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Capítulo 4: Una extraña situación en el hospital

En cuanto bajó de aquel auto, la joven corrió para tomar unas fotos más. Esperaba que Hudson tomara en cuenta sus advertencias. Sin embargo, antes de poder verlo sintió un escalofrío recorres su cuerpo. Conocía esa sensación. Al darse la vuelta se encontró a una pequeña, piel pálida y cuerpo transparente, vestía una bata de hospital y no parecía tener señas de haber sufrido. Kerrie sintió un apretón en el pecho, no pudo evitar pensar en sus hermanos al ver a esa pequeña ahí.

—Ayúdame. — Murmuró la pequeña tomando la mano de la joven. Kerrie apretó los ojos y miró al frente a las celebridades que pasaban frente a ella. No podía quedarse, no podía hacerlo. Se alejó de ahí siguiendo a la niña fuera de todo el gentío. La pequeña la arrastró hasta la calle y luego le señaló su celular. Ella lo sacó y pronto tenía la dirección a dónde la pequeña quería que fuera. El hospital universitario. Ella suspiró y luego corrió hacia la parada del autobús.

En veinte minutos la joven se encontraba frente al hospital. La pequeña le señaló el celular y le marcó un número.

—Mamá. — Murmuró. Kerrie tragó nerviosa

—¿No sabe que has muerto? — La niña negó lentamente. Esto era muy doloroso. 

—¿Cómo se llama?

—Tiffany Hopes. — Presionó el icono de llamada y pronto el teléfono comenzó a sonar. Dos timbres después la mujer respondió.

—Buenas noches, señora Hopes.

—¿Si diga? ¿Quién habla?

—Hablo del hospital universitario. — Kerrie apretó los ojos. —Lamento informarle que su hija ha fallecido. — Hubo un silencio al otro lado de la línea y entonces cortaron. La joven se quedó en silencio mirando a la niña. Sintió que una lágrima iba a salirse de sus ojos, pero aguantó. Soportó.

—¿Eso es todo niña?

—¿Podrías quedarte? — Intentó sostener su mano, pero eso era imposible, simplemente sentía el frío de su presencia. —Un regalo, de mi madre. — Señaló hacia dentro del hospital. La mayor suspiró y luego de pensarlo un poco asintió. Así que se metió al hospital y siguió a la pequeña hasta una especie de bodega en un piso inferior, era el basurero. La niña la llevó hasta unas prendas manchadas de sangre y entonces Kerrie entendió todo, ella había tenido un accidente y no habían logrado contactar a su madre porque no sabían quién era la niña. Kerrie apretó los ojos y luego la pequeña le indicó que sacara algo de su pantalón. Ella lo hizo con rapidez sacando el papel. Al abrirlo se dio cuenta que se trataba de un dibujo, al parecer era ella junto con su madre en un campo con una nota que decía “te amo mamá”. Kerrie dobló de nuevo la hoja y luego se la guardó. Salieron de ahí, Kerrie pendiente de que no la atrapara o de lo contario se metería en problemas. Una vez llegaron a la entrada de la morgue, se quedaron esperando a que la madre de la niña apareciera. Casi una media hora después la mujer apareció llorando con una fuerza y tristeza que dejó a Kerrie con el nudo en la garganta.

Era difícil perder a un ser querido, ella lo había vivido, la muerte de su padre y después el abandonó de su madre. Si ella perdiera a uno de sus hermanos, estaría completamente pérdida.

Espero a que la mujer saliera, no sabía cuánto tiempo lo hizo, pero cuando ella salió, Kerrie la detuvo.

—Disculpe señora, pero creo que esto le pertenece. — Le dio el dibujo de la pequeña. — Estaba esperando a que viniera el tutor de la pequeña, supongo que era su madre. — Mintió sin descaro, pero era lo único que se le había ocurrido. La mujer, quien se encontraba con los ojos rojos tomó la hoja y asintió. Se alejó de ella luego de asentir y Kerrie suspiró.

