CAPÍTULO SIETE

La noche anterior había ido al apartamento de su vecina Delia quien la había mandado una invitación con su nieta. Hacía tiempo que no la veía porque estaba constantemente trabajando o con sus amigos.

—El hombre que estuvo la última vez en tu apartamento ¿Cuándo vuelve? —le había preguntado Sonia. Como sospechaba, a ella le gustaba Xavier.

—Niña ¿qué haces preguntando por los conocidos de la chica? —le regañó su abuela. Miró a Karen—Hija ¿ya tienes novio? —ella le sonrió con amabilidad.

—No, Delia. Por ahora solo tengo amigos.

—Con lo hermosa que eres ya deberías tener a un hombre que te cuide.

—Las albóndigas están ricas ¿las ha preparado usted? —Desvió el tema. No quería hablar de temas iguales con ella.

—Me ha ayudado mi nieta.

Aquella se había levantado muy temprano, era el último día que trataba a su paciente y después la despediría, pero antes tenía que llegar al cuarto de Christian y verle antes de que llegara Noha y controlara el lugar, ya no se fiaba de ella después de lo sucedido aquella vez.

Llegó en el hospital a las siete y media, las recepcionistas Zoe y Alexa no habían llegado todavía, seguían las sustitutas.

Subió las escaleras hacia el tercer piso. Se aseguró como siempre de que nadie la estuviera observando y entró en la habitación del hombre en coma. Sonrió feliz de volver a verlo. Tomó la silla y se acercó a la cabecera para tenerlo cerca.

—Buenos días, bello durmiente. —le saludó mientras sacaba de su bolso el libro que venía leyéndole desde hacía días “La voz de madrugada”. —Te veo mejor —dijo sorprendida. Llevó la mano a su cabello y lo acaricio con suavidad, como si tuviera miedo de que se despertase y la reprochara. —Antes de seguir leyendo quiero que me prometas algo, que cuando te despiertes, confío que lo harás, no te acordarás de mí ¿de acuerdo? —dicho eso soltó un suspiro—¿Sería egoísta de mi parte no querer que te despiertes todavía para seguir aquí contigo? Es que lo necesito. —sonrió de pronto—Justo ayer mi vecina me preguntó si tenía novio, pero tú sabes muy bien que no. Me conoces muy bien, aunque no sé si te lo dije, alguien me hizo mucho daño en el pasado, pero gracias a mis amigos pude superarlo. Es la razón por la que los quiero tanto y no podría imaginarme mi vida sin ellos, lo son todo para mí. Sin embargo, espero poder confiarle mi corazón a alguien algún día, pero no creo que sea el momento. —soltó un suspiro y miró la hora en su reloj—te leeré unos cuantos párrafos y luego me iré.

  “Capítulo catorce: …Nunca sabréis quién, ni qué soy yo. Esta es mi voluntad, espero que sea respetada. Así evitaré que, al conocer mi nombre, lo maldigáis, reneguéis de la silenciosa amistad que me habéis dado, detestéis haber estado escuchándome. Nada de eso ocurrirá porque yo desapareceré con mi secreto…”

Salió de la habitación sigilosamente y caminó hacia el cuarto donde estaría esperándole su paciente. La abrió y se encontró a la chica sentada sobre la cama.

—Buenos días supergirl—le saludó a la muchacha con una sonrisa.

—Buenos días doctora.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó tomándole la mano que anteriormente estaba enferma.

—Estoy genial, ya no siento nada.

—Me alegro mucho.

Le hizo las últimas revisiones y cuando todo estuvo listo se despidió deseándole mucha suerte y que para la próxima se cuidad mucho.

Cuando abandonó el cuarto, se topó con Noha. Se saludan y los dos decidieron bajar juntos a la última planta.

—Tu paciente debe estar mejor, supongo.

—Así es. Es una chica muy valiente.

—Bien. ¿Tienes planes esta noche? —ella lo miró ¿iba a invitarla?

—Ah, es el cumple de Karina.

—¿La hija de Ivonne cumple hoy?

—Exacto, es mi ahijada y no puedo faltar. De hecho, tengo que conseguirla un regalo, todavía no lo he hecho—se quejó. —¿Irás al cumple?

—Encontraré el momento, tal vez os encuentre delante.

—Por cierto…sobre el paciente en coma, ¿se sabe ya algo de su familia? —Noha la miró con desconfianza y se detuvo.

—¿Por qué te importa tanto ese hombre? —ella lo había llamado paciente ¿por qué lo llamaba él hombre?

—Es un caso especial y lo sabes. Estoy segura de que todos hablan de él.

—Pero no todos entran en su cuarto a leerle un cuento.

