La sala tenía forma de rectángulo. Sus paredes eran muy altas, a groso modo, podía calcular que pasaban los diez metros de alto y ocho de ancho. Nos encontramos cerca de la puerta que daba a esa sala, por su forma deduje que era la sala del trono. Muchos banderines de color morado decoraban los laterales de la sala. Las paredes tenían un color amarillo pálido. Justo en frente nuestra había unas vidrieras que representaban una espada y un ser saliendo de ella. Demasiado turbio. El trono que estaba situado debajo de ellas, estaba cubierto con unas mantas que eran grises.
Lo que me resulto extraño era el silencio que había en ese sitio. Nunca había estado en un castillo pero siempre me lo imaginé lleno de vida, con gente de un lado a otro o soldados en los patios entrenando o en cualquier otro sitio. Pero el silencio era tal que mi respiración se oía en toda la sala, incluso las pezuñas de Will se oían repiquetear en el suelo de mármol.
—¿Y la gente?—preguntó Lily al ai
Desde mi cuarto, situado en una torreta, podia ver al pueblo llano. Solo tenía vistas a la plaza principal del pueblo, también tenían una estatua de bronce de Anders. Seguía con la mirada a una familia que llevaba a tres niños pequeños por la plaza principal. Cada vez que miraba me gustaba imaginar que pasaría por su cabeza y si ellos sabrían lo que ocurría en el castillo. —Siguen buscando al tipo de la carta y no encuentra nada—dijo Will observando al consejero que estaba hablando con gente en la calle. El día anterior se lo había pedido cuando me lo encontré por la mañana y solo lo veiamos por la noche agotado. —¿Cómo esta Lily?—pregunte. Will me señaló con su diminuta cabeza lo que podia ser las caballerizas. —Se esconde ahi. No se que hace pero se la pasa todo el dia ahi metida—dijo. Por sus ojos parecia preocupado—. Es una buena niña, es lista como Aurora pero no se de quien se esconde. —Necesita estar sola. —La defendí. Él no sabia
Miraba extrañada al rey que caminaba a la sala del trono. No sé cómo supo que la niña estaría allí. Lily miraba el techo con expresión aburrida. Balanceaba las piernas en el aire sentada sobre el trono. Apartó la mirada cuando nos vio entrar, pero el rey no la miro, es más, continuó su caminata hasta una espada que estaba expuesta en la pared. —Te prometo que te lo contaré todo, pero— El rey se dirigió a la adolescente—, necesito que desenvuelvas la espada. —¿Quién es usted? —No lo hagas más complicado de lo que ya es—le pidió mirándola a los ojos—. Te juro que te lo contaré todo pero hazme caso. Me quedé parada donde estaba y observé como la niña dudaba en hacerle caso. Me miró pidiendo respuestas pero yo solo asentí. ¿Y si era verdad lo que decía el rey? ¿Y s
La tensión era brutal. Comíamos en silencio. El rey estaba mejor, había despertado hace una hora con mucha hambre. Me quedé todo la tarde con la adolescente hasta que desperto. Parecía ausente desde entonces y me pareció que algo malo le estaba pasando. Ptomel se limpió la boca y sonrio a la adolescente. —Te explicaré lo que ha pasado—dijo. Lily levanto la mirada y dejo de jugar con los trozos de carne—. Y porque has roto la maldición. Eres la hija de Klore, mi hermano. —¿Dónde está él? —Enterrado con el resto de mi familia—comentó el monarca. —¿Cómo se conocieron mis padres?—dijo después de asimilar la noticia de un padre ausente y muerto. —Conocí a tu madre hace unos
