Samantha odiaba a los fantasmas. Los odiaba, sin embargo, eran la maldición de la familia. Desde bebé había visto a esas cosas horribles aparecer en los techos, en la ducha, en el patio, en la calle, incluso en el baño simplemente para pedirle favores o aterrarla de muerte. Y cómo podía negarlo, les tenía miedo. Sin embargo, había aprendido a ignorarlos con la ayuda de su padre. La cuestión era que si los ignoraba por mucho tiempo mala suerte recaía sobre ella. Aun recordaba cuando se había roto el brazo por ignorar a nueve fantasmas consecutivamente. La última vez que hizo algo así un fantasma vengativo casi se deshacía de sus hermanos. Por eso, no siempre los ignoraba y ahora, había seguido a un fantasma hasta el teatro solo para encontrar a un chico que había fingido necesitar ayuda.
—¿Quién diablos eres? ¿Qué haces a esta hora en el teatro gritando por ayuda? — El muchacho la miró con los ojos entrecerrados mientras se acomodaba la ropa.
—¿Qué hace una loca como tu fuera de un teatro a altas horas de la noche? — La joven puso los ojos en blanco mientras soltaba un bufido. Respiró hondo y finalmente se levantó notando que su altura era minúscula a la par del poste frente a ella.
—¡Estaba regresando del trabajo! De pronto escuché a alguien gritar y pensé que algo malo sucedía.
—¿Y no llamaste a la policía?
—No lo hice, quería estar segura de haber escuchado bien. — El muchacho dejó caer su peso sobre sus talones mientras inclinaba su cabeza sin apartar la vista de ella.
—¿Sabías que estaría aquí no?
—¿De qué diablos hablas? — Miró hacia un lado mientras soltaba una carcajada irónica.
—Si seguro el club de fans debió haberlo informado. — Kerrie frunció el entrecejo sin saber de qué hablaba el hombre frente a ella. —¿Qué quieres? ¿Una foto? ¿Un autógrafo? — Sam lo miró con disgusto y luego dio un paso hacia atrás.
—Debes estar loco.
—¿A dónde vas?
—De vuelta a casa.
—No tomaste ni una foto ¿verdad?
—Para qué. — Miró los ojos avellanados del chico.
—¿Cómo que para qué? — Bien, debía admitir que esta era la conversación más tonta que había tenido con alguien. Decidió no responder, pero pronto el chico se colocó frente a ella para no dejarla pasar.
—Dame tu celular, quiero ver que no viniste porque alguien te dijo.
—No te daré mi celular. — Él intentó sacárselo de las manos, pero ella se movió rápido y corrió por las sillas mientras este la perseguía. El tipo estaba loco.
—¡Ya, ya! — Alzó las manos para que se detuviera.
—Bien, te diré quién me dijo que viniera a tu rescate. — La miró con una ceja alzada esperando su respuesta.
—Un fantasma. Una mujer, me señaló el teatro, la seguí y ahora. — Sonrió de lado. — Está a tu lado. — Lo dijo de forma tan siniestra que él incluso estaba seguro de haber escuchado un rayo a lo lejos. Ese momento de distracción fue suficiente para que la joven saliera corriendo de ahí.
(…)
A la mañana siguiente, la rutina de Kerrie fue la misma. Tuvo que ir a trabajar desde temprano y luego correr hacia la universidad. Recibir clases normal y luego trabajar por la tarde para luego regresar a hacer sus deberes. Sus hermanos, por suerte, no le dieron tanto problema por la noche, ya que ambos se quedaron completamente dormidos.
Mientras estudiaba sintió cómo la habitación se volvía fría. Decidió ignorar el cambio de temperatura, sin embargo, por el rabillo del ojo notó que había un espíritu a su lado, parecía observarla. Sam intentó ignorarlo, pero entonces la pequeña televisión que tenía se encendió de repente. Ahí, aparecía una película que ella medio conocía la trama. Sin embargo, sus ojos de abrieron de par al ver a la persona que interpretaba el papel del protagonista. Un chico joven, cabello castaño, levemente rizado, ojos avellana, rostro angular y una sonrisa envidiable. Era el mismo chico que había visto en el teatro. Tragó nerviosa y luego miró al espíritu frente a ella, era la misma mujer que la guió hacia el teatro.
—Ayúdalo. — Una lágrima salió de su ojo lo cual preocupó a la joven. En sus diecinueve años de vida había visto a un fantasma llorar. Esto era nuevo para ella.
—¿Cómo quieres que lo ayude? — Preguntó la joven sintiendo cierta pena por el espíritu. Esta parecía suspirar y entonces ella la tocó. Sintió su helada presencia junto a un grupo de imágenes en su mente. Lo vio a él, entre la multitud, sonriendo, saludando, le tomaban fotos cuando un tipo loco con gorra negra se acercaba a él sosteniendo un cuchillo y entonces, llegó a ensartárselo en la espalda baja provocando un barullo y al chico en el suelo con los ojos sin vida.
