Llegamos donde el «coyote», como le gustó que le dijeran, el traficante de armas más grande del mundo, y qué, de casualidad, mi familia hace los mejores tratos con él. Sonreí cuando entré en su casa, cómo siempre, estaba comiendo solo en su comedor, se caracteriza por ser un amargado de m****a, yo lo soy, pero él me supera.
—Te dijo que nadie puede entrar aquí. Menos cuando estoy comiendo. —dijo aquel hombre que estaba sentado, yo era igual a él, eran contadas las personas que se sentaban a comer conmigo, no le daba esa libertad a cualquiera, sin contar el hecho de que Antoine toda una vida ha estado a mi lado y solo un par de veces se ha sentado en la mesa conmigo.
—No soy ninguna persona. —mencioné apareciéndome en su campo de visión, uso el mismo carácter endemoniado y es que su padre hacía tratos con el suyo, Aleric por otro lado, no era de la clase de persona que solo le interesan negocios, no le importa con quién está tratando, no cambiará su actitud.
—A mí no me importa si eres un Petrov o si eres un mismísimo miembro de la Yakuza, no me gusta que nadie entre a mi casa, y mucho menos sin mi permiso. —respondió—. Pero ya que estás aquí, desembucha, ya arruinaste mi comida.
—Mira, maldito imbécil, este asunto es serio y me vale la misma m****a si te molesta que esté aquí o no, vengo a hacer negocios, no vengo a hacer vida social. —mencioné sonriendo de mala gana, estaba emputado y es que tenemos un carácter tan similar que nos molestamos a nosotros mismos—. Y si tanto te molesta mi presencia, podemos agarrarnos a los puños aquí mismo. —agregué nuevamente poniendo ambas manos encima de su mesa, quedando frente a frente.
—No estoy para tus juegos niñato. —apareció poniendo su mano en la pretina de su pantalón mientras me miraba seriamente, sabía exactamente qué haría, así que hice lo mismo, no nos demoramos en sacar nuestras armas y apuntarnos directamente a nuestros cuerpos, desde afuera apareció Antoine y el jefe de seguridad de Aleric, mal día para no tener seguridad extra.
—¿Crees que yo sí? —respondí con altanería en medio de una sonrisa—. Ahora dime, ¿Vamos a negociar? —esperé que asintiera, si no esto se volvería en un maldito duelo, donde yo tenía la completa desventaja porque él sabía perfectamente el lugar en que se encontró, mientras que yo ni idea.
—Baja el arma, muchacho. —mencionado desde atrás el padre de Aleric—. No tuve problemas con el infeliz de tu padre, menos los tendré contigo. Sé que ustedes son buenos amigos, pero tienen un carácter de m****a, tan irritables ambos. —añadió sonriendo de lado. Me acerqué para sentarme en su mesa y tratar los temas que usaron que negociar, pero Aleric habló.
—En mi mesa solo se sientan las personas que estimo y creo de confianza, detrás de eso, solo yo. —añadió sonriendo—. Tú dejaste de serlo cuando decidiste acostarte con la chica que se iba a convertir en mi futura esposa. —dijo.
—Bueno Aleric, te he dicho que ella no me dijo en ningún momento que estaba comprometida, no es mi culpa que pasase aquello, ya deja la prevención, me interesa más con vida que bajo tierra. —respondí sonriendo mientras pasaba la lengua por mis dientes en medio de una sonrisa—. Necesito armas, de distintas clases, rifles francotiradores, armas de disparo rápido, de corta distancia, necesito armarme hasta los dientes para lo que tengo planeado hacer. —mencioné nuevamente.
—No hemos hablado de cantidad y ya me parece que necesitaré tiempo, no puedo conseguir lo que me pide de un día a otro, sin contar que tengo «encargos» antes de los tuyos. —respondió el padre de Aleric, sabía lo que quería, en este mundo nada funciona sin el dinero suficiente.
—¡Me importa un carajo! Te pagaré lo que deseas por traerme ese cargamento lo antes posible, tú solo pones un número y yo te lo daré, sabes que ese no es problema para un Petrov. —agregué. Él me miró y luego volvió a sonreír.
—Vse v poryadke (Está bien). —respondió. Estrechamos nuestras manos para cerrar aquel trato y luego salí de su casa y me dirigí directamente a la mía.
Antoine me miró desde el espejo retrovisor, sabía que tenía una duda, sin embargo, no era capaz de preguntarla, siguió así por una gran parte del camino hasta que decidió sacarle lo que tenía atorado.
—Dime, ¿Qué te aqueja tanto? —preguntó mirándolo fijamente.
