No sabía cuál había sido mi último recuerdo cuando podía ver, ni tampoco lograba recordar nada que no fuera cuando desperté y poco a poco con el tiempo, mis padres me dijeron que Gus había muerto en el accidente y ya había pasado un mes desde aquello.
Pero algo que si recuerdo muchísimo, es la desesperación e impotencia que recorrió mi cuerpo tan frágil y joven cuando me quitaron la venda y solo veía oscuridad. No me quería morir, ni tampoco estaba enojada con el mundo o con Dios. Estaba tan pequeña que jamás se me pasó por la cabeza alguno de esos pensamientos.
Lo único que atravesó mi cabeza fue una frase en letras blancas iluminando la oscuridad en la que viviría hasta el día de mi muerte.
"Jamás podré volver a ver"
Y eso bastó
En la noche, no pude casi conciliar sueño. Sin contar también con que mi mente estaba más despierta que nunca y el dolor de cabeza incrementaba, Silas estuvo toda la noche junto a mí. Cosa que hizo que tampoco pudiera dormir bien. Al final, de lo mismo cansada que estaba mi mente, logré dormir tres horas. Y el gran día había llegado. Hoy me quitarían las vendas y sabríamos todos si la operación funcionó y todos rezábamos porque fuera así. Porque si no lo fuera, no sabía hasta qué punto de la desesperación y esta vez el enojo caería. El doctor Fischer y Adam llegaron alrededor de las nueve y media de la mañana. Mi madre ya me había ayudado a bañarme y Camille me ayudó a vestir con un pantalón de ejercicio y una sudadera que me hizo querer dormir un poco ya que Silas no estaba y mi mente estaba casualmente demasiado callada.
No recuerdo la última vez que fui igual de feliz a como me siento ahora. Me siento realmente viva, como si hubiera renacido de la oscuridad. Ya no temía a nada, durante esos años que viví entre la oscuridad dejé a temerle a todo.Pero no había probado la felicidad que siento, todo había cambiado tanto que me sentí en otro lugar y no donde crecí, con las personas con las conviví por años. Mis padres ya no eran los mismos y mi hermana tampoco. Sus retratos que había guardado como un tesoro en mi memoria siempre los recreaban cada que hablaba con ellos o estaba a su lado, pero ahora ya no tenía que hacerlo, porque podía verlos y era lo mejor del mundo.Me levanté y entre dormida fui al baño. Allí me duché y cuando e
- ¡No! – grité frustrada alejándome de él. No puede ser. Es su hermana. De su misma sangre. ¡Dios mío! Quería morirme en aquel momento, pero al mismo tiempo de cierta manera, muy secretamente estaba feliz de que no fuera su novia y si su hermana. Porque quería decir que jamás me ilusionó y tal vez sienta la cosa rara que yo también estoy empezando a sentir. Caminé varias veces como un león enjaulado tratando de aclarar mis ideas Su hermana... no su novia. Tantas veces que me dije, ella es su novia y yo su amiga. Y volvía a deprimirme internamente. Las miles de preguntas que se me formularon en la cabeza, no le dejé ese día explicarme, ni siquiera logré escuchar bien su nombre. C
Resulta que la pizzería Niss es muy famosa en la ciudad y justo cuando entramos, estaba llena completamente de jóvenes que hablaban en las mesas bromeando, coqueteando o simplemente hablando y comiendo. Cuando llegamos los cuatro, nos sentamos en un sofá que recién había desocupado una pareja, pero el puesto era como para seis así que Silas se sentó junto a mí y al frente Will y Camille. Al momento llegó la camarera que reconoció a Camille saludándola efusivamente con un abrazo y después con un beso en la mejilla a Will. - Violet, te presento a mi hermana. Alia y su... lo que sea, Silas – comentó un poco tensa mi hermana señalándolos con la mano. La muchacha con uniforme rojo y delantal blanco se giró a vernos y esbozó una sonrisa en nuestra dirección - ¡Hola! Alia, he escuchado de
Al entrar a la pizzería, visualicé a lo lejos a Silas y Will que se estaban matando con la mirada y con una sonrisa Camille y yo hicimos acto de presencia. - ¡Regresamos! – exclamó emocionada. Me zafé de ella y me quedé junto a su lado mientras miraba que Silas tenía la mandíbula tensa y parecía estar muy enojado. Al verme, su mirada se suavizó y me esbozó una sonrisa suspirando. - Tardaron un poco – comentó Silas levantándose hasta llegar a mí – dime de por Dios que nos iremos de aquí – murmuró en mi oído haciendo que esbozara una sonrisa. Toqué su pecho – Espera, que Camille quiere decir algo... - murmuré mientras Camille se zafó de mí y Silas tomó mis manos asintiendo. - Está
Había confiado en él. Estuve a solas con él en muchas ocasiones, siempre ocultándome ese secreto tan grande. Ocultándome quien era y mientras los días pasaban, cada cosa tomaba su lugar hasta que pude resolver una parte del rompecabezas. No tenía ganas de salir, ni de hablar. Solo bajaba a medio comer, pero todo lo que comía terminaba directo en el retrete. El solo ver la comida, me recordaba a Silas. Al hecho de que hasta Will no hubiera sido el único al que asesinó a sangre fría. Había muchas posibilidades de que una cifra que desconocía estuviera manchando sus manos. Las mismas que tomé y amaba. Me había enamorado de un asesino. De alguien que es capaz de todo. Durante la siguiente semana, todos los días venia. Intentaba hablar
Alia Mi cumpleaños había pasado, y ni siquiera ánimos de festejarlo tuve. Solo quería dormir y llorar, no entendía que tanto impacto en mi vida tuvo Silas, para que estuviera en tan grande depresión. Creía en algunas ocasiones que no era tanto en el impacto que él hubiera causado en mí, sino que había confiado en él. Y solo me había mentido una y otra vez y una de las cosas que me es difícil de perdonar en la vida, es la mentira. Viví por muchos años sabiendo que mis padres me mentían cuando en cada aniversario de Gus decían que estaban bien, pero sabía que no era así. Lo sabía cuándo mis amigas del instituto se fueron solo porque dijeron que ya no era la misma. En parte tenían razón, ya no era la misma. Ahora estaba ciega y por eso se fueron.
Esbocé una sonrisa y salí acompañada de Sam y Camille, ambas en pijama. En la nota traía no solo una dirección, también una hora. 02:15 am No lograba entender la razón por la que me citaba a esa hora de la madrugada, pero tampoco quería pensar demasiado. Me había cansado de hacerlo. Me sentía agotada mentalmente por tantas preguntas que llegaban a cada segundo, por miles de situaciones que imaginaba, pero jamás sabría la verdadera razón, la pregunta clave y la situación perfecta en mi mente si siquiera hablar primero con Silas, tenía que hacerlo y quería hacerlo, aunque fuera sin saber que diríamos, que pasará o que sucederá después de eso. Tomé el autobús hasta la última parada, nunca había visitado aquel lugar y los nervios a ca