A las cinco de la madrugada, él estaba despierto sobre su cama estirando las piernas todo lo que podía. Era duro, le dolía hacerlo. De pronto se le llegó a la memoria el día del accidente. Se acordó de cómo perdía el control del auto y se precipitaba al vacío donde perdió el conocimiento. Soltó una bocanada de aire y detuvo lo que estaba haciendo. ¿Cómo había acabado así? Tenía tantas cosas y planes por cumplirAshley. Ella se había vuelto a prometer después de su desaparición. Le resultó muy gracioso aquello. ¿Quién se imaginaría que ella decidiera rendirse y abandonarlo a él? Habían estado juntos durante mucho tiempo, pero no era del tipo de mujer con la que planeara pasar el resto de su vida, si se había comprometido con otro, no iba a pedirle que lo abandonara para regresar con él. O ¿de qué le habría servido la huida? Había sido precisamente para evitar casarse forzosamente.Amaneció con su cabeza dando vueltas, recordaba una y otra vez la conversación de Karen, no podía apartar
—¿Estás segura de lo que dices? —preguntaba Marianne emocionada.—Así es, señora.—¿Cómo lo ha conseguido?—No he hecho nada exactamente, simplemente hice un comentario al respecto.—Eres un amor, hija—se acercaba a ella y le dejaba un beso en la mejilla. —Llamaré a William para informarle, debemos preparar las invitaciones.Karen vio cómo la mujer se alejaba de ella con el móvil a mano, seguramente le estaba marcando a su esposo ¿tan feliz le hacía la noticia? Hasta le había plantado un beso, esa gente le resultaba cada vez más extraña.A las once de la noche se acercó como de costumbre al cuarto de Christian. Afortunadamente siempre lo encontraba durmiendo plácidamente a esa hora.—Hola, bello durmiente. —guardó un rato de silencio mientras lo observaba det
Karen regresó al cuarto de Christian, llamó a la puerta y la abrió, él no estaba dentro.—¿Christian?Entró en el cuarto y cerró la puerta, sabía que él no había podido salir de la habitación, y no solo porque quería estar alejado de todos en la casa sino porque su silla de ruedas se encontraba frente a ella vacía.Le buscó con la mirada por todo el cuarto ¿y si le había pasado algo? Tonta ¿qué podía pasarle en esa casa tan segura?Vio que la puerta de lo que debía ser el vestidor se encontraba abierta y se acercó a ella.Christian había entrado en el vestidor para guardar el traje que le había mandado su madre y buscar unos zapatos que combinaran. No había escuchado a Karen llamarle hasta que ella estuvo junto a la puerta ¡no podía verlo de pie!—¿Christian? —llamó ella confusa al verle. A él no le quedó más remedio que agarrarse de uno de los armarios y fingir que le dolía estar levantado. La chica corrió a socorrerle preocupada—¿Estás bien?—Creo que sí.—¿Por qué te saliste de la
Karen se observó a sí misma en el espejo. El vestido le quedaba a la perfección, era hermoso, de color rojo, ajustado por la parte de arriba y holgado por abajo. Los tacones eran de color negro y la hacían verse aún más alta. Se había dejado el pelo suelto y maquillado un poco.Se preguntó qué le parecería a Christian, ¿la vería bonita o no era de su tipo? Soltó un suspiro, ¿por qué seguía pensando en esas cosas? Pero la culpa era solo suya por no poder conseguir que él se recuperara pronto y poder así alejarse cuanto antes de él. Entonces pensó, si aceptaba la propuesta de Noha tal vez se olvide lo que creía sentir por su paciente.—Eso haré—se dijo a sí misma. —Pero ahora no, cuando acabe la fiesta.Caminó hacia la puerta, tomó el pomo y la abrió. Salió de su habitación y se acercó a la puerta contigua, le dio unos golpecitos y acto seguido la abrió.Como se esperaba, Christian estaba ya cambiado, pero estaba de espaldas acompañado por Adolf quien sí se había volteado a verla.—Está
