Katherine
Corro, corro lo más rápido que puedo pero se me dificulta el avance por el agua que se junta en las baldosas y mis zapatos. Debo decidir rápido si me los quito o los dejo puestos. "¿Cómo hizo para encontrarme?", grito en mi mente reclamando a quien quiera sea que pueda escuchar mis pensamientos. Por ahora no hay tiempo para hacerse preguntas o reclamos absurdos. Sólo debo llegar a mi destino, sé que una vez allí estaré a salvo. Es y siempre ha sido el único con el que me he sentido a salvo, ni siquiera mi padre pudo protegerme del odio y las decepciones del amor, a pesar de que siempre me lo decía, pero fui terca, me dejé llevar por mi atolondrado corazón e hice lo que quise. Y elegí, pero elegí mal y ahora llegó el tiempo de arrepentimientos. La incertidumbre me carcome el alma, agujerea mi espíritu, aquel que una vez tuve y cuando estaba creciendo se vio empequeñecido.
Miro para todos lados en busca de un taxi, pero estoy consciente que ninguno va a parar porque mis ropas hechas jirones y mojadas me hacen parecer una desquiciada que se escapó de un hospital psiquiátrico. Estoy segura de que mi maquillaje está corrido y mis cabellos enredados. La poca gente con la que me he cruzado en esta noche tormentosa me mira con curiosidad...o pena...o no sé como describir. Pero ellos no saben lo que he vivido. Nick terminó de destruirme. Intenté por todos los medios que esto funcionara. Creí que mi amor era suficiente para compensar el que a él le faltaba por mí pero me equivoqué y aquí estoy pagando las consecuencias.
Al llegar a la esquina miro el nombre de la calle: Saint Tomé. "Es por aquí", me digo mientras me encamino por ella y voy mirando la numeración de los edificios. Falta menos para encontrar el que busco, aprieto los pasos porque aunque esté cerca aun no estoy a salvo. Nick puede encontrarme, siempre lo hizo y estoy segura de que ahora también lo hará. Pero debo llegar con él, es el único que puede ayudarme ahora. Mi fe en él es ciega y sé que lo lastimé en el pasado pero jamás me dejaría abandonada. Aunque empiezo a dudar recordando las vivencias que tuvo conmigo y que lo hizo alejarse para siempre de todo lo que conocía. No tengo derecho a pedirle nada, pero de todas maneras lo haré, es la última esperanza que me queda.
Me detengo dudosa frente al edificio en el que reza un gran cartel que dice "Sorokov y asociados" que solo tiene encendidas las luces de afuera. "Ya se ha ido", pienso y el miedo vuelve a crecer cerrándome el estómago como un puño. Dudo si esperar allí o ir a buscar un lugar adonde dormir y regresar al día siguiente cuando escucho el interruptor de un portón que se abre y el motor de un vehículo de alta gama se desplaza saliendo y encarando hacia la calle. Miro sin ver el interior y mi corazón salta de emoción: "Mikael". Él parece distraído, está buscando algo pero rápidamente dirige su mirada hacia mí y queda petrificado. El chirrido de las ruedas del vehículo se escucha en varias cuadras a la redonda y ambos nos quedamos sin reaccionar. Yo solo quedo castañeando los dientes mirando en su dirección y rogando a que regrese por mí. Él no avanza...tampoco retrocede. "No va a ayudarme", se me ocurre repentinamente. Y no puedo culparlo. No soy nadie en su vida, han pasado muchos años y hemos estado alejados demasiado tiempo. Las luces de atrás se encienden y el motor ruge nuevamente mientras lo veo avanzar en retro. Solo me quedo allí, de pie sin poder moverme, sin saber que hacer, menos aún que decir. "Buenas noches, Mikael. Pasaba por aquí y quise venir a visitarte", sonaba muy ridículo por las altas horas que era y por el tiempo y por mi aspecto calamitoso.
