Mientras salía por la puerta se preguntaba qué estaría pasando en el cuarto de Christian, si fuera una urgencia médica le habrían avisado a Noha, pero ese obviamente no era el caso.
Subió las escaleras a la otra planta. Caminó por el pasillo y miró por todos lados, esperó que unos médicos se alejaran y abrió la puerta del cuarto de Christian. La cerró y cuando se dio la vuelta se sorprendió al ver a sus amigos dentro hablando sobre la cama de Christian. Ivonne la miró y se acercó a ella.
—¿Qué demonios hacéis aquí? —se acercó a ellos asombrada.
Anna abría con cuidado cada uno de sus ojos mientras le analizaba sin darle mucha importancia a su amiga.
—Vaya, ojos grises, interesante—comentó.
—Así que este es el tío al que siempre vienes a ver —comentó Víctor leyendo su información, sentado sobre la camilla.
—¿No me habéis escuchado? He preguntado que qué es lo que estáis haciendo aquí —insistió Karen, pero sus amigos parecían estar estudiando un caso especial y ni caso la hacían a ella. Tuvo que mirar a Ivonne incrédula.
—No entiendo nada, ¿me explicas por qué están todos ellos aquí?
—De pronto se les ocurrió entrar aquí sin más—contestó ella encogiéndose de hombros.
—Estamos aquí para conocer a la persona con quien se está viendo nuestra amiga, —ahora lo estaba mirando Víctor, al fin desviaba la mirada del historial de Christian —estamos en nuestro derecho. Quizás ese tío sea un psicópata que cuando se despierte vaya a por ti, en ese caso necesitaras a unos amigos que estén dispuestos a ayudarte.
—Estáis locos—Karen no salía de su asombro.
—¿Sabíais que tiene actividad cerebral? —preguntó Xavier que desde que había llegado estaba pegado al monitor. Todos se acercaron.
—¿Y eso qué quiere decir? —preguntó Karen.
—Que es consciente de todo lo que está pasando a su alrededor, más o menos. —Karen miró a Christian sorprendida.
—Espero que no le hayas confesado amor —se burló Víctor.
—¡Que no estoy enamorada! —se quejó Karen frustrada.
—Auch —lamentó Xavier —que él está aquí, eso ha debido dolerle.
—Dios mío, ¿por qué tuviste que ponerme a esa gente en mi camino? —lloriqueó Karen.
—No te preocupes, no es seguro que tenga que acordarse exactamente de todo lo que le pasa. Es más normal que se olvide de muchas cosas. —le tranquilizó Anna, siempre era Ivonne la que la tranquilizaba, pero era agradable que ella empezara a hacerlo. —Bueno, a no ser que tenga que acordarse de lo más importante, eso sí sería una gran faena. —se rieron todos y Karen sintió que se iba a morir.
—Ya os habéis divertido bastante, ¿podéis marcharos ya y dejarlo tranquilo? Os lo pido por lo que más queráis.
—Lo que queremos a cambio es que nos pagues el almuerzo—indicó Víctor, siempre tenía que ser él.
—¿Entonces os olvidareis de este cuarto? —tenía miedo de que tanta aglomeración llamara aún más la atención del resto del personal del hospital, eso sería malo si quería seguir viendo a Christian.
—Bueno, no estaría mal para empezar—estuvo de acuerdo Xavier con Víctor.
—¿Qué fue lo que te dijo Noha? —indagó Ivonne.
—Me ha pedido o, mejor dicho, exigido que no vuelva a entrar en este cuarto….
—Pero aquí estás de nuevo. —todos desviaron sus miradas hacia la puerta donde estaba Noha con los brazos cruzados —No recordaba que fueras tan testaruda. —escuchó cómo sus amigos carraspeaban, estaba segura de que ahora la abandonarían de nuevo.
—Culpa nuestra, —dijo Xavier —escuchamos hablar de él —dijo señalando a Christian —y nos interesó conocer su caso. Pero ahora nos estábamos yendo a almorzar, ¿verdad chicos? —todos asintieron mientras se incorporaban —¿Te vienes? —le preguntó a Noha que no parecía tragarse nada de lo que le decían, tenía la mirada fija en Karen.
