Antes de acomodarse decidió llamar a sus amigos para informales que había llegado ya. Realizó una video llamada que los conectara a los cinco. En unos segundos podía verlos a los cuatro, sonrió feliz. —Holas chicos. —¡Karen! —chilló Anna—pensamos que te habías olvidado de nosotros. —¿Tan pronto? —¿Qué tal tu viaje? —preguntó Xavier, parecía estar cocinando. —Muy bien, gracias. ¿Qué haces? —¿Yo? Haciendo arte en la cocina. —¿Qué tal está todo por allí, cariño? —preguntó Ivonne. —Bueno, me han recibido extrañamente bien. Por ahora no he visto al padre de Christian, me han dicho que en cualquier momento llegará. —¿Y el dormilón cómo está? —preguntó Víctor. —Está…—soltó un suspiro—bien, está muy bien. —Ahm, ¿te refieres a físicamente o médicamente hablando? —preguntó Víctor que se había dado cuenta, aunque en realidad no había sido el único. —¿Cuál es la diferencia? Soy fisioterapeuta—se puso a la defensiva. —El hecho de que estés tan tranquila debe significar que él no sabe n
—¿Has probado ya el vino? —Karen miró el vaso de vino que seguía sobre la bandeja—Deberías intentarlo, seguro te gustará.Ella tomó el vaso y se lo llevó a los labios, probó un poco, pero le gustó, estaba dulce, volvió a darle un sorbo más largo y luego depositó de nuevo el vaso.—Tenías razón, está bueno. Igual que la comida.Christian la había hecho probar cada plato, la que más le había gustado era aquel que tenía claro aspecto de unas albóndigas, de las que no recordaba el nombre, quizás lo consiguiera con el tiempo.Ella había tenido que darle de comer porque le pesaban los brazos. Empezaba a sentirse a gusto con él despierto y le gustaba. Siempre pensó que sería raro y distinto, lo que no se esperaba es que fuera agradable.Sin que se dieran cuenta, Marianne se había acercado al cuarto, había abierto la puerta con cuidado y los había observado cenar juntos. Había suspirado aliviada al ver que su hijo se llevaba bien con la misteriosa doctora, y estaba feliz de haber acertado al
Karen estaba sentada sobre su cama con el móvil a mano. Eran las ocho de la mañana y estaba pensando en si debería marcarles a sus amigos y decirles que iba a regresar a casa antes de lo esperado. ¿Cómo se los diría? Tenía los ojos nublados mientras procuraba mantener la calma, ella era profesional, cosas como aquellas no deberían afectarla, ocurrían constantemente a médicos normales y ella no era ninguna excepción.Se secó rápidamente una lágrima con la mano cuando esa empezaba a resbalarle por la mejilla.—Cree que lo estás manipulando—se dijo a sí misma, no podía dejar de revivir cada palabra de Christian contra ella. —¿Qué esperabas? ¿Creíste que lo conocías solo por hablarle cuando no podía escucharte? Ahora sabes quién es.Depositó el móvil sobre la cama y se puso en pie, caminó hacia el armario donde ya tenía ordenada sus cosas. Se dispuso a retirar su ropa y depositarla sobre la cama, iba a introducirla en la maleta, pero entonces llamaron a la puerta. Se detuvo y se acercó al
No podía evitarlo, se le habían nublado los ojos, pronto se le resbalarían las lágrimas y ni siquiera tenía control sobre sus manos para levantarlas y secárselas.—Perdóname—soltó de golpe interrumpiendo su lectura. Ella lo miró y al darse cuenta de su estado se asustó dejando el libro sobre la cama y agachándose frente a él algo preocupada.—¿Estás bien? ¿Te he molestado? Si quieres puedo marcharme…—No, no. Creo que se me ha metido algo en el ojo. —Carraspeó y luego la miró—¿Me ayudas a ponerme en pie? —pidió.—Claro.Tomó sus manos y la colocó sobre sus hombros. Christian con un poco de dificultad se puso en pie, pero tuvo que agarrarse de ella para poder mantenerse, momento que aprovechó para abrazarla dejándola completamente de piedra. ¿Qué estaba pasando?—Du vet inte hur glad jag ar over att veta att du ar pa riktigt (no sabes lo feliz que estoy de saber que eres real) —dijo entre sus brazos, pero ella no podía entenderle.—Christian. —él aclaró la garganta y se separó un poco
