Se tuvo que despertar y no porque se lo indicara su despertador ni mucho menos porque fuera madrugadora, sino por la sencilla razón de que estaban golpeando a la puerta de su cuarto. A regañadientes tuvo que levantarse y enfrentarse a Xavier que estaba en la puerta, recién salía del baño, al menos llevaba puesto los pantalones.
—¿Qué quieres? Todavía es temprano—se quejó apoyando su cabeza en el umbral de la puerta mientras bostezaba.
—El baño está libre, tienes que arreglarte —le dijo Xavier.
—Todavía tengo quince minutos para las siete, hora en que me preparo—le recordó y se giró para regresar a la cama, pero él la tomó por los hombros y la condujo hacia el cuarto de baño, la poca resistencia que presentaba ella como las quejas no fueron ningún impedimento para encerrarla en el cuarto de baño.
—A quien madruga Dios le ayuda, —le recitó —el desayuno estará listo cuando hayas terminado.
Después de la visita de sus amigos anoche, todos se habían marchado a sus casas, pero Xavier se había quedado a dormir en el sofá, era la segunda vez que pasaba en ese apartamento y no era nada extraño.
Xavier abrió el frigorífico y tomó huevos para preparar tortillas y hacer un desayuno para dos.
Karen después de darse la ducha a la que se vio obligada, se arregló y se puso el traje de médico, el de color morado con unas zapatillas blancas. Salió a la cocina donde Xavier tenía ya listo el desayuno. La observó con una sonrisa.
—Estás bellísima —le dijo ofreciéndole el asiento.
—Qué bien, has encontrado la nueva frase. Muy original —ironizó.
—Y mira que me he esforzado.
Se sentaron los dos a la mesa y juntos tomaron el desayuno mientras conversaban.
Mientras recogían la mesa llamaron a la puerta. Como Karen estaba algo ocupada Xavier se acercó a ver quién era. Junto a la puerta vio a la misma chica de anoche, la que le había entregado las galletas.
—Buenos días —saludó Sonia con una sonrisa nerviosa.
—Hola —procuró Xavier sonar amable y la miró interrogante intentando saber qué era lo que necesitaba.
—¡Sonia! —Karen se acercó cuando supo que se trataba de ella. Xavier las dejó y regresó al salón a arreglarse la ropa y ordenar sus cosas.
Karen notó cómo la mirada de la muchacha viajaba hacia Xavier y a cada uno de sus movimientos. Ella observó a Xavier y regresó la mirada a la chica.
—Sonia, ¿Qué haces aquí tan temprano? —la sacó de lo que fuera que estuviera pensando.
—Ehm, mi abuela me ha pedido que viniera a recoger el plato, por si llegas tarde de trabajar.
—Ahh, de acuerdo. Ahora te lo traigo.
Sonia era la nieta de Delia, vivían juntas desde hacía unos meses. Karen llevaba más tiempo de conocerse con Delia, casi desde que se instaló en aquel apartamento hacía aproximadamente tres años. Sonia vino a vivir con ella porque según su abuela, su madre era muy controladora y quería libertad. Su abuela en cambio había aceptado vivir con ella porque tenía la esperanza de poder hacerla una mujer de provecho.
Sonia era una joven de diecisiete años que siempre iba muy provocativa, se había teñido el pelo de rubio y llevaba un pirsin en la nariz, se sentía madura cuando en realidad solo era una niña que estaba experimentando la vida.
—Aquí tienes y dale las gracias a tu abuela, estaban deliciosas—Karen había regresado con el táper.
—¿Él es tu novio? —tuvo que quitarse las dudas que la estaban carcomiendo al ver a Karen con un hombre tan alto y guapo, casi lo eran todos los que había visto entrar en aquel apartamento, pero precisamente éste la atraía.
Karen observó a Xavier como si acabaran de soltar un gran disparate.
—¿Él? por supuesto que no. —le pareció que Sonia sonreía satisfecha al escuchar su respuesta. —Hasta otra —le despidió y cerró la puerta.
—¿Y esa cara? —preguntó Xavier que ya estaba listo.
