Mi amiga sonrió y luego tomó mi mano, el miedo junto a la vida se iba largando de su cuerpo como si fuera lo más sencillo del mundo, las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, no podía creer que mi amiga, la única que había compartido mis momentos más oscuros se encontraron en este estado, dejándome, ¿Dónde quedaron todos esos sueños que prometimos cumplir juntas?
—P—por fi—fin so—so—somos lib—libres. —estaba sonriendo mientras una lágrima caía por su mejilla, ¿Por qué no a mí? Ella no tuvo la culpa de acompañarme—. Bus—bus—ca a m—mi—s her—herm—ma—n—nos. —dijo con su último aliento y su cuerpo cayó desvanecido sobre mis piernas.
—¡Haz algo, m*****a sea, llama un médico, una ambulancia, algo! —grité molesta, porque solo se había quedado mirándome, no había intentado hacer nada por salvarla, cómo si se hubiera quedado en shock o simplemente sabía el destino de mi amiga, de mi querida Ann.
—Eso no pasará, ella ya pasará. —apareció como si no le importaba lo que acababan de ver sus ojos, además, estaba más que segura de que no había sido la primera vez que se enfrentó a la muerte de esta manera y mucho menos, que había sido la primera muerte que presenciaba. Miré a mi amiga por última vez y aquel hombre tenía razón en todo lo que decía, había muerto, me sentí miserable, la felicidad que hace un momento sentí que me sabía amarga, me arrepiento de haberle deseado la muerte a esos hombres, pero eso no me devolvería a mi amiga.
Debí morir junto a ella, debí dejar que esos hombres me dispararan a mí, ellos me buscaran a mí, a nadie más.
—Te fallé, Ann, pero tu cuerpo ahora descansará en paz, no te preocupes. Buscaré a tus hermanos y les daré lo mejor de mí para que no sufran el mismo destino que tú y yo. Siempre agradeceré todo lo que ha hecho por mí. —sonreí—. Desde que me conociste protegiendo mis espaldas, hasta el último día de tu vida. —terminé susurrando, entregándole el último abrazo de despedida—. Tenemos que hacer algo por ella. —mencioné con los ojos llenos de lágrimas, me sentí triste, impotente por no haber podido hacer nada.
—Me encargaré de ello. ¿Cuántos hombres eran? —preguntó el hombre que aún no tenía idea el nombre, pero que parecía estar preocupado por aquel pequeño detalle y de por mí, que al parecer tenía una herida en el brazo, de la cual no había sido consciente hasta ahora.
—Creo que dos, por lo menos esos fueron los que escuché. —respondí tratando de hacer memoria, pero capaz y eran cinco, no estaba segura de nada en estos momentos—. ¿Quién eres tú? Dime tu nombre y deja de mirarme de esa manera. —preguntó curiosa, nunca lo había visto, no es cómo que haya visto a muchas personas por este lugar hace muchos años, pero no era el hombre que esperaba—. ¿Y dónde está Julián? —mencioné nuevamente, curiosa.
—No conozco a ningún Julián. —dijo mirándome con aquella mirada seria, que me dejaba absorta, no solo en las millas de cosas que pasaban por mi cabeza, sino que tratando de pensar en lo que pasaba por la de él—. Y soy el dueño de esta casa, Nikolay Petrov, sí, soy ruso, por eso mi acento. —agregó, asentí sorprendida, el hombre intuyó lo que le preguntaría mucho antes de que lo hiciera, todas las cartas que he estado enviando a esta dirección le han llegado a…
—¿Desde cuanto…? Bueno… —me quedé corta, no pude terminar la frase que quería, sentí vergüenza. ¿Será que ha leído las cartas que llegan a nombre de Julián?
—Hace más o menos un año. —respondió. ¡Qué vergüenza, este hombre conoce mi vida! Claro, si es que ha leído todo lo que ha escrito—. No te preocupes, tus cartas nunca las recibieron, porque supongo que eras tú la persona que las enviaba. — dijo provocando que mi cuerpo se relajará un poco, pero no pude evitar estremecer al darme cuenta de que sabía exactamente lo que yo estaba pensando, ¡¿SERÁ QUE ERA TAN EVIDENTE LO QUE PASABA POR MI MENTE?!—. Ven, entremos, será mejor, Antoine se encargará de tu amiga y llamaré a mi médico para que te revise, no vaya a ser que se te infecte eso. —dijo de manera fría, pero de igual manera cordial.
