Capítulo 2: Hudson Morgan

Samantha odiaba a los fantasmas. Los odiaba, sin embargo, eran la maldición de la familia. Desde bebé había visto a esas cosas horribles aparecer en los techos, en la ducha, en el patio, en la calle, incluso en el baño simplemente para pedirle favores o aterrarla de muerte. Y cómo podía negarlo, les tenía miedo. Sin embargo, había aprendido a ignorarlos con la ayuda de su padre. La cuestión era que si los ignoraba por mucho tiempo mala suerte recaía sobre ella. Aun recordaba cuando se había roto el brazo por ignorar a nueve fantasmas consecutivamente. La última vez que hizo algo así un fantasma vengativo casi se deshacía de sus hermanos. Por eso, no siempre los ignoraba y ahora, había seguido a un fantasma hasta el teatro solo para encontrar a un chico que había fingido necesitar ayuda.

—¿Quién diablos eres? ¿Qué haces a esta hora en el teatro gritando por ayuda? — El muchacho la miró con los ojos entrecerrados mientras se acomodaba la ropa.

—¿Qué hace una loca como tu fuera de un teatro a altas horas de la noche? — La joven puso los ojos en blanco mientras soltaba un bufido. Respiró hondo y finalmente se levantó notando que su altura era minúscula a la par del poste frente a ella.

—¡Estaba regresando del trabajo! De pronto escuché a alguien gritar y pensé que algo malo sucedía.

—¿Y no llamaste a la policía?

—No lo hice, quería estar segura de haber escuchado bien. — El muchacho dejó caer su peso sobre sus talones mientras inclinaba su cabeza sin apartar la vista de ella.

—¿Sabías que estaría aquí no?

—¿De qué diablos hablas? — Miró hacia un lado mientras soltaba una carcajada irónica.

—Si seguro el club de fans debió haberlo informado. — Kerrie frunció el entrecejo sin saber de qué hablaba el hombre frente a ella. —¿Qué quieres? ¿Una foto? ¿Un autógrafo? — Sam lo miró con disgusto y luego dio un paso hacia atrás.

—Debes estar loco.

—¿A dónde vas?

—De vuelta a casa.

—No tomaste ni una foto ¿verdad?

—Para qué. — Miró los ojos avellanados del chico.

—¿Cómo que para qué? — Bien, debía admitir que esta era la conversación más tonta que había tenido con alguien. Decidió no responder, pero pronto el chico se colocó frente a ella para no dejarla pasar.

—Dame tu celular, quiero ver que no viniste porque alguien te dijo.

—No te daré mi celular. — Él intentó sacárselo de las manos, pero ella se movió rápido y corrió por las sillas mientras este la perseguía. El tipo estaba loco.

—¡Ya, ya! — Alzó las manos para que se detuviera.

—Bien, te diré quién me dijo que viniera a tu rescate. — La miró con una ceja alzada esperando su respuesta.

—Un fantasma. Una mujer, me señaló el teatro, la seguí y ahora. — Sonrió de lado. — Está a tu lado. — Lo dijo de forma tan siniestra que él incluso estaba seguro de haber escuchado un rayo a lo lejos. Ese momento de distracción fue suficiente para que la joven saliera corriendo de ahí.

(…)

A la mañana siguiente, la rutina de Kerrie fue la misma. Tuvo que ir a trabajar desde temprano y luego correr hacia la universidad. Recibir clases normal y luego trabajar por la tarde para luego regresar a hacer sus deberes. Sus hermanos, por suerte, no le dieron tanto problema por la noche, ya que ambos se quedaron completamente dormidos.

Mientras estudiaba sintió cómo la habitación se volvía fría. Decidió ignorar el cambio de temperatura, sin embargo, por el rabillo del ojo notó que había un espíritu a su lado, parecía observarla. Sam intentó ignorarlo, pero entonces la pequeña televisión que tenía se encendió de repente. Ahí, aparecía una película que ella medio conocía la trama. Sin embargo, sus ojos de abrieron de par al ver a la persona que interpretaba el papel del protagonista. Un chico joven, cabello castaño, levemente rizado, ojos avellana, rostro angular y una sonrisa envidiable. Era el mismo chico que había visto en el teatro. Tragó nerviosa y luego miró al espíritu frente a ella, era la misma mujer que la guió hacia el teatro.

—Ayúdalo. — Una lágrima salió de su ojo lo cual preocupó a la joven. En sus diecinueve años de vida había visto a un fantasma llorar. Esto era nuevo para ella.

—¿Cómo quieres que lo ayude? — Preguntó la joven sintiendo cierta pena por el espíritu. Esta parecía suspirar y entonces ella la tocó. Sintió su helada presencia junto a un grupo de imágenes en su mente. Lo vio a él, entre la multitud, sonriendo, saludando, le tomaban fotos cuando un tipo loco con gorra negra se acercaba a él sosteniendo un cuchillo y entonces, llegó a ensartárselo en la espalda baja provocando un barullo y al chico en el suelo con los ojos sin vida.

Kerrie sintió un horrible sentimiento en el pecho mientras el fantasma desaparecía.

Al día siguiente, mientras se encontraba en la universidad tomando su almuerzo un par de sus compañeros tomaron asiento a su lado.

—Hola Kerrie.

—Hola chicas. — Saludó con una pequeña sonrisa. Era agradable que sus compañeras de clase no la hicieran a un lado.

—¿Escuchaste que habrá una alfombra roja en el cine del centro?

—Sí, parece que Hudson Morgan estará ahí para el estreno de su nueva película.

—¿Hudson Morgan? — Preguntó la joven con curiosidad. Lina, una de las chicas sacó su celular y le mostró la foto del chico. Era él, el chico del teatro, el mismo que vio en la visión que aquel fantasma le brindó.

—El profesor Green dijo que nos daría puntos extras en géneros periodísticos si podíamos asistir como periodistas voluntarios. — Kerrie abrió los ojos de par en par. ¿Era esto algún tipo de señal? ¿En verdad era lo que tenía que hacer? ¿Salvar la vida de un tipo que ni le agradaba y que tampoco conocía? Entonces la imagen de él sin vida le dio escalofríos. No, no podía ignorarlo. Odiaba ver a la gente morir. Quién sabe cuántas personas sufrirían por la muerte de alguien como él. Suspiró y miró a las chicas.

—¿Cómo puedo ir de voluntaria?

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