María Constanza
Seguía al pie de las escaleras, debatiéndome en sí, armar un escándalo en mi propia fiesta. Una vez se terminó el vals le dije a mamá que necesitaba ir al baño, vine corriendo y al subir las escaleras vi lo que no tenía que ver, luego se encerraron en su habitación y corrí a mi recámara a pasar el enojo con la arpía de novia que ahora tenía Julián.
Pero como… ¿Santos como hizo eso? Tan lindo que me pareció ese hombre… Jamás me imaginé verlo y menos con la asquerosa esa, pero en que momento se le ocurrió a Julián terminar con Adara. A mi madre tampoco le agradaba la novia de hace unos cuatro meses. Lo cierto era lo que vi, ¿estarán aún en su habitación?
Me da tanta rabia que Julián sea tan terco y… tampoco sé lo que ocurrió entre ellos. Pero meterse con sabandijas interesadas. Si supiera lo mucho que Adara lo amaba. No puedo permitirlo. —al asomarme por la puerta de mi habitación salió Guille, Eros y Julián… ¡Carajos! Me perdí el chisme y tengo que ir al baño.
No demoré mucho, pero al bajar la víbora estaba roja y algo enojada, aun así, alzó la mirada de asesina contra mí y sin saber bien lo que ocurría le sonreí y le saqué el dedo del medio para hacerle pistola. —No demoraron nada encerrados, luego salió mi humano, él tuvo que verlos. ¿Habrá sido un plan de Santos?
La vi dirigirse hacia la puerta de la calle y no pude evitar reírme a carcajada para que me escuchara la sabandija esa. Me senté en el inicio de las escaleras, ¿qué habrá pasado con Julián? El chisme lo averiguo mañana y le diré sus verdades, espero termine con ella. Me quité los tacones, no estaba acostumbrada a utilizarlos, por más que Nadina me dio una clase extrema de cómo usarlos y caminar con ellos.
Pero mis piececitos estaban rojitos, hinchados y comencé a moverlos. «Dios como quisiera mis sandalias.» —comencé a masajearme los pies, que mi madre no venga y lo peor era que faltaba mínimo unas ocho horas más de fiesta. —suspiré, no era lo mío esos eventos, pero quien le quitaba la ilusión a mi bella madre de hacerle una fiesta de quince a su única hija mujer.
—María Constanza.
Me quedé con el pie a medio masaje, ¡qué voz por todos los ángeles!, llegó al primer piso. No iba a negar que era divino y esos ojos claros como el cielo le quedan tan bien a ese rostro. Pero no sabía aun si lo visto en el segundo piso era bueno o malo. Todo depende de las respuestas de mañana. Aunque si debo de ser honesta me dio rabia lo que vi. ¿Por qué esperar a mañana?
—No le interesa lo que haga, más bien espero usted tenga la suficiente gallardía para que me digas las razones por las cuales besaba a la novia de mi hermano. —alzó la ceja. Vamos a ver que me dice.
—De hecho, fui todo un gallardo, —dijo con sobradez—. Yo le pedí a Julián que llegara a la habitación para demostrarle la clase de novia que tenía, —me puse roja—. Vas por buen camino, niña. Permiso. —arrugué mi frente. ¿Me dijo niña?, mis amigas llegaron. Y yo aún no asimilaba todo lo que él había dicho.
—Maco, ¿qué haces sin zapatos? —preguntó Gaby.
—Me duelen los pies. —Por eso la pezuña de la diabla esa salió tan enojada, si fue así… mis respetos por desenmascararla.
—Debes regresar a la fiesta. —Angélica se acercó.
—¡Tienes esos pies muy hinchados! —Miré a Euma, le sonreí.
—Me duelen mucho los pies. —confesé.
Hasta ganas de llorar tenía de solo pensar que me debía de poner de nuevo esos asesinos de pies.
—Desde ya voy a practicar con los tacones para nuestro quinceañero en unos meses. —dijo Mapa.
—¡María Constanza! —Era mi madre—. Mi amor, debemos tomar las fotos.
—Mami, ¿puedo hacerlo en sandalias?
—Tía mírale los pies. —Mamá me miró de esa manera que me regocijaba el alma.
—Gaby, tú sabes cuáles son las sandalias que le compré para que fueran él remplazó.
—Si tía.
