Era viernes por la noche. Sabía que debía de asistir a la fiesta de Aila, pero esto también era importante. Por suerte había conseguido la tarjeta de identificación del profesor Green para ir como voluntaria y estudiante de periodismo hacia la alfombra roja del estreno de la película “Galaxia”. Con esa oportunidad podría acercarse a Hudson Morgan y salvarlo de aquel hombre con feas intenciones.
Sin embargo, debía explicarle la situación antes. Al estar con el grupo de periodistas, se escabulló hacia las camionetas y automóviles que hacían fila para que los actores bajarán y se lucieran uno por uno. El espíritu de la mujer no tardó en aparecer.
—Bien, no sé cómo te llamas, pero salvaré la vida de Hudson. Dime cuál es el auto y ábrelo por mí para que pueda hablar con él. — El espíritu comenzó a avanzar hacia atrás de aquella cola. La joven la siguió mientras corría. Hudson era uno de los últimos. La camioneta en la que iba era negra y grande. Pronto el espíritu atravesó la puerta y esperó a que esta fuera abierta. Un espantado Hudson miró aquella escena con la boca semiabierta. Kerrie estaba igual, existían muy pocos espíritus con la habilidad de hacer mover las cosas o incluso abrir puertas como estás.
—Pero qué diablos…— La joven no lo dejó terminar. Se metió a la camioneta cerrando la puerta con llave. Miró que adelante no se podía ver al chófer ya que tenía una especia de compartimiento que dividía obviamente la sección del piloto el pasajero. Hudson estuvo a punto de soltar un grito, pero ella lo cubrió con su mano. Llevaba una mascarilla negra y una gorra intentando cubrir su rostro ante los demás.
—No digas nada. Estoy aquí para salvarte. — Hudson abrió de par en par sus ojos. Ella se bajó la mascarilla e hizo a un lado la gorra dejando que su cabello cayera sobre sus hombros. —Lo siento por ser tan brusca con esto, pero alguien intenta asesinarte.
—¿Eso cómo lo sabes?
—Carta. Amenaza. — Escuchó el murmuro de la mujer a su lado. Entonces su cerebro hizo clic.
—Recibiste una carta de amenaza ¿no? — El chico se puso blanco como el papel. Kerrie había dado en el clavo.
—Escucha, sé que parece una locura, pero lo vi. Vi cómo alguien atravesaba un cuchillo en tu espalda baja cuando pases por esa alfombra.
—¿Qué estás diciendo? — Tomó su muñeca con brusquedad y la alejó. Kerrie intentaba ser paciente. Incluso ella misma pensaba que esto era una locura. Lo que hacía, tampoco sería capaz de creerle a alguien que se aparecía en una van con una mascarilla y una gorra. La tomaría por loca, como una amenaza. Pero ya estaba ahí, debía de seguir adelante.
—Lo sé, suena a una locura, pero alguien me lo dijo. ¿Viste que la puerta se abrió sola?
—Fue el aire.
—Sabes que esa respuesta es muy estúpida.
—¿Entonces? ¿Tienes poderes o algo así?
—Algo así.
—Escúchame, solo quiero salvarte la vida. Esa persona saldrá de tu lado derecho, usa una gorra azul y una mascarilla negra. Es un poco más alto que tú. Intenta evitarlo o dile a tu guardia y toma esto. — La joven sacó de la mochila que llevaba un cinturón que había hecho con bolsas constituidas de varias capas de tape grueso.
—Con eso si logra herirte, no será tan grave. Póntelo alrededor de tu cintura. Por favor, no lo hago con la intensión de que creas que estoy loca. Si esa es tu idea de mí, bien, pero no dejes que esa persona te haga daño. — La camioneta comenzó a moverse. La joven debía bajar de ahí lo más pronto posible. —Solo hazlo. Mantente vivo. — Sin más la joven desapareció de ahí.
Hudson se quedó petrificado con el cinturón en sus manos. ¿Acaso eso fue algún tipo de broma?, pensó. No podía creer lo que había sucedido. Ni siquiera cómo es que esa chica se había colado a su van sin que nadie se diera cuenta. Sin embargo, ella parecía hablar en serio. Le pareció extraño, pero podía tratarse de una broma de mal gusto. Miró el cinturón recubierto e hizo una mueca. Lo lanzó detrás de él y soltó una mueca de burla. Finalmente llegó a donde debía bajar. La van fue abierta y él bajó de ahí escuchando los gritos de sus fans, notando los flashes de las luces. Él sonreía y saludaba mientras caminaba hacia donde estaba el fondo con el poster de la película y se colocaba en el centro mientras era fotografiado.
—Estará a tu derecha. — La voz de la joven hizo que inconscientemente mirara hacia ese lado, entonces vio al hombre de gorra azul y mascarilla negra correr hacia el sosteniendo un cuchillo. Hudson soltó un gemido de sorpresa y con sus manos sostuvo el arma del tipo. La gente gritó a su alrededor y pronto los guardias lo tomaron. Hudson sentía las manos calientes y su corazón latir a mil por hora. Pronto se dio cuenta que al sostener el cuchillo se las había cortado.
