En cuanto bajó de aquel auto, la joven corrió para tomar unas fotos más. Esperaba que Hudson tomara en cuenta sus advertencias. Sin embargo, antes de poder verlo sintió un escalofrío recorres su cuerpo. Conocía esa sensación. Al darse la vuelta se encontró a una pequeña, piel pálida y cuerpo transparente, vestía una bata de hospital y no parecía tener señas de haber sufrido. Kerrie sintió un apretón en el pecho, no pudo evitar pensar en sus hermanos al ver a esa pequeña ahí.
—Ayúdame. — Murmuró la pequeña tomando la mano de la joven. Kerrie apretó los ojos y miró al frente a las celebridades que pasaban frente a ella. No podía quedarse, no podía hacerlo. Se alejó de ahí siguiendo a la niña fuera de todo el gentío. La pequeña la arrastró hasta la calle y luego le señaló su celular. Ella lo sacó y pronto tenía la dirección a dónde la pequeña quería que fuera. El hospital universitario. Ella suspiró y luego corrió hacia la parada del autobús.
En veinte minutos la joven se encontraba frente al hospital. La pequeña le señaló el celular y le marcó un número.
—Mamá. — Murmuró. Kerrie tragó nerviosa
—¿No sabe que has muerto? — La niña negó lentamente. Esto era muy doloroso.
—¿Cómo se llama?
—Tiffany Hopes. — Presionó el icono de llamada y pronto el teléfono comenzó a sonar. Dos timbres después la mujer respondió.
—Buenas noches, señora Hopes.
—¿Si diga? ¿Quién habla?
—Hablo del hospital universitario. — Kerrie apretó los ojos. —Lamento informarle que su hija ha fallecido. — Hubo un silencio al otro lado de la línea y entonces cortaron. La joven se quedó en silencio mirando a la niña. Sintió que una lágrima iba a salirse de sus ojos, pero aguantó. Soportó.
—¿Eso es todo niña?
—¿Podrías quedarte? — Intentó sostener su mano, pero eso era imposible, simplemente sentía el frío de su presencia. —Un regalo, de mi madre. — Señaló hacia dentro del hospital. La mayor suspiró y luego de pensarlo un poco asintió. Así que se metió al hospital y siguió a la pequeña hasta una especie de bodega en un piso inferior, era el basurero. La niña la llevó hasta unas prendas manchadas de sangre y entonces Kerrie entendió todo, ella había tenido un accidente y no habían logrado contactar a su madre porque no sabían quién era la niña. Kerrie apretó los ojos y luego la pequeña le indicó que sacara algo de su pantalón. Ella lo hizo con rapidez sacando el papel. Al abrirlo se dio cuenta que se trataba de un dibujo, al parecer era ella junto con su madre en un campo con una nota que decía “te amo mamá”. Kerrie dobló de nuevo la hoja y luego se la guardó. Salieron de ahí, Kerrie pendiente de que no la atrapara o de lo contario se metería en problemas. Una vez llegaron a la entrada de la morgue, se quedaron esperando a que la madre de la niña apareciera. Casi una media hora después la mujer apareció llorando con una fuerza y tristeza que dejó a Kerrie con el nudo en la garganta.
Era difícil perder a un ser querido, ella lo había vivido, la muerte de su padre y después el abandonó de su madre. Si ella perdiera a uno de sus hermanos, estaría completamente pérdida.
Espero a que la mujer saliera, no sabía cuánto tiempo lo hizo, pero cuando ella salió, Kerrie la detuvo.
—Disculpe señora, pero creo que esto le pertenece. — Le dio el dibujo de la pequeña. — Estaba esperando a que viniera el tutor de la pequeña, supongo que era su madre. — Mintió sin descaro, pero era lo único que se le había ocurrido. La mujer, quien se encontraba con los ojos rojos tomó la hoja y asintió. Se alejó de ella luego de asentir y Kerrie suspiró.
