Capítulo nueve
Capítulo diez-Xanthos-Me convencí a mí mismo de que era un hombre ocupado, demasiado ocupado para obsesionarme con una mujer a la que apenas conocía y a la que no entendía en lo absoluto. Tenía informes que leer, informes por hacer y otras muchas cosas para las que no tenía ganas ni energía. Sin embargo, me repetí una y otra vez —como si de una especie de mantra se tratase— que unos pocos y simples besos no bastaban para distraer a un hombre de su trabajo. Pero tenía muy claro que en aquellos besos no había habido nada de simple.Ahora yo también contradecía mis palabras y hasta mis propios pensamientos. Eso solo ratificaba mi impresión sobre ella: su locura era contagiosa.Impulsivamente, lancé un fuerte golpe sobre la mesa mientras murmuraba improperios. Era exasperante.Disgustado, me levanté de mi escritorio y salí hacia la terraza en busca de un poco
Capítulo once-Elisa-Acababa de cerrar la puerta cuando escuché que alguien tocaba la misma. El sol y la playa me habían dejado agradablemente cansada; pero todas mis ideas de echar una cabezadita se desvanecieron al divisar al protagonista de mis más oscuras fantasías en los últimos días.Xanthos tenía un aspecto estupendo; tanquilo y poco despeinado. Durante varios días me había preguntado dónde leches se había metido. Sentí que mi pulso se aceleraba y que mis traicioneros labios dibujaban una cálida sonrisa por el simple gesto de volver a verle.No supe como, pero logré mantener un tono de voz casual a costa de un gran esfuerzo—: Hola. No estaba segura de si todavía te encontrabas en el hotel.Me convencí a mí misma de que mis palabras no habían sido una mentira, al menos, no del todo. Un informante anónimo me había asegurado que el señor Katsaros aún no había dejado su suite.— Te he visto llegar de la playa —declaró.<
Capítulo doce-Xanthos-— Podrías vivir aquí.Ante su comentario tuve que echarme a reír. Es como si no tuviese filtros en la lengua a la hora de hablar.— Vivo aquí bastante a menudo —comenté divertido.— Bienvenido a bordo, señor —mi capitán, impertérrito como de costumbre; me saludó.— Gibs —le devolví el saludo—, te presento a mi invitada, la señorita Elisa Payton.— Encantado, madame —dirigió un asentimiento de cabeza hacia ella.— Puedes zarpar una vez estemos listos, Gibs—ofrecí el brazo a mi acompañante y nos adentramos en la cubierta—. ¿Te gustaría ver el yate? —ofrecí.— ¡Claro! —exclamó entusiasmada—. Me encantaría verlo todo.Le mostré mi refugio; cada habitación, cada salita y hasta el camarote. Cuando la nave comenzó a moverse, Elisa soltó una exclamación y se tambaleó.
Capítulo trece-Elisa-Xanthos maldijo en voz baja y yo di un salto hacia atrás, como si hubiese gritado. Luego, me di cuenta de que se había apartado por la presencia de un camarero.— Gracias, Koll. Puedes retirarte —rápidamente lo despidió. Su voz era suave, pero podía sentir la extensión de su mano mientras me conducía hacia una silla y después, me ofecía un cóctel.Pensé que seguramente creería que era estúpida. Cada vez que me tocaba, me echaba a sus brazos sin dudar. Estaba claro que él sí que era un hombre de mundo, y además muy amable. No todos los poderosos trataban con amabilidad a los que trabajaban para ellos. Lo había intuído desde el principio, y ahora lo confirmaba.Esbocé una sonrisa y probé el delicioso cóctel a base limón; nunca lo había probado.— Te deseo, Elisa.Sentí que mi corazón se detenía y luego comenzaba a la
Capítulo catorce-Xanthos-— ¿Siempre te ríes por tan poco? —la pregunta escapó de mi boca antes de que pudiese detenerla.Ella se echó hacia atrás el pelo mojado.— Una cala escondida, un cielo hermoso y un hombre interesante –dijo flotando sin esfuerzo—. A mí no me parece tan poco. Me he prometido a mí misma que, independientemente de dónde esté o de lo que haga, no volveré a dar nada por seguro.No pude dejar de advertir el tono de tristeza con que había dicho la última frase. El impulso de reconfortarla no era nuevo en mí, pero tampoco tenía demasiada práctica.— ¿Te ha desengañado algún hombre? —indagué.— No. No se trata de un hombre —contestó, cerrando los ojos y confiando su cuerpo al mar—. Cuando mis padres murieron, sufrí tanto que me asusté de la vida. Creo que convertirse en un adulto res
Capítulo quince-Elisa-Atenas no era Oriente ni Occidente. Era carne espetada asándose con especias. Era altos edificios y tiendas modernas. Era estrechas calles sin asfaltar y bulliciosos bazares. Había sido el escenario de batallas y revoluciones. Era antigua, civilizada y apasionada.Creí que me había enamorado a primera vista.París me había seducido; Madrid me había encantado; pero Atenas me había robado el corazón. Quería verlo todo de inmediato, desde el amanecer hasta la noche.Estuve paseando durante toda la mañana mientras Xanthos estaba ocupado en sus reuniones de negocios. El hotel que él había escogido era bonito, pero yo me sentía atraída por las calles y su gente. De alguna manera, no me sentía como una turista más, era como volver a casa después de un largo viaje. Atenas me esperaba para darme la bienvenida.Era increíble. Toda la vida había aceptado los parámetros que otros
Capítulo dieciséis-Xanthos-Pensé que no era normal quererla de aquella manera. No había podido dejar de pensar en Elisa en toda la mañana. Quería abrazarla, besarla, estar con ella. Había comenzado a temer lo que su vida seria sin su presencia.Pero eso no iba a suceder.Rocé sus labios con mis dientes y ella me ofreció su boca, como si la naturaleza siguiese su curso. Lo nuestro parecía tan normal e imprescindible como respirar.No iba a permitir que eso sucediera. Elisa Payton me pertenecía y no importaba de dónde procedía, ni hacia dónde se dirigía; se quedaría conmigo. Y empezaba a enfrentarme al hecho de que yo también le pertenecía a Elisa.Necesitaba un poco de cordura, un poco de lógica. Así que, luchando conmigo mismo, me aparté de ella.Lisa tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Un suspiro apasionado salió de ellos cuando abrió los párpados.Tuve que respirar hondo y luego
Capítulo diecisiete-Elisa-Estaba muy nerviosa. Cada vez que me miraba en el espejo, me preguntaba quién era aquella mujer que me devolvía la mirada. No era una desconocida, pero sí una Elisa Payton muy diferente.Tal vez se tratase del nuevo peinado. Mis cabellos ensortijados me enmarcaban el rostro. O quizás se tratara del vestido, un derroche de aguamarina que dejaba mis hombros al descubierto. No, había algo más, algo más que la habilidad de peluqueros, maquilladores y ropas elegantes. Eran mis ojos. La mujer que me miraba desde el espejo era una mujer enamorada.No dejaba de preguntarme qué iba a hacer. Todavía era lo suficientemente práctica como para admitir que algunas cosas no cambian nunca. Pero la pregunta era si era lo bastante orgullosa o lo bastante fuerte como para elegir lo que deseaba y aceptar las consecuencias.Cuando escuché que alguien llamaba a l