En ese momento ingresó Samuel, él tenía una manía con los cachetes de Gaby, ahora ya no estaba gordita, pero su rostro era muy lindo y redondito. Mi hermano le presionó los cachetes.
—Hola tú.
—¡Ay! Pero que fastidio contigo.
Salió corriendo en busca de lo que mi madre le había pedido, Samuel solo reía y mi madre estaba con las manos en la cintura.
—Oye bonita, cuando me estás mirando así… siento que me jalarás de las orejas. —¿De dónde sacaba tanta vaina Samuel?, todas nos reímos y mi madre solo negaba sin dejar de sonreír, me dio un beso en la frente—. Te estabas demorando, pensé que te había pasado algo.
Esa era la razón por la cual a Samuel le pasábamos las burradas que solía cometer muchas veces. Por muy cansón, era un sobre protector, tenía complejos de guardaespaldas, y así no lo quiera reconocer, cuidaba mucho a Gaby.
—Toma. —Mi amiga me entregó unas bellas sandalias a juego con los zapatos altos.
—¡Maco! —miré hacia Angélica—. Amiga, tienes esos pies muy hinchados —Mapa me tomó de la mano.
—¿Te ayudo a ponértelas?
Me senté en las escaleras de nuevo y mientras me puse una, Mapa me ayudaba con la otra. Quiero tanto a mis amigas. Salimos y mi primera reacción fue buscar al descarado gallardo. Se encontraba con mi hermano, Guille y Eros, entonces no tenía nada de que preocuparme. Julián ya sabía la verdad y él nos quitó a una sabandija de la familia.
Ya estaban repartiendo la entrada. Continué con el tema de las fotos, después de una hora llegué a la mesa de ellos para las fotos reglamentarias. Vuelvo a decirlo, a mis hijas no las pondré a hacer este tour. Eros fue el primero en posar a mi lado, él era muy serio, pero ahora se puso aún más y al mirar vi que Nadina bailaba no tenía idea con quién.
Esa mujer era una mezcla de modelo y reina, aparte de divina era un hermoso ser humano. El segundo fue Guille. Este también había sido un tonto al dejar a Natalia y ahora, si la perdió para siempre, se había casado, pero ese tal Pablo no me agradaba. —Ya me encontraba agotada de tanto mostrar mis bellos dientes.
—Santos, la foto.
¡Mamiiiii! Me puse nerviosa cuando Santos se acercó y como al momento de bailar con él y su delicioso perfume me hipnotizó, por estar tan cerca, su mano rodeó mi espalda… él me puso muy nerviosa, —cálmate corazón, no debes de latir de ese modo. Te lleva exactamente el doble de tu edad.
—Estás más pequeña ahora.
Me puse roja, ahora estaba en mi cruda realidad. Por alguna razón yo no saqué la estatura de mi padre, tampoco la de mi madre, me quedé chaparra.
—Lo que pasa es que ella es pigmea.
Samuel llegó. Se puso a mi lado, Julián al sentir la mirada de mamá se levantó. Llegó a mi lado, Samuel se puso del otro y entre los dos sonrientes nos tomaron varias fotografías que pasarían a la historia. Papá también llegó con esa mirada de orgullo, abrazó a mi madre y ante una atenta mirada de Santos a un lado, mis hermanos y yo comenzamos a posar para el fotógrafo.
Los dos postes de hombres inclinados, dándome un beso en cada mejilla sin dejar de reír, me sentía la mujer más feliz y amada del mundo. Amaba a mi familia, a mis hermanos los adoraba y a mis padres ni se digan. —Suelen decir que yo era la razón de la reconciliación de un momento crucial en el pasado de mis padres, pero el perdón de mi madre y el perdón de papá para con él mismo nos mostraba ahora un matrimonio muy sólido. Julián y Samuel me cargaron.
—Te amamos chiquitina. —miré a Julián quien me regaló una linda sonrisa.
—Y yo los amo a los dos, —me acerqué a Julián—. Ella no era buena, ya te lo había dicho.
—Lo sé, hablamos después.
—Es hora de bailar, ¡y ya se acaban las fotos mamá!
—¡Por eso te amo Samuel! —grité tomada de la mano de mi hermano para ir a bailar.
Puede que en conversaciones me guste hablar más con Eros, Julián y de ahí en adelante, en edades. Pero también me encantaba bailar y en eso los dolores de cabeza de las familias eran expertos. Samuel y yo que llegamos a la pista y el resto de nuestros amigos se animaron para abrir el parrandon. Amaba las reuniones familiares sencillas, donde se bailaba toda la noche, pero sin tanta indumentaria refinada. Esa era yo, una vieja encerrada en un cuerpo de jovencita.
