La rutina de Karen había sido la misma las dos últimas semanas, levantarse, prepararse e irse derecha a la casa de su paciente a ayudarle a recuperar la movilidad de su brazo por un accidente, pero hoy era especial, había logrado conseguir que su paciente se recuperara por completo y ya no tenía que seguir asistiéndole personalmente. En su agenda no había nuevos pacientes a los que atender lo que significaba que por ahora estaba libre hasta que volvieran a asignarla a uno nuevo.
Se dio una ducha bien tranquila y sin prisas, se arregló y se puso unos pantalones blancos ajustados y una camiseta, cogió su bata y se la puso encima de su ropa, ya casi lo tenía de costumbre, le encantaba llevarlo puesto y tenía un conjunto de diversos colores, pero hoy llevaría el de color blanco, le traía buena suerte. Se puso sus zapatillas, se recogió el pelo en una cola como siempre para estar más cómoda y cogió su bolso.Salió de su apartamento y corrió a subirse al ascensor antes de que éste se cerrara.—Buenos días señora Delia—saludó.Delia era una de sus vecinas, una mujer de aproximadamente cincuenta y tantos, a veces estaba de mal humor y parecía no reconocer a nadie y otras veces solo se trataba de una mujer amable que se llevaba muy bien con sus vecinos, hoy precisamente estaba de muy buen humor.—Hola preciosa —miró su indumentaria con una sonrisa amable—¿Vas otra vez a salvar vidas?—Eso intento todos los días, espero estar haciéndolo bien —le devolvió la sonrisa.—Eso es bueno, siempre le digo a mi nieta que estudie y que pueda ser algún día alguien como tú, pero ya ves que ni caso.—No se preocupe, no solo los médicos salvamos vidas —le dijo con una sonrisa y justo en ese momento se abrió el ascensor. —Bueno señora Delia, tengo que dejarla.—Bien hija, hoy prepararé las galletas que tanto te gustan, guardaré para cuando regreses.—Ya estoy ansiosa por regresar, me encantan esas galletas suyas.Karen se bajó del ascensor y siguió su camino hasta salir del edificio y acercarse al parking donde tenía su mini cooper aparcado, lo abrió y se subió en él, lo puso en marcha y siguió su camino al hospital. Puso la música y condujo lo más relajada que pudo hasta llegar al gran edificio. Aparcó su auto, cogió su bolso y se bajó de él. Entró en el hospital y saludó a las dos recepcionistas que estaban charlando.
—No sabes cuánto te admiro, ¿cómo lo haces? —dijo Alexa a Karen —yo en tu lugar me habría quedado en casa a descansar, pero aquí estás.—No tengo nada mejor que hacer en casa, por eso estoy aquí.—Mira la tele o léete un libro, no estaría mal por una vez en tu vida — esta vez habló Zoe ofreciéndola la hoja de registro para que firmara la asistencia.—¿Me estáis diciendo que no hay ningún paciente para mí?—Ya no, Noha ordenó que los destinaran a otros.—No sabía que tu paciente estaría ya mejorado —continuó Alexa.—Pues al siguiente paciente me lo destináis a mí, estoy libre.—Seguro.—¿Podéis hacerme un favor? —dijo casi suplicante, ellas se miraron y rieron.—Descuida, no le diremos a tu jefe que estás aquí.—Gracias chicas.Las dejó y subió sin prisa las escaleras, quería encontrar a Ivonne su amiga, se conocieron en la universidad, ella estudiaba enfermería mientras Karen había optado por fisioterapia. El edificio era muy grande y su amiga estaba en la tercera planta, mientras subía las escaleras que la conducían a dicha planta, Xavier, interno en cirugía bajaba las mismas escaleras.
—¡Karen! —ella se detuvo a verle, era guapo y amable con su preciosa piel morena. —estás hermosa.—Lo sé Xavier ¿y sabes por qué? Porque me lo repites siempre que nos vemos.—Vaya, no me había dado cuenta — bajó otro escalón —. Entonces buscaré otra frase distinta para la próxima vez.—Mejor.—Ah y por cierto, Noha te anda buscando como loco.—No te creo —dijo sorprendida. — ¿Cómo se ha enterado de que estoy aquí? —él sonrió y se encogió de hombros. Pasó por su lado mientras continuaba su rumbo hacia el piso de abajo.Ahora Karen tenía que andar con cuidado para no toparse con Noha.Noha era su jefe, cabe mencionar que no tenía más de treinta y cinco años y era apuesto. Pero hacía unas semanas habían salido a beber con otros médicos una noche y su jefe bebió más de la cuenta lo que le condujo a que confesara que ella lo atraía y que quería que se había enamorado de ella, se lo había dicho estando borracho y era su jefe. No tenía el valor de enfrentarse a él sobrio y escucharle confesar y pedirle salir, no quería tener que rechazarle y esta era la razón por la que ella evitaba que se encontraran.
