Capítulo 12 - Discordia

María Constanza

Llegamos a la sala de espera en un silencio un tanto incómodo. Cada vez que cruzábamos la mirada sonreía cordialmente, para luego seguir mirando su celular. No sé por qué mi corazón seguía acelerado, tanto que parece que tuviera una arritmia cardíaca.

De reojo lo miraba, tenía el buzo a medio brazo y… los vellos en sus brazos me gustaron, me dieron ganas de tocárselos.

«Contrólate, María Constanza, ya ha pasado una hora desde que nos sentamos en la sala de espera y no ha hablado, eres un cero a la izquierda.» —La ansiedad me ganó y cuando estaba así, necesitaba un chocolate. Tomé el morral y me levanté.

—¿A dónde vas?

Como una tonta me sonrojé, su voz era… «Deja la estupidez Maco, porque debes bajarte de esa extraña nube en la que te subiste tu solita, no eres mujer de su liga.»

—A comprar unos chocolates. —Mi voz salió con timidez… «Estás jodida.»

—¿Te dan nervios los aviones? —No.

—Sí, un poco. —miró hacia el pasillo por el que ingresamos.

—Sigue abierto, ¿te gusta
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