—No lo sé, pero creo que a esa chica le gustas.
—¿Qué le gusto a tu vecina? Solo es una niña.
—Eso mismo digo. —dijo tomando su bolsa y caminando hacia la puerta.
—¿Es que estás celosa?
—Yo ¿celosa? No te hagas tantas ilusiones.
—Mientes muy mal.
Llegaron en el hospital. Karen se despidió se Xavier y se acercó a las recepcionistas.
—¿Ha pasado la noche en tu apartamento? Cuéntanos — preguntaron las dos chicas entusiasmadas mientras Karen firmaba la asistencia. Sabía que aquellas chicas estaban locas por Xavier, casi todas se volvían locas por él, aunque ella no podía verlo como algo más que a un amigo.
—Nos vemos —las dejó sin respuesta alguna y caminó a toda prisa a hacia la planta donde se encontraba Christian, estaba ansiosa por volver a estar con él.
Abrió primero el grupo en el que se escribía con sus amigos para darles los buenos días y de paso saber dónde estaba cada uno, siempre lo hacían. Se molestó en procurar que no la vieran entrar en la habitación de Christian.
Sonrió al encontrarse allí dentro, Christian seguía igual atado a la cama. Caminó hacia la ventana y abrió las cortinas. Tomó la silla y la acercó a la cabecera de la cama junto a él.
—Buenos días bello durmiente — saludó emocionada. —Te he echado mucho de menos —comenzó. —No sé si te acordarás, pero ayer te hablé de mis amigos. Anoche estuvieron en mi casa y solo para saber cómo me fue con Noha, primero se niegan a ayudarme y después esperan saber qué fue lo que me dijo Noha y qué fue lo que le contesté. Son lo peor, no sé cómo es que los quiero tanto. Me gustaría saber qué harías tú en mi lugar. Además —soltó un respiro — ellos creen que me estoy aprovechando de ti, que utilizo mi falta de ocupación para contarte mis problemas, ¿qué opinas tú? No me gustaría aprovecharme, ojalá pudieras decirme qué te parece que esté aquí, sería más fácil, pero a pesar de todo quiero que sepas que lo hago con buena intención, creo que te estoy haciendo compañía y eso siempre es mejor que estar solo ¿no crees? Son ellos los malos porque intentan conseguir que me sienta mal por hacer algo bueno. El más malo de todos es Víctor, él es el chico perfecto que lo tiene todo. Viene de una familia rica, tiene un amor perfecto con mi amiga Anna, ya te hablé de ella, incluso son cirujanos, rubios y muy guapos, lo tienen todo y creen que todo debe ser perfecto y hermoso como ellos, si tan solo supieran. Además, piensa que cuando recobres la memoria estarás molesto conmigo, de hecho, casi todos opinan lo mismo. Yo solo espero que no te acuerdes de nada, toda esta información no la necesitarás después, lo único que creo que necesitas es la compañía que te estoy ofreciendo.
¿Ya te he hablado de Xavier? Por su culpa es que he llegado más temprano de lo habitual al hospital, aunque gracias a eso he podido venir a verte antes. —amplió su sonrisa—Él se quedó a dormir en mi casa y parece que mi vecinita está colada por él, no sé por qué todas se enamoran de él. Reconozco que es muy apuesto y guapo, si no lo hiciera estaría ciega, pero creo que lo exageran tanto. Con él me siento libre de hacer lo que sea, lo considero hasta como a un hermano, lo mismo digo de Ivonne, llevo conociéndola más tiempo que a otros, es mi alma gemela y en cuanto al amor ya hablaremos de ello en otro momento.
