Kerrie intentaba ignorar las alarmas que se dispararon en su cabeza una vez escuchó aquello. No tenía nada de sentido lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Sus mejores amigos se estaban burlando de ella y no solo eso, ambos parecían tener una relación porque en cuanto se callaron ella pudo ver cómo los dos compartían un pasional beso.
La joven ahogó un grito y sin más salió disparada de ahí directo a su casa. El fin de semana se la pasó ignorando los mensajes y llamadas de Aila y de Nash. No podía verlos a la cara, la verdad ni siquiera sabía qué hacer en ese tipo de situación así que hizo lo más lógico para su cabeza, trabajar, cuidar de sus hermanos y hacer sus tareas. Eso fue hasta que el lunes llegó. Debía enfrentar su realidad, debía enfrentarlos a ellos, pero no sabía cómo hacerlo.
Se dirigió a la única clase que compartía con ellos, la de relaciones humanas, mientras pensaba cómo afrontar la situación. Al entrar al salón se encontró con la mirada de Hazel. La chica la miraba con cierta curiosidad. Sintió que la analizaba hasta lo más hondo de ella, era como si supiera lo que pasaba a su alrededor. Desvió la mirada notando a Nash y Aila charlando cerca de la ventana. La joven dio un paso y luego tragó nerviosa. Decidió ignorarlo, se sentó justo al lado de Hazel mientras esta la seguía mirando.
—Lo siento, solo por hoy.
—Como quieras. — Murmuró ella sin prestarle más atención. Kerrie se recostó sobre su escritorio esperando así evitar a sus dos supuestos mejores amigos. El profesor entró a los minutos y la clase dio comienzo. Se habló sobre la importancia de las relaciones interpersonales y otras cosas. Ella no prestó mucha atención ya que sentía las miradas pesadas de Aila y Nash detrás de ella. Pronto la cosa fue empeorando cuando sus compañeros comenzaron a verla como un bicho raro. Pensó que a lo mejor se estaba imaginando las cosas. Pero no fue así.
Cuando el profesor dio por terminada la clase, la mayoría salió, incluyendo a Nash. Solamente un grupo de chicos que ella apenas si había visto y Aila con dos chicas más se quedaron.
—¿Eres Kerrie Morgan? — preguntó uno de ellos con su casi uniceja. Kerrie lo reconocía, era Peter Williams. —¿Acaso te crees con tanto derecho que decidiste robarle el celular a tu amiga?
—¿De qué diablos hablan? — Hazel se involucró.
—¿Qué no lo sabes? Esta ladrona se llevó el celular de Aila.
—Eso no es así. — Habló por fin Aila. Kerrie sentía que su corazón estaba por detenerse, sentía las manos frías y su cuerpo temblaba. No sabía cómo es que habían llegado a esa conclusión.
—¿Cómo lo sabes?
—Todos dicen que la vieron acercarse a la mochila de Aila. Incluso dice que la vieron rondando en su fiesta y parecía muy enfadada. — El recuerdo de sus mejores amigos burlándose de ella vino a su mente. Eso no era justo. ¿Cómo podían estar hablando cosas como esas sin siquiera saber la verdad?
—Yo no hice nada. Jamás te robaría algo a Aila. — Miró a la rubia. Sin embargo, el uniceja junto con sus amigos la tomaron por los brazos.
—Busquen en su mochila. — Le indicó al resto.
—¡No, esperen! — exclamó cuando dejaron caer todas sus cosas. Incluso Hazel se vio involucrada.
—¿Qué creen qué hacen? ¡No pueden buscar así en las cosas de alguien más!
—¿Y tú quién diablos eres?
—La hermana menor de Aila. — Escupió. Peter se quedó perplejo.
—Sosténganla. — El resto obedeció y él siguió en lo suyo esculcando entre las cosas de Kerrie preguntándose qué mal había hecho como para terminar así.
—¿Acaso escondiste el celular en tu ropa? — Preguntó mirándola de una forma que le causó repugnancia.
—¿Eres idiota? — Preguntó ella muy enfadada.