¿Seguía molesto por eso? ¿Por qué? ¿Desde cuándo era un delito visitar a un paciente en coma? De pronto sonó el busca de Noah, lo miró y en su rostro apareció sorpresa, miró a Karen quien lo observaba interrogativa.

—¿Pasa algo?

—Tengo que dejarte. —guardó de nuevo el buscador y corrió escaleras arriba.

Karen lo veía alejarse confusa, no entendía qué es lo que estaba pasando. De pronto vio que otros médicos subían igualmente por donde había ido. Definitivamente estaba pasando algo gordo.

Ella decidió igualmente subir a ver qué es lo que estaba pasando. Al llegar en la tercera planta vio que todo ellos entraban en el cuarto de Christian, enseguida de latió fuerte el corazón al pensar que algo malo le estaría pasando. No la dejaban entrar y así no podía saber qué es lo que pasaba realmente.

Llegó Ivonne y parecía apurada, traía a su niña de cuatro años  en brazos. Karen se acercó a ella.

—Ivonne, ¿qué hace la niña aquí? —ella en respuesta se la entregó.

—Buenos días, tía Karen.

—Hola princesa.

—Se siente un poco mal y no puede ir a clase en este estado. Quédate con ella, voy a cambiarme y ver si me necesitan.

—Pues apresúrate, quiero saber qué está pasando allí dentro.

Ivonne le dio un beso a su hija en la mejilla y corrió a cambiarse.

—¿Qué tiene mi princesa preciosa? —le habló a la niña mientras caminaba hacia las escaleras.

—Me duele la garganta—le contestó ella mientras apoyaba su cabecita contra su pecho.

—Pobrecita, es tu cumpleaños y te pones mal. Has vomitado ¿verdad?

—Sí.

—No te preocupes, te pondrás bien.

Bajaron al primer piso. Las recepcionistas habían llegado, las dio los buenos días y caminó hacia la cafetería. Se sentó a la mesa a la que estaba acostumbrada con sus amigos. Le ayudó a Karina a sentarse en la silla y ella hizo lo mismo. Tomó su móvil y escribió un mensaje en el grupo que tenía con sus amigos para pedirles que la encontraran si no estaban ocupados. Guardó el móvil y se encontró en la niña.

—Dime ¿qué te apetece comer? —la niña negó con la cabeza —¿No tienes hambre?

—No.

Llegaron Xavier, Anna y Víctor más rápido de lo que ella se esperaba.

—Hola Chicos, no esperaba que…

—Cuéntanos ¿qué le ha pasado a Christian? —preguntó Víctor tomando asiento. —Hola linda ¿qué tal? —le sonrió a la niña.

Xavier la tomó en brazos y se sentó en la silla.

—¿Cómo está la niña más hermosa del mundo?

—Bien.

—No he mencionado nada de Christian. —dijo Karen recordando lo que les había escrito.

—Hemos oído que todos los médicos han ido corriendo a su cuarto. —explicó la rubia.

—¿Por eso habéis venido tan rápido? Pensé que os preocupabais por mí.

—¿No es lo que estamos haciendo? —dijo Víctor— A ti te gusta ese hombre y si preguntamos por él es porque nos preocupamos por ti.

—Gracias amigos ¿qué haría yo sin vosotros? —dijo ella con sarcasmo.

—No tienes por qué. ¿Pido que nos traigan lo mismo? —Preguntó Anna poniéndose en pie.

—Claro, amor.

—¿Y? —Insistió Xavier—¿Qué le pasa al hombre durmiente?

—No lo sé. No me han dejado entrar. Estoy esperando a que me diga Ivonne lo que está pasando.

—¿Me traeréis regalos? —intervino la niña. Los chicos se miraron confusos.

—Es su cumpleaños— le dijo Karen en silencio y afortunadamente lo entendieron mostrando sorpresa.

—Oh, claro preciosa—dijo Víctor— ¿Qué te gustaría como regalo?

—Un vestido de hada.

—¿Con la varita? —preguntó Xavier.

—Aja.

—Pensé que querías ser una princesa.

Anna regresó con una bandeja llena. En ella había frutas, leche, yogurt y panes tostados.

—¿He oído que alguien cumple años? —la niña asintió con la cabeza—Feliz cumpleaños, linda. ¿Cuántos años cumples?

—Cuatro años.

—Vaya, te estás haciendo mayor. Esto hay que celebrarlo—le ofreció una manzana, pero ella no quería—Tienes que comer, es tu cumpleaños, recuerda.

—Y si comes tendrás más regalos—le recordó Karen. La niña estrechó la mano y tomó la fruta.

—Buena chica.

De pronto se presentó Ivonne ante ellos. Todos la miraron.

—Ivonne ¿qué ocurre?

—Es Christian.

—¿Le ha pasado algo? —preguntó Karen muy preocupada.

—Se ha despertado. Su familia llegará en cualquier momento.

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