Llevaba las llaves en la mano, a Mindi en el bolsillo de la sudadera y a Will enrollado en mi cuello. Sus orejas estaban tensas y atentas a cualquier sonido. Sentía una extraña atracción hacia ese bosque, como si yo estuviera hecha de metal y un imán gigante me atrajese hacia el centro de ese bosque.
—Necesitas llegar al corazón de este bosque, ahí está la puerta—me dijo. Mindi asomó su cabeza del bolsillo y chilló como si me alarmara o me contase algo—. Dice que tu instinto te llevara hasta la puerta.
Me deje llevar por eso que me atraía cada vez más al bosque. Podía sentir una especie de energía que recorría cada planta de aquel bosque y parecía ir en una dirección.
Parecía estar en un trance, como si esa energía fuese un rio y yo un animalito que esperaba morir ahogado en cualquier momento dejándome llevar por su corriente.
—Esto te lo dejo a ti. Debes guiarte por tu poder para averiguar la llave correcta—me dijo al oído Will. Por un momento me acordé del gato de Cheshire y sonreí.
El llavero tenía muchas llaves, todas de una mineral que no conocía, pero cada una tenía un símbolo o un detalle hechos a bases de piedras preciosas que no pude reconocer. Observé todas y cada una de ellas; y decidí descansar apoyándome en el árbol.
La extraña energía recorría el tronco del árbol y pude apreciar que recorría las hojas verdes de la planta, ya que estas brillaban con la luz de la luna creciente.
Volví mi vista hasta las llaves las cuales descansaban en mi mano derecha. Me percaté de una en concreto que llamó bastante mi atención Una llave con una gema roja incrustada en los dientes y más gemas de colores dorados, azul, celeste y verde recorrían el cuerpo hasta la cabeza de la llave la cual la decoraba un árbol y unas hojas plateadas oscuras.
Estaba en un trance. Admiraba esa llave como si me fuese a dar la solución a mis problemas y no sé por qué acerqué la llave al tronco húmedo del árbol.
Estaba a punto de pensar que era una tontería lo que estaba haciendo cuando la gema roja empezó a brillar e hizo que la madera pareciese agua con barro. Introduje hasta que no pude más y gire la llave.
—Ahora a esperar—comentó el gato.
La energía que aún sentía del árbol empezó a brillar haciendo un dibujo similar a un arco. Cuando terminó se abrió una puerta.
—¡Hala! —Literalmente estaba sin palabras. Me agaché ya que no era muy alta. Ambos animales saltaron al suelo con agilidad.
—Síguenos, Layla. Te haremos un tour que querrás pagarnos—dijo Will con tono cantarín.
Los primeros metros estaban oscuros pero salimos al aire y en ese entonces admití que ese aire era el más limpio que he podido respirar. Olía a campo y a lluvia. La cobaya se paró para dar vueltas en el césped mientras nos esperaba. Sonreí ya que me recordaba a un niño pequeño. Nunca en mi vida había visto tanta vegetación y tan verde. A medida que andábamos unas casas de piedra se hacían ver. —¡Mindi!—gritó una voz que hizo que la cobaya corriese en su dirección—. Pequeña que bueno verte, ¿y tu compañero? Me acerqué a ellos. La mujer poseía unos ojos verdes similares a las hojas de los árboles y su pelo era castaño claro. Parecía muy mayor pero vi que tenía mucha energía por sus movimientos alegres.
Las brujas fueron muy atentas y me dejaron quedarme aquel día en el pueblo. Una de las del pueblo, una bruja de apariencia de cuarenta y pelo verde me dejó dormir en el cuarto de invitados. No pude dormir debido a las pesadillas y desperté en varias ocasiones. Bajé al comedor cuando ya eran las ocho de la mañana del día siguiente. La señora de la casa, se hizo llamar Melina, había preparado un abundante desayuno. Will estaba charlando con la mujer que le había servido un cuenco de leche. —Buenos días. —La mujer me sonrió y me acordé de mi yaya—. Por tu cara no has dormido bien. —Tengo pesadillas de lo de ayer—le respondí—. Es como estar en un disco rayado que repite siempre la misma parte—me senté en la mesa y agradecí el desayuno en un susurro.
