Capítulo siete
Miré alrededor queriendo grabar en mi memoria cada hoja y cada piedra.
Debería haber supuesto que él sería el propietario de algo diferente, impresionante.
— Suena muy romántico tener un viñedo.— Pues por lo romántico —entrechocó su copa con la mía. Me pregunté cómo un objeto hecho de un cristal tan frágil, había sobrevivido al viaje y a los baches del camino. Tuve que bajar la mirada para combatir mi timidez.— Espero que tengas hambre —comenté y noté que hablaba demasiado de prisa; era algo que hacía cada vez que me sentía nerviosa—, porque yo estoy famélica. La comida tiene un aspecto formidable.Bebí un trago de vino para refrescar la garganta que se me había quedado seca de forma repentina y posteriormente, continué sacando las cosas de la cesta en silencio.Había aceitunas negras del tamaño de un dedo pulgar y un gran trozo de queso suizo —mi favorito—, y también lonjas de jamón de york, mantequilla, pan de molde y frutos rojos que parecían recién recogidos. Mientras me empeñaba en la labor de ordenar la comida sobre el sencillo mantel de picnic, poco a poco los latidos de mi corazón se fueron ralentizando. — Me has dicho muy poco de ti misma —comentó luego de un silencio incómodo y prolongado—. Lo único que sé es que eres de Sydney, te gusta viajar y de niña querías casarte el Señor del Antifaz.— No te burles, era fánatica de la Guerrero Luna—ambos reímos al mismo tiempo; se lo había comentado en durante la cena la noche anterior. Luego, mi gesto se ensombreció.<< ¿Y qué más podía contarle? >>Un hombre como él se aburriría con la triste y aburrida historia de Elisa Payton; la mujer que perdía a todos sus seres queridos: primero a sus padres y más tarde a su tía. La mujer que mantenía una vida monótona, silenciosa y sin complicaciones. La mujer a la que todos llamaban Bendita Lisa porque prefería ocuparse de los problemas de los demás para no enfocarse en su vida sin sentido.Nunca había sido buena mintiendo, de modo que opté por contarle un camino intermedio entre la verdad y la ficción—; No hay mucho más que contar. Crecí en Sydney. Perdí a mis padres cuando era pequeña y me fui a vivir con mi tía Lola hasta que ingresé a la universidad. Ella fue muy cariñosa conmigo y me ayudó a soportar su pérdida.— Es doloroso —dijo Xanthos con demasiado sentimiento y melancolía—. Esos sucesos te roban la infancia.— Es verdad —confirmé, sintiéndome más cercana a él. Sentía que me había entendido aunque no le hubiese dado detalles sobre lo sucedido; y eso me daba seguridad—. Tal vez ese sea el motivo por el cual me gusta viajar. Siempre que ves un sitio nuevo, puedes volver a ser niño.— ¿Y no quieres echar raíces? —preguntó.Me dediqué a mirarle: estaba apoyado en el tronco de un árbol, fumando un cigarrillo perezosamente. Una escena perfecta para guardar en la memoria.— Aun no tengo idea de lo que busco —declaré en un momento de sinceridad.— ¿Hay un hombre? —tomó mi mano y me acerco a él—. ¿Ninguno?— No. Yo…No estaba segura de lo que iba a decir, pero me quedé muda cuando le dio la vuelta a la mano y me besó la palma. Sentí que mi mano comenzaba a arder y que el fuego se iba propagando hacia el resto de mi cuerpo.— Eres una mujer muy sensible. Si no hay ninguno, los hombres de Australia deben ser un poco lentos, incluso muy tontos. Solo hay que verte para saber que eres especial…— He estado muy ocupada —mencioné como si necesitase dar una explicación. Me di cuenta del error que había cometido cuando sentí el temblor en mi voz.Jamás había sentido algo así: una atracción devastadora que me estremecía con el rayo de una fuerte tormenta.— ¿Sí? —cuestionó.— Sí —afirme con mayor seguridad que antes.Temerosa de hacer el ridículo, retiré la mano y me la pasé distraída por el cabello.>> Este lugar es una preciosidad y el momento es perfecto —decidí desviar el tema de conversación—. ¿Sabes lo que necesito?— No. Dime.— ¡Otra foto! —exclamé, levantándome de un salto. Después sonreí, sintiéndome un poco más tranquila—. Un recuerdo de mi primera comida en un viñedo. Vamos a ver… —comencé a meditar, buscando el enfoque y la iluminación adecuada; como si fuese una fotógrafa profesional. Sin embargo, Xanthos no se quejó en ningún momento—. Ponte allí —señale a la izquierda de un viejo sauce—. El sol es perfecto frente a ese árbol y la toma quedará…— ¿Perfecta? —terminó la frase por mí.— Ahora pondré la cuenta regresiva —continué ignorando su actitud divertida—. Solo tienes que quedarte ahí. Una vez que haya ajustado el bendito aparato, correré hacia ti para que salgamos los dos en la foto.Crucé los dedos y eché a correr hacia él.>> Si no he metido la pata, disparará sola y…Mis palabras quedaron suspendidas en el aire.
