María ConstanzaLlegué al apartamento y Natalia se estaba preparando un café.—¡Maco! —Nos abrazamos, en mi grado fue la última vez que la vi.—¡Naty! Qué alegría tenerte en Brasil. Así no me siento sola. Regálame un momento y me cambio.No me demoré mucho. Me di un baño de rapidez, me puse una sudadera, para estar en la casa cómoda y un top, ya que no llegará Santo hasta el lunes. Salí a buscarla para hablar un buen rato.—Ahora sí. Cuéntame, ¿qué haces por estos lares?—Santos no te dijo nada. —negué.—A ese hombre hay que sacarles las palabras. Y casi siempre termino regañándolo y él imponiendo. Esta semana ha sido extraña. Sé la situación de Guille, que tu esposo te pegó. Pero no sé por qué estás aquí.—Debe ser difícil convivir con Santos, él es extrañamente un ermitaño.—Tú lo conoces más que yo, me ha parecido un patán.—También.—No hablemos de él, al menos pasaremos cuatro días sin su presencia. Cuéntame de ti, ¿tu marido cómo sigue?—La historia es para largo. Y no lo vas a
GuillermoNo puedo evitar que los nervios me invadieran por momentos, así mi familia me esté apoyando, el único que no vino al tribunal fue Salvador, pero mis padres y mis hermanos mayores se encontraban aquí. Ver a Adara dejar sus clases de la especialización y su trabajo para darme su apoyo y quedarse a mi lado solo había hecho que la apreciara más de lo que ya lo hacía.Carlos se veía muy tranquilo, debería imitarlo, pero no era fácil. Nos levantamos una vez ingresó el juez y se hicieron las presentaciones. Miré a mi espalda y estaban todas las personas a las que considero mis tíos y mi amigo. No vi a Natalia… ¿Por ser testigo no debe estar en la sala?—Carlos, ¿Natalia se encuentra en otro lugar? —quería verla, quería volver a ver esos ojos negros.—Ya va a comenzar.Esa respuesta no me dio tranquilidad. El demandante comenzó a levantar los cargos por intento de asesinato, —miré a Carlos, él seguía tranquilo—. Debía confiar, él me sacará de esta. Si ganó el caso de Alejo cuando ap
NataliaHabía pasado una semana, Santos llegó el viernes en la tarde de la semana pasada, no demoró mucho en Colombia. Nos sorprendió cuando lo vimos y justo nosotras llegábamos en la moto que acababa de comprar Maco. La cara de Santos al vernos parquear a un lado de su carro fue monumental.Jamás lo había visto de esa manera. Aunque tenía varios años en no compartir con ellos, pero sí pasamos toda la universidad y algunos años posteriores a ella siendo inseparables. Fue evidente que Maco lo descomponía de alguna manera. Él jamás se molestaba, era muy difícil hacerlo interesar en algo, lo único importante eran sus amigos de cautiverio y su familia en donde entra Guillermo, la persona que lo salvó y punto. Nadie más, solo ellos.Varias amigas mías de la universidad botaban la baba por él, me lloraron más de una cada vez que las tomaba por una hora para intimar y punto. Jamás las cortejaba, jamás las llamaba por el nombre, nunca fue atento; fue, y era un patán. No fue necesario escuchar
María ConstanzaYa pasó la semana de incapacidad, pero aun la raspadura se veía horrible, la única diferencia era que ya no tenía la pierna, ni la rodilla hinchada. Santos me llevaba y Bryon me traía en la tarde si él no alcanzaba a buscarme. Hasta ahora no sé qué pensar ante su comportamiento, Naty dice que él jamás lo había hecho, y muy seguro lo hacía por el respeto a mis padres.Y para colmo, hoy por estar de terca, me resbalé en la piscina y lastimé de nuevo, no he podido hacer la cena, gracias a Dios él no ha llegado de su trabajo, me ve con la rodilla llena de sangre y va a regañarme de nuevo. —comencé a limpiar mi pierna de la escandalosa sangre.Me perdí en mis pensamientos analizando en lo que había pasado desde que llegué. Como su extraña actitud de chatear conmigo, así sea para sacarme el mal genio. Miré la herida, la cual no dejaba de sangrar. Menos mal no se encontraba porque esto le daría cuerda para decirme una vez más que las motos eran un peligro.Y que nunca le hago