Kerrie sintió un horrible sentimiento en el pecho mientras el fantasma desaparecía.
Al día siguiente, mientras se encontraba en la universidad tomando su almuerzo un par de sus compañeros tomaron asiento a su lado.
—Hola Kerrie.
—Hola chicas. — Saludó con una pequeña sonrisa. Era agradable que sus compañeras de clase no la hicieran a un lado.
—¿Escuchaste que habrá una alfombra roja en el cine del centro?
—Sí, parece que Hudson Morgan estará ahí para el estreno de su nueva película.
—¿Hudson Morgan? — Preguntó la joven con curiosidad. Lina, una de las chicas sacó su celular y le mostró la foto del chico. Era él, el chico del teatro, el mismo que vio en la visión que aquel fantasma le brindó.
—El profesor Green dijo que nos daría puntos extras en géneros periodísticos si podíamos asistir como periodistas voluntarios. — Kerrie abrió los ojos de par en par. ¿Era esto algún tipo de señal? ¿En verdad era lo que tenía que hacer? ¿Salvar la vida de un tipo que ni le agradaba y que tampoco conocía? Entonces la imagen de él sin vida le dio escalofríos. No, no podía ignorarlo. Odiaba ver a la gente morir. Quién sabe cuántas personas sufrirían por la muerte de alguien como él. Suspiró y miró a las chicas.
—¿Cómo puedo ir de voluntaria?
Era viernes por la noche. Sabía que debía de asistir a la fiesta de Aila, pero esto también era importante. Por suerte había conseguido la tarjeta de identificación del profesor Green para ir como voluntaria y estudiante de periodismo hacia la alfombra roja del estreno de la película “Galaxia”. Con esa oportunidad podría acercarse a Hudson Morgan y salvarlo de aquel hombre con feas intenciones.Sin embargo, debía explicarle la situación antes. Al estar con el grupo de periodistas, se escabulló hacia las camionetas y automóviles que hacían fila para que los actores bajarán y se lucieran uno por uno. El espíritu de la mujer no tardó en aparecer.—Bien, no sé cómo te llamas, pero salvaré la vida de Hudson. Dime cuál es el auto y ábrelo por mí para que pueda hablar con él. — El espíritu comenzó a avanzar hacia atrás de aquella cola. La joven la siguió mientras corría. Hudson era uno de los últimos. La camioneta en la que iba era negra y grande. Pronto el espíritu atravesó la puerta y espe
En cuanto bajó de aquel auto, la joven corrió para tomar unas fotos más. Esperaba que Hudson tomara en cuenta sus advertencias. Sin embargo, antes de poder verlo sintió un escalofrío recorres su cuerpo. Conocía esa sensación. Al darse la vuelta se encontró a una pequeña, piel pálida y cuerpo transparente, vestía una bata de hospital y no parecía tener señas de haber sufrido. Kerrie sintió un apretón en el pecho, no pudo evitar pensar en sus hermanos al ver a esa pequeña ahí.—Ayúdame. — Murmuró la pequeña tomando la mano de la joven. Kerrie apretó los ojos y miró al frente a las celebridades que pasaban frente a ella. No podía quedarse, no podía hacerlo. Se alejó de ahí siguiendo a la niña fuera de todo el gentío. La pequeña la arrastró hasta la calle y luego le señaló su celular. Ella lo sacó y pronto tenía la dirección a dónde la pequeña quería que fuera. El hospital universitario. Ella suspiró y luego corrió hacia la parada del autobús.En veinte minutos la joven se encontraba fren
Kerrie intentaba ignorar las alarmas que se dispararon en su cabeza una vez escuchó aquello. No tenía nada de sentido lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Sus mejores amigos se estaban burlando de ella y no solo eso, ambos parecían tener una relación porque en cuanto se callaron ella pudo ver cómo los dos compartían un pasional beso.La joven ahogó un grito y sin más salió disparada de ahí directo a su casa. El fin de semana se la pasó ignorando los mensajes y llamadas de Aila y de Nash. No podía verlos a la cara, la verdad ni siquiera sabía qué hacer en ese tipo de situación así que hizo lo más lógico para su cabeza, trabajar, cuidar de sus hermanos y hacer sus tareas. Eso fue hasta que el lunes llegó. Debía enfrentar su realidad, debía enfrentarlos a ellos, pero no sabía cómo hacerlo.Se dirigió a la única clase que compartía con ellos, la de relaciones humanas, mientras pensaba cómo afrontar la situación. Al entrar al salón se encontró con la mirada de Hazel. La chica la miraba