—No sé si deba entrar en su casa. —comenté sintiéndome repentinamente incomoda, no quería estorbarle y de pronto me sentí acorralada por su mirada—. Venía buscando a una persona que no está y no sé dónde pueda estar. —agregué sintiéndome triste al darme cuenta de que a quien venía a buscar no se encontró y que nuevamente volvía a empezar de cero.
—No habrá problema, supongo que puedes quedarte mientras lo necesites, no me opondré en lo absoluto, pero te pido que cumplas algunos requisitos que ayuden para tu seguridad y para la mía. —comentó de la misma manera de hacer un rato. — No quiero que me veas cómo tú enemigo, es más, no me gustaría serlo, pero sí puedo llegar a ser un tanto egocéntrico, o malhumorado, cómo lo quieres decir, pero me gusta el orden en mi vida, necesito que, al quedarte, no interfieras en mis asuntos.
—Está bien. —respondí un poco dudosa de la poseía que acababa de hacer, pero no tenía alternativa, no quería encontrarme con otros matones por ahí y mucho menos quería saber de la persona que había ocasionado todo esto en mi vida—. ¿Qué debo hacer? —preguntó.
—Eso te lo diré cuando amanezca, por ahora, entra y descansa, le diré a Katherina que te arregle la habitación que te pertenecerá de ahora en más y de pasó te mandaré al doctor una vez llegue. —dijo, ¿Quién era aquella mujer? Ingresamos a la mansión, la distribución era la misma. Me quedé con Nikolay un momento, mientras la mujer, Katherina, terminó de ordenar la habitación que me había encomendado el ruso hace algunos minutos.
Entré en la habitación y al verla tan limpia, tan ordenada, tan pulcra y hermosa, no me importaba el color celeste que tenía, pero parecía la santísima gloria en comparación con mi antigua habitación.
Me hubiera gustado poder compartirla con Ann, pero seguro que ella estaba viéndome desde el cielo, porque una persona cómo ella no podía estar en un lugar diferente.
—Qué cama. —mencioné sonriendo, mirando a la nada y poniendo mi mano sobre mi pecho—. Al fin una cama verdadera y no un catre y recurre golpeando en mi espalda. Ann desearía que estuvieras aquí conmigo, pero no te preocupes, cumpliré tú última voluntad y tus hermanos serán cómo los míos. —agregó.
—¿Tan difícil ha sido tu vida? —comentó el hombre a mis espaldas, dios Nikolay no tiene idea de cómo ha sido mi vida de un tiempo para aquí, no sabía que estaba allí y mi cuerpo se estremeció completamente, sin duda era un hombre cauteloso, sin miedo a importunar a quien fuera que se le cruzara.
—Um… sí, ha sido un poco complicado desde que mis padres murieron y me abandonaron a cargo de mi tía, o madrastra, cómo quieras verlo, aunque esa será una historia que te contará en otro momento. —mencioné—. ¿Puedo saber qué pasó con mi amiga? —agregué. No sé porque había respondido y dicho aquella información que no tenía por qué enterarse, pero lo hice, tal vez porque no tenía comunicación con el mundo exterior desde hace tres años, suponía que era por aquello.
—Entiendo… Mañana la sepultaremos para que te prepares, mi hombre de confianza se está haciendo carga del cuerpo en estos momentos. Por ahora, creo que te dejaré descansar, es mejor que lo dejemos así. —dijo sonriendo. Su sonrisa apareció una corriente extraña en mi espina dorsal, pero no descubrí aquel significado y tampoco es como si me importara descubrirlo.