Después de eso tomó el lado contrario hacia la salida. Ya no tenía más que hacer ahí. Pasando cerca de la recepción del primer piso, se dio cuenta de una figura que a ella se le hacía muy familiar. Enfocó su mirada notando una figura alta con una bata de hospital, el cabello alborotado, una mascarilla sobre su rostro y cuando se sentó frente a una máquina expendedora la joven lo supo, era Hudson. Sintió que algo pesado caía sobre su estómago. ¿Qué hacía ahí? ¿Lo habían herido? Miró hacia todos lados y parecía que ignoraban su presencia, eso era extraño a menos que… no… no podía estar muerto.

Sacó su celular en busca de noticias sobre Hudson y ahí descubrió, que, por suerte, no estaba muerto. Le habían herido las manos al intentar evitar el arma con que aquel hombre planeaba asesinarlo. La joven hizo una mueca y luego decidió acercarse a él. Se sentó a su lado y lo miró de cerca, el muchacho miraba hacia todos lados menos a ella.

—Hudson.

—¿Qué? — El chico la miró con los ojos bien abiertos al darse cuenta de que lo habían reconocido. —¿Cómo me reconociste?

—Tendría que ser demasiado idiota para no hacerlo. La mascarilla no hace gran cosa. — Metió las manos en sus bolsillos. —Así que te hirieron. No hiciste caso a mis advertencias ¿he?

—¿Quién eres? ¿Cómo rayos sabías que eso iba a suceder? — La joven suspiró.

—Si te lo dijera no me creerías.

—¿Acaso estas aliada a esa gente? — Preguntó con un tono de voz enfadado. Kerrie lo entendía, no cualquiera podía ir por ahí advirtiendo que iban a matarlo. La única respuesta era que ella estaba involucrada con ese asalto, pero la realidad era otra. La joven lo miró sin emoción alguna.

—¿Crees que una chica como yo haría algo como eso?

—¿Entonces? No le encuentro otra explicación.

—Bueno, veo fantasmas.

—Mentira.

—Lo hago.

—Mentira.

—Pues no me creas. — Se encogió de hombros regresando su mirada hacia la pared de enfrente. Estaban en un rincón por lo que no había gente cerca, sin embargo, los vellos de la joven se erizaron en cuanto sintió una presencia a su lado. Por eso odiaba los hospitales. Decidió ignorarlo, ya había hecho lo suficiente esta semana. Necesitaba un descanso.

—¿Cómo puedes decir semejante cosa a la ligera? ¿Acaso te escapaste de un psiquiátrico?

—Okay, eso ya es ofensivo. — Lo miró un poco molesta. — Solo intenté ayudarte ¿Sí? Un gracias sería suficiente.

—¿Gracias? Me hirieron las manos. — Mostró sus manos vendadas. Ella hizo una mueca.

—Pero prefieres eso a estar muerto. — Hudson tensó la mandíbula claramente molesto. La joven puso los ojos en blanco. —Escucha, no volverás a saber de mí, así que no te preocupes.

—¿Eso crees Kerrie? — La joven abrió los ojos de par en par al escuchar su nombre. Hudson sacó del bolsillo de su playera del hospital su identificación. La joven la tomo con rudeza.

—¿Cómo…?

—¿La tenía? — Se acomodó para verla mejor. —La dejaste tirada en la Van Kerrie Morgan, estudiante de la universidad Norte. ¿Crees que no puedo denunciarte?

—¿Con qué pruebas? — Le preguntó ella. —No hice nada malo, no representé una amenaza. — La se levantó. —Dios, eres un prepotente. Un gracias hubiera sido suficiente. — Alzó los brazos claramente fastidiada llamando un poco la atención de la gente que estaba a unos metros. A pesar de todo, se movió un poco para que no vieran el rostro del idiota que la acusaba de ser cómplice de su asesinato.

