Esta obra nació de mi diario, al que llegué a bautizar como "bitácora del abismo" . He plasmado aquí la mayor parte, en su mayoría una serie de sucesos que por desgracia o por fortuna han tenido lugar en mi vida. No todo es real, no todo es ficción, dejo a la imaginación del lector ese gran dilema: -De pie en la terraza de un sexto piso, apoyando mis manos sobre el barandal observando como cae la tarde en la incansable ciudad, dejando mi mirada perderse en el vasto horizonte. Tal vez sea lo más bonito que he podido tener en meses. La suave y cálida brisa rosando mis brazos descubiertos mientras disfruto este hermoso espectáculo visual llamado “ocaso”. No había imaginado antes que estar aquí disfrutando de mi propia compañía fuese tan placentero, respiro profundo, siento el aire fresco de la tarde llenando mis pulmones, me doy cuenta que he alcanzado muchas de las metas que me había propuesto un par de años atrás. Podría decirse que a pesar de las circunstancias tan adversas, tengo todo lo que un hombre a mi corta edad desearía tener, un amor incondicional, una vida acomodada, un trabajo que me apasiona. Pero recuerdo el motivo que me trajo a este sexto piso y siento como se estruja mi corazón de tristeza. Sé que el amor requiere de sacrificios, pero se vuelve impensable cuando lo que se ha de sacrificar es el mismo amor. << “ Lo contrario del amor es la indiferencia. Mientras me odies significará que aún te importo. Y mientras te importe siempre tendré una razón para luchar por ti y por tu amor”>> No dejaba de repetirme esas palabras en mi mente una y otra vez. La decisión que estaba a punto de tomar era un viaje sin retorno.
Leer másAún no daban señal de vida los matutinos rayos del sol y yo ya estaba de pie en la puerta principal esperando por mi colega. A las cinco y veintiocho minutos llegó Káel. _Baia Baia, que curioso verte listo tan temprano tío, así que la curiosidad te pudo eh. ¡Venga vámonos! -la expresión divertida en el rostro de mi colega me venía en gracia, hacía ya varios días que no veía nada diferente a las áreas de entrenamiento y las instalaciones en general de Aura, el hecho de pensar que visitaría un lugar desconocido hasta el momento me daba ese aire de incertidumbre y emoción. Me introduje casi que por instinto en el asiento del copiloto y sin pronunciar palabra Káel pisó el acelerador a fondo, no había muchos vehículos que transitaran las calles de la ciudad a esa hora, por lo que nuestra marcha se vio interrumpida en muy pocas ocasiones por alguna que otra luz de tránsito en rojo. Después de treinta minutos el vehículo aminoró la marcha y Káel empezó a co
La primera semana había transcurrido de acuerdo con el plan de entrenamiento que me había asignado el General. Iniciaba el entrenamiento a las seis de la mañana, tomaba un descanso de cuarenta minutos al medio día y continuaba con una inmersión del idioma árabe por tres horas para luego culminar la tarde en instrucción con el agente Owen, en un arduo estudio de informática aplicada a la inteligencia militar, entrenamiento que por cierto se empezó a tornar muy interesante… Por las noches cuando me encontraba en casa me centraba en dar un rápido repaso de los temas aprendidos durante el día, para posterior presentar un examen ante Káel en casa de Barclay, algo un poco informal, pero de gran ayuda para mi proceso de formación. Después de concluir los exámenes, dedicaba una hora al entrenamiento con pesas en una especie de mini gimnasio que con la ayuda de Káel había conseguido instalar en una de las habitaciones vacías, y claro, Barclay estaba al tanto y había dado su consentimiento.
Antes de empezar la instrucción Káel se disculpó por haberse reído de mi infortunio con lo del móvil. _Lo siento tío, sé que te has cabreado por lo del móvil, no pude evitar que me viniera en gracia, pero os aseguro que no es nada personal. _Vale colega, no hay lío, ya se me ha pasado. _Pues bien, ahora sí a lo que vinimos. Hoy empezaremos con algunos conceptos básicos y bastante sencillos para que os vayáis haciendo a una idea de cómo va esto. –empezó diciendo Káel. _Quiero que memoricéis bien esto: “la primera norma en los trabajos que se desarrollan en un servicio de inteligencia es que no hay normas” Recuérdalo siempre Latif, es la base en una operación de inteligencia, “no hay normas” -enfatizo Káel. Yo había traído conmigo una libreta y un bolígrafo, me dispuse a tomar nota de las cosas que me iba explicando mi nuevo colega e instructor. La mañana transcurrió sin percatarme de ello, había estado muy atento a la inducción que estaba recibiendo por parte de Káel, empezaba
Capítulo 25.Abrí mis ojos y empecé a ver todo en matices negros y blancos, las imágenes no eran muy claras. Estaba en un desierto rodeado de enormes dunas de arena, no sentía frio ni calor, miedo o alegría, simplemente no sentía, empecé a subir a paso lento por una de las portentosas dunas, al llegar a la cima me miré los pies y me di cuenta de que iba descalzo, noté como los granitos de arena se colaban por el medio de mis dedos, me sentía cómodo, como si fuese una situación de la vida diaria. Seguí caminando por la cima de la duna y de entre la arena empezaron a surgir muchas víboras negras, me detuve y me quedé mirándolas atentamente, sin duda alguna sus intenciones no eran nada buenas. Entonces como si ya supiese qué hacer estiré mi brazo derecho apuntando hacia la arena al lado de mis pies, en ese momento por mi dedo índice empezó a salir una víbora en un perfecto color naranja metálico, sus ojos destellaban en un negro muy profundo, se veía fiera y letalmente peligrosa, se empe
