Capítulo dieciséis
-Xanthos-Pensé que no era normal quererla de aquella manera. No había podido dejar de pensar en Elisa en toda la mañana. Quería abrazarla, besarla, estar con ella. Había comenzado a temer lo que su vida seria sin su presencia.Pero eso no iba a suceder.
Rocé sus labios con mis dientes y ella me ofreció su boca, como si la naturaleza siguiese su curso. Lo nuestro parecía tan normal e imprescindible como respirar.No iba a permitir que eso sucediera. Elisa Payton me pertenecía y no importaba de dónde procedía, ni hacia dónde se dirigía; se quedaría conmigo. Y empezaba a enfrentarme al hecho de que yo también le pertenecía a Elisa.Necesitaba un poco de cordura, un poco de lógica. Así que, luchando conmigo mismo, me aparté de ella. Lisa tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Un suspiro apasionado salió de ellos cuando abrió los párpados. Tuve que respirar hondo y luegoCapítulo diecisiete-Elisa-Estaba muy nerviosa. Cada vez que me miraba en el espejo, me preguntaba quién era aquella mujer que me devolvía la mirada. No era una desconocida, pero sí una Elisa Payton muy diferente.Tal vez se tratase del nuevo peinado. Mis cabellos ensortijados me enmarcaban el rostro. O quizás se tratara del vestido, un derroche de aguamarina que dejaba mis hombros al descubierto. No, había algo más, algo más que la habilidad de peluqueros, maquilladores y ropas elegantes. Eran mis ojos. La mujer que me miraba desde el espejo era una mujer enamorada.No dejaba de preguntarme qué iba a hacer. Todavía era lo suficientemente práctica como para admitir que algunas cosas no cambian nunca. Pero la pregunta era si era lo bastante orgullosa o lo bastante fuerte como para elegir lo que deseaba y aceptar las consecuencias.Cuando escuché que alguien llamaba a l
Capítulo dieciocho-Xanthos-— ¡Para! —gritó en medio del corredor—. ¿Qué leches te pasa?— Te estoy llevando a un lugar más adecuado para nuestra discusión —argumenté.La empujé al interior del ascensor y pulsé el botón correspondiente a mi piso.— Pero tienes invitados —protestó y sentí que la furia hacía hervir mi sangre. Simplemente la miré y ella respondió envalentonándose—. Prefiero que me pregunten si quiero marcharme antes de que me arrastren como si fuese una mula de carga.Intentó escapar al salir del ascensor, pero de dos zancadas la alcancé de nuevo y la llevé a mi suite.>> No quiero hablar contigo —declaró mientras cruzaba los brazos.No dije na
Capítulo diecinueveElisa— ¡Para! —grité cuando ya había logrado reponerme de la primera impresión—. ¿Qué leches te pasa? —cuestioné mosqueada por su ridícula actitud.— Te estoy llevando a un lugar más adecuado para nuestra discusión —respondió mientras me empujaba hacia el ascensor.— Pero tienes invitados —comencé, pero rápidamente me detuve al verle lanzarme una mirada que me hizo sentir como una estúpida. Aun así, recuperando mi dignidad, me erguí para replicar—: Prefiero que me pregunten si quiero marcharme, antes de que me arrastren como si fuese una mula de carga.Escapé de él y salí corriendo en cuanto se abrió la puerta del ascensor, con la intención de meterme en la suite y ce
Capítulo veinte-Xanthos-No supe cuánto tiempo transcurrió después de ambos nos entregáramos a la pasión; pero poco a poco la consciencia volvió a mí y comencé a analizar fríamente lo sucedido.Me estaba maldiciendo a mí mismo lentamente, obstinadamente. Elisa era inocente, fresca y apasionada…; y era virgen, como la primavera. Me odiaba a mí mismo en aquellos momentos. Sentí que la había usado, que la había herido.Quise desandar mi camino, pero entonces, ella pareció cerrarse en torno a mí y no pude resistirme. Tan desvalido como ella, crucé la línea de la locura y me la llevé conmigo.Enfadado conmigo mismo, me senté y me dispuse a buscar un cigarrillo. Luego razoné y me di cuenta de que necesitaba algo más fuerte; necesitaba beber, aunque no confiaba que mis piernas le sostuvieran.El chasquido de mi encendedor sonó como un cañonazo rompiendo el silencio. Por un instante, mi rostro