Había pasado una semana y la habitación de Christian estaba siendo el mejor lugar donde podía quedarse a expresar todo lo que sentía o lo que le pasaba por la cabeza, se divertía, aunque no obtuviera respuesta de la otra parte. Procuraba llegar puntual para estar con él y el hecho de que hasta entonces no tuviera paciente era lo mejor, por primera vez se alegraba por ello.—…Capítulo ocho. En mi opinión ella es un reclamo, un cebo, que atrae hacia algo que está escondido más allá de sus confusas y engañosas palabras. — continuó con la lectura del libro que había empezado a leerle desde el día anterior —Su lenguaje sensible y estético, su emotividad ante el micrófono, el clima nebuloso del programa, todo está orientado a una finalidad perversa, a producir un efecto de oscu… Tuvo que detenerse bruscamente porque de pronto se abrió la puerta de la habitación. Noha estaba entrando con otras tres personas a quienes nunca había visto antes, aunque por su atuendo dos de ellos eran médicos y
Mientras salía por la puerta se preguntaba qué estaría pasando en el cuarto de Christian, si fuera una urgencia médica le habrían avisado a Noha, pero ese obviamente no era el caso.Subió las escaleras a la otra planta. Caminó por el pasillo y miró por todos lados, esperó que unos médicos se alejaran y abrió la puerta del cuarto de Christian. La cerró y cuando se dio la vuelta se sorprendió al ver a sus amigos dentro hablando sobre la cama de Christian. Ivonne la miró y se acercó a ella.—¿Qué demonios hacéis aquí? —se acercó a ellos asombrada.Anna abría con cuidado cada uno de sus ojos mientras le analizaba sin darle mucha importancia a su amiga.—Vaya, ojos grises, interesante—comentó.—Así que este es el tío al que siempre vienes a ver —comentó Víctor leyendo su información, sentado sobre la camilla.—¿No me habéis escuchado? He preguntado que qué es lo que estáis haciendo aquí —insistió Karen, pero sus amigos parecían estar estudiando un caso especial y ni caso la hacían a ella.
La noche anterior había ido al apartamento de su vecina Delia quien la había mandado una invitación con su nieta. Hacía tiempo que no la veía porque estaba constantemente trabajando o con sus amigos.—El hombre que estuvo la última vez en tu apartamento ¿Cuándo vuelve? —le había preguntado Sonia. Como sospechaba, a ella le gustaba Xavier.—Niña ¿qué haces preguntando por los conocidos de la chica? —le regañó su abuela. Miró a Karen—Hija ¿ya tienes novio? —ella le sonrió con amabilidad.—No, Delia. Por ahora solo tengo amigos.—Con lo hermosa que eres ya deberías tener a un hombre que te cuide.—Las albóndigas están ricas ¿las ha preparado usted? —Desvió el tema. No quería hablar de temas iguales con ella.—Me ha ayudado mi nieta.Aquella se había levantado muy temprano, era el último día que trataba a su paciente y después la despediría, pero antes tenía que llegar al cuarto de Christian y verle antes de que llegara Noha y controlara el lugar, ya no se fiaba de ella después de lo suce
Noha le había prohibido la entrada al personal no autorizado. Karen y sus amigos se quedaron a un lado a observar cómo entraba una pareja mayor muy elegante a la habitación, iban acompañados de un hombre con traje y maletín.—Al parecer el tipo procede de una familia importante—comentó Anna. —Debes de alegrarte, tiene familia y ya no tendrás que cumplir tu promesa.—¿Se acordará de mí? —murmuró Karen y sus amigos se voltearon a mirarla.—Ayy, la muchacha se nos ha enamorado. —se burló Víctor.—Deja ya de decir estupideces, me preocupa que recuerde todas las cosas que le dije, eran personales.—¿No debiste preocuparte por eso antes de decidir contarle tu vida? —preguntó Xavier.—Bueno, yo…no solo le hablé de mí—se mordió los labios y sus amigos la miraron absortos.—Karen, dinos que no le has hablado de nosotros a ese desconocido—le exigió Xavier, ella forzó una sonrisa.—No importa, él no tiene por qué acordarse de nada de eso.—Más te vale, o lo haré dormir yo para siempre. —amenazó