Miró a los lados mientras caminaba por el pasillo. Se sintió aliviada cuando vio a Ivonne salir de una habitación, se acercó casi corriendo, Ivonne la vio y se sorprendió de su expresión agitada.—¿Pasa algo? —preguntó cuando Karen la alcanzó.—Es Noha, no para de querer hablarme. —Ivonne se llevó las manos a la cintura.—No puedes pasarte toda tu vida huyendo de él, algún día tendréis que hablar ¿no crees?—Pero todavía no, no sabría qué decirle.—Pero el tipo no está nada mal, ¿por qué tienes que pensártelo tanto?—Que no estoy lista, ¿qué es lo que no entiendes?De pronto escucharon voces que se acercaban, era la voz de Noha. Karen miró a Ivonne asustada.
—No quiero que me vea, por favor. — casi le suplica con la mirada. Ivonne suspiró, sabía que el deber de ayudarla.—Está bien, escóndete aquí y no toques nada. —le abrió la puerta de la habitación donde acababa de salir y la cerró.Karen suspiró aliviada y sin prestar mucha atención al lugar donde estaba pegó su oído a la puerta para asegurarse de que Noha no la encontraba. Escuchó su voz, estaba hablando con Ivonne.—¿Seguro que Karen no ha venido a verte?—Hasta ahora jefe —escuchó cómo suspiraba frustrado.—Solo necesito disculparme ¿por qué huye de mí?—Huir de usted ¿por qué piensa eso?—Porque siempre podía hablar con ella, pero desde aquella m*****a noche no me contesta ni siquiera a las llamadas y cada vez que llega aquí no consigo verla.—Hablaré con ella a ver qué piensa, seguro que no es nada.—Habla con ella por favor.—Lo haré, no se preocupe.Escuchó cómo se alejaba, expulsó aire de sus pulmones y pegó su cabeza contra la puerta. Prestó más atención al lugar donde se encontraba y se sorprendió de no haberse dado cuenta antes. Había un hombre en la camilla y parecía estar inconsciente, estaba conectado a las máquinas. Se acercó con cuidado hasta él, entonces entendió que debía estar en coma, solo se trataba de un hombre joven y bello atado a una camilla. Ivonne se asomó por la puerta.
—Listo, se ha ido.Pero Karen se había sentido atraída a la situación en la que se encontraba el hombre de la camilla, Ivonne se dio cuenta y entró del todo en el cuarto acercándose a su amiga.—¿Qué le ha pasado? —preguntó Karen sin apartar la mirada de la máquina.—Tuvo un accidente de auto y acabó aquí, una lástima.Karen se acercó a los pies de la camilla para leer su diagnóstico y de paso conocer su nombre.—Christian Reagan.—leyó —y solo tiene veintisiete años.—Así es.—¿Y qué dicen los médicos? ¿se recuperará pronto?—Hasta ahora no están seguros y eso que lleva ya un mes aquí.—¿Y su familia?—Es una larga historia ¿por qué te interesa? No lo conoces.Ahora Karen la miraba, depositó el tablero en su lugar y se acercó de nuevo a la cabecera.—No lo sé, pero me da lástima ver a un paciente así solo consigo mismo, sin poder hablar y sin nadie que le haga caso aparte de intentar curarle. Debe ser un asco.—Lo es —habló su amiga —. Pero no podemos hacer nada más que eso.—Pues yo sí.—¿Qué? —preguntó Ivonne incrédula—¿qué quieres decir con eso?—No tengo ningún paciente por ahora, mientras espero a que mi jefe se digne a ofrecerme uno nuevo le estaré haciendo compañía a Christian.Ivonne sonrió incrédula al escuchar cómo lo llamaba.—Eres increíble ¿lo sabes? A penas lo conoces, ¿qué crees que harás con él?—Hablarle, no sé, lo que se me ocurra.—¿Estás segura de eso? —Preguntó Ivonne dándose cuenta de que hablaba en serio.—Dime, ¿crees que podré estar viéndole sin que se enteren?—Está bien, te ayudaré—se rindió.—Gracias, eres la mejor.Se sentaron a almorzar todos juntos como de costumbre, Karen, Ivonne, Xavier y la pareja Anna y Víctor. Todos eran amigos, aunque cada uno trabajara en un área distinta.Charlaban animados mientras comían lo que cada uno había elegido. Anna y Víctor no hacían más que mostrar lo enamorados y muy apegados que estaban el uno del otro, lo compartían casi todo que daba envidia. Eran rubios y guapos, todos allí lo sabían, eran la pareja perfecta que daba envidia.—¿Karen os ha contado ya que ha hecho nuevo amigo? —todos se concentraron en Ivonne cuando dijo aquello. — Se llama Christian y se encuentra en una camilla, en estado de coma.Ahora todas las miradas estaban puestas en Karen que llevó las manos a la cara, Ivonne no podía evitar contar aquello.—Quedamos en que era un secreto, — la regañó en voz baja, no quería que se lo contara — ¿Por qué sacas el tema? — Ivonne se encogió de hombros.—Somos todos amigos, al final se acabarían enterando.—Cariño — le habló Víctor — ¿no te hemos dad