Capítulo veintiuno-Elisa-El reflejo de la pasión me atormentaba. Yacía aturdida y confusa en la penumbra de la habitación. Nada ni nadie me había preparado para aquello. Nadie me había advertido que el placer podía llegar a ser tan inmenso.<< Si lo hubiese sabido antes… >>Cerré los ojos e inspiré hondo. Estuve a punto de echarme a reír.Si lo hubiese sabido antes, hacía años que hubiese salido por el mundo en busca de Xanthos. Solo a él.Exhalé un suspiro de calma.Xanthos era el único.<< Solo a él >>, repetí internamente.— ¿Por qué no me lo habías dicho? —su voz interrumpió mis cavilaciones.Aun flotaba en el un océano de placer. Así que me obl
Capítulo veintidós-Elisa-Otra vez intentó acercarse a mí, pero lo detuve en seco con un simple gesto.— ¡No! No me toques o no podré continuar.>> Esto es una farsa —señalé mi figura estilizada y mi peinado elaborado por el equipo de estilismo del hotel—. Yo soy una farsa.— Eso no es cierto —repuso.— ¡Sí lo es! —exclamé fuera de mí. Necesitaba que él viera a la verdadera Elisa Payton—. Y además, esta noche he averiguado que eras dueño de varios hoteles, ¡muchos! —recalqué. Aun me parecía increíble. Ninguno de los dos habíamos resultado ser lo que el otro creía.— No era ningún secreto —señaló—. ¿Qué importancia tiene esa nimiedad ahora?— ¡Nimiedad! —solté en un bufido—. ¿Llamas nimiedad a ser inmensamente rico. No hubiese tenido importancia alguna —proseguí— si yo fuera lo que aparentaba ser. Después de haber hecho el amor y de que tú…Dejé la oración suspendida, no sabía
Capítulo veintitrés-Xanthos-Siete de agosto; dos días desde que Elisa se fue…Cuando encontré su habitación vacía a la mañana siguiente, no quise alarmarme; simplemente podría haber ido a cualquier parte. Sin embargo, las alarmas en mi interior se encendieron y gritaban peligro a toda voz. Examiné a fondo la suite y no encontré ninguna de sus pertenencias. Bajé a recepción y me informaron que había pedido un taxi y se había marchado con una pequeña maleta… Se había ido, Elisa se había marchado del hotel y sentía que el aire escapaba de mis pulmones. Pero no le permitiría marcharse de mi vida, eso jamás. Así que moví todas mis influencias y comencé a sacudir el país al revés.Así se encontrase en el rincón más pequeño u oculto, la encontraría. Y cuando lo hiciera, le diría que la amaba, la quería con todo mi ser. Ella era mía y yo era suyo; nos pertenecíamos el uno al otro.&nbs
Capítulo veinticuatroElisaEra mi culpa. Estar en aquella situación era totalmente mi culpa.Tenía delante de mí media docena de vacantes para contables, marcados con distintos colores en los anuncios del diario. Sin embargo, ninguno me interesaba. Había circulado los que parecían más atractivos. Y no podía dejar de pensar en Xanthos, en aquel dios de la mitología griega con nombre de hombre; no había podido hacer otra cosa en semanas.Me preguntaba lo que habría sentido él cuando descubrió que me había marchado. Tal vez alivio, o quizá una vaga incomodidad por haber dejado un negocio sin cerrar.Rápidamente negué con la cabeza. Otra vez mis pensamientos volvían a él.Con un marcador rosa chitón en la mano, miré hacia la ventana de la casa que había alquilado y emití un largo suspiro. Luego me obligué a cerrar los ojos… y dejé a mi imaginación volar.En mis fantasías me lo imaginaba buscándome furiosamente; con l