Después de eso tomó el lado contrario hacia la salida. Ya no tenía más que hacer ahí. Pasando cerca de la recepción del primer piso, se dio cuenta de una figura que a ella se le hacía muy familiar. Enfocó su mirada notando una figura alta con una bata de hospital, el cabello alborotado, una mascarilla sobre su rostro y cuando se sentó frente a una máquina expendedora la joven lo supo, era Hudson. Sintió que algo pesado caía sobre su estómago. ¿Qué hacía ahí? ¿Lo habían herido? Miró hacia todos lados y parecía que ignoraban su presencia, eso era extraño a menos que… no… no podía estar muerto.
Sacó su celular en busca de noticias sobre Hudson y ahí descubrió, que, por suerte, no estaba muerto. Le habían herido las manos al intentar evitar el arma con que aquel hombre planeaba asesinarlo. La joven hizo una mueca y luego decidió acercarse a él. Se sentó a su lado y lo miró de cerca, el muchacho miraba hacia todos lados menos a ella.
—Hudson.
—¿Qué? — El chico la miró con los ojos bien abiertos al darse cuenta de que lo habían reconocido. —¿Cómo me reconociste?
—Tendría que ser demasiado idiota para no hacerlo. La mascarilla no hace gran cosa. — Metió las manos en sus bolsillos. —Así que te hirieron. No hiciste caso a mis advertencias ¿he?
—¿Quién eres? ¿Cómo rayos sabías que eso iba a suceder? — La joven suspiró.
—Si te lo dijera no me creerías.
—¿Acaso estas aliada a esa gente? — Preguntó con un tono de voz enfadado. Kerrie lo entendía, no cualquiera podía ir por ahí advirtiendo que iban a matarlo. La única respuesta era que ella estaba involucrada con ese asalto, pero la realidad era otra. La joven lo miró sin emoción alguna.
—¿Crees que una chica como yo haría algo como eso?
—¿Entonces? No le encuentro otra explicación.
—Bueno, veo fantasmas.
—Mentira.
—Lo hago.
—Mentira.
—Pues no me creas. — Se encogió de hombros regresando su mirada hacia la pared de enfrente. Estaban en un rincón por lo que no había gente cerca, sin embargo, los vellos de la joven se erizaron en cuanto sintió una presencia a su lado. Por eso odiaba los hospitales. Decidió ignorarlo, ya había hecho lo suficiente esta semana. Necesitaba un descanso.
—¿Cómo puedes decir semejante cosa a la ligera? ¿Acaso te escapaste de un psiquiátrico?
—Okay, eso ya es ofensivo. — Lo miró un poco molesta. — Solo intenté ayudarte ¿Sí? Un gracias sería suficiente.
—¿Gracias? Me hirieron las manos. — Mostró sus manos vendadas. Ella hizo una mueca.
—Pero prefieres eso a estar muerto. — Hudson tensó la mandíbula claramente molesto. La joven puso los ojos en blanco. —Escucha, no volverás a saber de mí, así que no te preocupes.
—¿Eso crees Kerrie? — La joven abrió los ojos de par en par al escuchar su nombre. Hudson sacó del bolsillo de su playera del hospital su identificación. La joven la tomo con rudeza.
—¿Cómo…?
—¿La tenía? — Se acomodó para verla mejor. —La dejaste tirada en la Van Kerrie Morgan, estudiante de la universidad Norte. ¿Crees que no puedo denunciarte?
—¿Con qué pruebas? — Le preguntó ella. —No hice nada malo, no representé una amenaza. — La se levantó. —Dios, eres un prepotente. Un gracias hubiera sido suficiente. — Alzó los brazos claramente fastidiada llamando un poco la atención de la gente que estaba a unos metros. A pesar de todo, se movió un poco para que no vieran el rostro del idiota que la acusaba de ser cómplice de su asesinato.