Pasó por una tienda de comestibles antes de llegar a su apartamento para hacer la compra de la casa, no tenía suficiente tiempo durante el día.Estacionó su auto en el lugar habitual y junto con las bolsas de compra tomó el ascensor y subió a su planta. Daban las veintidós y quince cuando entró en su apartamento, se sentía cansada, pero estaba ya acostumbrada a pasar poco tiempo en su casa. Depositó las bolsas en la encimera de su pequeña cocina, ya las ordenaría más tarde, primero quería darse una ducha relajante. Entró en el dormitorio, se quitó la ropa y se metió en la ducha. La prendió y dejó que el agua fluyera por todo su cuerpo. Pensó en el día que había tenido, pensó en Noha, ya no tenía que seguir evitándolo, volvían a ser los mismos amigos de siempre. Pensó en sus otros amigos, eran lo peor, la habían abandonado a su suerte para que se enfrentara sola a su jefe, no se habían preocupado por ella. Cada uno de ellos se la iban a pagan. Pero también pensó en Christian, se pregu
Se tuvo que despertar y no porque se lo indicara su despertador ni mucho menos porque fuera madrugadora, sino por la sencilla razón de que estaban golpeando a la puerta de su cuarto. A regañadientes tuvo que levantarse y enfrentarse a Xavier que estaba en la puerta, recién salía del baño, al menos llevaba puesto los pantalones.—¿Qué quieres? Todavía es temprano—se quejó apoyando su cabeza en el umbral de la puerta mientras bostezaba.—El baño está libre, tienes que arreglarte —le dijo Xavier.—Todavía tengo quince minutos para las siete, hora en que me preparo—le recordó y se giró para regresar a la cama, pero él la tomó por los hombros y la condujo hacia el cuarto de baño, la poca resistencia que presentaba ella como las quejas no fueron ningún impedimento para encerrarla en el cuarto de baño.—A quien madruga Dios le ayuda, —le recitó —el desayuno estará listo cuando hayas terminado.Después de la visita de sus amigos anoche, todos se habían marchado a sus casas, pero Xavier se hab
Había pasado una semana y la habitación de Christian estaba siendo el mejor lugar donde podía quedarse a expresar todo lo que sentía o lo que le pasaba por la cabeza, se divertía, aunque no obtuviera respuesta de la otra parte. Procuraba llegar puntual para estar con él y el hecho de que hasta entonces no tuviera paciente era lo mejor, por primera vez se alegraba por ello.—…Capítulo ocho. En mi opinión ella es un reclamo, un cebo, que atrae hacia algo que está escondido más allá de sus confusas y engañosas palabras. — continuó con la lectura del libro que había empezado a leerle desde el día anterior —Su lenguaje sensible y estético, su emotividad ante el micrófono, el clima nebuloso del programa, todo está orientado a una finalidad perversa, a producir un efecto de oscu… Tuvo que detenerse bruscamente porque de pronto se abrió la puerta de la habitación. Noha estaba entrando con otras tres personas a quienes nunca había visto antes, aunque por su atuendo dos de ellos eran médicos y
Mientras salía por la puerta se preguntaba qué estaría pasando en el cuarto de Christian, si fuera una urgencia médica le habrían avisado a Noha, pero ese obviamente no era el caso.Subió las escaleras a la otra planta. Caminó por el pasillo y miró por todos lados, esperó que unos médicos se alejaran y abrió la puerta del cuarto de Christian. La cerró y cuando se dio la vuelta se sorprendió al ver a sus amigos dentro hablando sobre la cama de Christian. Ivonne la miró y se acercó a ella.—¿Qué demonios hacéis aquí? —se acercó a ellos asombrada.Anna abría con cuidado cada uno de sus ojos mientras le analizaba sin darle mucha importancia a su amiga.—Vaya, ojos grises, interesante—comentó.—Así que este es el tío al que siempre vienes a ver —comentó Víctor leyendo su información, sentado sobre la camilla.—¿No me habéis escuchado? He preguntado que qué es lo que estáis haciendo aquí —insistió Karen, pero sus amigos parecían estar estudiando un caso especial y ni caso la hacían a ella.