Karen le pidió a una de las sirvientas que preparase una ensalada de frutas para Christian y que después se lo llevara al cuarto de él. Llamó a la puerta y la abrió. Él estaba sentado frente al gran ventanal con la mirada hacia fuera y con las pelotas elásticas en las manos. Ni siquiera se había volteado a ver quién entraba.Ella se acercó hasta posicionarse junto a él.—Me han contado que hasta ahora no has comido. Eso no es bueno para tu salud.Él alzó la mirada y la miró durante unos segundos. Apartó de nuevo la mirada de ella y la regresó hacia fuera.—Así que alguien se ha chivado. No tienes que preocuparte por mí, solo haz tu trabajo y todo resultará sencillo.—No puedo…—soltó y él la miró interrogante. Ella pensó aún más en sus próximas palabras. Se relajó y se sentó en un puf frente a él. —Lo que digo es que me preocupa no solo tu salud, me preocupas tú. Quiero que estés bien.—¿Sabes por qué te acepto a ti en lugar de a otros?—La verdad es que no ¿por qué?—Siento que te con
Ella se había puesto su pieza de pijama blanco con círculos rojos y se había metido en la cama con la mirada fija en el tejado pensativa ¿qué le estaba pasando con su paciente? Eso era lo que era, solo su paciente. ¿Por qué se estaba incomodando de pronto, al mismo tiempo que le encantaba estar con él y hablar con él? Soltó un suspiro y dio vueltas en la cama. “Ayyy, la niña se nos ha enamorado”, se acordó de las palabras de Víctor y se incorporó de inmediato sobre la cama. ¡Qué tontería más grande! Odiaba a Víctor ¿cómo se le ocurrió soltar aquella barbaridad. Ella no estaba para nada enamorada de él. Abrió los ojos de golpe y se acordó de que Noha le había escrito. Tomó su móvil de la cabecera y lo desbloqueó para poder leer lo que ponía el mensaje.Leyó: “Hola. He intentado varias veces marcarte, pero no lo he hecho para no interferir con tu trabajo. Desde aquel beso no hago más que pensar en ti, me gustas mucho. Espero que algún día sientas lo mismo por mí. Cuídate.”Ella se quedó
A las cinco de la madrugada, él estaba despierto sobre su cama estirando las piernas todo lo que podía. Era duro, le dolía hacerlo. De pronto se le llegó a la memoria el día del accidente. Se acordó de cómo perdía el control del auto y se precipitaba al vacío donde perdió el conocimiento. Soltó una bocanada de aire y detuvo lo que estaba haciendo. ¿Cómo había acabado así? Tenía tantas cosas y planes por cumplirAshley. Ella se había vuelto a prometer después de su desaparición. Le resultó muy gracioso aquello. ¿Quién se imaginaría que ella decidiera rendirse y abandonarlo a él? Habían estado juntos durante mucho tiempo, pero no era del tipo de mujer con la que planeara pasar el resto de su vida, si se había comprometido con otro, no iba a pedirle que lo abandonara para regresar con él. O ¿de qué le habría servido la huida? Había sido precisamente para evitar casarse forzosamente.Amaneció con su cabeza dando vueltas, recordaba una y otra vez la conversación de Karen, no podía apartar
—¿Estás segura de lo que dices? —preguntaba Marianne emocionada.—Así es, señora.—¿Cómo lo ha conseguido?—No he hecho nada exactamente, simplemente hice un comentario al respecto.—Eres un amor, hija—se acercaba a ella y le dejaba un beso en la mejilla. —Llamaré a William para informarle, debemos preparar las invitaciones.Karen vio cómo la mujer se alejaba de ella con el móvil a mano, seguramente le estaba marcando a su esposo ¿tan feliz le hacía la noticia? Hasta le había plantado un beso, esa gente le resultaba cada vez más extraña.A las once de la noche se acercó como de costumbre al cuarto de Christian. Afortunadamente siempre lo encontraba durmiendo plácidamente a esa hora.—Hola, bello durmiente. —guardó un rato de silencio mientras lo observaba det