—Escucha, no sé quién te quiere muerto o a qué clase de gente has hecho enfadar, como a mí. Tengo mis sospechas que por ser un arrogante malagradecido te hayas ganado enemigos. — Se quitó la gorra que cargaba y luego dio un paso cerca de él. —A partir de hoy somos desconocidos, no sabes de mi existencia y yo seguiré fingiendo que solo eres el chico del póster de una de mis películas favoritas. Espero no mueras pronto para que tu espíritu no me moleste. — Colocó la gorra sobre la cabeza del joven dejándolo sin habla. De pronto sus mejillas se tiñeron de un leve rojo y luego miró a la joven partir de ahí sin decirle nada más.
Antes de darse cuenta, Hudson apretó la lata en sus manos pensando que este sentimiento era furia.
(…)
La joven, por obvias razones llegó tarde a la fiesta. Ni siquiera había ido disfrazada, llegó con la misma ropa negra que había llevado a la premier. Simplemente saludaría a sus amigos y luego se retiraría. Estaba cansada y pensaba que era mala educación no llegar sin más, especialmente porque su celular había muerto.
La joven estaba frente a la casa de Aila y luego de tocar el timbre un par de veces Aila apareció, vistiendo una falda corta, mallas, un crop top blanco y una chaqueta de lona ochentera, su cabello rizado y peinado de lado con una cinta en la cabeza, le recordaba a Katy Perry en su video de Last Friday Night, se veía hermosa.
—¡Kerrie! — Se abalanzó contra ella y la apretó muy fuerte. —Creí que no vendrías.
—Solo pase a saludar. Tuve una noche larga, debo volver.
—Tonterías, quedate un rato a beber algo, aunque sea. Seguro no has comido y…— Miró su ropa. —¿Quién se supone que eres? ¿Una espía o algo? ¿Vienesde un funeral?
—Una premier.
—Como sea, pasa. — La jaló hacia dentro de la casa. La música era alta y había gente por todos lados, algunos se encontraban ya ebrios, mientras que otros bailaban y charlaban. Aila la dejó frente a la mesa de comida.
—Toma lo que quieras, ahora vuelvo, solo debo ir al baño.
—Claro. — Kerrie se dio la vuelta para tomar un poco de bebida en cuanto se quedó sola. Miró a su alrededor a todos aquellos chicos riendo y disfrutando, como si ni tuvieran algún tipo de preocupación. Suspiró pensando en lo bueno que fuera vivir como ellos.
—¿Lo viste? — Un par de chicas se acercaron a la mesa, platicaban entre ellas.
—Lo vi, yo creo que si son pareja. Los vi meterse al estudio. Pero ¿cómo no? Aila es muy guapa y Nash igual. Sé que se conocen desde pequeños. — Kerrie sintió que le caía un balde de agua fría en la cabeza. ¿Qué acababa de escuchar? Tragó duro y dejó su bebida a un lado. No se sentía bien. Decidida a abandonar la fiesta, caminó entre el gentío hasta llegar al pasillo cerca del estudio. La puerta estaba entreabierta y sintió unas enormes ganas de abrirla. Pero tenía miedo.
Entonces escuchó una enorme risotada.
—¿Puedes creerlo? Vino toda de negro. No puedo creer que sea tan idiota.
—Por Dios Aila, es Kerrie. ¿No crees que te estás pasando con la broma?
—No, claro que no. Solo me divierto. Además, ella no tiene a nadie más que nosotros. ¿Crees que se dará cuenta que nos burlamos de ella? — Kerrie sintió cómo su corazón se encogía. Asomó un poco su rostro para ver a los dos sentados encima del escritorio que era del padre de Aila. Ella tenía sus piernas sobre las de Nash y este sostenía su cintura con una de sus manos mientras que con la otra acariciaba su cabello. ¿Qué significaba todo esto?
