La soltó con cuidado y se subió a su auto, ella seguía paralizada. Él puso el auto en marcha y la echó un último vistazo mientras le sonreía. Pisó el acelerador y abandonó el aparcamiento. —Esto no puede estar pasando, debo de estar soñando—se dijo a sí misma. Había tanta sorpresa a la vez que no sabía cómo sobrellevarlo. Se subió a su Mini Cooper, se puso el cinturón y se tomó unos segundos en reflexionar sobre lo que le había sucedido. Tomó su celular y les escribió a sus amigos: “Chicos, acaba de ocurrir una desgracia. Ahora voy para el hospital”. Puso en marcha el motor y condujo hacia el Northem Nevada Medical Center. Una vez allí, se bajó del auto y corrió hacia el edificio, tenía que ver a sus amigos antes de marcharse. Cuando entró en el edificio, Xavier estaba bajando a toda prisa los escalones para encontrarla. Tomó su frente y se puso a revisarla. —¿Estás bien? ¿Has tenido algún accidente? —¡Xavier…! —¡Karen! —Anna y Víctor corrieron a su encuentro y la observaron. —C
Karen había preparado ya su equipaje. Llevaba dos maletas, una contenía su ropa, mientras la otra contenía su material imprescindible de trabajo. Se despidió de su vecina quien le deseó todo lo mejor y que regresara a salvo.Como le había dicho Noha, un auto pasó a recogerla y de inmediato la condujo hacia la pista de aterrizaje donde la estaba esperando la avioneta con la que iba a viajar. Había un hombre mayor de pelo tendiendo a gris de pie observando la hora en el reloj de su muñeca, parecía estar esperando a alguien, a ella seguramente.Un empleado con un chaleco de verde claro intenso se acercó a ella y le saludó educadamente. Le ayudó a retirar las maletas del maletero y acercarla hacia el avión. El hombre seguía allí de pie, mirándola acercarse. Cuando ella lo alcanzó, él la tendió la mano.—Buenas tardes. Usted debe de ser la doctora Karen Pride.—Así es. Buenos días.—La estábamos esperando. ¿Subimos? —preguntó indicando la escalera de la avioneta.Se subieron y la dieron a
Antes de acomodarse decidió llamar a sus amigos para informales que había llegado ya. Realizó una video llamada que los conectara a los cinco. En unos segundos podía verlos a los cuatro, sonrió feliz. —Holas chicos. —¡Karen! —chilló Anna—pensamos que te habías olvidado de nosotros. —¿Tan pronto? —¿Qué tal tu viaje? —preguntó Xavier, parecía estar cocinando. —Muy bien, gracias. ¿Qué haces? —¿Yo? Haciendo arte en la cocina. —¿Qué tal está todo por allí, cariño? —preguntó Ivonne. —Bueno, me han recibido extrañamente bien. Por ahora no he visto al padre de Christian, me han dicho que en cualquier momento llegará. —¿Y el dormilón cómo está? —preguntó Víctor. —Está…—soltó un suspiro—bien, está muy bien. —Ahm, ¿te refieres a físicamente o médicamente hablando? —preguntó Víctor que se había dado cuenta, aunque en realidad no había sido el único. —¿Cuál es la diferencia? Soy fisioterapeuta—se puso a la defensiva. —El hecho de que estés tan tranquila debe significar que él no sabe n
—¿Has probado ya el vino? —Karen miró el vaso de vino que seguía sobre la bandeja—Deberías intentarlo, seguro te gustará.Ella tomó el vaso y se lo llevó a los labios, probó un poco, pero le gustó, estaba dulce, volvió a darle un sorbo más largo y luego depositó de nuevo el vaso.—Tenías razón, está bueno. Igual que la comida.Christian la había hecho probar cada plato, la que más le había gustado era aquel que tenía claro aspecto de unas albóndigas, de las que no recordaba el nombre, quizás lo consiguiera con el tiempo.Ella había tenido que darle de comer porque le pesaban los brazos. Empezaba a sentirse a gusto con él despierto y le gustaba. Siempre pensó que sería raro y distinto, lo que no se esperaba es que fuera agradable.Sin que se dieran cuenta, Marianne se había acercado al cuarto, había abierto la puerta con cuidado y los había observado cenar juntos. Había suspirado aliviada al ver que su hijo se llevaba bien con la misteriosa doctora, y estaba feliz de haber acertado al
