—Pulsen el botón del ruso de una vez, ¿pretenden que nos quedemos aquí toda la vida? —demandó el moreno a sus amigos.Entonces Maël se dio cuenta que era yo y su rostro al verme pasó de la jocosidad al asombro, y del asombro a la interrogación. Y mientras comenzamos a subir y los demás seguían parloteando a un volumen alto sin prestarnos atención, sus facciones viajaron desde la incógnita hasta otras cosas que no supe descifrar. Sí, tenía preguntas escritas en su frente, pude verlas desde allí. Se preguntaba a sí mismo qué hacía yo viajando en ese ascensor.No supe si era el literal subidón del aparato, pero una inyección de ansiedad explotó en mi estómago acabando con las mariposas y abejas, casi hormigas furiosas. Aquella explosión recorrió mi piel convirtiéndose en adrenalina. Y creo que él también fue testigo de mis cambios, formulaba mis preguntas al igual que él y desde allí no miré a nadie más, sólo a él: bien vestido, jean claro, camisa a rayas destacando altura, perfumado. Su
Giré mi cabeza a la izquierda. Sonreí.—Salud. —Volví a chocar la copa. Era el rubio de hace un rato.—Nunca te dije mi nombre. Soy Fran. Y no soy de acá como sí lo es mi amigo, soy de Lisboa.Asentí.—Suena interesante. Yo tampoco dije mi nombre. Creo. Soy Delu —me presenté, estrechando su mano.Miró a la pista, luego a mí. Y de forma decidida me quitó la copa, la colocó encima de la barra y solo dejó un ligero toque en mi mano.—¿Bailamos?—¿Esa canción? Es como un rock. No creo que…—Todo el mundo la está bailando. —Me señaló el lugar—. Además, es un Country ¿desde cuándo el country no se baila?Exhalé una risa resignada, pensando que el chico no volaba porque no llevaba alas.Tomé su mano y me dejé llevar.—Me gusta mucho Braga. ¿Vives aquí desde siempre? —me preguntó.—Sí. Nací aquí.Miré su cara. Ese hombre era muy guapo, de verdad que sí. Su sonrisa era linda, su mirada misteriosa, el cabello dorado y largo en una cola le brillaba casi como el vestido de la cantante y su altura
Un semana después de aquella horrenda fiesta (aunque del todo no lo fuera), después del despropósito llamado Maël Saravia, Sandra me contó algunos detalles de lo que sucedió entre el ruso Galev y ella esa noche. Al parecer ya se encontraban saliendo como pareja oficial. Incluso, el hombre no tardó en reclamarla como pareja ante el señor Gregorio, el papá de ella, y seguir yendo todas las veces que pudiese a Mafalaia. Saber que Sandra estaba feliz me ponía contenta a mí.En cambio yo no le conté nada de lo sucedido con Maël, no supe cómo, a pesar de haber testigos. ¿Alguien se lo habrá contado a Galev? ¿Y él se lo mencionaría alguna vez a mi amiga? No quise ahondar en ello.Eran las 17:00 del 27 de noviembre cuando salí de Circo. El equipo de producción al completo tenía fuertes ganas de celebrar que el guión de la obra ya estaba culminado y vendrían luego las pruebas de casting, vestuario, puesta en escena. Nos vislumbramos satisfechos y aún no comenzaban los ensayos. Faltaba camino p
Nikko hacía que me convirtiera en alguien desagradable. Su asombro por aparecerme en su casa sin avisar causó una risa burlona en mí. Todo lo que me había cuestionado el día anterior, el sentirme mal por haberle… “engañado”, se esfumó casi por completo. ¿En qué momento le gusté verdaderamente a ese sujeto?Nikko estaba solo pero a punto de salir, Maël no se encontraba por ningún lado y no quise preguntar por él. Estaba decidida a terminar la relación, pero tenía que hacer algo antes y con carácter de urgencia.Fui a casa de mis suegros para saludarlos y ellos me invitaron a comer. Le pregunté a la señora Adelaida, cómo quien no quiere la cosa, dónde se encontraba el resto de la familia. Ella me informó al detalle del paradero de cada uno. Habló y habló y habló, hasta que una información me dejó en vilo: Maël estaba en Braga.—¿Qué? —pregunté con voz débil. Gracias a Santa Mafalda mi suegra no me escuchó bien.—Maël está haciendo unas prácticas de estudios en Braga. Creo que es eso. Es
