Capítulo 20 - Mantener la distancia

María Constanza

Por la virgencita del Carmen, como dice mi nana. Este hombre era una escultura, y por tonta me sonrojé al verlo. Menos mal se fue, ayer decidí no darle mente y aceptar que nunca tendré nada con él, y hoy se me presenta así, mi cuerpo que nunca había sentido este tipo de sensaciones se encendió y agitó.

Ingresé a la cocina para tomar un poco de agua y cuando me calmé comencé a empacar nuestro almuerzo… «Mi niña, me alegra que te gusté la cocina. No sabes el amor que se puede dar por medio de ella. Así mujeres y hombres le huyan, pero es el medio más efectivo para conquistar, sanar y llenar corazones.» —eso dijo mi nana Carmen una vez. Sonreí ante mi tontería de ganármelo por el estómago.

¿Y sigo pensando en ganármelo? Menos mal cuando compramos las cosas para acondicionar la cocina, incluí recipientes especiales para llevar almuerzos, supongo tiene una secretaria y debe ser despampanante… ¿Tendrá sexo con ella? «¡Y a ti qué te importa!», guardé todo.

Me senté a desayuna
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