Cerré la puerta con pestillo y me despojé de mis ropas, caminé hacía la ducha y dejé el agua correr un par de segundos antes de meterme bajo el refrescante chorro. Las cavilaciones llegaron a mi mente de manera fugaz, toda mi vida había dado un giro completamente inesperado, pensar en el futuro a veces se tornaba aterrador, recordar el pasado lo era aún más, al parecer mi mejor opción sería vivir el presente y abstenerme de pensar en distracciones pasadas o futuras, a partir de ese momento decidí no malgastar energías tratando de adivinar un futuro incierto. Si de una cosa estaba seguro era de que no se la pondría fácil a quien quiera que fuese mi enemigo, se lo tendrían que currar a montones para doblegarme, y no le pensaba dar ese gusto. Salí de la ducha envuelto en una cómoda toalla de algodón, me paré frente al espejo y dejé caer la toalla, me quedé observando mi figura por un par de segundos, siempre me había gustado verme al espejo, admiraba mi propio cuerpo, por donde quiera
_Bueno tío, creo que por hoy ha sido todo, aprovecha lo que te queda de la tarde y parte de la noche para que empieces a ojear los archivos que llevas en tus manos, en cuanto menos tiempo te lleve interiorizar cada detalle ahí escrito será mejor para ti. –decía Káel mientras se daba vuelta y se introducía nuevamente en el coche. Mi colega bajó la ventanilla del coche y me dio las últimas indicaciones antes de marcharse del lugar: _¿ves esa maceta con las flores azules en la entrada? -preguntó Káel mientras señalaba la maceta con el dedo índice de su mano. _Tendría que estar ciego para no verla. –respondí en tono jocoso. _nunca se sabe tío –se defendió Káel. _busca dentro de ella, ahí encontraréis las llaves de la casa, una vez adentro verás un pasillo principal, según me ha indicado Barclay hay tres recamaras en el primer piso, todas están abiertas, te puedes instalar en cualquiera de esas. _Vale tío, me lo pones en bandeja, pues gracias eh. _ah y una última cosa -decía Káel mie
Me alojarían en la casa de una tal "agente Barclay", era un lugar propicio para mantener mi confidencialidad, aunque, no sabía bien si eso sería un problema o me favorecería de alguna manera, lo cierto era que tendría un techo donde pasar la noche, nuevamente fue la voz del general la que me espabiló de mis lagunas mentales. _¿tiene con usted sus tarjetas de banco, agente Latif?-preguntó el general viéndome directo a los ojos. _emmm, claro, es decir, sí señor. -No me esperaba que me fuesen a terminar cobrando por los días de entrenamiento, me había tomado por sorpresa, sin embargo decidí entregarle mis tarjetas sin objeciones, solo esperaba que no fuera a costarme un ojo de la cara, necesitaba conservar mis ahorros. _Realizaremos un par de transacciones ficticias-agregó el general, debió notar la preocupación reflejada en mi rostro y continuó su explicación: _haremos compras en tiendas y registros de hoteles en China, Inglaterra, América del sur y Rusia, les daremos un poco de trab
La primera cosa del lujoso lugar que captó mi atención, fue una fotografía sobre el escritorio de mi anfitrión, se le podía apreciar portando su uniforme militar en lo que sin duda alguna era una ceremonia de ascensos, las inconfundibles insignias que adornaban las hombreras de su uniforme me dieron un claro indicio de la persona con que estaba tratando, había acertado en bautizarlo con el nombre de "General" desde el comienzo. _y aquí está -musitó mi anfitrión mientras descargaba una pesada carpeta color ambarino sobre su escritorio, por los costados de la misma se podían apreciar una cantidad considerable de documentos en su interior, debería ser algo importante, supuse. _ ¿le molestaría si a partir de este momento le llamo “general”? –pregunté sin apartar un solo instante la vista de la carpeta, mi curiosidad crecía a pasos agigantados. _Veo que es un buen observador, cabo, eso también le será de ayuda en este trabajo, y en cuanto a su pregunta, no tengo problema en que me llam
_Pero… ¿explíqueme como es que me pueden sacar de toda esta trifulca que se ha desatado en mi contra? –inquirí con ápice de incredulidad en el tono de voz. _antes de correr debe aprender a caminar señor Brown, no se apresure, le doy mi palabra de que si nos ayuda y todo resulta como lo esperamos, yo personalmente lo ayudaré a librarse de quienes lo persiguen y todo el lío que trae encima, ¡ah!, y una cosa más, por si le sirve de consuelo, yo sé que usted no tuvo nada que ver con los desertores. Sirve de consuelo mis bolas, dudaba que realmente supiera de mi inocencia o no, todo era un juego psicológico para ponerme de su lado y hacerme confiar sin recelos, deseaba hacer un millón de preguntas para muchas de las cuales sabía bien que no habría respuesta, así que solo me limité a asentir con la cabeza mientras me tragaba mentalmente el sermón que se me había ocurrido, sabía que no era el momento de objetar nada… _podría dejar de llamarme “Señor”, con que me llame por mi apellido o