—¿Qué diablos te ocurre? — Soltó Hazel tratando de zafarse de aquellos tipos. Kerrie le dio una mordida a la mano de uno y logró librarse por poco, sin embargo, cuando intentó ayudar a Hazel, uniceja la jaló del cabello lanzándola al suelo. Kerrie sintió como su cabeza pulsaba debido al dolor. De nuevo los tipos volvieron a agarrarla.
Todos se reían a su alrededor. La tenían bien sostenida de los brazos mientras Peter Williams le rompía los botones de la blusa para poder encontrar ese méndigo celular que ella ni siquiera había robado. Miró a Aila y esta tenía los ojos cubiertos. Kerrie intentó pedirle ayuda, pero las chicas que estaban a su lado la sacaron del salón. La joven tenía ganas de llorar, de vomitar, de patear el rostro de Peter, pero no podía, no tenía tanta fuerza.
—Vaya parece que si tienes busto. Creí que eras una tabla por esa ropa enorme que usas.
—Suéltame, yo no tengo nada. — Insistió ella con las lágrimas surcando sus ojos. Peter sonrió malévolamente y comenzó a acercar su mano hacia su pecho cuando una voz fuerte retumbó en el salón.
—¡Aléjate de mi novia ahora maldito bastardo! — Todos se quedaron petrificados al ver a Hudson Morgan de pie a su lado. La joven lo miró aturdida notando que no había ni un espíritu detrás de él. ¿Qué diablos estaba pasando?
—¿Quién es ese? — Preguntó Peter. Kerrie lo reconoció de inmediato aun cuando llevaba esa mascarilla, especialmente porque llevaba la gorra negra que ella le había dado en el hospital. Hudson tomó con fuerza la mano de Peter y este pegó un enorme grito. Kerrie alcanzó a ver cierto brillo en los ojos del joven, un brillo inhumano, la joven hizo una mueca, Hudson estaba poseído.
—¿Quién te crees? — Otro de los chicos se metió para golpear a Hudsn, pero este evitó el golpe lanzando al tipo sobre los escritorios. Hazel pegó un pequeño grito y el resto de los chicos se fueron huyendo de ahí. Peter pidió clemencia debido al fuerte apretón que Hudson ejercía sobre su muñeca.
—A la próxima te advierto que voy a arrancarte esas manos. Ahora vete. — Murmuró con rudeza y finalmente se fueron de ahí. Hazel me miró y luego a Hudson. Kerrie se acercó a ella con preocupación.
—¿Estás bien? — La joven asintió y luego miró el pecho descubierto de Kerrie. Se sacó su sudadero y se la dio.
—Lamento no haber sido mucho de ayuda.
—No te preocupes. — Se colocó la sudadera mientras Hazel observaba a Hudson quien parecía tener una expresión terrorífica.
—¿Estarás bien? — Preguntó sin dejar de ver al castaño. Kerrie asintió. Sin más, Hazel tomó sus cosas y se fue. Cuando estuvieron solos, Kerrie tomó a Hudson de la muñeca.
—¿Qué diablos?
—Lo siento. — Entonces se fijó del espíritu que estaba manipulando a Hudson, era un chico al que ella solía dejar flores. Se encontraba al lado de la tumba de su padre. El muchacho se despidió y entonces Hudson comenzó a moverse como un gusano.
—¿Qué diablos fue eso? — Kerrie hizo una mueca. El muchacho veía todo a su alrededor confundido. —¿Cómo es que llegué aquí? Estaba… estaba sentado cuando sentí demasiado frío, de pronto ya me encontraba conduciendo hasta aquí. — Miró a la joven quien se veía desaliñada, ojos rojos como si hubiera llorado, el cabello enmarañado y alrededor, los escritorios estaban desordenados. La escena de él golpeando a dos chicos y lanzarlos con fuerza sobrenatural vinieron a su mente.
¡Alejate de mi novia ahora maldito bastardo!
Se quedó petrificado pensando en que esas palabras habían salido de su boca.
—¿Qué me hiciste? — La señaló como si fuera un espanto.
—No te hice nada. ¿Me dejas explicarte?
—¿Eres una bruja? — Kerrie suspiró. Comenzó a ordenar sus cosas y luego cerró su mochila.