SantosEl celular me despertó con la alarma, la puse a las cuatro de la mañana antes de acostarme, para levantarme a las nueve, no podía olvidar el almuerzo en casa de Vladímir. Amaba dormir, pero este fin de semana no podré hacerlo como era de mi agrado, y en el avión no era cómodo descansar. Me levanté cuál sonámbulo con la erección matutina.Después de hacer mis necesidades humanas y regresar a la vida por medio del baño y verme al espejo despierto, ya preparado para un nuevo día. Arreglé la habitación, recogí mis pertenencias y salí con la maleta, ya no regresaba por el resto del día, en la noche me regresaba a Canadá y quién sabe hasta cuando vuelva a la casa de Maju. Espero despedirme de todos.La casa estaba siendo arreglada por varias personas, el evento se prolongó hasta las cuatro, la parranda vallenata a la que nos tienen acostumbrado Alejandro es infaltable. Ahora eran las diez. La señora Carmen supervisaba el trabajo.—Buenos días, joven, ¿ya quiere desayunar?—Se lo agra
NataliaSeguía mirando a la nada a través de la ventana del apartamento, Pablo dormía, habíamos llegado a las dos de la mañana de los quince de Maco, quiso intimar, pero yo no quise. ¿Por qué me afectó tanto volver a ver a Guillermo?, trabajo con una de las mejores amigas de su madre y ya no sentía nada.Él intentó por todos los medios salvar la relación, yo lo amaba, pero no podía retener a alguien que ya no sentía lo mismo porque en alguna parte de nuestra preciosa relación nos perdimos. No tenía remordimiento al respecto, se intentó, y aunque me dolió en el alma, lo dejé libré, mentí esa tarde, le dije lo que él deseaba decirme… que a los dos se nos había acabado el amor.Volví a beber el chocolate que tenía en mi taza, ahora se veía diferente, aunque su esencia seguía igual; siempre tan caballero, tan respetuoso, una copia exacta de su tío en temperamento. Recuerdo lo mucho que me decía que el ser que más admiraba era a su tío, su padre, su amigo y mentor.En fin, no debería de te
Tres años después.SantosSalí del baño después de hacer ejercicio, si algo le agradecía a David era que nos inculcó el estado físico, y la ira que a los veinte desarrollé generándome tantos problemas, hasta el punto de que todos ellos me obligaron a practicar el Boxeo y Taekwondo. El primero fue como castigo por parte de César después de sacarme de la cárcel por haber formado un tropel.Pude haber salido en veinticuatro horas, pero para darme una lección llamaron a mis hermanas y ellas los apoyaron, por eso pasé una semana tras las rejas de esa comisaria.Todas mis hermanas me visitaron en esos días, llevaban comida, Maju y Regina también me visitaron a diario; mientras una daba consejos la otra solo regañaba.Pero ninguna movió un dedo, y aunque no entendí en los primeros tres días, al cuarto cuando el padre Castro fue a visitarme, comprendí cuanto me amaban. Yo era el desadaptado, yo era quien debía de poner un alto a mis desenfrenos o terminaría mal y haciéndole daños a seres que
GuillermoLlegué al aeropuerto, quería llegar a la casa, saludar a mi familia, pero con el retraso que tuvimos no tenía tiempo más que para llegar al hotel donde hice la reservación por la multinacional. Más bien llamo a mamá más tarde, y en la noche o más bien mañana los visito antes de tomar el vuelo de regreso a Canadá, para terminar el empalme con el nuevo gerente de ingenieros.Llegué al hotel, me registré, subí a la habitación, me bañé de rapidez y vestí. Mientras bajaba al salón de la conferencia llamé a mamá.—Hola, cariño.—Hola, mamá. ¿Cómo están todos?—Bien, nada diferente de ayer a hoy.—Estoy en Colombia, no te dije ayer que hablamos, porque quería darles la sorpresa, pero el vuelo tuvo un retraso de cuatro horas. Voy a ingresar a la capacitación de la compañía y no sé a qué horas termina, mañana los visito desde temprano.—¡Qué alegría verte, hijo! Mañana te espero con un delicioso desayuno.—¿Y me haces el almuerzo también?No suelo pensar en que la mujer sea quien coc