Xavier estaba ocupado coqueteando con una de las tutoras, era joven, madre soltera y se ruborizaba por cada cosa que le decía el hombre apuesto que tenía delante. Víctor y Marcus estaban con Karina, Víctor la enseñaba a utilizar la varita de su nuevo vestido de hada. Las tres mujeres estaban juntas atendiendo a los niños en lo que necesitaban. Noha llegó más tarde, las seis y treinta y cinco. Ivone le agradeció su llegada y aceptó la caja de regalo que había traído. Miró a Karen y ésta le sonrió. Era la hora del pastel. Se acercaron todos junto a la mesa y a animaron a los niños a cantar el cumpleaños feliz. Karina apagó las velas y todos aplaudieron alegres. —Por cierto —habló Noha entre tantos aplausos, —me imagino que tenéis curiosidad por saber qué pasa con el paciente en coma. Se ha despertado, sabe perfectamente quién es, y sus padres han pedido el traslado a otro hospital fuera de aquí, o sea, Suecia, que es de donde son. Se lo llevaran mañana a primera hora. Karen lo miró
Daban las cinco de la madrugada, y como era costumbre, sonó el despertador en la cabecera de Noha. Éste abrió los ojos, se incorporó y se sentó al borde de la cama mientras silenciaba la alarma y se frotaba los ojos. Cinco minutos después, se puso sus chanclas y se levantó de la cama. Se quitó la camisa que llevaba y se subió y la cinta caminadora. Comenzó a caminar y segundos después estaba corriendo, éste era su ejercicio de cada mañana. Estuvo así durante aproximadamente quince minutos. Se bajó de la cinta, estaba respirando agitado, tomó la toalla y se secó el sudor. Salió de la habitación y se acercó a su cocina americana, era elegante y muy espaciosa con todos los mobiliarios modernos, podía permitírselo. Tomó el jarrón de agua y se sirvió en un vaso. Tomó el mando y prendió el plasma del salón, mientras seguía la información, caminó hacia el cuarto de baño que tenía en su cuarto. Se desprendió de lo que le quedaba de ropa y se metió en la ducha. Se cambió y se arregló el pelo
La soltó con cuidado y se subió a su auto, ella seguía paralizada. Él puso el auto en marcha y la echó un último vistazo mientras le sonreía. Pisó el acelerador y abandonó el aparcamiento. —Esto no puede estar pasando, debo de estar soñando—se dijo a sí misma. Había tanta sorpresa a la vez que no sabía cómo sobrellevarlo. Se subió a su Mini Cooper, se puso el cinturón y se tomó unos segundos en reflexionar sobre lo que le había sucedido. Tomó su celular y les escribió a sus amigos: “Chicos, acaba de ocurrir una desgracia. Ahora voy para el hospital”. Puso en marcha el motor y condujo hacia el Northem Nevada Medical Center. Una vez allí, se bajó del auto y corrió hacia el edificio, tenía que ver a sus amigos antes de marcharse. Cuando entró en el edificio, Xavier estaba bajando a toda prisa los escalones para encontrarla. Tomó su frente y se puso a revisarla. —¿Estás bien? ¿Has tenido algún accidente? —¡Xavier…! —¡Karen! —Anna y Víctor corrieron a su encuentro y la observaron. —C
Karen había preparado ya su equipaje. Llevaba dos maletas, una contenía su ropa, mientras la otra contenía su material imprescindible de trabajo. Se despidió de su vecina quien le deseó todo lo mejor y que regresara a salvo.Como le había dicho Noha, un auto pasó a recogerla y de inmediato la condujo hacia la pista de aterrizaje donde la estaba esperando la avioneta con la que iba a viajar. Había un hombre mayor de pelo tendiendo a gris de pie observando la hora en el reloj de su muñeca, parecía estar esperando a alguien, a ella seguramente.Un empleado con un chaleco de verde claro intenso se acercó a ella y le saludó educadamente. Le ayudó a retirar las maletas del maletero y acercarla hacia el avión. El hombre seguía allí de pie, mirándola acercarse. Cuando ella lo alcanzó, él la tendió la mano.—Buenas tardes. Usted debe de ser la doctora Karen Pride.—Así es. Buenos días.—La estábamos esperando. ¿Subimos? —preguntó indicando la escalera de la avioneta.Se subieron y la dieron a