Nikolay PetrovLa tenía enfrente de mí, no podía creerlo, por mucho que he soñado este día nunca pensé que sería de esta forma, ¿Por qué estaba huyendo? ¿Quiénes eran aquellos hombres que la perseguían? ¿Por qué razón parecía ser que era la primera vez que se enfrentaba a una muerte de aquella índole? ¿Por qué de pronto me siento tan confundido al darle cobijo bajo mi casa?Pero, aún con todas mis preguntas, no podía rechazar el hecho de que aquella mujer es mucho más hermosa y joven de lo que alguna vez imaginé, en primera instancia, supuse que había sido que nunca lo mencionó en algunas de las cartas, pero podía intuir que se trataba de una mujer mayor por la manera en que se expresaba, no solo una adolescente.A mis veinticinco años, aunque para muchos se trataba de estar en plena juventud, no corría con la misma suerte, es más, podía decir que a mis años les recorría una infinidad de hechos desastrosos y sangrientos, muchas muertes, demasiadas violaciones a lo que la gente conside
—El gobierno ruso ha dado orden de captura en diferentes países europeos, aún no tienen cargado su rostro en el sistema, pero no tardarán mucho en obtenerlo, nuestros enemigos se los harán saber en cualquier momento, además seremos notorios si no hacemos parecer que ese dinero de su cuenta ha sido obtenido de buena forma. —mencionó, esta mierda se está descontrolando más de lo que debería, pero no tiene opciones en estos momentos.—¡Mierda y más mierda! Dime, ¿Qué se supone que debo hacer con eso? —mencioné cabreado de tanta miseria en la que me encontré, necesitaba un segundo de paz, pero ni siquiera había dormido una mierda—. Necesito ideas, y rápido. —mencioné nuevamente—. Además, tenemos que acabar con esos bastardos que no han hecho más que morder la mano que les dio de comer, pero ya verán, se toparán con toda mi furia. —agregué nuevamente, me senté en la silla de mi despacho, esperando que la solución llegara por arte de magia, al menos, mientras comenzaba a calmarme un poco.
—¿Qué m****a pasa? —pregunté enojado tirando la caña en la puerta—. ¡Pase de una m*****a vez! —agregué, la puerta se abrió y casi caigo en la estupidez de disparar para asustar a quien fuera que se escondía detrás del muro, casi cometo una locura, casi pierdo a alguien que podría ser de gran ayuda para mí. —Disculpa, no quería interrumpir… mejor vuelvo en otro momento. —mencionó ella sonriendo tímidamente y con intenciones de volver a irse, de alguna estúpida forma ver su sonrisa me tranquilizó, me dio la tranquilidad que muchas veces necesité, pero que hasta ahora no me había dado cuenta de necesitar y no entendía por qué justamente con ella me sentía así. —Tranquila, pasa, llamaré a alguien para que limpie este caos. —mencioné respondiendo a su sonrisa con una igual, aunque creo que la mía no era tan evidente, no estaba acostumbrado a dar muestras de afecto y para mí, una sonrisa lo era. Ella me detuvo antes de que diera un paso poniendo una mano encima de mi pecho. —Descuida, yo
Ivonne WilsonSalí corriendo de allí, no podía creerme lo que había sucedido, ¿Cómo pasó? ¿Cómo dejé tan fácilmente que me besara y por qué siento que lo disfruté más de lo que me gustaría admitir? pero la respuesta era obvia, lo había querido desde el primer momento en que lo insinuó, él tenía razón en todo lo que decía, tiene un poder para atraer a las mujeres, podía notarlo y había sucumbido, le había correspondido a aquel beso de la misma manera en que él me había besado, pero eso no le justificaba todo lo que había hecho antes, ¿Tendría razón en decir que también le deseaba? probablemente sí, pero tenía que alejar aquellos pensamientos de mi mente, sacudí mi cabeza tratando de quitar esos pensamientos de ella, nada podía pasar entre Nikolay y yo, nunca.— Contrólate, Iv, contrólate. — me dije a mi misma, no podía creer que todo esto estuviera pasándome en estos momentos, mi cuerpo y el débil deseo carnal no debe sucumbir ante esa masculinidad que era tan perfectamente completa en