Karen estaba sentada sobre su cama con el móvil a mano. Eran las ocho de la mañana y estaba pensando en si debería marcarles a sus amigos y decirles que iba a regresar a casa antes de lo esperado. ¿Cómo se los diría? Tenía los ojos nublados mientras procuraba mantener la calma, ella era profesional, cosas como aquellas no deberían afectarla, ocurrían constantemente a médicos normales y ella no era ninguna excepción.Se secó rápidamente una lágrima con la mano cuando esa empezaba a resbalarle por la mejilla.—Cree que lo estás manipulando—se dijo a sí misma, no podía dejar de revivir cada palabra de Christian contra ella. —¿Qué esperabas? ¿Creíste que lo conocías solo por hablarle cuando no podía escucharte? Ahora sabes quién es.Depositó el móvil sobre la cama y se puso en pie, caminó hacia el armario donde ya tenía ordenada sus cosas. Se dispuso a retirar su ropa y depositarla sobre la cama, iba a introducirla en la maleta, pero entonces llamaron a la puerta. Se detuvo y se acercó al
No podía evitarlo, se le habían nublado los ojos, pronto se le resbalarían las lágrimas y ni siquiera tenía control sobre sus manos para levantarlas y secárselas.—Perdóname—soltó de golpe interrumpiendo su lectura. Ella lo miró y al darse cuenta de su estado se asustó dejando el libro sobre la cama y agachándose frente a él algo preocupada.—¿Estás bien? ¿Te he molestado? Si quieres puedo marcharme…—No, no. Creo que se me ha metido algo en el ojo. —Carraspeó y luego la miró—¿Me ayudas a ponerme en pie? —pidió.—Claro.Tomó sus manos y la colocó sobre sus hombros. Christian con un poco de dificultad se puso en pie, pero tuvo que agarrarse de ella para poder mantenerse, momento que aprovechó para abrazarla dejándola completamente de piedra. ¿Qué estaba pasando?—Du vet inte hur glad jag ar over att veta att du ar pa riktigt (no sabes lo feliz que estoy de saber que eres real) —dijo entre sus brazos, pero ella no podía entenderle.—Christian. —él aclaró la garganta y se separó un poco
Karen le pidió a una de las sirvientas que preparase una ensalada de frutas para Christian y que después se lo llevara al cuarto de él. Llamó a la puerta y la abrió. Él estaba sentado frente al gran ventanal con la mirada hacia fuera y con las pelotas elásticas en las manos. Ni siquiera se había volteado a ver quién entraba.Ella se acercó hasta posicionarse junto a él.—Me han contado que hasta ahora no has comido. Eso no es bueno para tu salud.Él alzó la mirada y la miró durante unos segundos. Apartó de nuevo la mirada de ella y la regresó hacia fuera.—Así que alguien se ha chivado. No tienes que preocuparte por mí, solo haz tu trabajo y todo resultará sencillo.—No puedo…—soltó y él la miró interrogante. Ella pensó aún más en sus próximas palabras. Se relajó y se sentó en un puf frente a él. —Lo que digo es que me preocupa no solo tu salud, me preocupas tú. Quiero que estés bien.—¿Sabes por qué te acepto a ti en lugar de a otros?—La verdad es que no ¿por qué?—Siento que te con
Ella se había puesto su pieza de pijama blanco con círculos rojos y se había metido en la cama con la mirada fija en el tejado pensativa ¿qué le estaba pasando con su paciente? Eso era lo que era, solo su paciente. ¿Por qué se estaba incomodando de pronto, al mismo tiempo que le encantaba estar con él y hablar con él? Soltó un suspiro y dio vueltas en la cama. “Ayyy, la niña se nos ha enamorado”, se acordó de las palabras de Víctor y se incorporó de inmediato sobre la cama. ¡Qué tontería más grande! Odiaba a Víctor ¿cómo se le ocurrió soltar aquella barbaridad. Ella no estaba para nada enamorada de él. Abrió los ojos de golpe y se acordó de que Noha le había escrito. Tomó su móvil de la cabecera y lo desbloqueó para poder leer lo que ponía el mensaje.Leyó: “Hola. He intentado varias veces marcarte, pero no lo he hecho para no interferir con tu trabajo. Desde aquel beso no hago más que pensar en ti, me gustas mucho. Espero que algún día sientas lo mismo por mí. Cuídate.”Ella se quedó