María ConstanzaMe terminé de vestir, tenía hambre, iba a mirar que me preparaba, y debía enfrentar la vergüenza. Pero lo cierto fue que sentí todas las señales en el ambiente de que iba a besarme. Sin embargo, solo era ilusión mía. —puse mis manos en mis mejillas para enfriarlas un poco.Su habitación estaba abierta, en ese momento sonó un celular en mi cuarto, me regresé y sonaba desde el saco que seguía en la cama. Lo tomé y con el aparato sonando salí a buscarlo en el inmenso apartamento. Vaya manera de enfriar la vergüenza, pero enfrentarlo era la mejor manera. Lo encontré en el gimnasio, señor de todo lo sagrado, verlo practicar artes marciales y darle puños y patadas a ese saco, me hizo botar baba. De manera literal. —Su celular volvió a sonar y ahí se percató de mi presencia, tomó una toalla gris, se secó la cara y el cuello.—María Constanza no debes caminar o te lastimarás la rodilla de nuevo.Llegó a mi lado, él tan cerca y yo en pantuflas, alcé por completo mi rostro para
María ConstanzaSantos me evadió todo el fin de semana. Pero tenía el sentir de que le intereso, y eso me hacía quererlo más y más. Para él era una persona importante, si no lo fuera hace rato me habría llevado a su cama y eso era lo que había evitado. No era ciega y notaba su mirada constantemente. Viéndolo bien, ya con la mente fría, debía convertirme en una persona indispensable en su vida. Esa era la manera de ingresar a su mundo. —¿Nos inscribimos puntito?Le torcí los ojos a Bryon, ese era mi nuevo apodo en el gran repertorio a lo largo de mi existencia: todo gracias a mi baja estatura. También era culpable de eso, por bocona. En unos de nuestros descansos dije que no se pusiera al lado, ya que me veré como un punto y desde ahí me decía así.—¿Quieres que estemos esos dos días bajo la presión de un chef y compitiendo?—Es aquí mismo en la academia, por dos días no soportaremos la presión y los gritos de un chef en las tardes, después de clase, el jueves es el enfrentamiento fin
Santos.Terminé de enviar el correo a los directivos; presentando el balance y los estados financieros de la empresa, la cual iba muy bien. Doña Lolita ingresó a la oficina. —Señor Domínguez, ya la oficina del señor Guzmán está lista, tanto la gerencial en este piso como la de ingenieros en la planta.—Eres lo más eficiente que he podido contratar.—Adulador, —le sonreí—. Mañana sale el vuelo en la noche y estará llegando en la tarde del sábado, son casi veinte horas de vuelo. Ya le pasé la información de él.—Si es bastante jarto el vuelo. Gracias por todo.—Ahora ¿vamos a almorzar? —Las tripas sonaron de solo imaginarme la delicia que veré en el plato de mi secretaria—. Debe decirle a su novia que no le haga comida.—¡No es mi novia!, es una intensa… mejor pida mi comida y caliente la que le traje.«Ojalá nunca te arrepientas Santos, es una cagada lo que haces.» —bendita conciencia. Cuando sonó el teléfono interno era para anunciar que me presentara en el área de alimentos, salí de
María ConstanzaNo sé qué pensar, pero me dio a entender que no le gustaban mis preparaciones de comida, y no era obligación gustarle, sin embargo, había fingido muy bien en las cenas… ¡Dios!, solo espero no haber hecho el ridículo ante esas personas. Desde que salí siento unas terribles ganas de llorar, pero no iba a hacerlo.El taxi se detuvo frente al edificio donde vivo, le pagué y miré hacia el último piso, aún tenía la piel erizada y esas corrientes que en ocasiones te suceden y no era por la emoción, era por el antagónico a esa palabra, si subo me iba a poner a llorar, miré a un lado una calle y era un largo camino lleno de edificios, al otro lado igual.Tampoco tenía cerca al padre Castro para correr y hablar con él. Sin embargo, necesitaba hablar, tenía en mi cabeza un sinnúmero de teorías, hipótesis, conclusiones verdaderas o erróneas… pero no sé qué hacer, seguía en la acera, mirando el edificio.—Jovencita, ¿se encuentra bien?Al mirar a quién me llamó, eran tres señoras d