Cayó la noche entre actividades familiares y pocas otras cosas que contar y no tuve oportunidad de hablar con Maël sobre el bendito tema. Decidí dejarlo pasar por el momento. Tenía férreas ganas de devolverme a Braga, a mi querido Tenões, quedarme en casa con mis padres, llamar a mi hermano para saber qué era de su vida. Quería estar en mi propio entorno, uno donde siempre sería bien acogida. Y no digo con esto que no lo haya sido en Casa Camélia, o en la casa de Nikko en Viana Do Castelo. Hablaba de lo esencial, la adulación de una pareja, en donde cada vez comenzaba a sentir que no era correcta.Cuando nos devolvimos, me bajé de uno de los carros familiares para entrar a mi adorado hogar. Había llegado a casa con un doble sentir: decepción personal por no haber luchado en conseguir información con Maël, y con ganas de torcerlo todo con Nikko. Eso último me perseguía.Cuando entré a la casa, me sorprendió ver a mi hermano, Danilo, sentado en el sillón y viendo televisión. Es decir, f
—¿Qué hacen? —dije señalando la obra, mirándolos a todos.—Una barbacoa de obra —respondió Marcel, mientras mezclaba cemento.Cada uno de ellos se encontraba desaliñado, sudado, sucio y lleno de salpicaduras de cemento, pintura y polvo.Asentí verdaderamente impresionada.—¿Y cómo de repente se les ha ocurrido construir una barbacoa? ¿Qué ha pasado con los asadores al carbón? —señalé hacia atrás, a la cocina.Vi cómo Maël sonrió tras mi comentario mientras sacaba unos bloques rojos de aquel cuarto de depósito ubicado al lado de la obra en construcción. El mismo de dónde intentó alguna vez desenredar las cuerdas de la bolsa de boxeo.—Los asadores están bien —explicó Nikko—, pero no son lo suficientemente grandes para toda esta familia. ¿Recuerdas cuando fuimos a la ferretería el mes pasado con mamá?Mmm, cierto. Ella no paró de indicarle a su hijo los materiales que deseaba para ese diseño. Asentí.Me acerqué un poco y detallé lo que levantaron hasta ese momento. Sonreí y me volteé co
De inmediato me quité la venda.«¿Qué…?»Miré la puerta.Agudicé mis oídos y el silencio absoluto fue demasiado abrumador.Sin moverme del colchón, escudriñé la parte baja de la puerta y la sombra me indicó que había alguien allí detrás.Tragué grueso y me atreví a preguntar:—¿Nikko? ¿Qué pasa, por qué no entras?Un juramento a modo de murmullo fue exhalado desde afuera y jadeé muchísimo.Agarré las cobijas e hice un puño con ellas en medio de mi pecho.—¿Quién es? —Mi voz trémula.La persona tardó unos segundos en responder.—Soy Maël.Mis ojos casi se salen de mis órbitas, la quijada casi se me cae.«Qué…? Pe… Pe… ¿Qué…? ¡¿MAËL ME ACABABA DE VER DESNUDA?!»Me puse de pie sobre la cama.—¿Qué?—Delu. Disculpa, solo vine a decirte…—No viniste a decirme nada, ¡pervertido!El ridículo y después pervertido de Maël me acaba de ver desnuda. Dios mío, Dios santo, Santa Madre de Dios.—¿Delu? —preguntó hacia la puerta—. ¡Mierda! —le escuché vociferar como para sí mismo.—¡Vete! —grité corr
¿Qué sería de la vida sin secretos? Mi hermano estaba en problemas.Actuamos rápido y demandé el llevarlo urgentemente a un hospital. Él no quería y con razones justas; sabía que allí debía responder preguntas, que tanto él como yo, incluso Nikko, debíamos dar parte a los médicos y a cualquier autoridad que se acercara a investigar sobre lo que había sucedido. Pero la historia de Danilo era tan extraña, tan torcida...Mi hermano se había enamorado de la mujer equivocada. Una "señora" a quien conoció no sé dónde, y quien le había provocado esas heridas. Bueno, no fue precisamente ella quien lo malogró, sino quizás los trabajadores de SU MARIDO, que luego de enterarse del escarceo entre ambos decidió darle su merecido. Patético y lamentable. Jodidamente horrible.La angustia por la noticia se apartó para dar paso a la rabia. Danilo no quería denunciar a nadie, el miedo atacó su razón. En la habitación del hospital discutimos fuerte, aunque sin gritar para no hacer partícipes a los demás
