Capítulo 59 - Nadie tiene derecho a quitarme la felicidad

María Constanza

Las nuevas sensaciones y experiencias me tenían a punto de gritar en el carro de Santos, —menos mal íbamos por una autopista a una velocidad considerable, me había acomodado para que le fuera más fácil acariciar mis pliegues y yo poder tocarlo, aunque por la experiencia de él, logró en menos tiempo hacerme gritar y convulsionar. Una vez logró satisfacerme, sacó los dedos y los lamió.

—Eres deliciosa,

Mis mejillas se sonrojaron más de lo que ya estaban por el orgasmo recibido. Me encontraba completamente mojada y el vestido recibió los estragos de la liberación. Sentí que mis mejillas se calentaron mucho más.

» ¿Puedo saber la razón de tu nuevo sonrojo?

—El sexo sin duda es increíble.

—Es delicioso, —era mi turno, acaricié sobre su pantalón de lino su erecto pene—. Estoy conduciendo jovencita… —soltó un gemido cuando le apreté un poco su grueso falo.

—Me dijiste que cuando deseara algo lo hiciera.

—Aprendes demasiado rápido y… —volvió a gemir y sonreí con deleite—. Algo
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