María ConstanzaYa pasó la semana de incapacidad, pero aun la raspadura se veía horrible, la única diferencia era que ya no tenía la pierna, ni la rodilla hinchada. Santos me llevaba y Bryon me traía en la tarde si él no alcanzaba a buscarme. Hasta ahora no sé qué pensar ante su comportamiento, Naty dice que él jamás lo había hecho, y muy seguro lo hacía por el respeto a mis padres.Y para colmo, hoy por estar de terca, me resbalé en la piscina y lastimé de nuevo, no he podido hacer la cena, gracias a Dios él no ha llegado de su trabajo, me ve con la rodilla llena de sangre y va a regañarme de nuevo. —comencé a limpiar mi pierna de la escandalosa sangre.Me perdí en mis pensamientos analizando en lo que había pasado desde que llegué. Como su extraña actitud de chatear conmigo, así sea para sacarme el mal genio. Miré la herida, la cual no dejaba de sangrar. Menos mal no se encontraba porque esto le daría cuerda para decirme una vez más que las motos eran un peligro.Y que nunca le hago
María ConstanzaMe terminé de vestir, tenía hambre, iba a mirar que me preparaba, y debía enfrentar la vergüenza. Pero lo cierto fue que sentí todas las señales en el ambiente de que iba a besarme. Sin embargo, solo era ilusión mía. —puse mis manos en mis mejillas para enfriarlas un poco.Su habitación estaba abierta, en ese momento sonó un celular en mi cuarto, me regresé y sonaba desde el saco que seguía en la cama. Lo tomé y con el aparato sonando salí a buscarlo en el inmenso apartamento. Vaya manera de enfriar la vergüenza, pero enfrentarlo era la mejor manera. Lo encontré en el gimnasio, señor de todo lo sagrado, verlo practicar artes marciales y darle puños y patadas a ese saco, me hizo botar baba. De manera literal. —Su celular volvió a sonar y ahí se percató de mi presencia, tomó una toalla gris, se secó la cara y el cuello.—María Constanza no debes caminar o te lastimarás la rodilla de nuevo.Llegó a mi lado, él tan cerca y yo en pantuflas, alcé por completo mi rostro para
María ConstanzaSantos me evadió todo el fin de semana. Pero tenía el sentir de que le intereso, y eso me hacía quererlo más y más. Para él era una persona importante, si no lo fuera hace rato me habría llevado a su cama y eso era lo que había evitado. No era ciega y notaba su mirada constantemente. Viéndolo bien, ya con la mente fría, debía convertirme en una persona indispensable en su vida. Esa era la manera de ingresar a su mundo. —¿Nos inscribimos puntito?Le torcí los ojos a Bryon, ese era mi nuevo apodo en el gran repertorio a lo largo de mi existencia: todo gracias a mi baja estatura. También era culpable de eso, por bocona. En unos de nuestros descansos dije que no se pusiera al lado, ya que me veré como un punto y desde ahí me decía así.—¿Quieres que estemos esos dos días bajo la presión de un chef y compitiendo?—Es aquí mismo en la academia, por dos días no soportaremos la presión y los gritos de un chef en las tardes, después de clase, el jueves es el enfrentamiento fin
Santos.Terminé de enviar el correo a los directivos; presentando el balance y los estados financieros de la empresa, la cual iba muy bien. Doña Lolita ingresó a la oficina. —Señor Domínguez, ya la oficina del señor Guzmán está lista, tanto la gerencial en este piso como la de ingenieros en la planta.—Eres lo más eficiente que he podido contratar.—Adulador, —le sonreí—. Mañana sale el vuelo en la noche y estará llegando en la tarde del sábado, son casi veinte horas de vuelo. Ya le pasé la información de él.—Si es bastante jarto el vuelo. Gracias por todo.—Ahora ¿vamos a almorzar? —Las tripas sonaron de solo imaginarme la delicia que veré en el plato de mi secretaria—. Debe decirle a su novia que no le haga comida.—¡No es mi novia!, es una intensa… mejor pida mi comida y caliente la que le traje.«Ojalá nunca te arrepientas Santos, es una cagada lo que haces.» —bendita conciencia. Cuando sonó el teléfono interno era para anunciar que me presentara en el área de alimentos, salí de
