Capítulo 4

Llevaba las llaves en la mano, a Mindi en el bolsillo de la sudadera y a Will enrollado en mi cuello. Sus orejas estaban tensas y atentas a cualquier sonido. Sentía una extraña atracción hacia ese bosque, como si yo estuviera hecha de metal y un imán gigante me atrajese hacia el centro de ese bosque.

—Necesitas llegar al corazón de este bosque, ahí está la puerta—me dijo. Mindi asomó su cabeza del bolsillo y chilló como si me alarmara o me contase algo—. Dice que tu instinto te llevara hasta la puerta.

Me deje llevar por eso que me atraía cada vez más al bosque. Podía sentir una especie de energía que recorría cada planta de aquel bosque y parecía ir en una dirección. 

Parecía estar en un trance, como si esa energía fuese un rio y yo un animalito que esperaba morir ahogado en cualquier momento dejándome llevar por su corriente.

—Esto te lo dejo a ti. Debes guiarte por tu poder para averiguar la llave correcta—me dijo al oído Will. Por un momento me acordé del gato de Cheshire y sonreí.

El llavero tenía muchas llaves, todas de una mineral que no conocía,  pero cada una tenía un símbolo o un detalle hechos a bases de piedras preciosas que no pude reconocer. Observé todas y cada una de ellas; y decidí descansar apoyándome en el árbol. 

La extraña energía recorría el tronco del árbol y pude apreciar que recorría las hojas verdes de la planta, ya que estas brillaban con la luz de la luna creciente.

Volví mi vista hasta las llaves las cuales descansaban en mi mano derecha. Me percaté de una en concreto que llamó bastante mi atención Una llave con una gema roja incrustada en los dientes y más gemas de colores dorados, azul, celeste y verde recorrían el cuerpo hasta la cabeza de la llave la cual la decoraba un árbol y unas hojas plateadas oscuras.

Estaba en un trance. Admiraba esa llave como si me fuese a dar la solución a mis problemas y no sé por qué acerqué la llave al tronco húmedo del árbol.

Estaba a punto de pensar que era una tontería lo que estaba haciendo cuando la gema roja empezó a brillar e hizo que la madera pareciese agua con barro. Introduje hasta que no pude más y gire la llave.

—Ahora a esperar—comentó el gato.

La energía que aún sentía del árbol empezó a brillar haciendo un dibujo similar a un arco. Cuando terminó se abrió una puerta.

—¡Hala! —Literalmente estaba sin palabras. Me agaché ya que no era muy alta. Ambos animales saltaron al suelo con agilidad.

—Síguenos, Layla. Te haremos un tour que querrás pagarnos—dijo Will con tono cantarín.

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