Mikael Sorokov
Estuve a punto de negarme al pedido de Nick porque no sé de donde sacó que soy una especie de esclavo suyo. Le he hecho uno que otro favor en los últimos tiempos ya que nos conocemos desde niños, vivimos en el mismo vecindario y acudimos a las mismas escuelas. Compartimos la pasión por el basquetbol y por las chicas hermosas. Obvio, me encantan las chicas, solo que no soy exagerado ni publico mis hazañas por internet como lo hace Nick, yo no quiero ni necesito demostrar nada a nadie más que a mí mismo. Pero por una milésima de segundo lo pienso mejor. no es mala idea ver hacia donde se dirige la castaña.
Es estúpido, pero en el equipo hemos confeccionado un listado con las chicas "cogibles" y las que están prohibidas para todos. Katherine Parker entra en la segunda columna secundada por sus dos únicas amigas. Es que parece querer ser invisible, vestida como anda. Ahora mismo se ha colocado el abrigo en la cabeza para cubrírsela, es que de sexy no tiene nada.
Lo que no comprendo es porque camina a estas horas por las calles en las que no se ve un alma, todos se fueron a casa hace ya un par de horas. Nosotros nos quedamos a realizar nuestras prácticas en este momento del día porque la cancha está disponible y porque la mayoría tiene otras tareas diarias que realizar y esta es el momento libre del día. Exhalo fuertemente porque he disminuido el paso por tanto pensar y no sé donde m****a está. Unos segundos antes la tenía a mi vista. No pudo ir tan lejos. Apresuro mi caminar observando a todos lados. "M****a, m****aaa", voy repitiendo por lo bajo, Nick pensará que soy un tonto por no cumplir bien con lo que me encomendó. Es que a veces nos dedicamos a hacernos favores, para nosotros cuenta eso de hoy por tí mañana por mí. Y bueno, hoy me tocó a mí ser el mandadero.
Al único lugar al que pudo ir es al callejón que está unos pasos más adelante hacia la izquierda. Pero es más raro aun, ¿por qué se metería en un lugar así?...salvo que...
Unos gritos ahogados llegan hasta mí y me doy cuenta que es alguien a quien le han tapado la boca. "P**a madre", me repito mientras sueño con el momento de volver a mi casa y meterme a mi cama. Podría haberlo hecho, por supuesto. ¿Qué m****a me importa a mí lo que le ocurra a una desconocida? Katherine logró burlarse de mí hoy aunque ni siquiera sospeche lo que ocurre a su alrededor, pero mañana retomaré la investigación y voy a escarbar hasta las piedras para conseguir información. Decido pasar de largo por el pasillo pero como la curiosidad es más grande volteo rápidamente solo para ver.
Y la veo...la tienen apretada contra la pared. Una mano con uñas mugrientas le cubre la boca y sus ojos...por Dios, no he visto ese miedo hasta muchos años después, en mi adultez.
"P**a madreee", repito mientras desvío mi andar hasta llegar a ellos. Los malditos son tres, sopeso las opciones que tengo de deshacerme de todos. "Puedo con ellos", me aliento a mí mismo pero prevengo de tomar un gran hierro suelto que se encuentra en un rincón del callejón y llegando hasta ellos grito:
—¡Ey, ustedes! ¡Suéltenla!
Tres pares de ojos voltean casi a la misma vez, como si lo hubieran ensayado, y puedo ver sus sonrisas de sorna. "Me están subestimando", pienso mientras les sonrío. Mejor aun, así los tomaré desprevenidos. De tres movimientos me he deshecho de los malvivientes quienes deciden huir con la cara, la cabeza y el abdomen manchados de sangre que gotea por doquier mientras corren despavoridos.
Miro hacia donde la tenían y ella está agazapada en el suelo, vuelta ovillo, sollozando y con las ropas rasgadas.
—Katherine...—la nombro. Y cuando ella eleva sus ojos color miel es el instante preciso en el que me pierdo para siempre en ellos.
Katherine Parker—¡Oh, Dios, oh, Dios! —susurré mientras me ponía la capucha de mi abrigo, había bajado mucho la temperatura en las últimas horas en las que estuve encerrada en ese gimansio haciendo cabriolas y volteretas.Le envié un mensaje a mi padre de que iba en camino justo antes de salir del gimnasio, que estaba todo bien, pero mientras avanzo por las calles desiertas, pienso que debí haber sido precavida. Jamás me he aventurado a hacer algo así pero hoy por culpa del golpe de la pelota y posterior desvanecimiento perdí minutos preciosos en los que ya debería estar llegando a mi casa.Apresuro el paso porque siento a lo lejos una presencia, pisadas frenéticas y firmes que retumban en los pasadizos oscuros y que me hacen temblar de miedo, giro a cada rato pero no puedo detectar quien es. "Alguien me sigue", me digo en un ataque esquizofrénico, sin emba
ACTUALIDADNICK POLLACK—Quiero que la encuentren, ¡YA! —les grito a los hombres que me miran impávidos. Son unos malditos imbéciles que la dejaron escapar, ¿cómo pudo una mujer como ella, que no conoce los protocolos de seguridad escapar de tan grande operativo? "Me las pagarás, Kathy", la amenazo con mis pensamientos.Giro alrededor de la oficina que antes fue de mi padre y antes de el mi abuelo, el fundador de todo esto empuñando mis manos, las palmas me arden de tanta fuerza que ejerzo con mis uñas sobre ellas. Me equivoqué, pensé que todo estaba bien entre nosotros. Fui muy claro con ella desde el principio, no iba a permitir que influyera en mis conductas, iba a hacer lo que quisiera a cambio de darle lo que ella necesitaba: estabilidad económica. Es lo que siempre le he dado, jamás se lo negué, hasta me ofrecí a pagar el tratamiento de su