María ConstanzaNo sé qué pensar, pero me dio a entender que no le gustaban mis preparaciones de comida, y no era obligación gustarle, sin embargo, había fingido muy bien en las cenas… ¡Dios!, solo espero no haber hecho el ridículo ante esas personas. Desde que salí siento unas terribles ganas de llorar, pero no iba a hacerlo.El taxi se detuvo frente al edificio donde vivo, le pagué y miré hacia el último piso, aún tenía la piel erizada y esas corrientes que en ocasiones te suceden y no era por la emoción, era por el antagónico a esa palabra, si subo me iba a poner a llorar, miré a un lado una calle y era un largo camino lleno de edificios, al otro lado igual.Tampoco tenía cerca al padre Castro para correr y hablar con él. Sin embargo, necesitaba hablar, tenía en mi cabeza un sinnúmero de teorías, hipótesis, conclusiones verdaderas o erróneas… pero no sé qué hacer, seguía en la acera, mirando el edificio.—Jovencita, ¿se encuentra bien?Al mirar a quién me llamó, eran tres señoras d
SantosNo sé cómo podré ver de nuevo a María Constanza, no pude trabajar, no pude concentrarme. Su mirada triste me taladraba la cabeza. Supongo que se encontrará en el apartamento, y se entregó al llanto por mi culpa. Bajé del auto, subí al ascensor, saqué las llaves del apartamento y al ingresar todo estaba oscuro.«Se fue.» —Mi corazón experimentó un tsunami de emociones nunca vividas. Corrí a su habitación «que no se haya ido, por favor que no se haya ido», al encender la luz vi que todo estaba en su puesto, su ropa en el armario, sus artículos personales y una parte de algo en mí, la cual no sabía que se podía salir del cuerpo regresó; la tranquilidad. Mi corazón empezó a retumbar.Salí de su habitación, volví a la sala y desde ahí vi ese inmenso apartamento solo, «siempre has estado solo», —eso era verdad, siempre había vivido solo, pero ese aroma que salía de la cocina ahora ya no estaba, mirar todo limpio, como si no existiera nadie… ¿Qué estás haciendo conmigo María Constanza
María ConstanzaEstaba despierta desde hace como una hora, era la costumbre por levantarme a preparar la comida, pero como no voy a cocinar voy a hacer ejercicio, Santos que se prepare su desayuno… y si hago el mío y lo dejo velando… ¡Ay, no!, él ayer hizo la cena. Se disculpó y él tenía su verdad, como me dijo la anciana. Mejor desayuno en la calle, vamos a castigarlo por unos días.Me puse el vestido de baño blanco y encima una licra y un top, una cola de caballo y mis tenis. Eran las cuatro de la mañana, hoy sábado no acostumbra a ejercitarse tan temprano, luego nadaré un rato. Me puse, los audífonos, pasé por la piscina mientras buscaba que música poner para ejercitarme y subí al segundo piso e ingresé al gimnasio.Puse el celular sobre la corredora, programé la velocidad para correr un poco, en ese momento me llamó Natalia. ¿Le habrá pasado algo? Era muy temprano.—Perdón que te llame a estas horas de la madrugada. ¿Estabas dormida?—Hola, Naty. Para nada, hago ejercicios.—Al me
GuillermoDurante todo el viaje, para ser más exacto, durante todo este tiempo había pensado mucho en lo que podía pasar con Natalia. Desde que la volví a ver en los quince de Maco, no la sacaba de mi pensamiento, de haber sabido cómo la trataba ese tipo… jamás habría permitido que le pegaba y la trataba de esa manera, en fin.Esperemos que la relación se dé como debe darse. Pero no iba a desperdiciar la oportunidad, como me dijo el padre Castro. Una vez salí de la cárcel fui a visitarlo, para agradecerle que en mi encierro sacó tiempo para visitarme. Iba a tomar su consejo, este reencuentro fue un aviso del cielo. Santos me esperaba, nos saludamos fraternalmente.—Por fin llegas a Brasil.Subí mis dos maletas en su auto. Natalia se estaba quedando en el apartamento que la empresa me puso a disposición, y eso me tiene con los cojones al borde, no sé cómo será mi vida con ella a mi lado de nuevo.—Casi que no llego.—Me alegra tenerte cerca Guille.—Santos, ¿demos ir a tomar algo, ante