—¡Hudson! —Luther, su mánager apareció corriendo hasta él para hacerlo a un lado y llevarlo lejos de las cámaras y la gente. Todo se volvió una locura y Hudson no podía asimilar lo que acababa de pasar.
Alguien intenta asesinarte, de nuevo la voz de la chica vino a su cabeza.
¿Recibiste una carta de amenaza?
Lo había hecho, la había recibido. Le restó importancia y ahora casi había muerto. Luther lo regresó a la van y con unas toallas hizo presión alrededor de las manos de Hudson.
—Iremos al hospital. Ahora. — Cerró la puerta y el castaño se quedó sin palabras mientras asimilaba la escena. ¿Cómo diablos ella había sabido lo que iba a pasar?
—¿Entonces? ¿Tienes poderes o algo así?
—Algo así.
¿En serio era cierto eso? ¿La chica loca tenía poderes?
No era la primera vez que se la topaba, la recordaba del día en el teatro. Dos veces en una semana. ¿Quién diablos era ella? No lo entendía. No entendía nada de lo que estaba pasando, se estaba volviendo loco.
Miró hacia atrás el cinturón que le había dado y luego suspiró. De pronto su vista notó algo en el suelo. Parecía una credencial. AL recogerla se dio cuenta que era de la chica. Debió de habérsele caído de la mochila que llevaba.
—Kerrie Steven. — Murmuró.
En cuanto bajó de aquel auto, la joven corrió para tomar unas fotos más. Esperaba que Hudson tomara en cuenta sus advertencias. Sin embargo, antes de poder verlo sintió un escalofrío recorres su cuerpo. Conocía esa sensación. Al darse la vuelta se encontró a una pequeña, piel pálida y cuerpo transparente, vestía una bata de hospital y no parecía tener señas de haber sufrido. Kerrie sintió un apretón en el pecho, no pudo evitar pensar en sus hermanos al ver a esa pequeña ahí.—Ayúdame. — Murmuró la pequeña tomando la mano de la joven. Kerrie apretó los ojos y miró al frente a las celebridades que pasaban frente a ella. No podía quedarse, no podía hacerlo. Se alejó de ahí siguiendo a la niña fuera de todo el gentío. La pequeña la arrastró hasta la calle y luego le señaló su celular. Ella lo sacó y pronto tenía la dirección a dónde la pequeña quería que fuera. El hospital universitario. Ella suspiró y luego corrió hacia la parada del autobús.En veinte minutos la joven se encontraba fren
Kerrie intentaba ignorar las alarmas que se dispararon en su cabeza una vez escuchó aquello. No tenía nada de sentido lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Sus mejores amigos se estaban burlando de ella y no solo eso, ambos parecían tener una relación porque en cuanto se callaron ella pudo ver cómo los dos compartían un pasional beso.La joven ahogó un grito y sin más salió disparada de ahí directo a su casa. El fin de semana se la pasó ignorando los mensajes y llamadas de Aila y de Nash. No podía verlos a la cara, la verdad ni siquiera sabía qué hacer en ese tipo de situación así que hizo lo más lógico para su cabeza, trabajar, cuidar de sus hermanos y hacer sus tareas. Eso fue hasta que el lunes llegó. Debía enfrentar su realidad, debía enfrentarlos a ellos, pero no sabía cómo hacerlo.Se dirigió a la única clase que compartía con ellos, la de relaciones humanas, mientras pensaba cómo afrontar la situación. Al entrar al salón se encontró con la mirada de Hazel. La chica la miraba
Kerrie llevó a Hudson a un lugar seguro. Detrás de uno de los edificios poco concurridos de la universidad. Compró un té de manzanilla para el joven y ella un poco de café. Lo necesitaba con urgencia. Al poner la taza sobre la mesa Hudson tomó la bebida sin rechistar. El chico se veía pálido y confundido. Kerrie se sentía culpable. De alguna manera esto era su culpa. A veces algunos fantasmas la ayudaban en agradecimiento de lo que ella hacía por ellos, sin embargo, su ayuda podía dañar a los vivos que la rodeaban, sin importar qué. Aunque las posesiones no eran comunes, solo espíritus demasiado viejos podían hacer algo como eso si la persona a la que escogían había nacido el mismo día que ellos.—¿Cuándo es tu cumpleaños?—1 de septiembre. ¿No sabes eso siquiera? — Kerrie le dio un sorbo a su café. Uno de septiembre, el joven Carl era del 1 de septiembre del 92. Tenía sentido. Muchos fantasmas la rondaban como si fuera el único pez en el mar. No era de extrañar que quisieran ayudarl