—Por supuesto, os encuentro en la cafetería.
Caminaron hacia la puerta y abandonaron uno a uno la habitación. Hasta entonces Karen no se creía que sus amigos la hubieran salvado de Noha. De cualquier situación podían acudir a su rescate, pero cuando se trataba de Noha siempre se ponían al margen. Estaba feliz de que lo hubieran hecho esta vez. No habría cómo defenderse ante él y librarse de ésta.
—Gracias chicos —les murmuró cuando se encontraron en el palillo camino al piso de abajo donde estaba la cafetería.
—De gracias nada, nos pagas el almuerzo —Dijo Víctor y no le sorprendió que viniera de él.
Xavier la tomó por el hombro y la atrajo hacia él.
—Solo es el almuerzo, no es para tanto. Todavía podrás abrir tu clínica y que nos pagues el almuerzo no marcará ninguna diferencia.
—O, podrías aceptar salir con Noha y con cara de cachorrito le suplicarías que nos pague todos los almuerzos. —comentó Anna. —La decisión es solo tuya.
—¿Dejaréis de hablar del tema en algún momento? — preguntó Karen frustrada—algún día va a escucharos.
Bajaron todos a la cafetería del hospital y cumpliendo su promesa, le obligaron a Karen a que pagara la cuenta de todos, no le quedó de otra que hacerlo.
—Sois los peores amigos que se puede desear. —se quejó ella mientras se sentaban todos a la mesa—Primero me acabáis la comida de la casa y ahora me exigís pagaros la cuenta de vuestro almuerzo.
—Y aun así nos quieres muchísimo—dijo Anna con una sonrisa de satisfacción.
—No os confiéis demasiado, en cualquier momento puedo cambiaros por otros.
—Mujer, para de soñar ya. —dijo Víctor quitándole la tapa a su bote de fideos. —Nunca encontrarás mejores amigos como nosotros.
—So os consideráis mejores amigos, ya me gustaría conocer a los peores.
Noha los alcanzó unos minutos después y los seis comieron juntos mientras conversaban y se reían.
Después de que todos regresaran a sus trabajos, Karen decidió aprovechar la oportunidad para conocer a su siguiente paciente. Subió a la planta que le tocaba y antes de entrar a la habitación le dio unos golpecitos a la puerta y luego la abrió. Dentro se estaba una mujer sentada en una silla junto a la cabecera de la camilla en la cual se encontraba una jovencita con una escayola en el brazo. Karen les sonrió ampliamente mientras entraba en la sala.
—¡Hola! —saludó amablemente sin apartar en ningún momento su sonrisa. La señora y la joven enferma la observaron.
—Hola, doctora—se levantó la mujer para darle la mano y ella se la aceptó amablemente
—Tú debes de ser Verónica—dijo acercándose a la camilla.
—Así es.
Verónica era la nueva paciente que le habían asignado. Solo se trataba de una joven de quince años que tenía el brazo fracturado y a quien estaba acompañando su madre.
—Me llamo Karen y estaré allí cuando te quiten eso que parece ser incómodo—señaló la escayola del brazo.
—¡Genial! —la niña se mostró entusiasmada—es realmente incómodo. ¿Cuándo me lo quitan? Estoy harta de llevarlo.
—Mañana mismo te librarás de ello y te ayudaré a recuperar la movilidad de tu brazo, pronto estarás como nueva—escuchar aquello trajo sacó una sonrisa en el rostro de ellas.
—Gracias doctora—dijo la madre, totalmente satisfecha.