NataliaMe tomaron la declaración después de curar mis heridas, según lo que dijeron los paramédicos, Pablo parece tener costillas rotas y varios traumas y contusiones en el rostro. Dicen que no se podía desear el mal a nadie, pero yo sí se lo deseaba a Pablo.Ahora Guillermo estará detenido, quién sabe hasta cuando, por mi culpa. Mi hermano me iba a regañar, no debía reunirme con él. Tapé mi rostro con las manos, ya no aguantaba más.—Naty, —Santos ingresó a la habitación donde me tenían en la jefatura—. Ya llegó David y Carlos. ¿Quieres hablar? —negué y luego afirmé.Él podía ser una mierda con las chicas, pero jamás les mentía, en nuestra juventud, siempre le decía que no entregaba cariño, solo placer por un par de horas. Jamás en toda la universidad tuvo una novia. Solo eran mujeres para tener sexo. Sin embargo, cuando pasas a ser alguien importante en él, cuando él te considera especial, era un ser humano excepcional.Conmigo siempre fue un gran amigo y jamás, jamás me insinuó o
María ConstanzaNo había dejado de pensar en la razón por la cual le dije a mi padre que esta vez deseaba quedarme un año en Brasil. Mi madre volvió a mirarme de esa manera en la que decía: «no me trago ese cuento.» Ya se le había pasado su preocupación por mi interés descomunal por Santos. A tal punto que le averigüé toda la vida con mi mamá y Regina tres años atrás.Mientras pasaba el tiempo y llegaban mis padres me puse a mirar en internet escuelas para inscribirme y aprender sus platos típicos, también para justificar mi tiempo miré información en repostería. No era que me gustaran mucho hacer postres o tortas, pero esto era para un caso extremo.—Entonces pulguita, ¿te vas para Brasil y te quedarás donde Santos?Samuel se lanzó sobre mi cama, él trabajaba en una empresa petrolera en Barrancabermeja, el año pasado se graduó y hace unos seis meses consiguió trabajo; lo hacía de lunes a jueves, el fin de semana lo pasa aquí.—El chisme como corre. Salta aquí sapito.—No jodas, pulga
SantosCené en casa de los Guzmán, César fue por su hija y yo pasé por el hotel a buscar mi maleta y cancelar mi estadía como la de Guillermo. Con las dos maletas me dirigí al aeropuerto. Al llegar al área internacional vi a toda la familia Abdala L’Charme, ellos eran una familia perfecta, con todos los problemas que puedan o pudieron tener, pero se apoyaban.Desde lejos vi cómo César abrazaba a Maju que me pareció, estaba llorando y los dos hermanos abrazaban a una pequeña que… Madre de mi alma, ¿en qué momento se le desarrolló ese trasero a esa niña?, su cabellera castaña le caía hasta el finalizar de su espalda. «Ya no es una niña, ahora es una joven mayor de edad.»—Buenas noches.Los mayores me saludaron, luego le di la mano a Julián, trabaja desde que se graduó con su padre en la constructora.—Qué alegría verte Santos, sobra decirte, si vez algún zarrapastroso interesado en mi preciosa pigmea mandas una foto y su nombre ya sabes para qué. —soltamos una sonora carcajada.—La cui
María ConstanzaLlegamos a la sala de espera en un silencio un tanto incómodo. Cada vez que cruzábamos la mirada sonreía cordialmente, para luego seguir mirando su celular. No sé por qué mi corazón seguía acelerado, tanto que parece que tuviera una arritmia cardíaca.De reojo lo miraba, tenía el buzo a medio brazo y… los vellos en sus brazos me gustaron, me dieron ganas de tocárselos. «Contrólate, María Constanza, ya ha pasado una hora desde que nos sentamos en la sala de espera y no ha hablado, eres un cero a la izquierda.» —La ansiedad me ganó y cuando estaba así, necesitaba un chocolate. Tomé el morral y me levanté.—¿A dónde vas?Como una tonta me sonrojé, su voz era… «Deja la estupidez Maco, porque debes bajarte de esa extraña nube en la que te subiste tu solita, no eres mujer de su liga.»—A comprar unos chocolates. —Mi voz salió con timidez… «Estás jodida.»—¿Te dan nervios los aviones? —No.—Sí, un poco. —miró hacia el pasillo por el que ingresamos.—Sigue abierto, ¿te gusta