Capítulo 4

Mikael Sorokov

Estuve a punto de negarme al pedido de Nick porque no sé de donde sacó que soy una especie de esclavo suyo. Le he hecho uno que otro favor en los últimos tiempos ya que nos conocemos desde niños, vivimos en el mismo vecindario y acudimos a las mismas escuelas. Compartimos la pasión por el basquetbol y por las chicas hermosas. Obvio, me encantan las chicas, solo que no soy exagerado ni publico mis hazañas por internet como lo hace Nick, yo no quiero ni necesito demostrar nada a nadie más que a mí mismo. Pero por una milésima de segundo lo pienso mejor. no es mala idea ver hacia donde se dirige la castaña.

Es estúpido, pero en el equipo hemos confeccionado un listado con las chicas "cogibles" y las que están prohibidas para todos. Katherine Parker entra en la segunda columna secundada por sus dos únicas amigas. Es que parece querer ser invisible, vestida como anda. Ahora mismo se ha colocado el abrigo en la cabeza para cubrírsela, es que de sexy no tiene nada.

Lo que no comprendo es porque camina a estas horas por las calles en las que no se ve un alma, todos se fueron a casa hace ya un par de horas. Nosotros nos quedamos a realizar nuestras prácticas en este momento del día porque la cancha está disponible y porque la mayoría tiene otras tareas diarias que realizar y esta es el momento libre del día. Exhalo fuertemente porque he disminuido el paso por tanto pensar y no sé donde m****a está. Unos segundos antes la tenía a mi vista. No pudo ir tan lejos. Apresuro mi caminar observando a todos lados. "M****a, m****aaa", voy repitiendo por lo bajo, Nick pensará que soy un tonto por no cumplir bien con lo que me encomendó. Es que a veces nos dedicamos a hacernos favores, para nosotros cuenta eso de hoy por tí mañana por mí. Y bueno, hoy me tocó a mí ser el mandadero.

Al único lugar al que pudo ir es al callejón que está unos pasos más adelante hacia la izquierda. Pero es más raro aun, ¿por qué se metería en un lugar así?...salvo que...

Unos gritos ahogados llegan hasta mí y me doy cuenta que es alguien a quien le han tapado la boca. "P**a madre", me repito mientras sueño con el momento de volver a mi casa y meterme a mi cama. Podría haberlo hecho, por supuesto. ¿Qué m****a me importa a mí lo que le ocurra a una desconocida? Katherine logró burlarse de mí hoy aunque ni siquiera sospeche lo que ocurre a su alrededor, pero mañana retomaré la investigación y voy a escarbar hasta las piedras para conseguir información. Decido pasar de largo por el pasillo pero como la curiosidad es más grande volteo rápidamente solo para ver.

Y la veo...la tienen apretada contra la pared. Una mano con uñas mugrientas le cubre la boca y sus ojos...por Dios, no he visto ese miedo hasta muchos años después, en mi adultez.

"P**a madreee", repito mientras desvío mi andar hasta llegar a ellos. Los malditos son tres, sopeso las opciones que tengo de deshacerme de todos. "Puedo con ellos", me aliento a mí mismo pero prevengo de tomar un gran hierro suelto que se encuentra en un rincón del callejón y llegando hasta ellos grito:

—¡Ey, ustedes! ¡Suéltenla!

Tres pares de ojos voltean casi a la misma vez, como si lo hubieran ensayado, y puedo ver sus sonrisas de sorna. "Me están subestimando", pienso mientras les sonrío. Mejor aun, así los tomaré desprevenidos. De tres movimientos me he deshecho de los malvivientes quienes deciden huir con la cara, la cabeza y el abdomen manchados de sangre que gotea por doquier mientras corren despavoridos.

Miro hacia donde la tenían y ella está agazapada en el suelo, vuelta ovillo, sollozando y con las ropas rasgadas.

—Katherine...—la nombro. Y cuando ella eleva sus ojos color miel es el instante preciso en el que me pierdo para siempre en ellos.

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