La noche anterior había ido al apartamento de su vecina Delia quien la había mandado una invitación con su nieta. Hacía tiempo que no la veía porque estaba constantemente trabajando o con sus amigos.—El hombre que estuvo la última vez en tu apartamento ¿Cuándo vuelve? —le había preguntado Sonia. Como sospechaba, a ella le gustaba Xavier.—Niña ¿qué haces preguntando por los conocidos de la chica? —le regañó su abuela. Miró a Karen—Hija ¿ya tienes novio? —ella le sonrió con amabilidad.—No, Delia. Por ahora solo tengo amigos.—Con lo hermosa que eres ya deberías tener a un hombre que te cuide.—Las albóndigas están ricas ¿las ha preparado usted? —Desvió el tema. No quería hablar de temas iguales con ella.—Me ha ayudado mi nieta.Aquella se había levantado muy temprano, era el último día que trataba a su paciente y después la despediría, pero antes tenía que llegar al cuarto de Christian y verle antes de que llegara Noha y controlara el lugar, ya no se fiaba de ella después de lo suce
Noha le había prohibido la entrada al personal no autorizado. Karen y sus amigos se quedaron a un lado a observar cómo entraba una pareja mayor muy elegante a la habitación, iban acompañados de un hombre con traje y maletín.—Al parecer el tipo procede de una familia importante—comentó Anna. —Debes de alegrarte, tiene familia y ya no tendrás que cumplir tu promesa.—¿Se acordará de mí? —murmuró Karen y sus amigos se voltearon a mirarla.—Ayy, la muchacha se nos ha enamorado. —se burló Víctor.—Deja ya de decir estupideces, me preocupa que recuerde todas las cosas que le dije, eran personales.—¿No debiste preocuparte por eso antes de decidir contarle tu vida? —preguntó Xavier.—Bueno, yo…no solo le hablé de mí—se mordió los labios y sus amigos la miraron absortos.—Karen, dinos que no le has hablado de nosotros a ese desconocido—le exigió Xavier, ella forzó una sonrisa.—No importa, él no tiene por qué acordarse de nada de eso.—Más te vale, o lo haré dormir yo para siempre. —amenazó
Xavier estaba ocupado coqueteando con una de las tutoras, era joven, madre soltera y se ruborizaba por cada cosa que le decía el hombre apuesto que tenía delante. Víctor y Marcus estaban con Karina, Víctor la enseñaba a utilizar la varita de su nuevo vestido de hada. Las tres mujeres estaban juntas atendiendo a los niños en lo que necesitaban. Noha llegó más tarde, las seis y treinta y cinco. Ivone le agradeció su llegada y aceptó la caja de regalo que había traído. Miró a Karen y ésta le sonrió. Era la hora del pastel. Se acercaron todos junto a la mesa y a animaron a los niños a cantar el cumpleaños feliz. Karina apagó las velas y todos aplaudieron alegres. —Por cierto —habló Noha entre tantos aplausos, —me imagino que tenéis curiosidad por saber qué pasa con el paciente en coma. Se ha despertado, sabe perfectamente quién es, y sus padres han pedido el traslado a otro hospital fuera de aquí, o sea, Suecia, que es de donde son. Se lo llevaran mañana a primera hora. Karen lo miró
Daban las cinco de la madrugada, y como era costumbre, sonó el despertador en la cabecera de Noha. Éste abrió los ojos, se incorporó y se sentó al borde de la cama mientras silenciaba la alarma y se frotaba los ojos. Cinco minutos después, se puso sus chanclas y se levantó de la cama. Se quitó la camisa que llevaba y se subió y la cinta caminadora. Comenzó a caminar y segundos después estaba corriendo, éste era su ejercicio de cada mañana. Estuvo así durante aproximadamente quince minutos. Se bajó de la cinta, estaba respirando agitado, tomó la toalla y se secó el sudor. Salió de la habitación y se acercó a su cocina americana, era elegante y muy espaciosa con todos los mobiliarios modernos, podía permitírselo. Tomó el jarrón de agua y se sirvió en un vaso. Tomó el mando y prendió el plasma del salón, mientras seguía la información, caminó hacia el cuarto de baño que tenía en su cuarto. Se desprendió de lo que le quedaba de ropa y se metió en la ducha. Se cambió y se arregló el pelo