—Así es, Julián fue mi novio antes de que todo este enredo sucediera, pero una vez me encerraron él no volvió a contestar ninguna de las cartas que le envié, es más creo que ni siquiera se molestó en hacerlo, sino que se le hizo más fácil abandonar esta casa. —dije mientras dejaba que una lágrima cayera por mi mejilla, él se acercó y limpió aquella solitaria lágrima provocando que todo mi interior se estremeciera.—En mi opinión, un hombre que hace llorar a una mujer no la merece, y no te lo digo por experiencia, porque no la tengo, pero no deberíamos hacer sufrir a las personas que nos brindan la felicidad y que nos complementan. —mencionó provocando que un escalofrío recorriera mi cuerpo nuevamente.—¿Y qué opinarías de una mujer que aborta al hijo del hombre que ama solo porque él se lo pide? Además, ¿Cómo podrías asegurar que tú no harías llorar a una mujer? Los hombres siempre hacen lo que quieren con nosotras, mi padre estuvo años al lado de mi madre, parecía amarla, pero mira,
Antoine ya había entrado en ese momento, así que había escuchado lo último que había mencionado, su cara pensativa me dejaba muchas cosas que pensar, pero sabía que la idea había sido atrayente para él, tanto como para mí y es que, a ninguno de los dos se nos hubiera ocurrido aquello.—¿Cómo sabes tanto sobre el tema? —pregunté sonriendo curiosamente, casi cómo una burla, no entendía de donde podía tener aquel conocimiento que parecía casi experto, se supone que no se ha especializado en ninguna universidad o al menos hasta eso sabía. Ella se me quedó viendo como si quisiera desafiarme, pero no me interesaba en lo más mínimo.—Mi padre era empresario, aprendí mucho de él antes que falleciera, después de todo, siempre mencionó lo mucho que le gustaría algún día verme manejando todo, claro, una vez se retirase. —mencionó y vi cómo lentamente cada uno de sus ojos fue llenándose de lágrimas.—Comprendo la carga que debió ser para ti pensar en aquello a tu edad, más o menos también seguí
Ivonne WilsonNo sabía en qué momento y qué estaba pensando cuando acepté casarme con el ruso, sin dudas mi vida cambiaría, al igual que la suya, tenía miedo de que intentase que algo más pasase entre nosotros, pero había prometido que no lo haría.—¿Sucede algo? —preguntó el ruso sentándose frente a mí en la gran mesa del comedor.—Solo pensaba, pero no importa, dime cuando estemos listos, y, por cierto, ya han pasado varios días, el tema de los muertos debe haberse calmado ya, quiero ir a ver a mi amiga. —mencioné pensando en que Nikolay probablemente me había mentido en el momento en que me dijo que había comprado una sepultura para ella.—Tienes razón, no he cumplido una de las tantas promesas que te he hecho en tan poco tiempo. Esta misma tarde te llevaré con ella y debes de saber que, efectivamente, la chica cuenta con tres hermanos, ya mandé a mis hombres a investigar sobre su vida… cuando me digas traeré a los niños aquí. —agregó el hombre dejándome boquiabierta, no podía cree
Nikolay PetrovQuería lucirme con la mujer, aunque fuese un matrimonio falso no quería que usase cualquier baratija, menos si yo también lo usaba, tengo el dinero y puedo despilfarrarlo de la manera en que quiera, por otra parte, me sentía molesto por lo que había dicho en la mañana sobre el trabajo que estaba realizando para mí, sí, era verdad, pero por alguna razón aquello me había golpeado directamente, me había hecho sobrepensar la situación que estaba viviendo en estos momentos.Es por lo que había decidido tratarla por igual, cómo si solo se tratase de una empleada más para mí, pero cuando la llamé por su apellido pude notar cómo algo dentro de ella también se quebraba, no podía comprender realmente que estaba pasando entre nosotros y ella tampoco tenía la más mínima idea.— Sí, en unas manos cómo las tuyas cualquier baratija se vería excelente, Ivonne. —mencioné—. Sé qué hace un rato te llamaba por tu apellido, pero siento que si seremos marido y mujer es mejor que nos llamemos