María ConstanzaMe removí entre los brazos de Santos, tenía molestia menstrual, no demorará en llegarme el periodo y con ello el fin de mi acuerdo con el hombre que me tenía en sus brazos o el inicio de una relación formal y duradera. —fueron tres meses de ensueño, por momentos pensaba que no había trato entre nosotros, ha sido una relación preciosa.Hoy decidimos quedarnos en casa una vez más, sin salir a ninguna parte. De hecho, tenemos tres semanas pasando los fines de semana en casa, él trabajando en las empresas de Colombia, y yo encargándome de la casa, parecemos una pareja de esposos. Y no lo iba a negar que eso me tenía encantada.No había un lugar del apartamento que no tuviera el recuerdo de nuestros cuerpos sudorosos y jadeantes. Me encantaba verlo con sus lentes para el computador y sentado frente a su portátil, vestido con ropa deportiva mientras analizaba los balances de las empresas de marroquinería, las acciones que tenía, como las ganancias de la finca que tenía.Mien
SantosDesde que inició el fin de semana la tensión se fue formando entre nosotros y era sin duda el fin de nuestro convenio. Y lo quería proponerle a mi pulga algo, pero no sé si le agrade. Sin embargo, era de la manera en como yo me sentía cómodo. Le había dado vueltas y vueltas a la situación y no podía animarme a decirle a María Constanza mi sentir.—Vaya, te veo peor que yo, y eso que tienes a tu mujer a tu lado.—No es mi mujer, hasta ayer fue mi novia.Le respondí a Guillermo, quien cerró la puerta de la oficina. Puso a un lado su portacomidas, al no estar Natalia mi pulga le envió el almuerzo hoy.—Dile a Maco que cocina como los dioses.Al mediodía me había escrito para decirme que su amigo la había dejado en el apartamento, ya terminó clases y eso solo significa que se quedará en Colombia ahora que viajemos para la boda de Guille.—Se lo diré. ¿Cómo se encuentra Naty? —Su sonrisa fue genuina—. Natalia siempre fue para ti.—Como Maco lo es para ti, Santos, ten cuidado con lo
María ConstanzaNo iba a negarlo mi corazón quería salirse del pecho, por lo dicho todo se fue al fregadero. Su actitud me dio a entender que el acuerdo se mantenía, él quería seguir, solo que no era como lo había esperado. Desde que salió de la habitación no puedo controlar mis nervios, la piel no dejaba de enviarme corrientes nada placenteras, sino todo lo contrario, por temor, era evidente que volveré a esta recámara desde hoy mismo, —respiré profundo antes de salir del cuarto para reunirme con él.—Cálmate, él te lo advirtió. Eran dos opciones; una deseada y la que no.Tenía un fuerte nudo en la garganta. Ahora debía aclararle lo de la apuesta, como pudo escucharla daba a entender como si fuera un juego o una burla. Bajé las escaleras y parecía que caminaba hacia mi propia horca. Él estaba sin su saco, se subía las mangas de su camisa, caminaba de un lado al otro. Ver sus brazos con las mangas hasta la mitad de su antebrazo dejando ver sus vellos negros me encantaba, todo él me fa
SantosNo pude quedarme en ese apartamento, no soporté escucharla llorar y se sentía feo ser el causante de verla sufrir, pero no quería seguir haciéndole daño, en tres meses uno no se enamora. Tal vez ella dice que sí lo está desde antes, pero muy seguro era un enamoramiento de niña. Por Dios, cumplió diecinueve años y yo en dos meses cumplo treinta y cinco.Tengo horas dando vueltas y vueltas en la ciudad sin saber a dónde llegar, la verdad era que me dieron ganas de regresar… pero yo estaba dañado por dentro, no sería justo que la arrastrara con mis miedos. Detuve el auto en un bar… iba a bajar cuando ingresó la llamada de Guillermo.—Dime.—Mierda, estás más arruinado de lo que me imaginé. Maco me acaba de llamar, se preocupó por la hora y tiene rato esperándote.—Estoy bien y por ahora no puedo llegar a ese apartamento.—Hasta cuando vas a cagarla. ¿Dónde andas?—Voy a meterme a un bar.—Ven al apartamento, acá en mi casa, bebes hasta que quedes muerto. Estás conduciendo, no seas
SantosMiraba la foto de mi pulga... de María Constanza en el escritorio, era inútil concentrarme en el trabajo. Esos ojos grises parecían recriminarme, y algo en el fondo de mi ser me gritaba que estaba cometiendo el peor error de mi vida. ¿Pero qué iba a ofrecerle?, para colmo el almorzar en el casino de la empresa no fue agradable.Todo me recordó que ella lo hacía mejor, —tomé la foto en mis manos, pasé el dedo por su rostro. No era una belleza físicamente como lo era sin duda Nadina o Virginia. Mi Pequeña era divina de adentro hacia afuera, no le dieron estatura, pero si tiene un cuerpo precioso o por lo menos como a mí me gustaba, no…La expresión correcta era que ¡me encantaba! María Constanza fue hecha a mi talla justa. Para compensarla en su baja estatura le dieron personalidad, fuerza y carácter, ese del que sin duda yo carecía, por más que me vieran implacables. Solo era una pila de mentira, una coraza vacía, No le permitía a nadie ingresar, porque no tenía nada por dentro.
