Capitulo 32

Las horas siguientes fueron un torbellino de preparación. Marcus mandó llamar a un antiguo sirviente de la familia, alguien de absoluta confianza, para que se escondiera en una habitación contigua al despacho y pudiera dar testimonio de todo. Prepararon la habitación: revisaron paredes, puertas, rincones, asegurándose de que nadie más pudiera escuchar o descubrir el plan.

Isabel se ocupó de enviar una invitación formal a Edward, haciéndola pasar como un gesto de buena voluntad para resolver los “malentendidos”. La carta fue cuidadosamente redactada para sonar desesperada, como si William ya hubiera aceptado su derrota.

Cuando todo estuvo listo, William llevó a Isabel a su habitación. La abrazó largo rato, en silencio, como si quisiera grabar en su memoria el calor de su cuerpo.

—¿Confías en mí? —susurró en su oído.

—Con mi vida —respondió ella, sin dudarlo.

—Entonces mañana será el principio del fin para Edward.

**

La mañana llegó envuelta en un manto de tensión. Edward respondió a la
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