Capítulo dos
Deslumbraba sin siquiera proponérselo y eso me resultó demasiado interesante.<< Sí. Definitivamente, tenía que conocerla >>No pensaba quedarme más tiempo, no obstante, sucumbiendo a la tentación de ponerle nombre a la causante de cautivar mi atención de ese modo, alcé la mano y le hice una seña al camarero.
El susodicho acudió al momento con presteza; esa era una de las razones por las cuales este constituía mi lugar favorito en la zona del puerto.
No dudé en ordenar una botella de champán para la mujer que en estos momentos me alegraba la vista y ocupaba mi mente.Minutos después, se giró hacia mí un poco sorprendida y posteriormente, alzó la copa con una magnífica sonrisa y se dispuso a beber.<< Me gustaría ser esa bebida para tocar sus labios >>, la idea cruzó por mi cabeza de forma repentina.Aun no la conocía y ya lograba agitar mis pensamientos con gestos demasiados simples. << Y mi cuerpo también>>, agregué mentalmente al percibir mi seño semierecto.Asombroso; simplemente asombroso. No había otra palabra para describir mis reacciones.
Sin dejar de contemplarla, seguí con atención las expresiones que reflejaba su rostro.— ¡Fascinante! —mascullé entre dientes.De repente, me di cuenta de que el vago aburrimiento que había estado sintiendo se había desvanecido con una velocidad impresionante. Y cuando ella me dedicó una genuina sonrisa, mi corazón bombeó con demasiada fuerza. Pude deducir por sus gestos, que aceptaba la invitación de unirme a su mesa.No tuve que pensármelo dos veces para acercarme.<< Elisa Payton. Lisa >>, ese era su nombre y me pareció completamente adecuado para una mujer tan espectacular.Por un momento me detuve a estudiarle. Sentí dudas, no por ella en sí, sino por su actitud. A veces daba respuestas y hacía gestos sorpresivamente espontáneos; y otras, meditaba demasiado sus acciones.
Internamente, me preguntaba por qué recibía unos signos tan contradictorios. Sin embargo, lo dejé estar y decidí disfrutar de su compañía sin más. Disfrutar del tiempo sin segundas intenciones.
Me olvidé de todo y por primera vez en mucho tiempo, me dediqué a vivir el momento; a buscar esa emoción que tanto deseaba. Le conté retazos sobre mi niñez —no era algo que deseaba compartir en ese momento— y me explayé en mi juventud. Ella hizo lo mismo, por momentos fue impulsiva y por otros pensaba más su respuesta. Sentía que de alguna forma, ambos estábamos siendo cautelosos. Después de todo, apenas nos acabábamos de conocer. No quería dejarla ir. Sentía que podía disfrutar de su compañía por días y quise prolongar nuestra plática. Así que le propuse dar un paseo por la playa. Cuando la vi descalzarse y lanzarse hacia el mar con ropa y todo, me dio un vuelco el corazón y en el momento en que desapareció bajo las profundidades del agua, pude jurar que el mismo dejaba de latir. Siguiendo un impulso, me quité los zapatos y penetré en el agua. Al verla emerger hacia la superficie avancé hacia ella. Por segunda vez en la noche me pareció que mi corazón se detenía.Elisa reía con el rostro vuelto hacia la luna. El agua caía en cascadas sobre su pelo; mojaba su piel, dándole un brillo que encandilaba. Las gotas refulgían como joyas, las únicas que llevaba. No era simplemente hermosa, era eléctrica.— Es maravillosa —murmuré para mí mismo—. Suave y maravillosa.Sacudí la cabeza sin dejar de sonreír y me adentré en el agua lo suficiente para tomarla de la mano y llevarla a la orilla.Aquella mujer estaba un poco loca, pero era muy atractiva y lograba contagiar un poco de su locura a cualquier persona que se encontrara a su lado.