La noche anterior había ido al apartamento de su vecina Delia quien la había mandado una invitación con su nieta. Hacía tiempo que no la veía porque estaba constantemente trabajando o con sus amigos.—El hombre que estuvo la última vez en tu apartamento ¿Cuándo vuelve? —le había preguntado Sonia. Como sospechaba, a ella le gustaba Xavier.—Niña ¿qué haces preguntando por los conocidos de la chica? —le regañó su abuela. Miró a Karen—Hija ¿ya tienes novio? —ella le sonrió con amabilidad.—No, Delia. Por ahora solo tengo amigos.—Con lo hermosa que eres ya deberías tener a un hombre que te cuide.—Las albóndigas están ricas ¿las ha preparado usted? —Desvió el tema. No quería hablar de temas iguales con ella.—Me ha ayudado mi nieta.Aquella se había levantado muy temprano, era el último día que trataba a su paciente y después la despediría, pero antes tenía que llegar al cuarto de Christian y verle antes de que llegara Noha y controlara el lugar, ya no se fiaba de ella después de lo suce
Noha le había prohibido la entrada al personal no autorizado. Karen y sus amigos se quedaron a un lado a observar cómo entraba una pareja mayor muy elegante a la habitación, iban acompañados de un hombre con traje y maletín.—Al parecer el tipo procede de una familia importante—comentó Anna. —Debes de alegrarte, tiene familia y ya no tendrás que cumplir tu promesa.—¿Se acordará de mí? —murmuró Karen y sus amigos se voltearon a mirarla.—Ayy, la muchacha se nos ha enamorado. —se burló Víctor.—Deja ya de decir estupideces, me preocupa que recuerde todas las cosas que le dije, eran personales.—¿No debiste preocuparte por eso antes de decidir contarle tu vida? —preguntó Xavier.—Bueno, yo…no solo le hablé de mí—se mordió los labios y sus amigos la miraron absortos.—Karen, dinos que no le has hablado de nosotros a ese desconocido—le exigió Xavier, ella forzó una sonrisa.—No importa, él no tiene por qué acordarse de nada de eso.—Más te vale, o lo haré dormir yo para siempre. —amenazó
Xavier estaba ocupado coqueteando con una de las tutoras, era joven, madre soltera y se ruborizaba por cada cosa que le decía el hombre apuesto que tenía delante. Víctor y Marcus estaban con Karina, Víctor la enseñaba a utilizar la varita de su nuevo vestido de hada. Las tres mujeres estaban juntas atendiendo a los niños en lo que necesitaban. Noha llegó más tarde, las seis y treinta y cinco. Ivone le agradeció su llegada y aceptó la caja de regalo que había traído. Miró a Karen y ésta le sonrió. Era la hora del pastel. Se acercaron todos junto a la mesa y a animaron a los niños a cantar el cumpleaños feliz. Karina apagó las velas y todos aplaudieron alegres. —Por cierto —habló Noha entre tantos aplausos, —me imagino que tenéis curiosidad por saber qué pasa con el paciente en coma. Se ha despertado, sabe perfectamente quién es, y sus padres han pedido el traslado a otro hospital fuera de aquí, o sea, Suecia, que es de donde son. Se lo llevaran mañana a primera hora. Karen lo miró