María ConstanzaEl avión aterrizó, iban a ser la siete de la noche. Ya estaba sana y salva en tierra firme. Bajé del avión, me dirigí a reclamar mi maleta, mis padres debían de estar esperándome en la salida de la sala del equipaje. Mientras esperaba a que saliera por la banda la preciosa maleta morada, pensé en él, en Brasil deben de ser las nueve de la noche, ya debió de haber llegado al apartamento y leído la carta.Miré el celular para ver si tenía algún mensaje y nada. De Santos no tenía nada. —¿No habrá llegado al apartamento?— Por estar pensando, la maleta se pasó de largo y me tocó correr para tomarla, ¡Dios!, debo de prestar más atención, estaba haciendo un frío descomunal en la capital.Al llegar al área de espera vi a mis progenitores esperándome, y lo pechichona surgió desde el alma, corrí en dirección a ellos, al aferrarme a sus brazos sentí cuatro manos más. Julián y Samuel también habían venido por mí y eso fue la gota que derramó mi fortaleza, me puse a llorar. No me s
SantosDesde que le envié el mensaje me senté en la sala con su carta en la mano y mirando hacia la cocina oscura y vacía… tan vacía como se sentía mi vida. Centenares de momentos llegaron a mí, imágenes en los que ingresamos juntos cuando la recogía en su escuela, o cuando su amigo la traía, al llegar a casa siempre salía a mi encuentro.Sé que… ¡Mierda!, no era esto lo que esperaba que pasara. Por años había amado la soledad, el silencio, el estar solo en mi casa, y ahora… ahora se sentía desagradable la soledad… El apartamento se sintió inmenso y demasiado frío.Volví a mirar el celular, vio el menaje, pero no contestó… me dejó. «Lo habrías hecho tú, si ella te hubiera dicho; ¿seamos amigos?» No, no me hubiera gustado, aún tenía la sensación de la resaca en el cuerpo con la borrachera de anoche, para colmo si fue cierto que llamé a César y a sus hermanos a las dos de la mañana.Hoy decidí llegar tarde porque necesitaba prepararme para verla y enfrentar a ese pequeño cuerpo que me
GuillermoMañana era mi vuelo en la noche, hoy sería mi despedida de la empresa en la que estuve, tan solo unos meses. En la noche será la celebración aquí mismo, terminé de entregarle los planos a Santos, quien en esta semana parecía un zombi, no se había quitado la barba y era evidente que en su soledad se martirizaba.He hablado con mi esposa y me dice que la actitud de Maco era muy diferente, se ha involucrado en todo lo concerniente a la boda, retomó su vida como si nada hubiera pasado, aunque sus ojos en la mañana demostraban rasgos de llanto. Era evidente lo fuerte que era esa pequeña y nos daba un ejemplo de superación admirable. Ella dio todo de su parte y si no fue suficiente, se hizo a un lado y continuó con la frente en alto.Sin embargo, mi amigo era quien llevaba la peor parte por la culpa que tenía. Naty me pidió que hablara, ya que a ella la mantiene alejada. Cuando le preguntó cómo estaba Maco y al decirle que como siempre, no quiso saber nada más y ahora no le contes