NataliaMe tomaron la declaración después de curar mis heridas, según lo que dijeron los paramédicos, Pablo parece tener costillas rotas y varios traumas y contusiones en el rostro. Dicen que no se podía desear el mal a nadie, pero yo sí se lo deseaba a Pablo.Ahora Guillermo estará detenido, quién sabe hasta cuando, por mi culpa. Mi hermano me iba a regañar, no debía reunirme con él. Tapé mi rostro con las manos, ya no aguantaba más.—Naty, —Santos ingresó a la habitación donde me tenían en la jefatura—. Ya llegó David y Carlos. ¿Quieres hablar? —negué y luego afirmé.Él podía ser una mierda con las chicas, pero jamás les mentía, en nuestra juventud, siempre le decía que no entregaba cariño, solo placer por un par de horas. Jamás en toda la universidad tuvo una novia. Solo eran mujeres para tener sexo. Sin embargo, cuando pasas a ser alguien importante en él, cuando él te considera especial, era un ser humano excepcional.Conmigo siempre fue un gran amigo y jamás, jamás me insinuó o
María ConstanzaNo había dejado de pensar en la razón por la cual le dije a mi padre que esta vez deseaba quedarme un año en Brasil. Mi madre volvió a mirarme de esa manera en la que decía: «no me trago ese cuento.» Ya se le había pasado su preocupación por mi interés descomunal por Santos. A tal punto que le averigüé toda la vida con mi mamá y Regina tres años atrás.Mientras pasaba el tiempo y llegaban mis padres me puse a mirar en internet escuelas para inscribirme y aprender sus platos típicos, también para justificar mi tiempo miré información en repostería. No era que me gustaran mucho hacer postres o tortas, pero esto era para un caso extremo.—Entonces pulguita, ¿te vas para Brasil y te quedarás donde Santos?Samuel se lanzó sobre mi cama, él trabajaba en una empresa petrolera en Barrancabermeja, el año pasado se graduó y hace unos seis meses consiguió trabajo; lo hacía de lunes a jueves, el fin de semana lo pasa aquí.—El chisme como corre. Salta aquí sapito.—No jodas, pulga
SantosCené en casa de los Guzmán, César fue por su hija y yo pasé por el hotel a buscar mi maleta y cancelar mi estadía como la de Guillermo. Con las dos maletas me dirigí al aeropuerto. Al llegar al área internacional vi a toda la familia Abdala L’Charme, ellos eran una familia perfecta, con todos los problemas que puedan o pudieron tener, pero se apoyaban.Desde lejos vi cómo César abrazaba a Maju que me pareció, estaba llorando y los dos hermanos abrazaban a una pequeña que… Madre de mi alma, ¿en qué momento se le desarrolló ese trasero a esa niña?, su cabellera castaña le caía hasta el finalizar de su espalda. «Ya no es una niña, ahora es una joven mayor de edad.»—Buenas noches.Los mayores me saludaron, luego le di la mano a Julián, trabaja desde que se graduó con su padre en la constructora.—Qué alegría verte Santos, sobra decirte, si vez algún zarrapastroso interesado en mi preciosa pigmea mandas una foto y su nombre ya sabes para qué. —soltamos una sonora carcajada.—La cui
María ConstanzaLlegamos a la sala de espera en un silencio un tanto incómodo. Cada vez que cruzábamos la mirada sonreía cordialmente, para luego seguir mirando su celular. No sé por qué mi corazón seguía acelerado, tanto que parece que tuviera una arritmia cardíaca.De reojo lo miraba, tenía el buzo a medio brazo y… los vellos en sus brazos me gustaron, me dieron ganas de tocárselos. «Contrólate, María Constanza, ya ha pasado una hora desde que nos sentamos en la sala de espera y no ha hablado, eres un cero a la izquierda.» —La ansiedad me ganó y cuando estaba así, necesitaba un chocolate. Tomé el morral y me levanté.—¿A dónde vas?Como una tonta me sonrojé, su voz era… «Deja la estupidez Maco, porque debes bajarte de esa extraña nube en la que te subiste tu solita, no eres mujer de su liga.»—A comprar unos chocolates. —Mi voz salió con timidez… «Estás jodida.»—¿Te dan nervios los aviones? —No.—Sí, un poco. —miró hacia el pasillo por el que ingresamos.—Sigue abierto, ¿te gusta