Le hice caso a mi hermano y nos guardamos como delincuentes en una habitación de hotel que tuve que pagar con mi dinero. Me quedé con él toda una semana, cuidándolo, con el ahogo más significativo dentro de mí.Interrogué muchas veces a mi hermano, le pregunté desde cuándo sabía de las sospechas del marido, y lo castigué por no haberse ocultado más, por seguir adelante sabiendo en el peligro en el que se metía. Le dije tantas cosas, él me contó tantas más, hasta que me ardieron los oídos y luego el cuerpo entero del cansancio, la rabia y la preocupación. Esa semana en aquella habitación me sentí fugitiva, estúpida y temerosa. Nunca jamás quiero volver a sentirme así, no se lo deseo a nadie. Pero se trataba de mi hermano y sé que él haría lo mismo por mí.Los consejos legales no eran más que una asesoría de qué hacer si aquel hombre llegaba a arremeter contra él de otras maneras. Por ese hecho, Danilo soltó la sopa con Nikko, revelándole la identidad del causante de sus heridas; una id
Año 2018. Braga.Tenía dos llamadas perdidas de Sandra. Dios, estaba tan ocupada. La organización del Theatro Circo en Braga me contactó para ayudarlos con el guión de una obra muy importante, casi un sueño para cualquier personalidad del teatro luso. Acepté de inmediato, agradecida enormemente por la invitación y por no olvidar a una de sus ex colaboradoras. A demás, dicho establecimiento era uno de los mejores tablones de Europa, creo que jamás los rechazaría.El ayuntamiento de Braga estrechó lazos con el departamento institucional del teatro para recaudar fondos para el aporte al mejoramiento del sistema escénico de la ciudad, cruzando barreras para lograr la mejora de teatros más pequeños y foráneos.Alguna vez tío Oscar, el único hermano de mi madre y quien toda la vida vivió en Oporto, me dijo que me moriría de hambre estudiando teatro en Portugal, que era una profesión poco valorada en Europa. Que si quería sobresalir y convertirme en una súper estrella, debía aprender a habla
—Pulsen el botón del ruso de una vez, ¿pretenden que nos quedemos aquí toda la vida? —demandó el moreno a sus amigos.Entonces Maël se dio cuenta que era yo y su rostro al verme pasó de la jocosidad al asombro, y del asombro a la interrogación. Y mientras comenzamos a subir y los demás seguían parloteando a un volumen alto sin prestarnos atención, sus facciones viajaron desde la incógnita hasta otras cosas que no supe descifrar. Sí, tenía preguntas escritas en su frente, pude verlas desde allí. Se preguntaba a sí mismo qué hacía yo viajando en ese ascensor.No supe si era el literal subidón del aparato, pero una inyección de ansiedad explotó en mi estómago acabando con las mariposas y abejas, casi hormigas furiosas. Aquella explosión recorrió mi piel convirtiéndose en adrenalina. Y creo que él también fue testigo de mis cambios, formulaba mis preguntas al igual que él y desde allí no miré a nadie más, sólo a él: bien vestido, jean claro, camisa a rayas destacando altura, perfumado. Su
Giré mi cabeza a la izquierda. Sonreí.—Salud. —Volví a chocar la copa. Era el rubio de hace un rato.—Nunca te dije mi nombre. Soy Fran. Y no soy de acá como sí lo es mi amigo, soy de Lisboa.Asentí.—Suena interesante. Yo tampoco dije mi nombre. Creo. Soy Delu —me presenté, estrechando su mano.Miró a la pista, luego a mí. Y de forma decidida me quitó la copa, la colocó encima de la barra y solo dejó un ligero toque en mi mano.—¿Bailamos?—¿Esa canción? Es como un rock. No creo que…—Todo el mundo la está bailando. —Me señaló el lugar—. Además, es un Country ¿desde cuándo el country no se baila?Exhalé una risa resignada, pensando que el chico no volaba porque no llevaba alas.Tomé su mano y me dejé llevar.—Me gusta mucho Braga. ¿Vives aquí desde siempre? —me preguntó.—Sí. Nací aquí.Miré su cara. Ese hombre era muy guapo, de verdad que sí. Su sonrisa era linda, su mirada misteriosa, el cabello dorado y largo en una cola le brillaba casi como el vestido de la cantante y su altura