—Señor, no quiero parecer un débil o un idiota, pero solo somos usted y yo, en cambio ellos son cientos, y las armas que encargó también fueron cientos, como para armar un batallón, el que no tenemos. —dijo.
—No te preocupes. —respondí—. Ya conseguiremos a los hombres, por dinero y muchos podrían vender hasta a su madre. —agregué.
Seguimos nuestro camino en silencio, inevitablemente pensé en aquella chica, hoy, donde llegó su carta, había pensado más en ella, sus palabras llegaron a mi mente cómo si las hubiera aprendido de memoria, y tal vez, así haya sido, pero no quería admitirlo.
Tal vez… Tal vez se le aparecerá ¿Será por mi casa una vez todo su encierro terminar, como lo mencionaba en su carta, solo sí la dirección era la correcta, si no, solo habré parecido un imbécil creyendo algo que no era? Deseaba verla, conocerla, algo en su forma de escribir provocaba un sentimiento en mí que nunca había experimentado, pero sabía que era una rata igual que yo y que nada bueno sale al mezclar m****a con m****a.
Entramos en la mansión, busqué en el periódico, siempre hay gente necesitada que ofrece sus servicios, además de mandar a Antoine a buscar gente en los barrios más apartados de la ciudad, solo esperaba poder encontrar mi ejército y poder acabar con todas esas escorias que quedaron usurpando mi trono en Rusia.
Moscú es mi tierra y ni el diablo se atrevería a tratar de sacarme de ahí, estos pobres infelices no tienen idea con quien se metieron. Sonreí diabólicamente, era algo que hacía cuando pensamientos asesinos se apoderaban de mi mente, y en eso, soy muy creativo.
Ivonne Wilson
Solo tengo que pasar este día, solo este, al amanecer de mañana sería libre, por fin podría irme de aquí, tomaría lo que me pertenecía y me iría lo más lejos posible de mi tía, no quiero permanecer al lado de la mujer que acabó con mi familia.
—Mañana por fin nos iremos de esta m****a. —mencioné sonriendo, mi amiga estaba al lado con una sonrisa en su rostro, sabía lo que significaba, se vendría conmigo, dejaría todas estas condiciones deplorables y se vendría conmigo en busca de algo mejor.
—Tienes razón, tantos años de espera por fin habrán valido la pena. —respondió ella sin dejar de sonreír.
Claro que sí valieron toda la m*****a pena, no podía con la felicidad que invadía mi ser, pero, aun así, creía que Anastasia estaba aún más contenta, es que sus ojos brillaban con solo mirarla.
Pude dormirme pasada la medianoche, esperaba con ansias que las horas pasaran lo más rápido posible, pero al rato me despertó Anastasia, no sabía que quería, pero era algo malo, lo podía traslucir en su semblante.
—¿Qué sucede? —preguntó curiosa, seguro había descubierto algo, esas malas costumbres de pasear por las penumbras de la noche.
—Hay unos hombres afuera que preguntan por ti y no tienen pinta de ser amigos. —dijo—. Tenemos que irnos rápidamente, creo que tenías razón cuando bromeabas acerca de tu tía y enviar matones. —dijo en una media sonrisa.
—No creo que haya caído así de bajo. —mencioné, aunque sabía de los alcances de aquella mujer, después de meterse con su cuñado o dejar que mi madre la viera revolcándose con mi padre, es capaz de cualquier cosa.
—Tenemos que salir de aquí, Iv. —dijo Anastasia, así me llamó algunas veces, me levanté y coloqué zapatillas, las demás cosas quedarían aquí, no usaría tiempo para llevarnos más cosas con nosotras.
—Te sigo, Ann. —respondí, también yo acorté su nombre, supongo que después de muchos años de amistad nos sentimos con libertad de hacerlo.
—Vámonos. —salimos con mucho cuidado de la habitación, pero antes dejamos unas almohadas para simular que seguíamos en la cama.
Salimos por un pasillo secundario que daba a la cocina, se suponía que no debíamos usar, pero era una forma fácil para salir más rápido de las habitaciones, de pronto escuchamos dos estruendos, nunca había escuchado un disparo, pero parecía que eso era, así que me asusté.
Me detuve, el miedo se apoderó de mi cuerpo, pero Ann me tomó el brazo y jaló de el para que pudiéramos seguir avanzando.
Quería pensar que todo saldría bien, de verdad, pero si ya habían disparado se habían dado cuenta de que en las camas solo había algunas almohadas. Estaba completamente oscuro, parecía que mi tía había atinado la noche en la cual se rompió de mí.