GuillermoNo sabía cómo acomodarme en este camastro, al menos Carlos logró que me dejaran en esta comisaria y me dieron una celda solo, esperaba salir esta semana. Un oficial tocó los barrotes.—Tienes visita.¿Serán mis padres? Al levantarme me quedé detenido a un paso de los barrotes, no pude dar un paso más. Natalia se encontraba frente a mí con todo su bello rostro magullado y en ese momento me sentí tan bien de haber mandado a ese hijo de puta a la clínica. Me acerqué despacio, pasé los brazos por los barrotes para alcanzarla.—Perdóname, por meterte en tal situación.Negué. Mi mano acarició su rostro con delicadeza, mis dedos pasaron la hinchazón de su rostro, y una descarga de energía recorrió todo mi cuerpo. ¿Otra vez?—Por mí no te preocupes, pronto me sacarán, —era muy temprano y hoy lunes debía de tener trabajo en su consultorio—. ¿Vas a seguir con ese imbécil?—No tengo nada con él desde hace casi cuatro años, —arrugué mi rostro—. Ya no teníamos vida íntima en el quinceañe
SantosMiraba a la joven completamente desconcertada por lo que había dicho.—Sí, señorita, habrá reglas. Pero las hablamos en la noche, a mi regreso.—Bien.Se quitó la chaqueta y vi que tenía la cadena que le había regalado en sus quince. No entendí por qué ese simple gesto me agradó.—¿La conservaste? —Pero algo muy en el fondo se regocijó al vérsela.—¿Qué cosa? —señalé y volvió a sonreír.—Lo había prometido, fue una ofrenda de paz. ¿Lo recuerdas?—La ofrenda fue el pan con el chocolate. —volvimos a sonreír.—No fue suficiente en ese momento. —Sus ojos eran lindos.—Eras una niña… bueno, sigues siéndolo, pero a ustedes les gustan todos esos accesorios que usan la juventud ahora. Yo lo vi como una promesa sin fundamento. La verdad… ¿Nunca te la has quitado? O ¿solo te lo pusiste porque te acordaste?—Jamás me la he quitado, eso lo puedes comprobar en todas las reuniones, videos y testimonio de la familia. Y no fue promesa sin fundamento. Puedo tener corta edad, pero cumplo siempre
SantosTenía un puto cansancio. Vi salir a la jovencita que me puso a pensarla más de lo habitual, algo que jamás había hecho en mi vida. La tuve en mi cabeza toda la tarde y sin duda concluí que era intocable. Respetaba mucho a su familia, no me perdonaría el decepcionar a Maju o perder la confianza de un señor al cual veo como un padre como lo había sido César y no iba a dañar a alguien inocente.Solo por el simple hecho de tener unos ojos precisos y era una diosa encarnada en ese cuerpo que aunque pequeño no le quitaba lo bello. De todo lo pensado del día, me dije que en esta ocasión no podía hacer lo que solía cuando veía a una mujer bonita para llevármela a la cama. Como no suelo volver a verlas, desplegaba mi conquista y listo.Con ella era imposible, la veré por un año. Espero poder controlar el deseo de tocarle el trasero. Ella era diferente. Espero en un par de días se pase. Sonreí, al verla caminar hacia el auto, ingresó.—Hola, ¿qué tal el trabajo?—Hola, muy agotador.Arra
SantosComo una plasta de mierda me sentía, las cagué de todas las maneras posibles y no había excusa. Esa jovencita tenía toda la razón del caso. El corazón me bombeaba de una manera diferente, vi tanta decepción en su mirada y para colmo era tan madura, me ofreció comida, ¡hizo comida para mí!, después de dejarla tirada como si no fuera importante y era la hija de dos personas a las cuales apreciaba mucho en mi vida.No podía permitir que se fuera, ¡mierda! ¿Ahora qué hago? Guille no tiene celular, no me podía comunicar con él y si pudiera me daría una paliza, la cual merecía con todas las de la ley. Llegué a la habitación, el cuarto de María Constanza quedaba al frente, me quité la ropa, me bañé, me puse un pantalón con los que acostumbro a practicar mis artes marciales. Sonó mi celular y era un número desconocido.—¿Sí?—Hola, ¿ya estás por llegar? —¿La italiana?— Te estoy esperando.—Lo siento no puedo ir. —escuché silencio—. Buenas noches.—¿Vas a dejarme plantada? Dijiste que v