Los rumores del sádico novio de Kerrie llegaron hasta sus compañeros. No había alumno que no la girara a ver cuando caminaba por el pasillo, cuando estaba en la biblioteca, cuando comía. Gracias a eso no había logrado hacer ni un amigo en la facultad, era como estar en la secundaria o peor. Además, Peter había dejado de asistir a la universidad, escuchó que se había dado de baja y eso la hacía sentir un poco más aliviada. Sin embargo, el hecho de que se fuera porque Hudson casi le rompe la mano, era otra cosa.Además, había evitado a Nash y Aila como toda una experta. Sabía que debía enfrentarlos, pero era difícil. Ambos habían sido sus mejores amigos desde la infancia, semejante traición la hacía sentir miedo y pena de sí misma.Soltó un suspiro sentándose en una mesa de la cafetería, sola. Mientras el resto de sus compañeros compartía la mesa con sus amigos, bromas, sonrisas, momentos. Los envidiaba.—¿Kerrie? — Una voz conocida hizo que mirara hacia arriba. Se encontró con Hazel so
Kerrie no tenía la mínima intención de reencontrarse con Hudson Morgan de nuevo. De hecho, había intentado olvidar su existencia luego de la situación vivida en la universidad. Sin embargo, ahí estaba, frente a ella, mirándola con una enorme sonrisa como si nada importara.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?—Te seguí. — Admitió sin un ápice de vergüenza. Kerrie lo miró confundida.—¿Me seguiste? ¿Por qué?—Porque quería asegurarme de que lo que dijiste era cierto—¿Perdón? — Kerrie no comprendía de qué diablos hablaba el castaño frente a ella. Él le mostró una sonrisa ladina mientras hacía un gesto con el rostro restándole importancia al asunto.—Lo he confirmado.—¿Qué has confirmado?—Ven conmigo. — Le indicó moviendo su mano hacia él. Kerrie no lo hizo.—No iré a ningún lado contigo a menos que me digas de qué hablas.—Te lo diré en el auto. O puede ser que me reconozcan. — La chica suspiró y luego de pensarlo un momento decidió aceptar. Caminó con pesadumbre hasta donde estab
Kerrie se encontraba de pie frente al ataúd de su padre. La foto donde él aparecía con una enorme sonrisa hizo que un nudo se atravesara en su garganta. Escuchaba un llanto constante por lo que giró su cabeza un poco hacia la derecha encontrando a su madre, toda de negro llorando mientras se cubría el rostro. Kerrie sintió alivio al verla ahí parada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la había visto? Quería preguntarle qué la hizo huir así de sus hijos. ¿Por qué los dejó? Ella se acercó, pero al dar un paso su madre se alejaba un poco causándole una sensación de desesperación. Comenzó a gritar llamándola, pero ella nunca se giró, entonces sintió una mano fría sobre su hombro. Al ver al dueño de la mano, vio a su padre quien la veía con una expresión seria.—Aléjate. — Y entonces todo se desvaneció. Kerrie despertó respirando con dificultad su cara chorreaba de agua y su blusa estaba pegada a su cuerpo debido al agua. Al mirar hacia arriba se encontró con el rostro de Hudson quien
Una media hora de tortura más tarde, Kerrie intentó huir del salón antes de encontrarse cara a cara con Hudson. Sin embargo, el profesor la llamó. La joven se detuvo en seco y tuvo que regresar lentamente mientras apretaba los ojos sintiéndose con tan mala suerte. Se giró noventa grados y caminó hacia su profesor que seguía al lado de Hudson quien ya se había puesto su mascarilla y gorra. —Dígame profesor North, en qué puedo ayudarle. —Señorita Steven, estaba charlando con Hudson y me estaba comentando que él está dispuesto a ayudar a los alumnos para la realización de una entrevista. Noté tus trabajos anteriores, creo que esta oportunidad la mereces mucho señorita Steven. — Kerrie miró a Hudson quien parecía disfrutar esto más que ella. Sabía las negras intenciones detrás de esta propuesta. No se podía dar el lujo de rechazarla, su profesor la había considerado, obviamente la oportunidad de entrevistar a Hudson Morgan siendo una estudiante era algo que podría servirle a largo plazo.
Sam por fin se encontraba descansado. Era domingo por la tarde y no tenía que cubrir turno en el trabajo por lo que había pasado la tarde con sus hermanos. Hicieron las compras de la semana, fueron por un helado, los dejó jugar en el parque y luego regresaron a casa. Los dos estaban cansados, sin embargo, aún le mostraron su tarea a la joven. Mientras la revisaba, recibió un mensaje de un celular desconocido.Pasaré por ti a las nueve de la noche, para firmar el contrato. Con ese mensaje, supo de quien se trataba, envió un mensaje de recibido y luego volvió a sus labores.—Kerrie. — La suave voz de Molly hizo que alzara la vista. La pequeña se encontraba sosteniendo su oso de peluche favorito y veía con curiosidad a la joven.—¿Sucede algo?—Solo quería saber dónde estabas. — Sonrió mostrando sus dientes. Kerrie sonrió y se levantó para luego cargar a su hermana y abrazarla con fuerza. La niña rio con diversión. Kerrie le dio varios besos en la cara y luego la bajó.—¿Qué quieren de c