El rostro de Elisa resplandecía. Había gracia y fuerza en sus pómulos y su barbilla ligeramente respingona. Era toda delicadeza, excepto en su mirada. Cuando la miraba a los ojos, podía distinguir garra, fuerza; un poder que permanecía dormido.Intenté acercarme a su boca, pero repentinamente me esquivó.Había algo en ella...; la impulsividad, la incitación natural y una inocencia inconfundible que me atraía y a la vez me confundía. Sin embargo, fuera lo que fuera, tenía claro que quería más, mucho más.A la hora de despedirnos, continuaba sin querer dejarla ir. Decidí volver a improvisar e invitarla a recorrer la zona al día siguiente. Para mi regocijo, ella aceptó.La observé marcharse. Aquella mujer me dejaba perplejo, tanto como no lo había hecho ninguna desde que era solo un niño; demasiado joven para comprender que a las mujeres no se las puede entender. Y el deseo por probarla era más fuerte que nunca. Eso no era ninguna novedad, pero el deseo se había presentado con una fuerza y una velocidad sorprendentes.Elisa Payton había empezado siendo una tentación demasiado atractiva como para dejarla ir, pero ahora se había convertido en un misterio para mí. Un misterio que me había propuesto resolver. Sonriendo, me agaché a recoger los zapatos que ella había olvidado. << Sí. Definitivamente mi aburrimiento había llegado a su fin >>Hacía mucho tiempo que no me sentía tan lleno de vida, demasiado. Sin embargo, tuve la certeza de que aquello estaba a punto de cambiar.Capítulo tres-Elisa-Resultaba fácil sentarme, reír y probar sabores nuevos. Olvidé que él era un extraño, que el mundo en el que me encontraba era solo provisional. No hablamos nada importante, retazos de nuestra niñez, París, el tiempo, el champán… No obstante, estaba segura de que era la conversación más interesante que había tenido en toda mi vida. Él me miraba como si estuviese encantado de pasar el tiempo hablando de cualquier cosa. El último hombre que había cenado conmigo había pretendido que le hiciera un descuento de su declaración fiscal y en ese momento me sentí patética.Xanthos no me pedía nada más que no fuese su compañía. Cuando me observaba, no parecía precisamente que fuera a preguntarme cómo se rellenaba el impreso de deducciones.Cuando sugirió que diéramos un paseo por la playa, acepté sin remordimientos.<< ¿Qué mejor forma de coronar una velada qu
Capítulo cuatro-Xanthos-Nunca me había considerado del tipo de hombres que trastocan su jornada para pasar el día con una mujer. Especialmente con una que no conocía.Me consideraba un hombre saludable; pero también un hombre ocupado al que la ambición y el orgullo le obligaban a mantener un alto grado de compromiso en todos sus proyectos. Era responsable de mis actos y mis deberes, y había aprendido a disfrutar de los beneficios de tener constancia y dedicación.Tenía muy claro que aquellos días en Paleo Fáliro no eran vacaciones; es decir, no habían sido planeados para disfrutar de unas vacaciones. Mezclar el placer con los negocios no solía ser mi estilo. Sin embargo, me encontré haciendo juegos y malabares con citas, reuniones y conferencias; con el propósito tener una tarde libre para dedicársela a Elisa, la mujer que me había tentado, cautivado y luego intrigado.Era más que evidente que cu
Capítulo cinco-Elisa-Cuando él se me quedó mirando, me pregunté si debía haberme ofrecido a limpiar su chaqueta. Jugueteé unos segundos con la correa del bolso hasta que finalmente, decidí que no. Una mujer de mundo no haría una cosa así.— ¿Te molesta que lleve mi cámara? —pregunté dudosa. Su presencia me ponía los pelos de punta. Solo esperaba que él no se diese cuenta.— Por supuesto que no—respondió para mi alivio; había comenzado a adorar mi afición por la fotografía—. ¿Por qué iba a molestarme?— Porque hago montones de fotografías —expliqué—. En serio, es algo que no puedo evitar.Pude apreciar que Xanthos pronto se dio cuenta de que no bromeaba. Conforme nos dirigíamos hacia una pequeña zona rural llena de campos y vegetaciones, tomaba fotos de todo; de los animales, los huertos de vegetales, los extensos viñedos y las plantas de salvia dispersas.Era increíble y a l