Baja la ventanilla y aparece su apuesto rostro, sus ojos color hielo me observan...¿preocupado?, ¿asqueado? No puedo dilucidar su expresión.
—Katherine...—me nombra y cientos de recuerdo vienen a mi mente. Esa fue la primera palabra que le oí decir de su boca, hace más de quince años, cuando vivíamos en Montecristo y éramos jóvenes e inexpertos.
FlashbackHace 15 añosKatherineHago diversos movimientos intentando aflojar la tensión de mis atrofiados músculos. Tengo que lograrlo como todo lo que he hecho en mi vida. "Esto no me vencerá", me aliento mientras continúo exhalando con fuerza tratando de tomar fuerzas para la siguiente cabriola.El sonido de la pelota de básquetbol que rebota incansablemente me devuelve a la realidad. No entiendo en que momento apareció todo el equipo del colegio a realizar sus prácticas diarias. Y es que me he retrasado muchísimo. Dejo de moverme por la vergüenza que esto me ocasiona, siempre he dicho que mi punto débil es todo lo que tiene que ver con el movimiento, con ejercicios físicos o con la práctica de algún deporte. Soy nula en todo eso. Puedo resolver los problemas matemáticos más complicados y escribir una n
NickComo siempre, fui puntual en mi práctica. Para mí el basquetbol no es un juego, es mi vida. Y si sigo esforzándome es mi pase para irme para siempre de esta ciudad que ya no es suficiente para mis aspiraciones. Creo que ya he cogido con todas las chicas de la escuela y de más allá. Es hora de ampliar mis horizontes.Pero aún faltan meses para salir de esta pocilga. Mientras, debo buscar nuevas emociones pues me aburro siempre con lo mismo.Es una molestia enorme llegar con mi equipo, del cual soy el líder y encontrarme a la diminuta muchacha intentando hacer cabriolas. Es la hora de nuestra práctica, no entiendo que hace aquí. Un calor se apodera de mi pecho y estoy a punto de ir a reclamarle cuando el idiota de Stephen tira la pelota intentando encestar pero a última hora se desvía impactando en la cabeza de la intrusa. "Se lo merece por estar donde no debe", me digo
Mikael SorokovEstuve a punto de negarme al pedido de Nick porque no sé de donde sacó que soy una especie de esclavo suyo. Le he hecho uno que otro favor en los últimos tiempos ya que nos conocemos desde niños, vivimos en el mismo vecindario y acudimos a las mismas escuelas. Compartimos la pasión por el basquetbol y por las chicas hermosas. Obvio, me encantan las chicas, solo que no soy exagerado ni publico mis hazañas por internet como lo hace Nick, yo no quiero ni necesito demostrar nada a nadie más que a mí mismo. Pero por una milésima de segundo lo pienso mejor. no es mala idea ver hacia donde se dirige la castaña.Es estúpido, pero en el equipo hemos confeccionado un listado con las chicas "cogibles" y las que están prohibidas para todos. Katherine Parker entra en la segunda columna secundada por sus dos únicas amigas. Es que parece querer ser invisible, vestid
Katherine Parker—¡Oh, Dios, oh, Dios! —susurré mientras me ponía la capucha de mi abrigo, había bajado mucho la temperatura en las últimas horas en las que estuve encerrada en ese gimansio haciendo cabriolas y volteretas.Le envié un mensaje a mi padre de que iba en camino justo antes de salir del gimnasio, que estaba todo bien, pero mientras avanzo por las calles desiertas, pienso que debí haber sido precavida. Jamás me he aventurado a hacer algo así pero hoy por culpa del golpe de la pelota y posterior desvanecimiento perdí minutos preciosos en los que ya debería estar llegando a mi casa.Apresuro el paso porque siento a lo lejos una presencia, pisadas frenéticas y firmes que retumban en los pasadizos oscuros y que me hacen temblar de miedo, giro a cada rato pero no puedo detectar quien es. "Alguien me sigue", me digo en un ataque esquizofrénico, sin emba
