SantosAhora lo ocurrido en la mañana… Al salir de mi habitación ella tenía el desayuno listo. Recreé lo sucedido.—Buenos días, —me sonrió—. ¿Entonces te quedas? —Anoche se hizo la interesante y no dio respuesta.—Sí, pero una plantada de nuevo y ni el forro me verás.—Entendido. —sonreí.Se dio la vuelta y mi ojo pernicioso se fue a ese culazo, tenía una sudadera puesta. Siempre me habían gustado las mujeres con buen trasero, pero María Constanza tenía el culo perfecto. —Siéntate, hice el desayuno. —La miré extrañado. —No tienes que hacerlo.—Santos, yo no tolero el comer fuera de casa, y preparar comida para mí sola tampoco es de mucho agrado. Tú debes de desayunar, yo no tengo problema en cocinar. Mañana empiezo clases. —Bien, y gracias.Terminé incauto en la mesa y ella trajo frutas, una tortilla con varios ingredientes que se veía deliciosa y arepas santandereanas, —no tenía idea la emoción que me dio al ver las arepas que hacía mi mamá. Se sentó a mi lado.—¿No te gustan?—M
María ConstanzaPor la virgencita del Carmen, como dice mi nana. Este hombre era una escultura, y por tonta me sonrojé al verlo. Menos mal se fue, ayer decidí no darle mente y aceptar que nunca tendré nada con él, y hoy se me presenta así, mi cuerpo que nunca había sentido este tipo de sensaciones se encendió y agitó.Ingresé a la cocina para tomar un poco de agua y cuando me calmé comencé a empacar nuestro almuerzo… «Mi niña, me alegra que te gusté la cocina. No sabes el amor que se puede dar por medio de ella. Así mujeres y hombres le huyan, pero es el medio más efectivo para conquistar, sanar y llenar corazones.» —eso dijo mi nana Carmen una vez. Sonreí ante mi tontería de ganármelo por el estómago.¿Y sigo pensando en ganármelo? Menos mal cuando compramos las cosas para acondicionar la cocina, incluí recipientes especiales para llevar almuerzos, supongo tiene una secretaria y debe ser despampanante… ¿Tendrá sexo con ella? «¡Y a ti qué te importa!», guardé todo.Me senté a desayuna
SantosNo puedo concentrarme, desde anoche María Constanza solo dijo: «¡Ups!» Y se fue a dormir, no me dijo quién era ese tal Bryon y esta mañana que la dejé frente al lugar donde toma sus clases, un joven la recibió con una gran sonrisa y le desordenó el cabello. Lo bueno es que le tomé un par de fotos al hombre.No son celos, solo sigo instrucciones de César y los hermanos, me pidieron que les mandara fotos para investigar y ver si no tiene malas intenciones. Puede que la gente lo vea excesivo, pero quienes han sufrido un secuestro personalmente en mi caso o cercano como le pasó a César, uno toma medidas.Cuando llegue le informo. Pero eso no quiere decir que no me sienta incómodo con la familiaridad que tiene con una persona la cual conoció el día de ayer. «¡Ups!» Solo eso dijo, no tenía idea del significado, no comprendo en este caso ese «ups». Sonó mi celular y era Naty.—Hola, Natalia. ¿Cómo estás?—Hola, Santos. Bien en lo que respecta. Con muchos nervios por lo de mañana.—No
María ConstanzaLlegué al apartamento y Natalia se estaba preparando un café.—¡Maco! —Nos abrazamos, en mi grado fue la última vez que la vi.—¡Naty! Qué alegría tenerte en Brasil. Así no me siento sola. Regálame un momento y me cambio.No me demoré mucho. Me di un baño de rapidez, me puse una sudadera, para estar en la casa cómoda y un top, ya que no llegará Santo hasta el lunes. Salí a buscarla para hablar un buen rato.—Ahora sí. Cuéntame, ¿qué haces por estos lares?—Santos no te dijo nada. —negué.—A ese hombre hay que sacarles las palabras. Y casi siempre termino regañándolo y él imponiendo. Esta semana ha sido extraña. Sé la situación de Guille, que tu esposo te pegó. Pero no sé por qué estás aquí.—Debe ser difícil convivir con Santos, él es extrañamente un ermitaño.—Tú lo conoces más que yo, me ha parecido un patán.—También.—No hablemos de él, al menos pasaremos cuatro días sin su presencia. Cuéntame de ti, ¿tu marido cómo sigue?—La historia es para largo. Y no lo vas a