Kerrie intentaba ignorar las alarmas que se dispararon en su cabeza una vez escuchó aquello. No tenía nada de sentido lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Sus mejores amigos se estaban burlando de ella y no solo eso, ambos parecían tener una relación porque en cuanto se callaron ella pudo ver cómo los dos compartían un pasional beso.La joven ahogó un grito y sin más salió disparada de ahí directo a su casa. El fin de semana se la pasó ignorando los mensajes y llamadas de Aila y de Nash. No podía verlos a la cara, la verdad ni siquiera sabía qué hacer en ese tipo de situación así que hizo lo más lógico para su cabeza, trabajar, cuidar de sus hermanos y hacer sus tareas. Eso fue hasta que el lunes llegó. Debía enfrentar su realidad, debía enfrentarlos a ellos, pero no sabía cómo hacerlo.Se dirigió a la única clase que compartía con ellos, la de relaciones humanas, mientras pensaba cómo afrontar la situación. Al entrar al salón se encontró con la mirada de Hazel. La chica la miraba
Kerrie llevó a Hudson a un lugar seguro. Detrás de uno de los edificios poco concurridos de la universidad. Compró un té de manzanilla para el joven y ella un poco de café. Lo necesitaba con urgencia. Al poner la taza sobre la mesa Hudson tomó la bebida sin rechistar. El chico se veía pálido y confundido. Kerrie se sentía culpable. De alguna manera esto era su culpa. A veces algunos fantasmas la ayudaban en agradecimiento de lo que ella hacía por ellos, sin embargo, su ayuda podía dañar a los vivos que la rodeaban, sin importar qué. Aunque las posesiones no eran comunes, solo espíritus demasiado viejos podían hacer algo como eso si la persona a la que escogían había nacido el mismo día que ellos.—¿Cuándo es tu cumpleaños?—1 de septiembre. ¿No sabes eso siquiera? — Kerrie le dio un sorbo a su café. Uno de septiembre, el joven Carl era del 1 de septiembre del 92. Tenía sentido. Muchos fantasmas la rondaban como si fuera el único pez en el mar. No era de extrañar que quisieran ayudarl
Los rumores del sádico novio de Kerrie llegaron hasta sus compañeros. No había alumno que no la girara a ver cuando caminaba por el pasillo, cuando estaba en la biblioteca, cuando comía. Gracias a eso no había logrado hacer ni un amigo en la facultad, era como estar en la secundaria o peor. Además, Peter había dejado de asistir a la universidad, escuchó que se había dado de baja y eso la hacía sentir un poco más aliviada. Sin embargo, el hecho de que se fuera porque Hudson casi le rompe la mano, era otra cosa.Además, había evitado a Nash y Aila como toda una experta. Sabía que debía enfrentarlos, pero era difícil. Ambos habían sido sus mejores amigos desde la infancia, semejante traición la hacía sentir miedo y pena de sí misma.Soltó un suspiro sentándose en una mesa de la cafetería, sola. Mientras el resto de sus compañeros compartía la mesa con sus amigos, bromas, sonrisas, momentos. Los envidiaba.—¿Kerrie? — Una voz conocida hizo que mirara hacia arriba. Se encontró con Hazel so
Kerrie no tenía la mínima intención de reencontrarse con Hudson Morgan de nuevo. De hecho, había intentado olvidar su existencia luego de la situación vivida en la universidad. Sin embargo, ahí estaba, frente a ella, mirándola con una enorme sonrisa como si nada importara.—¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?—Te seguí. — Admitió sin un ápice de vergüenza. Kerrie lo miró confundida.—¿Me seguiste? ¿Por qué?—Porque quería asegurarme de que lo que dijiste era cierto—¿Perdón? — Kerrie no comprendía de qué diablos hablaba el castaño frente a ella. Él le mostró una sonrisa ladina mientras hacía un gesto con el rostro restándole importancia al asunto.—Lo he confirmado.—¿Qué has confirmado?—Ven conmigo. — Le indicó moviendo su mano hacia él. Kerrie no lo hizo.—No iré a ningún lado contigo a menos que me digas de qué hablas.—Te lo diré en el auto. O puede ser que me reconozcan. — La chica suspiró y luego de pensarlo un momento decidió aceptar. Caminó con pesadumbre hasta donde estab