La puerta no abría, estaba cerrada con llave, como si supieran que íbamos a escapar, pero no nos rendiríamos, trataríamos de salir cómo si fuera lo último que haríamos, que ahora, era una opción.
—Mierda. —Anastasia destacó, ambas estábamos completamente asustadas, y ese sentimiento solo aumentó cuando escuchamos pasos viniendo hacia la cocina. Cerramos la puerta con llave y tratamos de abrir la puerta nuevamente, pero nada resultó, Ann no pudo con la presión y tomó una silla con la que, después de varios intentos, se rompió, salimos de ahí con algunas astillas de vidrio pegadas en las y muñecas, pero ninguna la suficiente profundidad para lastimarnos más de la cuenta.
Corrimos, aunque no sabíamos a dónde íbamos, hace mucho que no andábamos por estas calles y no me iba a ir a meter a mi casa, ella tampoco recordaba la dirección de la suya.Escuchamos otro estruendo, habían forzado la cerradura de la puerta con un disparo, ¿Por qué no se pueden dar vencidos? ¿Qué hice yo para merecer esto? Nada, no hice nada, pero la ambición de mi tía va más allá de los límites legales que le dejó mi padre, por eso hace todo esto, conmigo muerta tendrá todo para ella sola.— ¿¡Dónde carajos estás!? — preguntó un hombre. Se escuchaba bastante enojado, seguro perdería todo el dinero que le ofreció aquella mujer que se hizo llamar, alguna vez, mi familia.— Me ves cara de adivino, imbécil. ¡Tenemos que encontrarla como dé lugar! — apareció el acompañante. De pronto, se me ocurrió un lugar donde escondernos, la casa de Julián podría ser nuestra salvación.— Ann, mírame. — le dije cuando me di cuenta de que estaba tirada en el suelo, a punto de entrar en una crisis de pá
Mi amiga sonrió y luego tomó mi mano, el miedo junto a la vida se iba largando de su cuerpo como si fuera lo más sencillo del mundo, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, no podía creer que mi amiga, la única que había compartido mis momentos más oscuros se encontraron en este estado, dejándome, ¿Dónde quedaron todos esos sueños que prometimos cumplir juntas?—P—por fi—fin so—so—somos lib—libres. —estaba sonriendo mientras una lágrima caía por su mejilla, ¿Por qué no a mí? Ella no tuvo la culpa de acompañarme—. Bus—bus—ca a m—mi—s her—herm—ma—n—nos. —dijo con su último aliento y su cuerpo cayó desvanecido sobre mis piernas.—¡Haz algo, maldita sea, llama un médico, una ambulancia, algo! —grité molesta, porque solo se había quedado mirándome, no había intentado hacer nada por salvarla, cómo si se hubiera quedado en shock o simplemente sabía el destino de mi amiga, de mi querida Ann.—Eso no pasará, ella ya pasará. —apareció como si no le importaba lo que acababan de ver sus ojos
Nikolay PetrovLa tenía enfrente de mí, no podía creerlo, por mucho que he soñado este día nunca pensé que sería de esta forma, ¿Por qué estaba huyendo? ¿Quiénes eran aquellos hombres que la perseguían? ¿Por qué razón parecía ser que era la primera vez que se enfrentaba a una muerte de aquella índole? ¿Por qué de pronto me siento tan confundido al darle cobijo bajo mi casa?Pero, aún con todas mis preguntas, no podía rechazar el hecho de que aquella mujer es mucho más hermosa y joven de lo que alguna vez imaginé, en primera instancia, supuse que había sido que nunca lo mencionó en algunas de las cartas, pero podía intuir que se trataba de una mujer mayor por la manera en que se expresaba, no solo una adolescente.A mis veinticinco años, aunque para muchos se trataba de estar en plena juventud, no corría con la misma suerte, es más, podía decir que a mis años les recorría una infinidad de hechos desastrosos y sangrientos, muchas muertes, demasiadas violaciones a lo que la gente conside
—El gobierno ruso ha dado orden de captura en diferentes países europeos, aún no tienen cargado su rostro en el sistema, pero no tardarán mucho en obtenerlo, nuestros enemigos se los harán saber en cualquier momento, además seremos notorios si no hacemos parecer que ese dinero de su cuenta ha sido obtenido de buena forma. —mencionó, esta mierda se está descontrolando más de lo que debería, pero no tiene opciones en estos momentos.—¡Mierda y más mierda! Dime, ¿Qué se supone que debo hacer con eso? —mencioné cabreado de tanta miseria en la que me encontré, necesitaba un segundo de paz, pero ni siquiera había dormido una mierda—. Necesito ideas, y rápido. —mencioné nuevamente—. Además, tenemos que acabar con esos bastardos que no han hecho más que morder la mano que les dio de comer, pero ya verán, se toparán con toda mi furia. —agregué nuevamente, me senté en la silla de mi despacho, esperando que la solución llegara por arte de magia, al menos, mientras comenzaba a calmarme un poco.