ActualidadMikaelMierda. Es que no puedo creerlo. Ver a Katherine parada bajo la lluvia mientras la lluvia jugaba sobre su ropa y los tenues rayos de la luna se reflejaban en su perfecta piel me dejó sin aliento. Creí que era una mala jugada de mi cabeza, de mi corazón que la extrañaba, que no dejó de pensar en ella ni un puto día pero era ella, de carne y hueso. Esa carne que siempre he deseado y no pude tener.Me maldigo internamente por ser tan imbécil y dejar que su mirada horrorizada, de una gacela que corre asustada por el bosque antes de ser devorada por un carnívoro hagan mella en mí, me manejen a su antojo. "Pero ya no soy un mocoso de veinte", me replanteo. Soy un hombre hecho y derecho. He pasado por mucho para llegar adonde estoy y no permitiré que ella ni nadie quiebre el delicado equilibrio que he intentado establecer para mi vida que para mi, es perfecta. Follo con quien qu
Hace 15 añosKatherineEl trayecto a casa del Ruso lo hacemos en silencio. Siento mi garganta amortajada de tanto intentar gritar, siento que la he lastimado pues me arde cuando la saliva pasa por ella. Él tiene una extraña mirada que no puedo dilucidar, me recuerda a aquella que le ví cuando estaba tirada en el piso del gimnasio intentando levantarme luego de que me golpeara la cabeza, pero pensé que solo me lo había imaginado. Ahora me doy cuenta que realmente pasó, el Ruso me estaba mirando igual que ahora, solo que entonces estaba a una distancia prudencial, ahora lo tengo tan cerca, más aun en el auto que parece abarcarlo todo con su gran cuerpo.Intento disimular que lo estoy observando, nunca estuve cerca de él ni de ninguno de su grupo. Sus ojos son de un celeste que parecen las aguas traslúcidas de un mar del Caribe, sus cejas y pestañas están bien pobladas, su nariz
ActualidadKatherineMikael estaciona su hermoso auto frente a un edificio altísimo. Se ve elegante y lujoso. Aún sigo sin mirarlo a la cara de la vergüenza que tengo, ¿cómo pude estar tan ciega? ¿por qué no lo escuché? Él solo queria lo mejor para mi pero no, la rebelde que hay en mÍ quiso arriesgarse. Aun resuenan en mi cabeza las palabras de la canción que puso en el camino, con ellas me transmitió más de lo que hemos hablado en el tiempo que nos conocemos. Que diferente hubiera sido todo si...—-Aquí vivo. Baja...—me ordena con voz frÍa.Y me doy cuenta que sigue enojado conmigo. ¿Y quë esperabas? que te recibiera con serpentinas?, me recrimino a mí misma. Lo sigo mientras él se encamina a la entrada, pasa una tarjeta que tenía en su bolsillo y yo voy absorta detallando su amplia espalda. Ahora vIste u
Mikael"Puta madre", repito incansablemente en mi cabeza. A esa frase no la he cambiado desde mi juventud. La expreso siempre que algo no está bien. Y esto, definitivamente no lo está. ¿Por qué tuvo que aparecer ahora? O la mejor pregunta que encaja aquí es; ¿por qué tuvo que aparecer? no importa el momento, importa la acción que ha hecho. Se suponía que ella estaba feliz con Nick. Ella lo ama...o al menos lo amaba, tendría que ser suficiente. Ella decidió quedarse a pesar de que le pedí que no lo hiciera. "Nick no es para tí", le había advertido. ¿Dónde está él? Tendría que haber corrido tras ella, no dejarla en el estado en el que la encontré. "Dios, el pasado vuelve para castigarme una y otra vez", me digo mientras camino impaciente por la sala esperando a cualquiera que llegue primero; la comida que encargué o a Kat
KatherineSueño, es un sueño largo y tedioso en el que estoy sola, cansada, triste. La imagen que aparece es el de una muchacha solitaria, está sentada en una hamaca en medio de un campo desierto. Las nubes parecen cercanas pero a pesar de que se esfuerza por alcanzarlas cuando se columpia, es imposible tomarlas. Cuando regresa a tierra sigue allí, sin nada. Luego, comienza a llover pero no son gotas de agua lo que caen, son sus lágrimas que hacen sacudir su cuerpo en espasmos cada vez más violentos.Abro los ojos con desesperación y me siento violentamente. Mi corazón retumba y es lo único que puedo escuchar ya que está latiendo en mi oído mientras corroboro que parte del sueño es real: estoy llorando. Me encuentro en una habitación que no conozco, aunque destellos de memorias regresan a mi. Reconozco el aroma que impregna todo. "Mikael", susurro y suspiro aliviada. Es
NickMaldita sea. Tengo que encontrar a esa perra. Le dije que no podría desligarse de mí jamás, ella sabe mi secreto y no permitiré que lo ande divulgando por ahí.Me retuerzo un poco mientras tengo entre mis piernas a una escultural morena que mueve su cabeza de arriba a abajo pero no pierdo el hilo de mis ideas. Luego de un rato que veo que tampoco esto va a funcionar me levanto violentamente no antes de tomarla del cabello para hacer que suelte mi pene fláccido y apoyo su cuerpo de espaldas a mí sobre mi escritorio.—No calientas ni el agua, chiquita. Deberías esforzarte mejor —le recrimino dando una palmada en su trasero bien dotado. Emite un pequeño gritito mas mi mente sigue divagando pensando en donde mierda está mi esposa. Tomo el vibrador que tengo en el cajón de mi escritorio, lo enciendo y lo introduzco en uno de los huecos de la morena. Y ésta se queja