La soltó con cuidado y se subió a su auto, ella seguía paralizada. Él puso el auto en marcha y la echó un último vistazo mientras le sonreía. Pisó el acelerador y abandonó el aparcamiento. —Esto no puede estar pasando, debo de estar soñando—se dijo a sí misma. Había tanta sorpresa a la vez que no sabía cómo sobrellevarlo. Se subió a su Mini Cooper, se puso el cinturón y se tomó unos segundos en reflexionar sobre lo que le había sucedido. Tomó su celular y les escribió a sus amigos: “Chicos, acaba de ocurrir una desgracia. Ahora voy para el hospital”. Puso en marcha el motor y condujo hacia el Northem Nevada Medical Center. Una vez allí, se bajó del auto y corrió hacia el edificio, tenía que ver a sus amigos antes de marcharse. Cuando entró en el edificio, Xavier estaba bajando a toda prisa los escalones para encontrarla. Tomó su frente y se puso a revisarla. —¿Estás bien? ¿Has tenido algún accidente? —¡Xavier…! —¡Karen! —Anna y Víctor corrieron a su encuentro y la observaron. —C
Karen había preparado ya su equipaje. Llevaba dos maletas, una contenía su ropa, mientras la otra contenía su material imprescindible de trabajo. Se despidió de su vecina quien le deseó todo lo mejor y que regresara a salvo.Como le había dicho Noha, un auto pasó a recogerla y de inmediato la condujo hacia la pista de aterrizaje donde la estaba esperando la avioneta con la que iba a viajar. Había un hombre mayor de pelo tendiendo a gris de pie observando la hora en el reloj de su muñeca, parecía estar esperando a alguien, a ella seguramente.Un empleado con un chaleco de verde claro intenso se acercó a ella y le saludó educadamente. Le ayudó a retirar las maletas del maletero y acercarla hacia el avión. El hombre seguía allí de pie, mirándola acercarse. Cuando ella lo alcanzó, él la tendió la mano.—Buenas tardes. Usted debe de ser la doctora Karen Pride.—Así es. Buenos días.—La estábamos esperando. ¿Subimos? —preguntó indicando la escalera de la avioneta.Se subieron y la dieron a
Antes de acomodarse decidió llamar a sus amigos para informales que había llegado ya. Realizó una video llamada que los conectara a los cinco. En unos segundos podía verlos a los cuatro, sonrió feliz. —Holas chicos. —¡Karen! —chilló Anna—pensamos que te habías olvidado de nosotros. —¿Tan pronto? —¿Qué tal tu viaje? —preguntó Xavier, parecía estar cocinando. —Muy bien, gracias. ¿Qué haces? —¿Yo? Haciendo arte en la cocina. —¿Qué tal está todo por allí, cariño? —preguntó Ivonne. —Bueno, me han recibido extrañamente bien. Por ahora no he visto al padre de Christian, me han dicho que en cualquier momento llegará. —¿Y el dormilón cómo está? —preguntó Víctor. —Está…—soltó un suspiro—bien, está muy bien. —Ahm, ¿te refieres a físicamente o médicamente hablando? —preguntó Víctor que se había dado cuenta, aunque en realidad no había sido el único. —¿Cuál es la diferencia? Soy fisioterapeuta—se puso a la defensiva. —El hecho de que estés tan tranquila debe significar que él no sabe n
—¿Has probado ya el vino? —Karen miró el vaso de vino que seguía sobre la bandeja—Deberías intentarlo, seguro te gustará.Ella tomó el vaso y se lo llevó a los labios, probó un poco, pero le gustó, estaba dulce, volvió a darle un sorbo más largo y luego depositó de nuevo el vaso.—Tenías razón, está bueno. Igual que la comida.Christian la había hecho probar cada plato, la que más le había gustado era aquel que tenía claro aspecto de unas albóndigas, de las que no recordaba el nombre, quizás lo consiguiera con el tiempo.Ella había tenido que darle de comer porque le pesaban los brazos. Empezaba a sentirse a gusto con él despierto y le gustaba. Siempre pensó que sería raro y distinto, lo que no se esperaba es que fuera agradable.Sin que se dieran cuenta, Marianne se había acercado al cuarto, había abierto la puerta con cuidado y los había observado cenar juntos. Había suspirado aliviada al ver que su hijo se llevaba bien con la misteriosa doctora, y estaba feliz de haber acertado al