—Solo ven conmigo. — Lo tomó de la muñeca y por alguna razón no se opuso
Kerrie llevó a Hudson a un lugar seguro. Detrás de uno de los edificios poco concurridos de la universidad. Compró un té de manzanilla para el joven y ella un poco de café. Lo necesitaba con urgencia. Al poner la taza sobre la mesa Hudson tomó la bebida sin rechistar. El chico se veía pálido y confundido. Kerrie se sentía culpable. De alguna manera esto era su culpa. A veces algunos fantasmas la ayudaban en agradecimiento de lo que ella hacía por ellos, sin embargo, su ayuda podía dañar a los vivos que la rodeaban, sin importar qué. Aunque las posesiones no eran comunes, solo espíritus demasiado viejos podían hacer algo como eso si la persona a la que escogían había nacido el mismo día que ellos.—¿Cuándo es tu cumpleaños?—1 de septiembre. ¿No sabes eso siquiera? — Kerrie le dio un sorbo a su café. Uno de septiembre, el joven Carl era del 1 de septiembre del 92. Tenía sentido. Muchos fantasmas la rondaban como si fuera el único pez en el mar. No era de extrañar que quisieran ayudarl
Los rumores del sádico novio de Kerrie llegaron hasta sus compañeros. No había alumno que no la girara a ver cuando caminaba por el pasillo, cuando estaba en la biblioteca, cuando comía. Gracias a eso no había logrado hacer ni un amigo en la facultad, era como estar en la secundaria o peor. Además, Peter había dejado de asistir a la universidad, escuchó que se había dado de baja y eso la hacía sentir un poco más aliviada. Sin embargo, el hecho de que se fuera porque Hudson casi le rompe la mano, era otra cosa.Además, había evitado a Nash y Aila como toda una experta. Sabía que debía enfrentarlos, pero era difícil. Ambos habían sido sus mejores amigos desde la infancia, semejante traición la hacía sentir miedo y pena de sí misma.Soltó un suspiro sentándose en una mesa de la cafetería, sola. Mientras el resto de sus compañeros compartía la mesa con sus amigos, bromas, sonrisas, momentos. Los envidiaba.—¿Kerrie? — Una voz conocida hizo que mirara hacia arriba. Se encontró con Hazel so
Kerrie no tenía la mínima intención de reencontrarse con Hudson Morgan de nuevo. De hecho, había intentado olvidar su existencia luego de la situación vivida en la universidad. Sin embargo, ahí estaba, frente a ella, mirándola con una enorme sonrisa como si nada importara.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?—Te seguí. — Admitió sin un ápice de vergüenza. Kerrie lo miró confundida.—¿Me seguiste? ¿Por qué?—Porque quería asegurarme de que lo que dijiste era cierto—¿Perdón? — Kerrie no comprendía de qué diablos hablaba el castaño frente a ella. Él le mostró una sonrisa ladina mientras hacía un gesto con el rostro restándole importancia al asunto.—Lo he confirmado.—¿Qué has confirmado?—Ven conmigo. — Le indicó moviendo su mano hacia él. Kerrie no lo hizo.—No iré a ningún lado contigo a menos que me digas de qué hablas.—Te lo diré en el auto. O puede ser que me reconozcan. — La chica suspiró y luego de pensarlo un momento decidió aceptar. Caminó con pesadumbre hasta donde estab
Kerrie se encontraba de pie frente al ataúd de su padre. La foto donde él aparecía con una enorme sonrisa hizo que un nudo se atravesara en su garganta. Escuchaba un llanto constante por lo que giró su cabeza un poco hacia la derecha encontrando a su madre, toda de negro llorando mientras se cubría el rostro. Kerrie sintió alivio al verla ahí parada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la había visto? Quería preguntarle qué la hizo huir así de sus hijos. ¿Por qué los dejó? Ella se acercó, pero al dar un paso su madre se alejaba un poco causándole una sensación de desesperación. Comenzó a gritar llamándola, pero ella nunca se giró, entonces sintió una mano fría sobre su hombro. Al ver al dueño de la mano, vio a su padre quien la veía con una expresión seria.—Aléjate. — Y entonces todo se desvaneció. Kerrie despertó respirando con dificultad su cara chorreaba de agua y su blusa estaba pegada a su cuerpo debido al agua. Al mirar hacia arriba se encontró con el rostro de Hudson quien
Una media hora de tortura más tarde, Kerrie intentó huir del salón antes de encontrarse cara a cara con Hudson. Sin embargo, el profesor la llamó. La joven se detuvo en seco y tuvo que regresar lentamente mientras apretaba los ojos sintiéndose con tan mala suerte. Se giró noventa grados y caminó hacia su profesor que seguía al lado de Hudson quien ya se había puesto su mascarilla y gorra. —Dígame profesor North, en qué puedo ayudarle. —Señorita Steven, estaba charlando con Hudson y me estaba comentando que él está dispuesto a ayudar a los alumnos para la realización de una entrevista. Noté tus trabajos anteriores, creo que esta oportunidad la mereces mucho señorita Steven. — Kerrie miró a Hudson quien parecía disfrutar esto más que ella. Sabía las negras intenciones detrás de esta propuesta. No se podía dar el lujo de rechazarla, su profesor la había considerado, obviamente la oportunidad de entrevistar a Hudson Morgan siendo una estudiante era algo que podría servirle a largo plazo.