Capítulo seis-Xanthos-Aquella mujer era de lo que no había. Se detenía para fotografiar a un par de ranas croando. No dejaba de asombrarme al ver que las cosas más simples y sencillas le afectaban; y eso encreíblemente me, complació.Atrapé una de sus manos con las mías, no para besarla, sino solamente por el placer de tocarla; una necesidad de la que no había sido consciente en horas.Por un momento me pareció que lucía casi asustada, frágil y asustada. Siempre evitaba con cuidado a las mujeres a las que se les podía hacer daño fácilmente. Sin embargo, Elisa me enviaba señales tan contradictorias que me hacían lanzarme y retraerme al mismo tiempo; como si caminara por una cuerda floja.La observé maravillarse ante un arbusto de espino coronado de flores amarillas. Ella me hacía darme cuenta, con un sentimiento de pesar, de que habían pasado muchos años desde que no contemplaba las co
Capítulo siete-Elisa-Él estaba a punto de besarme y entonces, se irguió.Un suspiro escapó de mis labios, no sabía si había sido producto del alivio o de la decepción. Me encontraba demasiado confusa.Me bajé del coche y con la mente agitada, eché a andar por el sendero polvoriento. En el camino no dejaba de reprenderme mentalmente; me decía a mí misma que una mujer de mundo no se ponía a temblar cada vez que un hombre se acercaba. Pero lo curioso es que yo ya había sido besada antes, y jamás había temblado; era una sensación nueva y ante ella sentía un poco de temor.Ahora podía responder con seguridad que no sentía temor de Xanthos, sino de las sensaciones que él me provocaba y el efecto que tenían sus acciones en mí.Sacó la cesta de comida del maletero y sorprendiéndome una vez más, volvió a tomarme de la mano. En silencio, cruzamos el viñedo, como si fuéramos una pereja
Capítulo ocho-Xanthos-Ella era dulce, deliciosamente dulce. Cuanto más la abrazaba, excitado por la simplicidad de su aceptación, más me desarmaba y me afectaba su dulzura.Recorrí su espalda baja, sus omóplatos, sus hombros y luego dejé descansar mis brazos en su cintura. Era curiosa, sencilla, generosa. Cualquier hombre podría ahogarse en su dulzura, caer prisionero de su docilidad… y también podía salvarse por ella. A la sombra del antiguo sauce y rodeados por las uvas, Elisa me daba algo más, algo nuevo, diferente; me daba esperanza.Ella se había amoldado a mi abrazo, como si nos hubiésemos conocido de antes, mucho antes; como si nos hubiésemos amado hace siglos, en nuestras vidas antepasadas.Parecía que en medio de nuestros cuerpos, un volcán había erupcionado; una lava cálida que surgía potente y muy peligrosa; incluso podría llegar a resultar mortal. Pero no era algo nuevo; e
Capítulo nueve-Elisa-Calor, luz, vértigo… Podía experimentar nítidamente cada sensación. Urgencia, anhelo, impaciencia… Sentía cada uno en los labios, con un regusto a miel silvestre.Antes, sin que nos hubiésemos besado todavía; había podido deducir con exactitud cómo sería estar con él contra mi boca; deseo contra deseo.En un instante, el mundo se había reducido de lo visible a una nube de pura emoción. Él me arropaba sin miramientos. Era cálido e irresistible.Aun atrapada entre el miedo y el deleite, alcé una mano para acariciarle la mejilla.Un suspiro demasiado débil como para ser oído por él, escapó de mis labios cuando me acarició la espalda, después los hombros hasta posar sus manos sobre mi cintura.Xanthos murmuraba frases incoherentes—al menos para mí— en griego. No sabía lo que estaba diciendo; pero el sonido d
Capítulo diez-Xanthos-Me convencí a mí mismo de que era un hombre ocupado, demasiado ocupado para obsesionarme con una mujer a la que apenas conocía y a la que no entendía en lo absoluto. Tenía informes que leer, informes por hacer y otras muchas cosas para las que no tenía ganas ni energía. Sin embargo, me repetí una y otra vez —como si de una especie de mantra se tratase— que unos pocos y simples besos no bastaban para distraer a un hombre de su trabajo. Pero tenía muy claro que en aquellos besos no había habido nada de simple.Ahora yo también contradecía mis palabras y hasta mis propios pensamientos. Eso solo ratificaba mi impresión sobre ella: su locura era contagiosa.Impulsivamente, lancé un fuerte golpe sobre la mesa mientras murmuraba improperios. Era exasperante.Disgustado, me levanté de mi escritorio y salí hacia la terraza en busca de un poco