El resto del mundo se desvaneció cuando me abrazó y aprisionó mis labios con los suyos.Capítulo ocho-Xanthos-Ella era dulce, deliciosamente dulce. Cuanto más la abrazaba, excitado por la simplicidad de su aceptación, más me desarmaba y me afectaba su dulzura.Recorrí su espalda baja, sus omóplatos, sus hombros y luego dejé descansar mis brazos en su cintura. Era curiosa, sencilla, generosa. Cualquier hombre podría ahogarse en su dulzura, caer prisionero de su docilidad… y también podía salvarse por ella. A la sombra del antiguo sauce y rodeados por las uvas, Elisa me daba algo más, algo nuevo, diferente; me daba esperanza.Ella se había amoldado a mi abrazo, como si nos hubiésemos conocido de antes, mucho antes; como si nos hubiésemos amado hace siglos, en nuestras vidas antepasadas.Parecía que en medio de nuestros cuerpos, un volcán había erupcionado; una lava cálida que surgía potente y muy peligrosa; incluso podría llegar a resultar mortal. Pero no era algo nuevo; e
Capítulo nueve-Elisa-Calor, luz, vértigo… Podía experimentar nítidamente cada sensación. Urgencia, anhelo, impaciencia… Sentía cada uno en los labios, con un regusto a miel silvestre.Antes, sin que nos hubiésemos besado todavía; había podido deducir con exactitud cómo sería estar con él contra mi boca; deseo contra deseo.En un instante, el mundo se había reducido de lo visible a una nube de pura emoción. Él me arropaba sin miramientos. Era cálido e irresistible.Aun atrapada entre el miedo y el deleite, alcé una mano para acariciarle la mejilla.Un suspiro demasiado débil como para ser oído por él, escapó de mis labios cuando me acarició la espalda, después los hombros hasta posar sus manos sobre mi cintura.Xanthos murmuraba frases incoherentes—al menos para mí— en griego. No sabía lo que estaba diciendo; pero el sonido d
Capítulo diez-Xanthos-Me convencí a mí mismo de que era un hombre ocupado, demasiado ocupado para obsesionarme con una mujer a la que apenas conocía y a la que no entendía en lo absoluto. Tenía informes que leer, informes por hacer y otras muchas cosas para las que no tenía ganas ni energía. Sin embargo, me repetí una y otra vez —como si de una especie de mantra se tratase— que unos pocos y simples besos no bastaban para distraer a un hombre de su trabajo. Pero tenía muy claro que en aquellos besos no había habido nada de simple.Ahora yo también contradecía mis palabras y hasta mis propios pensamientos. Eso solo ratificaba mi impresión sobre ella: su locura era contagiosa.Impulsivamente, lancé un fuerte golpe sobre la mesa mientras murmuraba improperios. Era exasperante.Disgustado, me levanté de mi escritorio y salí hacia la terraza en busca de un poco
Capítulo once-Elisa-Acababa de cerrar la puerta cuando escuché que alguien tocaba la misma. El sol y la playa me habían dejado agradablemente cansada; pero todas mis ideas de echar una cabezadita se desvanecieron al divisar al protagonista de mis más oscuras fantasías en los últimos días.Xanthos tenía un aspecto estupendo; tanquilo y poco despeinado. Durante varios días me había preguntado dónde leches se había metido. Sentí que mi pulso se aceleraba y que mis traicioneros labios dibujaban una cálida sonrisa por el simple gesto de volver a verle.No supe como, pero logré mantener un tono de voz casual a costa de un gran esfuerzo—: Hola. No estaba segura de si todavía te encontrabas en el hotel.Me convencí a mí misma de que mis palabras no habían sido una mentira, al menos, no del todo. Un informante anónimo me había asegurado que el señor Katsaros aún no había dejado su suite.— Te he visto llegar de la playa —declaró.<