Llamé a la puerta provocándome un deja vu. Aurora se sorprendió al verme pero estaba peor. Sus ojeras estaban más marcadas al igual que su piel que parecía estar gris. —¿Qué haces aquí?—No podía hablar. Había corrido desde el árbol hasta la casa de la curandera—. Respira mujer, te vas a ahogar. Le di el mensaje del rey y ella asintió. No lo dudo dos veces, es más saco una mochila y guardo la poca ropa que tenía en ella. Estábamos a punto de irnos cuando Sasha nos paró en mitad de la calle. —Sé que estas de baja, pero necesitamos tu ayuda—suplicó. Aurora me miró preocupada y siguió a la hija de Kaylee. Entramos en la casa principal de la ciudad, en la cocina estaban varias brujas a la que solo reconocí a Kaylee. Una de ellas sostenía un paño empapado de líquido verde y espeso. La otra le pasaba los paños a K
Después de que Aurora llegase, empecé a entrenar. Mi entrenador era un druida, llamado Paddruig, que llevaba viviendo en aquel reino la mitad de su vida. Siempre pensé que los druidas y los magos eran lo mismo pero este hombre me demostró lo contrario. Para empezar tenía un conjunto de runas por su cuerpo, según él servían para protegerse de males. Tenía aspecto humano pero tenía una altura poco común para uno de mi especie. Superaba el metro noventa y todo en él era puro musculo y conocimientos sobre magia. Llevaba una túnica de color marrón con capucha que según algunas historias que oí en el castillo podía protegerlo de cualquier ataque. —¿Que vamos a dar esta vez?— él me miro con sus ojos oscuros. Esos tan penetrantes que te pueden matar si se lo propusiese. —Lo de siempre— resopló, él encambio se rio.&
Querida Layla: Acabamos de enterarnos de tu nuevo puesto y le escribimos para felicitarla. El rey ordena que usted pase unos días en nuestro reino por unos asuntos referente a la muerte de Adam. Venga en cuanto reciba esta carta. Atentamente, el escriba de Erioner. Según los mapas que me había hecho aprender Padd, Erioner era la capital del Reino de los Dragones. ¿Que sabian ellos sobre la muerte de Adam? ¿porque tanta urgencia? —Will tendremos que irnos— el gato no dijo nada pero Lily me miro apenada—. Pero vendremos cuanto antes. —Es tu deber, Layla, pero mantennos informados— me dijo Ptomel con cierto tono de preocupación. —Estaré bien y eso har
—¿Quién puso la puerta ahí?—dije después de mirar por enésima vez lo que me quedaba de caminata. La entrada estaba en aquella montaña de piedras rojizas y cima plana. Pero la montaña podía llegar a medir un kilómetro de alto. Ariola estaba usando la excusa de que no podía volar mucho y estaba en mi hombro. —Deja de quejarte—me regañó Will. No sé cuánto tiempo paso hasta que llegamos a la cima, pero algunas horas ya habían pasado, el sol estaba saliendo en lo más alto del cielo. Me tire al suelo a pesar de que me ensuciaría, pero necesitaba descansar y no había donde sentarse. Ariola me masajeaba el cabello, mientras miraba a su alrededor. Desde donde estaba, el cielo era azul grisáceo. —Va a llover—comentó la pixie. Me incorpore, no quería mojarme y menos cambiarme de ropa. Cuando recuperé el equilibrio, observe
Una nube de humo verde envolvía la entrada de una cueva. El bosque que escondía esa nube evitaba miradas indiscretas de varios seres alados que sobrevolaban el bosque. Me escondía tras una rama de un pino grueso y, desde esa altura, podía ver todo lo que estaba ocurriendo. Los seres de piel negra y ojos blancos salieron tras la nube y miraron donde estaba. Respiraba agitada y confundida. No sabía dónde estaba hasta que la ingravidez del lugar me lo recordó todo. A mi lado, Will me miraba con sus ojos amarillos. —Estoy harta de esto—dije con la respiración entrecortada. Mi corazón estaba a la altura del cuello queriendo salirse de mi cuerpo. Will observó a uno de los peces que eran los mayordomos. Lo retuve antes de que se lo comiese. El reino de las sirenas, nos acogió como una más de su especie.<