CAPITULO 56

Nuestras frentes se unieron ya sin poder resistirnos. Las lágrimas seguían brotando como si de una fuente inagotable se tratara.

Tiernamente rozó sus labios húmedos con los míos y sentí cómo mi garganta seca por la sed de sus besos, volvían a la normalidad con ese simple gesto.

—No puedes negar que sientes lo mismo que yo, gatita. Tu cuerpo te delata, te siento vibrar bajo mis manos —murmuró de manera seductora sobre mi boca—. Quédate conmigo, mi amor.

Negué con la cabeza. Traté de separarme de él porque me sentía sucia al darme cuenta que traicionaba al hombre que me ayudó a salir de la profunda depresión a la que Diego me lanzó, y aunque asumía que lo amaba demasiado, Lucas no se merecía aquello de mi parte. Sin embargo, no dejó que me alejara.

—Hey, ¿qué sucede, cariño?

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