Capítulo doce-Xanthos-— Podrías vivir aquí.Ante su comentario tuve que echarme a reír. Es como si no tuviese filtros en la lengua a la hora de hablar.— Vivo aquí bastante a menudo —comenté divertido.— Bienvenido a bordo, señor —mi capitán, impertérrito como de costumbre; me saludó.— Gibs —le devolví el saludo—, te presento a mi invitada, la señorita Elisa Payton.— Encantado, madame —dirigió un asentimiento de cabeza hacia ella.— Puedes zarpar una vez estemos listos, Gibs—ofrecí el brazo a mi acompañante y nos adentramos en la cubierta—. ¿Te gustaría ver el yate? —ofrecí.— ¡Claro! —exclamó entusiasmada—. Me encantaría verlo todo.Le mostré mi refugio; cada habitación, cada salita y hasta el camarote. Cuando la nave comenzó a moverse, Elisa soltó una exclamación y se tambaleó.
Capítulo trece-Elisa-Xanthos maldijo en voz baja y yo di un salto hacia atrás, como si hubiese gritado. Luego, me di cuenta de que se había apartado por la presencia de un camarero.— Gracias, Koll. Puedes retirarte —rápidamente lo despidió. Su voz era suave, pero podía sentir la extensión de su mano mientras me conducía hacia una silla y después, me ofecía un cóctel.Pensé que seguramente creería que era estúpida. Cada vez que me tocaba, me echaba a sus brazos sin dudar. Estaba claro que él sí que era un hombre de mundo, y además muy amable. No todos los poderosos trataban con amabilidad a los que trabajaban para ellos. Lo había intuído desde el principio, y ahora lo confirmaba.Esbocé una sonrisa y probé el delicioso cóctel a base limón; nunca lo había probado.— Te deseo, Elisa.Sentí que mi corazón se detenía y luego comenzaba a la
Capítulo catorce-Xanthos-— ¿Siempre te ríes por tan poco? —la pregunta escapó de mi boca antes de que pudiese detenerla.Ella se echó hacia atrás el pelo mojado.— Una cala escondida, un cielo hermoso y un hombre interesante –dijo flotando sin esfuerzo—. A mí no me parece tan poco. Me he prometido a mí misma que, independientemente de dónde esté o de lo que haga, no volveré a dar nada por seguro.No pude dejar de advertir el tono de tristeza con que había dicho la última frase. El impulso de reconfortarla no era nuevo en mí, pero tampoco tenía demasiada práctica.— ¿Te ha desengañado algún hombre? —indagué.— No. No se trata de un hombre —contestó, cerrando los ojos y confiando su cuerpo al mar—. Cuando mis padres murieron, sufrí tanto que me asusté de la vida. Creo que convertirse en un adulto res
Capítulo quince-Elisa-Atenas no era Oriente ni Occidente. Era carne espetada asándose con especias. Era altos edificios y tiendas modernas. Era estrechas calles sin asfaltar y bulliciosos bazares. Había sido el escenario de batallas y revoluciones. Era antigua, civilizada y apasionada.Creí que me había enamorado a primera vista.París me había seducido; Madrid me había encantado; pero Atenas me había robado el corazón. Quería verlo todo de inmediato, desde el amanecer hasta la noche.Estuve paseando durante toda la mañana mientras Xanthos estaba ocupado en sus reuniones de negocios. El hotel que él había escogido era bonito, pero yo me sentía atraída por las calles y su gente. De alguna manera, no me sentía como una turista más, era como volver a casa después de un largo viaje. Atenas me esperaba para darme la bienvenida.Era increíble. Toda la vida había aceptado los parámetros que otros