Karen les estaba escuchando a aquellas mujeres. Una era médico y le estaba hablando de cómo trabajaban allí en Suecia los médicos. —Es sorprendente que llevéis tres semanas de terapia y hasta ahora no haya signo de mejora—comentó la mujer y eso provocó que Karen se pusiera tensa—¿Qué ejercicios le da y con qué frecuencia? Lo que faltaba, ¿ahora resultaba que iban a enseñarla cómo tenía que hacer las cosas con su paciente? —Pues yo…—instintivamente viajó la mirada hacia donde se encontraba Christian y se detuvo abruptamente al descubrir que él tenía la mirada fija sobre ella. De pronto se le aceleró el corazón ¿por qué la estaba mirando de aquella manera tan penetrante? —¿Decía? —preguntó la mujer llamando su atención. —Si me disculpa, creo que Chris… o sea, Erick me necesita. Con su permiso. Se apartó de aquellas mujeres, hacía tiempo que quería hacerlo, y caminó con paso firme hacia donde se encontraba Christian que en ningún momento había dejado de mirarla. —Oiga, no puede man
—Hombre en silla de ruedas, ¿es aquí donde se lleva a cabo la otra fiesta? — se voltearon a ver a Liam, detrás de él venían Gustav y Ashley. Christian cerró los ojos y resopló, su noche empeoraba a cada paso. —¿Qué, es que no ibais a invitarnos?Los alcanzaron.—Erick estaba por entrar—dijo Charlotte.—Erick, tenemos que hablar—avisó Gustav.Christian lo miró a él y luego miró a su acompañante, Ashley.—Está bien—se resignó. —Hablemos.—Así que no entrarás todavía—comentó su tía—Está bien, los dejaré, pero por favor no lo hagan estar mucho tiempo aquí fuera, hace mucho frío.—Me voy con usted—informó Karen, ella tampoco veía el motivo por el que quedarse allí. Christian la observó, deseaba pedirle que no se fuera, que se quedara allí con él, pero ¿con qué pretexto?Karen sentía que no le caía nada bien a la tía y no entendía del por qué, ni siquiera la conocía, ella solo era la fisioterapeuta de su sobrino y lo estaba ayudando ¿por qué tenía que caerle mal?Tuvo que caminar de su lado
Eran las diez de la noche, algunos se habían despedido personalmente de Christian y le habían deseado una pronta mejora, otros habían prometido que pasarían a ver cómo le iba, él solo quería decirles que ya habían hecho suficiente, que ya no tenía por qué volver a saber de ellos, pero no podía hacer eso, si hacías todo lo que querías o pensabas se te consideraba una persona grosera o irrespetuosa, y luego se le pedía a uno ser uno mismo. La vida estaba llena de reglas y estabas obligado a cumplirlas si no querías ser considerado fuera de lo normal. Los que consideraba amigos se habían marchado precisamente por romper esas reglas, afortunadamente para él, ya nada le afectaba, especialmente nada de lo que había sido suyo, lo único que le importaba era Karen y todo lo que tenía que ver con ella, si seguía así podía acabar enamorándose de ella. La observó, estaba con su madre quien la había servido personalmente un plato de kotbullar y se aseguraba de que ella comía. —Sé lo que estás hac
Pero ¿qué estaba haciendo ella? ¿Por qué no conseguía apartarlo? No estaba bien lo que estaba pasando, aunque sus labios fueran dulces y suaves y deseara besarlos por el resto de su vida. —¿Qué estamos haciendo? —consiguió preguntar mientras seguían besándose. —Solo besarnos—contestó él sin la mínima intención de soltarla. —¿Por qué? No es profesional—abrió los ojos de golpe al darse cuenta de lo que realmente estaban haciendo y con sus manos consiguió separarlo un poco de ella. —¡Christian! —Chilló horrorizada—Estás…encima de mí. —Claro, llevo así un rato y he disfrutado cada segundo. A ella se le palpitó fuerte el corazón. —Tengo que salir de aquí ¿me lo permites? Esto no debía haber pasado. —Él solo alzó la mano y acarició su cabello desarmándola. —¿Qué es lo que quieres? —¿Qué es lo que quiero? —La miró fijamente a los ojos—Lo que quiero es que seas solo mía y no de tu jefe. Christian podía notar como le subía y bajaba el pecho, ella tenía el corazón muy acelerado, intentó