieros.Llegué al hotel, me registré, subí a la habitación, me bañé de rapidez y vestí. Mientras bajaba al salón de la conferencia llamé a mamá.—Hola, cariño.—Hola, mamá. ¿Cómo están todos?—Bien, nada diferente de ayer a hoy.—Estoy en Colombia, no te dije ayer que hablamos, porque quería darles la sorpresa, pero el vuelo tuvo un retraso de cuatro horas. Voy a ingresar a la capacitación de la compañía y no sé a qué horas termina, mañana los visito desde temprano.—¡Qué alegría verte, hijo! Mañana te espero con un delicioso desayuno.—¿Y me haces el almuerzo también?No suelo pensar en que la mujer sea quien coc
NataliaMe tomaron la declaración después de curar mis heridas, según lo que dijeron los paramédicos, Pablo parece tener costillas rotas y varios traumas y contusiones en el rostro. Dicen que no se podía desear el mal a nadie, pero yo sí se lo deseaba a Pablo.Ahora Guillermo estará detenido, quién sabe hasta cuando, por mi culpa. Mi hermano me iba a regañar, no debía reunirme con él. Tapé mi rostro con las manos, ya no aguantaba más.—Naty, —Santos ingresó a la habitación donde me tenían en la jefatura—. Ya llegó David y Carlos. ¿Quieres hablar? —negué y luego afirmé.Él podía ser una mierda con las chicas, pero jamás les mentía, en nuestra juventud, siempre le decía que no entregaba cariño, solo placer por un par de horas. Jamás en toda la universidad tuvo una novia. Solo eran mujeres para tener sexo. Sin embargo, cuando pasas a ser alguien importante en él, cuando él te considera especial, era un ser humano excepcional.Conmigo siempre fue un gran amigo y jamás, jamás me insinuó o
María ConstanzaNo había dejado de pensar en la razón por la cual le dije a mi padre que esta vez deseaba quedarme un año en Brasil. Mi madre volvió a mirarme de esa manera en la que decía: «no me trago ese cuento.» Ya se le había pasado su preocupación por mi interés descomunal por Santos. A tal punto que le averigüé toda la vida con mi mamá y Regina tres años atrás.Mientras pasaba el tiempo y llegaban mis padres me puse a mirar en internet escuelas para inscribirme y aprender sus platos típicos, también para justificar mi tiempo miré información en repostería. No era que me gustaran mucho hacer postres o tortas, pero esto era para un caso extremo.—Entonces pulguita, ¿te vas para Brasil y te quedarás donde Santos?Samuel se lanzó sobre mi cama, él trabajaba en una empresa petrolera en Barrancabermeja, el año pasado se graduó y hace unos seis meses consiguió trabajo; lo hacía de lunes a jueves, el fin de semana lo pasa aquí.—El chisme como corre. Salta aquí sapito.—No jodas, pulga
SantosCené en casa de los Guzmán, César fue por su hija y yo pasé por el hotel a buscar mi maleta y cancelar mi estadía como la de Guillermo. Con las dos maletas me dirigí al aeropuerto. Al llegar al área internacional vi a toda la familia Abdala L’Charme, ellos eran una familia perfecta, con todos los problemas que puedan o pudieron tener, pero se apoyaban.Desde lejos vi cómo César abrazaba a Maju que me pareció, estaba llorando y los dos hermanos abrazaban a una pequeña que… Madre de mi alma, ¿en qué momento se le desarrolló ese trasero a esa niña?, su cabellera castaña le caía hasta el finalizar de su espalda. «Ya no es una niña, ahora es una joven mayor de edad.»—Buenas noches.Los mayores me saludaron, luego le di la mano a Julián, trabaja desde que se graduó con su padre en la constructora.—Qué alegría verte Santos, sobra decirte, si vez algún zarrapastroso interesado en mi preciosa pigmea mandas una foto y su nombre ya sabes para qué. —soltamos una sonora carcajada.—La cui
María ConstanzaLlegamos a la sala de espera en un silencio un tanto incómodo. Cada vez que cruzábamos la mirada sonreía cordialmente, para luego seguir mirando su celular. No sé por qué mi corazón seguía acelerado, tanto que parece que tuviera una arritmia cardíaca.De reojo lo miraba, tenía el buzo a medio brazo y… los vellos en sus brazos me gustaron, me dieron ganas de tocárselos. «Contrólate, María Constanza, ya ha pasado una hora desde que nos sentamos en la sala de espera y no ha hablado, eres un cero a la izquierda.» —La ansiedad me ganó y cuando estaba así, necesitaba un chocolate. Tomé el morral y me levanté.—¿A dónde vas?Como una tonta me sonrojé, su voz era… «Deja la estupidez Maco, porque debes bajarte de esa extraña nube en la que te subiste tu solita, no eres mujer de su liga.»—A comprar unos chocolates. —Mi voz salió con timidez… «Estás jodida.»—¿Te dan nervios los aviones? —No.—Sí, un poco. —miró hacia el pasillo por el que ingresamos.—Sigue abierto, ¿te gusta
GuillermoNo sabía cómo acomodarme en este camastro, al menos Carlos logró que me dejaran en esta comisaria y me dieron una celda solo, esperaba salir esta semana. Un oficial tocó los barrotes.—Tienes visita.¿Serán mis padres? Al levantarme me quedé detenido a un paso de los barrotes, no pude dar un paso más. Natalia se encontraba frente a mí con todo su bello rostro magullado y en ese momento me sentí tan bien de haber mandado a ese hijo de puta a la clínica. Me acerqué despacio, pasé los brazos por los barrotes para alcanzarla.—Perdóname, por meterte en tal situación.Negué. Mi mano acarició su rostro con delicadeza, mis dedos pasaron la hinchazón de su rostro, y una descarga de energía recorrió todo mi cuerpo. ¿Otra vez?—Por mí no te preocupes, pronto me sacarán, —era muy temprano y hoy lunes debía de tener trabajo en su consultorio—. ¿Vas a seguir con ese imbécil?—No tengo nada con él desde hace casi cuatro años, —arrugué mi rostro—. Ya no teníamos vida íntima en el quinceañe