—Escucha, no sé quién te quiere muerto o a qué clase de gente has hecho enfadar, como a mí. Tengo mis sospechas que por ser un arrogante malagradecido te hayas ganado enemigos. — Se quitó la gorra que cargaba y luego dio un paso cerca de él. —A partir de hoy somos desconocidos, no sabes de mi existencia y yo seguiré fingiendo que solo eres el chico del póster de una de mis películas favoritas. Espero no mueras pronto para que tu espíritu no me moleste. — Colocó la gorra sobre la cabeza del joven dejándolo sin habla. De pronto sus mejillas se tiñeron de un leve rojo y luego miró a la joven partir de ahí sin decirle nada más.

Antes de darse cuenta, Hudson apretó la lata en sus manos pensando que este sentimiento era furia.

(…)

La joven, por obvias razones llegó tarde a la fiesta. Ni siquiera había ido disfrazada, llegó con la misma ropa negra que había llevado a la premier. Simplemente saludaría a sus amigos y luego se retiraría. Estaba cansada y pensaba que era mala educación no llegar sin más, especialmente porque su celular había muerto.

La joven estaba frente a la casa de Aila y luego de tocar el timbre un par de veces Aila apareció, vistiendo una falda corta, mallas, un crop top blanco y una chaqueta de lona ochentera, su cabello rizado y peinado de lado con una cinta en la cabeza, le recordaba a Katy Perry en su video de Last Friday Night, se veía hermosa.

—¡Kerrie! — Se abalanzó contra ella y la apretó muy fuerte. —Creí que no vendrías.

—Solo pase a saludar. Tuve una noche larga, debo volver.

—Tonterías, quedate un rato a beber algo, aunque sea. Seguro no has comido y…— Miró su ropa. —¿Quién se supone que eres? ¿Una espía o algo? ¿Vienesde un funeral?

—Una premier.

—Como sea, pasa. — La jaló hacia dentro de la casa. La música era alta y había gente por todos lados, algunos se encontraban ya ebrios, mientras que otros bailaban y charlaban. Aila la dejó frente a la mesa de comida.

—Toma lo que quieras, ahora vuelvo, solo debo ir al baño.

—Claro. — Kerrie se dio la vuelta para tomar un poco de bebida en cuanto se quedó sola. Miró a su alrededor a todos aquellos chicos riendo y disfrutando, como si ni tuvieran algún tipo de preocupación. Suspiró pensando en lo bueno que fuera vivir como ellos.

—¿Lo viste? — Un par de chicas se acercaron a la mesa, platicaban entre ellas.

—Lo vi, yo creo que si son pareja. Los vi meterse al estudio. Pero ¿cómo no? Aila es muy guapa y Nash igual. Sé que se conocen desde pequeños. — Kerrie sintió que le caía un balde de agua fría en la cabeza. ¿Qué acababa de escuchar? Tragó duro y dejó su bebida a un lado. No se sentía bien. Decidida a abandonar la fiesta, caminó entre el gentío hasta llegar al pasillo cerca del estudio. La puerta estaba entreabierta y sintió unas enormes ganas de abrirla. Pero tenía miedo.

Entonces escuchó una enorme risotada.

—¿Puedes creerlo? Vino toda de negro. No puedo creer que sea tan idiota.

—Por Dios Aila, es Kerrie. ¿No crees que te estás pasando con la broma?

—No, claro que no. Solo me divierto. Además, ella no tiene a nadie más que nosotros. ¿Crees que se dará cuenta que nos burlamos de ella? — Kerrie sintió cómo su corazón se encogía. Asomó un poco su rostro para ver a los dos sentados encima del escritorio que era del padre de Aila. Ella tenía sus piernas sobre las de Nash y este sostenía su cintura con una de sus manos mientras que con la otra acariciaba su cabello. ¿Qué significaba todo esto?

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