CAPITULO 91

El día de la boda llegó. Al contrario de lo que tal vez todos pensaban, mi madre y mi abuelo estaban más que complacidos con que tomara a Ana por esposa. Ella era increíble; guapa, dulce, buena y muy inteligente.

Ana era diseñadora y ya trabajaba para mi madre cuando la conocí. Sin embargo, jamás la había visto. Fui un completo ciego. 

A pesar de haberme graduado con honores en finanzas, nunca trabajé para ella ni llevé el manejo de las empresas Sullivan porque me juré que en absoluto tocaría el dinero del bastardo de mi padre. Aunque la mayoría creía que era un niño mimado que no se ganaba la vida en nada, sino que simplemente disfrutaba el dinero de su familia, tenía mi propia fortuna por pequeñas inversiones que realicé con lo que el abuelo me cedió, cuando la abuela falleció, y me dejó como único heredero de

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