Kerrie llevó a Hudson a un lugar seguro. Detrás de uno de los edificios poco concurridos de la universidad. Compró un té de manzanilla para el joven y ella un poco de café. Lo necesitaba con urgencia. Al poner la taza sobre la mesa Hudson tomó la bebida sin rechistar. El chico se veía pálido y confundido. Kerrie se sentía culpable. De alguna manera esto era su culpa. A veces algunos fantasmas la ayudaban en agradecimiento de lo que ella hacía por ellos, sin embargo, su ayuda podía dañar a los vivos que la rodeaban, sin importar qué. Aunque las posesiones no eran comunes, solo espíritus demasiado viejos podían hacer algo como eso si la persona a la que escogían había nacido el mismo día que ellos.—¿Cuándo es tu cumpleaños?—1 de septiembre. ¿No sabes eso siquiera? — Kerrie le dio un sorbo a su café. Uno de septiembre, el joven Carl era del 1 de septiembre del 92. Tenía sentido. Muchos fantasmas la rondaban como si fuera el único pez en el mar. No era de extrañar que quisieran ayudarl
Los rumores del sádico novio de Kerrie llegaron hasta sus compañeros. No había alumno que no la girara a ver cuando caminaba por el pasillo, cuando estaba en la biblioteca, cuando comía. Gracias a eso no había logrado hacer ni un amigo en la facultad, era como estar en la secundaria o peor. Además, Peter había dejado de asistir a la universidad, escuchó que se había dado de baja y eso la hacía sentir un poco más aliviada. Sin embargo, el hecho de que se fuera porque Hudson casi le rompe la mano, era otra cosa.Además, había evitado a Nash y Aila como toda una experta. Sabía que debía enfrentarlos, pero era difícil. Ambos habían sido sus mejores amigos desde la infancia, semejante traición la hacía sentir miedo y pena de sí misma.Soltó un suspiro sentándose en una mesa de la cafetería, sola. Mientras el resto de sus compañeros compartía la mesa con sus amigos, bromas, sonrisas, momentos. Los envidiaba.—¿Kerrie? — Una voz conocida hizo que mirara hacia arriba. Se encontró con Hazel so
Kerrie no tenía la mínima intención de reencontrarse con Hudson Morgan de nuevo. De hecho, había intentado olvidar su existencia luego de la situación vivida en la universidad. Sin embargo, ahí estaba, frente a ella, mirándola con una enorme sonrisa como si nada importara.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?—Te seguí. — Admitió sin un ápice de vergüenza. Kerrie lo miró confundida.—¿Me seguiste? ¿Por qué?—Porque quería asegurarme de que lo que dijiste era cierto—¿Perdón? — Kerrie no comprendía de qué diablos hablaba el castaño frente a ella. Él le mostró una sonrisa ladina mientras hacía un gesto con el rostro restándole importancia al asunto.—Lo he confirmado.—¿Qué has confirmado?—Ven conmigo. — Le indicó moviendo su mano hacia él. Kerrie no lo hizo.—No iré a ningún lado contigo a menos que me digas de qué hablas.—Te lo diré en el auto. O puede ser que me reconozcan. — La chica suspiró y luego de pensarlo un momento decidió aceptar. Caminó con pesadumbre hasta donde estab
Kerrie se encontraba de pie frente al ataúd de su padre. La foto donde él aparecía con una enorme sonrisa hizo que un nudo se atravesara en su garganta. Escuchaba un llanto constante por lo que giró su cabeza un poco hacia la derecha encontrando a su madre, toda de negro llorando mientras se cubría el rostro. Kerrie sintió alivio al verla ahí parada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la había visto? Quería preguntarle qué la hizo huir así de sus hijos. ¿Por qué los dejó? Ella se acercó, pero al dar un paso su madre se alejaba un poco causándole una sensación de desesperación. Comenzó a gritar llamándola, pero ella nunca se giró, entonces sintió una mano fría sobre su hombro. Al ver al dueño de la mano, vio a su padre quien la veía con una expresión seria.—Aléjate. — Y entonces todo se desvaneció. Kerrie despertó respirando con dificultad su cara chorreaba de agua y su blusa estaba pegada a su cuerpo debido al agua. Al mirar hacia arriba se encontró con el rostro de Hudson quien
Una media hora de tortura más tarde, Kerrie intentó huir del salón antes de encontrarse cara a cara con Hudson. Sin embargo, el profesor la llamó. La joven se detuvo en seco y tuvo que regresar lentamente mientras apretaba los ojos sintiéndose con tan mala suerte. Se giró noventa grados y caminó hacia su profesor que seguía al lado de Hudson quien ya se había puesto su mascarilla y gorra. —Dígame profesor North, en qué puedo ayudarle. —Señorita Steven, estaba charlando con Hudson y me estaba comentando que él está dispuesto a ayudar a los alumnos para la realización de una entrevista. Noté tus trabajos anteriores, creo que esta oportunidad la mereces mucho señorita Steven. — Kerrie miró a Hudson quien parecía disfrutar esto más que ella. Sabía las negras intenciones detrás de esta propuesta. No se podía dar el lujo de rechazarla, su profesor la había considerado, obviamente la oportunidad de entrevistar a Hudson Morgan siendo una estudiante era algo que podría servirle a largo plazo.