Como cada diciembre, las calles adornadas, los teatros abrían sus puertas con nuevas presentaciones, los centros comerciales cerraban tarde y desde Lisboa y Oporto llegaban organizaciones de eventos y grandes conciertos, trayendo consigo artistas de talla internacional. La temperatura bajó considerablemente y mi correo seguía llenándose con trabajo, gracias a Dios, sin embargo, de respuestas no. Nadie respondió mi pregunta del correo como si aquello no hubiese sucedido.Fran me escribió varias veces para invitarme a salir. Tuve que ser sincera y le recalqué que Nikko existía aún en mí vida.Fran… Fran sospechaba cosas raras porque después de mi coqueteo y de darle alas con ello, comenzaba a hacer preguntas. Primero, me confirmó conocer a Nikko mucho más de lo que pensé, lo cual me recordó a mi inteligente movimiento de no mencionar su nombre durante la llamada estando en Viana. Luego me preguntó si la razón por la que Maël se comportó de esa forma tan altanera en la fiesta del ruso te
Me encerré en uno de los baños por lo que pareció una eternidad. Ni en mis sueños más ambiciosos me hubiese imaginado que Maël me besaría, y mucho menos ese beso tan extraño, tan… Quería atar todas las líneas en mi cabeza y explicar las cosas, desde la razón que lo llevó a cometer aquel acto de locura, hasta su cara arrugada después de haberme comido la boca. ¿Se habrá arrepentido?Me encontraba atascada entre las ganas desatadas de un post adolescente. Y debía afincarme en ese hecho, porque era obvio que ya no era demasiado jovencito como para juzgarlo. Maël tenía dieciocho años y yo veintiocho, diez años de diferencia más el complicado escenario de ser quienes somos y estar donde estábamos. A todas estas, ¿cómo se le ha ocurrido tomarme desprevenida en la casa de sus tíos? Tenía una enorme curiosidad por saber qué lo impulsó. Mi cuerpo, alma y mente necesitaban entender si yo era la total culpable de su deseo por besarme, si yo había hecho algo para provocarlo.Salí de nuevo al pati
Llegó la cuenta regresiva. Todos cantamos a gritos los minutos en retroceso hasta cumplirse la primera hora del año nuevo y Nikko, dejando de lado su sequedad una vez más, asustándome y sorprendiéndome con ello, me regaló un beso largo, muy largo, dándole así la bienvenida a ese año.Me sumergí, me dejé llevar, ¡sentí! Verdaderamente sentí ganas de estar con él. Me vi amándolo, dándole muchas más cosas de las que ya le había dado.Al rato pude escabullirme al frente de la casa buscando un lugar tranquilo para intentar llamar a Sandra. Su grito me dio risa, ella estaba en shock, como yo. No dijo mucho, pero exigió ver el anillo, así que le envié una foto.Danilo salió para ofrecerme una nueva copa de vino.—Hermanita. —Me arropó con su abrazo. Podía der el menor, pero era fuerte, más alto y un poco más protector—. No te he felicitado como Dios manda. ¿Estás feliz?No le respondí de inmediato.—Sí — dije un poco más calmada—. ¡Es que mira! —canturrié mostrándole la mano, haciéndole son
Él abrió.—¿Qué pasa?—Tienes que disculparte por más cosas, Maël.—¿De qué hablas? —No me dejaba pasar, obvio que no. Yo tampoco tenía intenciones de entrar a su cuarto, y hablo en serio.—¿Por qué enviaste ese correo?Quedó desconcertado.—¿Qué correo?Lamenté no tener mi celular conmigo en ese instante. Me dirigí de inmediato al cuarto de Nikko seguida por Maël, y tomé el móvil abriendo la bandeja de mi correo electrónico. Allí estaba, guardadito para ese momento.—¡Esto! —Estampé la pantalla frente a su cara—. ¿Ya no te acuerdas?Tomó el celular y comenzó a observar las fotos. Su ceño fruncido concentrado en las imágenes.Entonces comencé a soltarlo todo:—¿Qué niñería es esa, Maël? ¿A caso te volviste loco? ¿Cómo pudiste pensar que engañaba a Nikko con… con Fran, por Dios? ¡Eso es una estupidez! Solo bailaba y me viste llegar con Sandra. Aquella, solo era una reunión de amigos. Que por cierto, ¿qué bicho te picó para tratarme así en la fiesta? Querías ridiculizarme frente a esas