ACTUALIDADNICK POLLACK—Quiero que la encuentren, ¡YA! —les grito a los hombres que me miran impávidos. Son unos malditos imbéciles que la dejaron escapar, ¿cómo pudo una mujer como ella, que no conoce los protocolos de seguridad escapar de tan grande operativo? "Me las pagarás, Kathy", la amenazo con mis pensamientos.Giro alrededor de la oficina que antes fue de mi padre y antes de el mi abuelo, el fundador de todo esto empuñando mis manos, las palmas me arden de tanta fuerza que ejerzo con mis uñas sobre ellas. Me equivoqué, pensé que todo estaba bien entre nosotros. Fui muy claro con ella desde el principio, no iba a permitir que influyera en mis conductas, iba a hacer lo que quisiera a cambio de darle lo que ella necesitaba: estabilidad económica. Es lo que siempre le he dado, jamás se lo negué, hasta me ofrecí a pagar el tratamiento de su
ActualidadMikaelMierda. Es que no puedo creerlo. Ver a Katherine parada bajo la lluvia mientras la lluvia jugaba sobre su ropa y los tenues rayos de la luna se reflejaban en su perfecta piel me dejó sin aliento. Creí que era una mala jugada de mi cabeza, de mi corazón que la extrañaba, que no dejó de pensar en ella ni un puto día pero era ella, de carne y hueso. Esa carne que siempre he deseado y no pude tener.Me maldigo internamente por ser tan imbécil y dejar que su mirada horrorizada, de una gacela que corre asustada por el bosque antes de ser devorada por un carnívoro hagan mella en mí, me manejen a su antojo. "Pero ya no soy un mocoso de veinte", me replanteo. Soy un hombre hecho y derecho. He pasado por mucho para llegar adonde estoy y no permitiré que ella ni nadie quiebre el delicado equilibrio que he intentado establecer para mi vida que para mi, es perfecta. Follo con quien qu
Hace 15 añosKatherineEl trayecto a casa del Ruso lo hacemos en silencio. Siento mi garganta amortajada de tanto intentar gritar, siento que la he lastimado pues me arde cuando la saliva pasa por ella. Él tiene una extraña mirada que no puedo dilucidar, me recuerda a aquella que le ví cuando estaba tirada en el piso del gimnasio intentando levantarme luego de que me golpeara la cabeza, pero pensé que solo me lo había imaginado. Ahora me doy cuenta que realmente pasó, el Ruso me estaba mirando igual que ahora, solo que entonces estaba a una distancia prudencial, ahora lo tengo tan cerca, más aun en el auto que parece abarcarlo todo con su gran cuerpo.Intento disimular que lo estoy observando, nunca estuve cerca de él ni de ninguno de su grupo. Sus ojos son de un celeste que parecen las aguas traslúcidas de un mar del Caribe, sus cejas y pestañas están bien pobladas, su nariz
ActualidadKatherineMikael estaciona su hermoso auto frente a un edificio altísimo. Se ve elegante y lujoso. Aún sigo sin mirarlo a la cara de la vergüenza que tengo, ¿cómo pude estar tan ciega? ¿por qué no lo escuché? Él solo queria lo mejor para mi pero no, la rebelde que hay en mÍ quiso arriesgarse. Aun resuenan en mi cabeza las palabras de la canción que puso en el camino, con ellas me transmitió más de lo que hemos hablado en el tiempo que nos conocemos. Que diferente hubiera sido todo si...—-Aquí vivo. Baja...—me ordena con voz frÍa.Y me doy cuenta que sigue enojado conmigo. ¿Y quë esperabas? que te recibiera con serpentinas?, me recrimino a mí misma. Lo sigo mientras él se encamina a la entrada, pasa una tarjeta que tenía en su bolsillo y yo voy absorta detallando su amplia espalda. Ahora vIste u