GuillermoNo puedo evitar que los nervios me invadieran por momentos, así mi familia me esté apoyando, el único que no vino al tribunal fue Salvador, pero mis padres y mis hermanos mayores se encontraban aquí. Ver a Adara dejar sus clases de la especialización y su trabajo para darme su apoyo y quedarse a mi lado solo había hecho que la apreciara más de lo que ya lo hacía.Carlos se veía muy tranquilo, debería imitarlo, pero no era fácil. Nos levantamos una vez ingresó el juez y se hicieron las presentaciones. Miré a mi espalda y estaban todas las personas a las que considero mis tíos y mi amigo. No vi a Natalia… ¿Por ser testigo no debe estar en la sala?—Carlos, ¿Natalia se encuentra en otro lugar? —quería verla, quería volver a ver esos ojos negros.—Ya va a comenzar.Esa respuesta no me dio tranquilidad. El demandante comenzó a levantar los cargos por intento de asesinato, —miré a Carlos, él seguía tranquilo—. Debía confiar, él me sacará de esta. Si ganó el caso de Alejo cuando ap
NataliaHabía pasado una semana, Santos llegó el viernes en la tarde de la semana pasada, no demoró mucho en Colombia. Nos sorprendió cuando lo vimos y justo nosotras llegábamos en la moto que acababa de comprar Maco. La cara de Santos al vernos parquear a un lado de su carro fue monumental.Jamás lo había visto de esa manera. Aunque tenía varios años en no compartir con ellos, pero sí pasamos toda la universidad y algunos años posteriores a ella siendo inseparables. Fue evidente que Maco lo descomponía de alguna manera. Él jamás se molestaba, era muy difícil hacerlo interesar en algo, lo único importante eran sus amigos de cautiverio y su familia en donde entra Guillermo, la persona que lo salvó y punto. Nadie más, solo ellos.Varias amigas mías de la universidad botaban la baba por él, me lloraron más de una cada vez que las tomaba por una hora para intimar y punto. Jamás las cortejaba, jamás las llamaba por el nombre, nunca fue atento; fue, y era un patán. No fue necesario escuchar
María ConstanzaYa pasó la semana de incapacidad, pero aun la raspadura se veía horrible, la única diferencia era que ya no tenía la pierna, ni la rodilla hinchada. Santos me llevaba y Bryon me traía en la tarde si él no alcanzaba a buscarme. Hasta ahora no sé qué pensar ante su comportamiento, Naty dice que él jamás lo había hecho, y muy seguro lo hacía por el respeto a mis padres.Y para colmo, hoy por estar de terca, me resbalé en la piscina y lastimé de nuevo, no he podido hacer la cena, gracias a Dios él no ha llegado de su trabajo, me ve con la rodilla llena de sangre y va a regañarme de nuevo. —comencé a limpiar mi pierna de la escandalosa sangre.Me perdí en mis pensamientos analizando en lo que había pasado desde que llegué. Como su extraña actitud de chatear conmigo, así sea para sacarme el mal genio. Miré la herida, la cual no dejaba de sangrar. Menos mal no se encontraba porque esto le daría cuerda para decirme una vez más que las motos eran un peligro.Y que nunca le hago
María ConstanzaMe terminé de vestir, tenía hambre, iba a mirar que me preparaba, y debía enfrentar la vergüenza. Pero lo cierto fue que sentí todas las señales en el ambiente de que iba a besarme. Sin embargo, solo era ilusión mía. —puse mis manos en mis mejillas para enfriarlas un poco.Su habitación estaba abierta, en ese momento sonó un celular en mi cuarto, me regresé y sonaba desde el saco que seguía en la cama. Lo tomé y con el aparato sonando salí a buscarlo en el inmenso apartamento. Vaya manera de enfriar la vergüenza, pero enfrentarlo era la mejor manera. Lo encontré en el gimnasio, señor de todo lo sagrado, verlo practicar artes marciales y darle puños y patadas a ese saco, me hizo botar baba. De manera literal. —Su celular volvió a sonar y ahí se percató de mi presencia, tomó una toalla gris, se secó la cara y el cuello.—María Constanza no debes caminar o te lastimarás la rodilla de nuevo.Llegó a mi lado, él tan cerca y yo en pantuflas, alcé por completo mi rostro para