A partir de este capítulo, han de saber que esta historia esta muy desarrollada en mi cabeza pero no en otro formato por lo que es posible que haya muchos errores.
Tardaré en subirlo pero espero que les guste y lo espere con ganas. Habrá muchas personas que se cabreen por los sucesos que ya tengo planeadas pero es lo que tiene. No todos nos gustan las mismas cosas (ojala eso se lo hubieran dicho a mis excompañeroos de clase) y espero que minimamente lo acepten.
En cuanto al final tengo dudas, pueden hacer teorias de lo que quieran pero no leere suguerencias. Lo digo de antemano para que lo sepan
Hacía mucho frío. El repiqueteo de la lluvia contra las ventanas se intensificaba cada vez más.—Maldita estufa. —Golpeé de nuevo el aparato mientras iluminaba con una vela la casa—. ¿Por qué todo lo malo me pasa a mí?La única compañía en mi casa me respondió con un leve maullido. El vaivén de la llama de la vela proyectaba sombras un tanto terroríficas en la pared de color azul.—Espera, Will, arreglo esto y te doy de comer.—Volvió a maullar impaciente. Aparté la cabeza de la estufa, me levanté y agarré la vela en el camino. El gato me siguió con la mirada mientras se relamía sus bigotes, seguramente pensaba en lo delicioso que estará el atún que se tragará sin masticar siquie
Capítulo 2 Mi mente estaba en otra parte. Un policía no dejaba de preguntarme que había pasado pero mis pensamientos estaban en otro lugar. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Porque ha tenido que morir él y no yo? Estaban en mi casa entonces venían a por mí. ¿Qué he hecho para que me persiguiesen? Soy una mujer que no se mete en problemas, tengo un trabajo honrado y no le debo nada a nadie. —Señorita Moore. —Levanté la vista y el comisario me tendió una taza de café mientras no dejaba de apegarme a mi gato— Le sentara bien. —Gracias—musite. —No quiero presionarla, ¿recuerda algún detalle de los atacantes? —Iban cubiertos. No les vi la cara—respondí tajantemente. Se dice que cuando un suceso traumático pasa por la vida de una persona esta empieza a cambiar de forma gradual. Pero llegar a oír a mi gato hablar se pasó tres pueblos. —Debería haber dicho algún chiste para amortiguar el golpe. —Miró a la cobaya que empezó a hacer ruiditos de frustración—. Entiendo. Empiezo por el principio. —¿Qué demonios está pasando? ¿Por qué hablas? ¿Por qué...? —Para mi sorpresa Will se acercó a mí y se coloca a dos patas para acariciarme la cara. —Layla mírame. Necesito que me escuches atentamente. —Asentí desesperada—. Todo esto te va a sonar raro. Antes debes prometerme que no me vas a interrumpir. —Volví a asentir—. Para empezar cada objeto mágico en este mundo tiene un guardián que protege a su Portador y al objeto. En este caso soy yo. Mindi. —Señala a la cobaya—. Es mi antecesor. EsCapítulo 3
Llevaba las llaves en la mano, a Mindi en el bolsillo de la sudadera y a Will enrollado en mi cuello. Sus orejas estaban tensas y atentas a cualquier sonido. Sentía una extraña atracción hacia ese bosque, como si yo estuviera hecha de metal y un imán gigante me atrajese hacia el centro de ese bosque. —Necesitas llegar al corazón de este bosque, ahí está la puerta—me dijo. Mindi asomó su cabeza del bolsillo y chilló como si me alarmara o me contase algo—. Dice que tu instinto te llevara hasta la puerta. Me deje llevar por eso que me atraía cada vez más al bosque. Podía sentir una especie de energía que recorría cada planta de aquel bosque y parecía ir en una dirección. Parecía estar en un trance, como si esa energía fuese un rio y yo un animalito que esperaba morir ahogado en cualquier momento dejándome llev
Los primeros metros estaban oscuros pero salimos al aire y en ese entonces admití que ese aire era el más limpio que he podido respirar. Olía a campo y a lluvia. La cobaya se paró para dar vueltas en el césped mientras nos esperaba. Sonreí ya que me recordaba a un niño pequeño. Nunca en mi vida había visto tanta vegetación y tan verde. A medida que andábamos unas casas de piedra se hacían ver. —¡Mindi!—gritó una voz que hizo que la cobaya corriese en su dirección—. Pequeña que bueno verte, ¿y tu compañero? Me acerqué a ellos. La mujer poseía unos ojos verdes similares a las hojas de los árboles y su pelo era castaño claro. Parecía muy mayor pero vi que tenía mucha energía por sus movimientos alegres.
Las brujas fueron muy atentas y me dejaron quedarme aquel día en el pueblo. Una de las del pueblo, una bruja de apariencia de cuarenta y pelo verde me dejó dormir en el cuarto de invitados. No pude dormir debido a las pesadillas y desperté en varias ocasiones. Bajé al comedor cuando ya eran las ocho de la mañana del día siguiente. La señora de la casa, se hizo llamar Melina, había preparado un abundante desayuno. Will estaba charlando con la mujer que le había servido un cuenco de leche. —Buenos días. —La mujer me sonrió y me acordé de mi yaya—. Por tu cara no has dormido bien. —Tengo pesadillas de lo de ayer—le respondí—. Es como estar en un disco rayado que repite siempre la misma parte—me senté en la mesa y agradecí el desayuno en un susurro.
Necesitaba dar un paseo, y lo necesitaba con urgencia. Tantas cosas estaban cambiando en mi vida y pasear me vendría bien para despejarme. Tampoco estaba segura de que este mundo era para mí. En las calles de la ciudad siempre bullían. Las brujas vivían en su propio mundo, caminaban con prisas de un lado a otro de la plaza donde me encontraba. Will me seguía a cierta distancia. Solo tenía una cosa clara, quería hacer una cosa, ver a Mindy. Tenía muchas preguntas y, mi ansia de saber, quería las respuestas ya. —¿Dónde está Mindy?—pregunté. En tan poco tiempo había cambiado mi forma de ver a mi gato. Ahora el era mi guia por ese extraño mundo en el que estaba. —Con Aurora. Es la bruja de los animales—explicó el felino con tranquilidad. También había c
Era muy temprano cuando decidimos partir. Aurora no dejaba de abrazar a su hija y Lily contenia las lágrimas. Will estaba a mi lado lamiéndose la pata y Mindy en mi hombro. —Cuida a Aurora—le pedí. El roedor frotó su hocico en mi mejilla y sonreí—. Nos vemos pequeña. Dejé la cobaya en brazos de Aurora, palpé uno de los bolsillos del abrigo que me habían regalado Kaylee. La carta estaba intacta, sin abrir. Respetaba la privacidad de la mujer pero la curiosidad me consumía. Lily se acercó a mí lado y me dió la mano como si fuese un niño al que tienes que ayudar a cruzar la acera. Llevaba una mochila pequeña, pero como estamos hablando de brujas algún conjuro habría echo para que le cupieran sus cosas. Me despedí de ellas con un ademán de cabeza y caminamos en dirección a los lindes del bosque.&nbs