Necesitaba dar un paseo, y lo necesitaba con urgencia. Tantas cosas estaban cambiando en mi vida y pasear me vendría bien para despejarme. Tampoco estaba segura de que este mundo era para mí. En las calles de la ciudad siempre bullían. Las brujas vivían en su propio mundo, caminaban con prisas de un lado a otro de la plaza donde me encontraba. Will me seguía a cierta distancia. Solo tenía una cosa clara, quería hacer una cosa, ver a Mindy. Tenía muchas preguntas y, mi ansia de saber, quería las respuestas ya. —¿Dónde está Mindy?—pregunté. En tan poco tiempo había cambiado mi forma de ver a mi gato. Ahora el era mi guia por ese extraño mundo en el que estaba. —Con Aurora. Es la bruja de los animales—explicó el felino con tranquilidad. También había c
Era muy temprano cuando decidimos partir. Aurora no dejaba de abrazar a su hija y Lily contenia las lágrimas. Will estaba a mi lado lamiéndose la pata y Mindy en mi hombro. —Cuida a Aurora—le pedí. El roedor frotó su hocico en mi mejilla y sonreí—. Nos vemos pequeña. Dejé la cobaya en brazos de Aurora, palpé uno de los bolsillos del abrigo que me habían regalado Kaylee. La carta estaba intacta, sin abrir. Respetaba la privacidad de la mujer pero la curiosidad me consumía. Lily se acercó a mí lado y me dió la mano como si fuese un niño al que tienes que ayudar a cruzar la acera. Llevaba una mochila pequeña, pero como estamos hablando de brujas algún conjuro habría echo para que le cupieran sus cosas. Me despedí de ellas con un ademán de cabeza y caminamos en dirección a los lindes del bosque.&nbs
La sala tenía forma de rectángulo. Sus paredes eran muy altas, a groso modo, podía calcular que pasaban los diez metros de alto y ocho de ancho. Nos encontramos cerca de la puerta que daba a esa sala, por su forma deduje que era la sala del trono. Muchos banderines de color morado decoraban los laterales de la sala. Las paredes tenían un color amarillo pálido. Justo en frente nuestra había unas vidrieras que representaban una espada y un ser saliendo de ella. Demasiado turbio. El trono que estaba situado debajo de ellas, estaba cubierto con unas mantas que eran grises. Lo que me resulto extraño era el silencio que había en ese sitio. Nunca había estado en un castillo pero siempre me lo imaginé lleno de vida, con gente de un lado a otro o soldados en los patios entrenando o en cualquier otro sitio. Pero el silencio era tal que mi respiración se oía en toda la sala, incluso las pezuñas de Will se oían repiquetear en el suelo de mármol. —¿Y la gente?—preguntó Lily al ai
Desde mi cuarto, situado en una torreta, podia ver al pueblo llano. Solo tenía vistas a la plaza principal del pueblo, también tenían una estatua de bronce de Anders. Seguía con la mirada a una familia que llevaba a tres niños pequeños por la plaza principal. Cada vez que miraba me gustaba imaginar que pasaría por su cabeza y si ellos sabrían lo que ocurría en el castillo. —Siguen buscando al tipo de la carta y no encuentra nada—dijo Will observando al consejero que estaba hablando con gente en la calle. El día anterior se lo había pedido cuando me lo encontré por la mañana y solo lo veiamos por la noche agotado. —¿Cómo esta Lily?—pregunte. Will me señaló con su diminuta cabeza lo que podia ser las caballerizas. —Se esconde ahi. No se que hace pero se la pasa todo el dia ahi metida—dijo. Por sus ojos parecia preocupado—. Es una buena niña, es lista como Aurora pero no se de quien se esconde. —Necesita estar sola. —La defendí. Él no sabia
Miraba extrañada al rey que caminaba a la sala del trono. No sé cómo supo que la niña estaría allí. Lily miraba el techo con expresión aburrida. Balanceaba las piernas en el aire sentada sobre el trono. Apartó la mirada cuando nos vio entrar, pero el rey no la miro, es más, continuó su caminata hasta una espada que estaba expuesta en la pared. —Te prometo que te lo contaré todo, pero— El rey se dirigió a la adolescente—, necesito que desenvuelvas la espada. —¿Quién es usted? —No lo hagas más complicado de lo que ya es—le pidió mirándola a los ojos—. Te juro que te lo contaré todo pero hazme caso. Me quedé parada donde estaba y observé como la niña dudaba en hacerle caso. Me miró pidiendo respuestas pero yo solo asentí. ¿Y si era verdad lo que decía el rey? ¿Y s
La tensión era brutal. Comíamos en silencio. El rey estaba mejor, había despertado hace una hora con mucha hambre. Me quedé todo la tarde con la adolescente hasta que desperto. Parecía ausente desde entonces y me pareció que algo malo le estaba pasando. Ptomel se limpió la boca y sonrio a la adolescente. —Te explicaré lo que ha pasado—dijo. Lily levanto la mirada y dejo de jugar con los trozos de carne—. Y porque has roto la maldición. Eres la hija de Klore, mi hermano. —¿Dónde está él? —Enterrado con el resto de mi familia—comentó el monarca. —¿Cómo se conocieron mis padres?—dijo después de asimilar la noticia de un padre ausente y muerto. —Conocí a tu madre hace unos