Kerrie se encontraba de pie frente al ataúd de su padre. La foto donde él aparecía con una enorme sonrisa hizo que un nudo se atravesara en su garganta. Escuchaba un llanto constante por lo que giró su cabeza un poco hacia la derecha encontrando a su madre, toda de negro llorando mientras se cubría el rostro. Kerrie sintió alivio al verla ahí parada. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que la había visto? Quería preguntarle qué la hizo huir así de sus hijos. ¿Por qué los dejó? Ella se acercó, pero al dar un paso su madre se alejaba un poco causándole una sensación de desesperación. Comenzó a gritar llamándola, pero ella nunca se giró, entonces sintió una mano fría sobre su hombro. Al ver al dueño de la mano, vio a su padre quien la veía con una expresión seria.—Aléjate. — Y entonces todo se desvaneció. Kerrie despertó respirando con dificultad su cara chorreaba de agua y su blusa estaba pegada a su cuerpo debido al agua. Al mirar hacia arriba se encontró con el rostro de Hudson quien
Una media hora de tortura más tarde, Kerrie intentó huir del salón antes de encontrarse cara a cara con Hudson. Sin embargo, el profesor la llamó. La joven se detuvo en seco y tuvo que regresar lentamente mientras apretaba los ojos sintiéndose con tan mala suerte. Se giró noventa grados y caminó hacia su profesor que seguía al lado de Hudson quien ya se había puesto su mascarilla y gorra. —Dígame profesor North, en qué puedo ayudarle. —Señorita Steven, estaba charlando con Hudson y me estaba comentando que él está dispuesto a ayudar a los alumnos para la realización de una entrevista. Noté tus trabajos anteriores, creo que esta oportunidad la mereces mucho señorita Steven. — Kerrie miró a Hudson quien parecía disfrutar esto más que ella. Sabía las negras intenciones detrás de esta propuesta. No se podía dar el lujo de rechazarla, su profesor la había considerado, obviamente la oportunidad de entrevistar a Hudson Morgan siendo una estudiante era algo que podría servirle a largo plazo.
Sam por fin se encontraba descansado. Era domingo por la tarde y no tenía que cubrir turno en el trabajo por lo que había pasado la tarde con sus hermanos. Hicieron las compras de la semana, fueron por un helado, los dejó jugar en el parque y luego regresaron a casa. Los dos estaban cansados, sin embargo, aún le mostraron su tarea a la joven. Mientras la revisaba, recibió un mensaje de un celular desconocido.Pasaré por ti a las nueve de la noche, para firmar el contrato. Con ese mensaje, supo de quien se trataba, envió un mensaje de recibido y luego volvió a sus labores.—Kerrie. — La suave voz de Molly hizo que alzara la vista. La pequeña se encontraba sosteniendo su oso de peluche favorito y veía con curiosidad a la joven.—¿Sucede algo?—Solo quería saber dónde estabas. — Sonrió mostrando sus dientes. Kerrie sonrió y se levantó para luego cargar a su hermana y abrazarla con fuerza. La niña rio con diversión. Kerrie le dio varios besos en la cara y luego la bajó.—¿Qué quieren de c
Kerrie abrió poco a poco los ojos luego de sentir un poco de dolor en el cuello. Se movió despacio y enfocó su mirada al frente. Cuál fue su sorpresa al ver a Hudson Morgan profundamente dormido frente a ella. La joven parpadeó varias veces pensando que estaba soñando.Rememoró los acontecimientos de la noche anterior y se dio cuenta que esperó a que él volviera con la copia de su contrato y entonces se quedó dormida. Bueno, eso había sido demasiado imprudente de su parte. ¿Qué clase de cosas estaba pensando cómo para quedarse dormida en casa de un extraño? Era evidente que debía pensar más en descansar para no cometer otra estupidez como esa. Se movió un poco para luego levantarse. Miró que afuera ya era de día y sintió una punzada de culpa al dejar a sus hermanos solos. Sacó el celular y notó que eran las ocho de la mañana.—¡Maldición! — Exclamó en voz alta sin querer. En ese momento Hudson se levantó de forma violenta debido a la sorpresa extendiendo sus brazos.—¿Qué pasó? — Kerr