Capítulo 020

Efectivamente, Fabián no le hizo ningún halago referente a su apariencia.

Esto la mantuvo de muy mal humor el resto del camino.

Cuando llegaron a la imponente mansión Buendía, la curiosidad de Natalia revivió ávidamente.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Cuál es el motivo?

—Negocios —contestó su esposo con simpleza.

No hubo más explicación, ni siquiera algunos consejos de cómo debía comportarse.

—¿Y los niños? ¿Quién los cuida? —Intentó mantener la conversación para ahuyentar sus nervios.

—Están en buenas manos. No debes preocuparte por eso —por primera vez en ese día, su voz se suavizó un poco.

Natalia no tuvo más opción que aceptar esa respuesta por ahora.

Se aproximaron entonces al interior de la enorme casa y los ojos de Natalia se deslizaron por todos los rincones.

Detalló el suelo de mármol pulido, la escalera de caracol que ascendía elegantemente al segundo piso, las paredes adornadas con obras de arte que seguramente costaban una fortuna, y los tapices antiguos.

Una sola palabra saltó
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