Sam por fin se encontraba descansado. Era domingo por la tarde y no tenía que cubrir turno en el trabajo por lo que había pasado la tarde con sus hermanos. Hicieron las compras de la semana, fueron por un helado, los dejó jugar en el parque y luego regresaron a casa. Los dos estaban cansados, sin embargo, aún le mostraron su tarea a la joven. Mientras la revisaba, recibió un mensaje de un celular desconocido.Pasaré por ti a las nueve de la noche, para firmar el contrato. Con ese mensaje, supo de quien se trataba, envió un mensaje de recibido y luego volvió a sus labores.—Kerrie. — La suave voz de Molly hizo que alzara la vista. La pequeña se encontraba sosteniendo su oso de peluche favorito y veía con curiosidad a la joven.—¿Sucede algo?—Solo quería saber dónde estabas. — Sonrió mostrando sus dientes. Kerrie sonrió y se levantó para luego cargar a su hermana y abrazarla con fuerza. La niña rio con diversión. Kerrie le dio varios besos en la cara y luego la bajó.—¿Qué quieren de c
Kerrie abrió poco a poco los ojos luego de sentir un poco de dolor en el cuello. Se movió despacio y enfocó su mirada al frente. Cuál fue su sorpresa al ver a Hudson Morgan profundamente dormido frente a ella. La joven parpadeó varias veces pensando que estaba soñando.Rememoró los acontecimientos de la noche anterior y se dio cuenta que esperó a que él volviera con la copia de su contrato y entonces se quedó dormida. Bueno, eso había sido demasiado imprudente de su parte. ¿Qué clase de cosas estaba pensando cómo para quedarse dormida en casa de un extraño? Era evidente que debía pensar más en descansar para no cometer otra estupidez como esa. Se movió un poco para luego levantarse. Miró que afuera ya era de día y sintió una punzada de culpa al dejar a sus hermanos solos. Sacó el celular y notó que eran las ocho de la mañana.—¡Maldición! — Exclamó en voz alta sin querer. En ese momento Hudson se levantó de forma violenta debido a la sorpresa extendiendo sus brazos.—¿Qué pasó? — Kerr
Sam observó de nuevo el camerino de Hudson. Había gente ahí trabajando, por lo que tuvo que pasar como la asistente de Hudson luego de que llegaron juntos.—Arreglaron los focos. — Comentó y Hudson asintió.—Hicieron como si nada hubiera pasado. No sé si intentan evitar el problema o esconder lo que en verdad pasa.—¿Conoces las historias que rondan al teatro? — Preguntó ella. El castaño negó moviendo su cabeza de un lado a otro.—Hay varias. Estaba leyendo que hubo alguien que murió en este teatro. — Recordó lo que Rosse le había dicho. Podría tratarse de eso. —No se sabe su nombre, de hecho, es una historia corta que encontré en un blog. Ni siquiera sé si sea cierta.—¿De qué se trata? — Preguntó él con curiosidad, incluso sorprendido de preguntar algo como eso.—Bueno, parece que hubo un actor novato que protagonizaría una gran obra, El fantasma de la ópera. Sin embargo, nunca logró pisar el escenario ya que desapareció. Se dice que lo asesinaron por envidia y la otra versión es qu