—¿Qué m****a pasa? —pregunté enojado tirando la caña en la puerta—. ¡Pase de una m*****a vez! —agregué, la puerta se abrió y casi caigo en la estupidez de disparar para asustar a quien fuera que se escondía detrás del muro, casi cometo una locura, casi pierdo a alguien que podría ser de gran ayuda para mí. —Disculpa, no quería interrumpir… mejor vuelvo en otro momento. —mencionó ella sonriendo tímidamente y con intenciones de volver a irse, de alguna estúpida forma ver su sonrisa me tranquilizó, me dio la tranquilidad que muchas veces necesité, pero que hasta ahora no me había dado cuenta de necesitar y no entendía por qué justamente con ella me sentía así. —Tranquila, pasa, llamaré a alguien para que limpie este caos. —mencioné respondiendo a su sonrisa con una igual, aunque creo que la mía no era tan evidente, no estaba acostumbrado a dar muestras de afecto y para mí, una sonrisa lo era. Ella me detuvo antes de que diera un paso poniendo una mano encima de mi pecho. —Descuida, yo
Ivonne WilsonSalí corriendo de allí, no podía creerme lo que había sucedido, ¿Cómo pasó? ¿Cómo dejé tan fácilmente que me besara y por qué siento que lo disfruté más de lo que me gustaría admitir? pero la respuesta era obvia, lo había querido desde el primer momento en que lo insinuó, él tenía razón en todo lo que decía, tiene un poder para atraer a las mujeres, podía notarlo y había sucumbido, le había correspondido a aquel beso de la misma manera en que él me había besado, pero eso no le justificaba todo lo que había hecho antes, ¿Tendría razón en decir que también le deseaba? probablemente sí, pero tenía que alejar aquellos pensamientos de mi mente, sacudí mi cabeza tratando de quitar esos pensamientos de ella, nada podía pasar entre Nikolay y yo, nunca.— Contrólate, Iv, contrólate. — me dije a mi misma, no podía creer que todo esto estuviera pasándome en estos momentos, mi cuerpo y el débil deseo carnal no debe sucumbir ante esa masculinidad que era tan perfectamente completa en
—Así es, Julián fue mi novio antes de que todo este enredo sucediera, pero una vez me encerraron él no volvió a contestar ninguna de las cartas que le envié, es más creo que ni siquiera se molestó en hacerlo, sino que se le hizo más fácil abandonar esta casa. —dije mientras dejaba que una lágrima cayera por mi mejilla, él se acercó y limpió aquella solitaria lágrima provocando que todo mi interior se estremeciera.—En mi opinión, un hombre que hace llorar a una mujer no la merece, y no te lo digo por experiencia, porque no la tengo, pero no deberíamos hacer sufrir a las personas que nos brindan la felicidad y que nos complementan. —mencionó provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo nuevamente.—¿Y qué opinarías de una mujer que aborta al hijo del hombre que ama solo porque él se lo pide? Además, ¿Cómo podrías asegurar que tú no harías llorar a una mujer? Los hombres siempre hacen lo que quieren con nosotras, mi padre estuvo años al lado de mi madre, parecía amarla, pero mira,
Antoine ya había entrado en ese momento, así que había escuchado lo último que había mencionado, su cara pensativa me dejaba muchas cosas que pensar, pero sabía que la idea había sido atrayente para él, tanto como para mí y es que, a ninguno de los dos se nos hubiera ocurrido aquello.—¿Cómo sabes tanto sobre el tema? —pregunté sonriendo curiosamente, casi cómo una burla, no entendía de donde podía tener aquel conocimiento que parecía casi experto, se supone que no se ha especializado en ninguna universidad o al menos hasta eso sabía. Ella se me quedó viendo como si quisiera desafiarme, pero no me interesaba en lo más mínimo.—Mi padre era empresario, aprendí mucho de él antes que falleciera, después de todo, siempre mencionó lo mucho que le gustaría algún día verme manejando todo, claro, una vez se retirase. —mencionó y vi cómo lentamente cada uno de sus ojos fue llenándose de lágrimas.—Comprendo la carga que debió ser para ti pensar en aquello a tu edad, más o menos también seguí